Explicación de todos mis tropiezos
(texto escogido)
Desde la
pensión
No sé como empezar esta carta, primo. Es sumamente embarazoso
solicitarte que vengas a rescatarme de este antro maloliente, aunque rescatar no es
del todo la palabra adecuada, porque yo podría retirarme de esta
pocilga sin que tú tengas que venir a mediar. Bastaría con un
documento que lleve mi firma para que en condiciones normales yo
abandone este lugar como corresponde a un caballero, pero
desgraciadamente estoy sometido a la humillación de una notificación
de carabineros por lo que esta madame estima que le adeudo...
Es una barbaridad, por eso estas líneas destilan desánimo.
..... Comprendo que cada cual tiene sus
problemas, pero se trata de una situación extrema, end of the
road, primo. Te explico. Mira, esta madame, mejor dicho,
esta mujer ordinaria me ha echado de su casa, de esta porquería. Alega
que consumo demasiada agua caliente. Y, ¿qué quiere, que no me bañe?
Que utilizo mucho el teléfono, ¡fíjate! Supondrá que todos tenemos que
ser como ella, desconectados del mundo. Que como mucha mantequilla, y,
¿mantequilla llama a esa porquería? En fin, una serie de nimiedades
que me impiden concentrarme en los asuntos que verdaderamente
interesan: leer, escribir, conversar. Primo, he decidido que no puedo
pasarme la vida lidiando contra personajes insignificantes que gastan
el día persiguiéndote por asuntos menores y como no estoy para
desagrados, simplemente preparo mis bártulos y me voy. Ya le comuniqué
que no permanecería ni un día más en su chiquero, pero como te
explicaba, resulta que ella me impide retirar mis cosas si no cancelo
lo que adeudo. Francisco, mi eterna ingenuidad. Vas a creer que firmé
un documento en el que me comprometo a cancelar por adelantado durante
los cinco primeros días del mes y si me atraso, abonar intereses,
aparte de hacerme cargo de desperfectos en las instalaciones, si las
hubiese. Y claro, ¿cómo no va a haberlas en un vejestorio como éste?
¿Te das cuenta? En resumen, adeudo dos meses y un "califont" del
tiempo de los dinosaurios que se fundió justo cuando estaba bañándome.
Y no es mucho, si le sacas punta al lápiz, pero comprenderás que mi
situación, por razones que los dos conocemos, es sumamente precaria,
aparte que no quiero perder mis otras cositas, la máquina de escribir,
por ejemplo. ¿Con qué voy a escribirte? Ni la lámpara a gas y la
cocinilla. ¿La recuerdas? Plegable y compacta. Aquí la tengo guardada.
Yo a la cordillera no subo sin ella, aunque a la cordillera no subo
desde hace casi diez años.
..... Los
zapatos no me importan tanto, salvo los que me regalaste hace cosa de
un par de años. Los ingleses, que entre paréntesis están impecables.
Pasta importada todos los días y te diré que no fue fácil dar con esa
pasta. Finalmente encontré una caja en un supermercado del barrio
alto. Y el terno Harris Tweed que me prestaste el año pasado
para presentarme como corresponde a un gentleman a la
entrevista con tu amigo empresario de las telecomunicaciones, también
tengo que rescatarlo. Es mi tenida de invierno preferida. Vieras cómo
lo cuido. Lo saco al sol cada cierto tiempo para defenderlo de las
polillas y la humedad. Aquí está, en el lugar preferencial del ropero.
Qué corte, primo, y cómo me cae. Un "artículo" muy difícil de reponer,
como tú sabes.
No he podido encontrar trabajo. Trabajos hay, pero trabajos que
te puedan interesar, esos obviamente escasean. Primo, siempre hay
tropiezos, pero sobre todo tipos envidiosos que al verte en desgracia
te cierran la puerta en las narices. Me imagino que se dan cuenta de
que están frente a un individuo de nivel. Es que la mirada influye.
Nuestra mirada es severa, primo. La estatura también los debe
impresionar, y que hables dos idiomas y que te defiendas con un
tercero -el francés- tiene que inquietarlos. No les debe caber en la
cabeza que un caballero como nosotros venga a solicitarles trabajo y
que no sea dueño de una empresa parecida a la de ellos, y no te vas a
poner a explicarles cuál ha sido el derrotero de tu vida... Te ven y
de inmediato puedes oler la desconfianza. Francisco, es desmoralizante
perder el tiempo haciendo antesala a fulanos que se regocijan de tu
precariedad. Observar la pequeñez humana es terrible. Cuesta
sobreponerse, y entonces dices: Voy a olvidar lo insignificante, voy a
concentrarme en mis quehaceres, en la literatura, la filosofía, en
inquietudes superiores, pero el fragor de la vida invariablemente
termina postergándolas y te encuentras de pronto mirando por sobre tu
hombro los años malgastados.
..... Desde
que volví de California que he andado como picaflor, gastando el
tiempo en tonteras, acumulando experiencias dolorosas que ahora me
pesan sobra las espaldas. Cada día me cuesta más ponerme una coraza
frente a lo cotidiano, y aquí, en este anfiteatro de lo intrascendente
y rodeado de gentuza, se me hace aún más difícil. Figúrate que te
estoy molestando para que me alivies con algo de dinero. ¿Y a quién
más puedo recurrir sino a ti? Discúlpame, Francisco, pero necesito un
lugar digno donde pueda retomar el hilo de mis cosas y donde me sienta
más correspondido en lo social. Es que aquí la ralea de gente es de
bajísimo estrato. Muy bajo, comenzando por la regenta, especie
rarísima de cabrona mojigata, que anda apagando la tele y las luces a
las nueve de la noche, husmeando en las habitaciones para ver si
alguien introdujo compañía a la pieza y llamándote la atención si
haces ruido. ¿Qué tiene ella para andar de madre superiora? Es un
desagrado que nada lo puede compensar, aparte que tiene a todos los
pensionistas en un estado de nervios trizados. Y a mí que no me venga
con lecciones de moral porque tiene tejado de vidrio. Tiene un mino.
Un tipo de mirada de soslayo y peluca que le queda como bacinica. Así
de burda. El tipejo amanece con una bata de levantarse china,
imitación, naturalmente. Una porquería de plástico granate. Horrorosa.
Llega los viernes y se va el domingo después de la siesta, siempre con
un tabloide bajo el brazo, y, ¿por qué será que los cafiches leen
diarios vespertinos? Siempre me ha llamado la atención. Anda a saber
tú qué hacen esos dos en la pieza durante días completos. Es gente ya
mayor, digamos setenta años. No le encuentro gracia.
..... El resto de mis vecinos es gente sumamente
modesta, aunque me hice de un amigo que arrienda la habitación
contigua. Buena persona, prescindiendo de sus defectos, hablador de
más y algo pegajoso, pero nos hacemos compañía. Vendedor de libros de
medicina, casado y con hijos ya mayores que se enamoró de una liceana
hija de un vecino por la que dejío todo botado, y como le gusta
repetir: "Compadre. La cabra me desordenó completamente el escritorio.
Le daba un carajo que yo tuviera cuarenta años y tres cabros grandes.
Me decía, Jesús -entre paréntesis qué nombrecito- ponte las pilas y
echémosle para adelante hasta donde dé el carrete... Y le di. Le di
con todo. Nos fuimos una semana a Temuco. Termas de Antumalal,
compadre. Endeudado hasta la mierda, pero renaciendo. Renaciendo,
compadre..."
..... Pero no se logró
reponer de sus cargos de conciencia y se quedó sin pan ni pedazo. La
liceana un buen día desapareció sin más prolegómenos que una nota en
la almohada que decía: "Huevón. No atinaste. Chao..." Ahora no tiene
casa donde llegar, los hijos lo miran con odio, para qué decir su
mujer, a la que dice que sigue queriendo a pesar de su mala leche...
"Puta, compadre, ¡Sabes lo que es ver a tu mujer pariendo y sacándose
la cresta por tus críos y por vos desde las seis de la mañana hasta
que dan las doce de la noche...?"
.....
La liceana perdió el aliento inicial con tanto remordimiento y Jesús
no la culpa. "No era problema de falta de "miembro", compadre. Por ahí
no falló la relación. Es que ella se dio cuenta de que yo no estaba a
fondo. Mucho lastre, compadre. Hijos, mujer. Dolor, compadre... Por
ahí cagó el asunto..."
..... Con Jesús
arreglamos el mundo según sea el "mosto" que haya sobre la mesa,
aunque no se parezca ni remotamente al que tú pones sobre la tuya. Qué
quieres que te diga, Franciso, echo de menos los almuerzos en tu casa,
esas horas bien conversadas, bien regadas también. Otros tiempos, ¿no
es verdad? Si es un hecho que todo el tiempo pasado fue mejor. Perdona
mi sentimentalismo. Es que estamos pasando por un momento difícil, y
digo estamos, porque te darás cuenta de que Jesús está en las mismas
que yo. Parece que su mujer ahora tiene otro fulano. Un golpe
terrible. Claro que en estricto rigor a mí Carolina no me dejó por
otro hombre. Tú sabes que lo nuestro fue convenido.
..... Asunto de incompatibilidades, obviamente,
pero por sobre todo hay que palpar al sino de estos tiempos en que no
hay sacrificio por nada. Hoy en día nadie está dispuesto a dar la
batalla por los principios fundamentales. Si es una cueca la vida, y
por eso con Jesús vamos aquí cerca, a un boliche bastante simpático a
tomarnos unos tragos y a poner las cosas en orden. Te vas a reír, pero
unos tragullos no le hacen mal a nadie. Es la vieja intrusa la que
hace cuestión de nimiedades, y de torcida que es, amenazándonos cada
vez que salimos, y repitiendo: "No quiero borrachos en mi casa. Ya lo
saben. Está escrito en el contrato. Ustedes lo firmaron..." Pero a mí
que no me venga con arbitrariedades porque la he visto pasada. Fétida,
con la lengua tiesa y a los tropezones.
..... No discuto que en alguna ocasión a Jesús se
le ha pasado la mano. Tengo que reconocer que antenoche alborotó la
pensión. El pobre se vino escalera abajo, haciendo bastante ruido,
aparte de los improperios, y cuando se asomó la fulana, acompañada de
su amante de peluca -medio atravesada la tenía- y comenzó a
increparlo, Jesús muy circunspecto y abriéndose el marrueco le dijo
que no veía que tenía de malo bajar al baño a echar "una corta", a lo
que la madame indignada le respondió que ya estaba hasta la
coronilla de roteques borrachos y que esa era la última noche en su
establecimiento. Jesús como respuesta le hizo una venia ceremoniosa y
lanzó un eructo que quedó flotando en el pasillo. En seguida siguió
rumbo al baño afanándose el marrueco.
..... Primo, estos altercados son habituales y a
la mañana siguiente, luego de algunas miradas severas y una que otra
escaramuza verbal, los ánimos suelen calmarse. Pero esta vez la vieja
andaba con sangre en el ojo del anterior encontrón en que Jesús hizo
alusión a su condición social, recalcándole que era una siútica y que
ese alcance de apellidos con un presidente de comienzos de siglo era
una coincidencia lamentable. "...No me venga a tirar encima el
apellido. Me da igual que su abuelo haya sido presidente de la
república -cosa que dudo- que comerciante en chicha. Evítese todas
esas mentiras conmigo, mire que no tengo tiempo para huevadas..." Ahí
la vieja comenzó a chillar y a pegarle con el paraguas. Tuve que
intervenir para que se calmara: "Cálmese usted, madame. Deje
vivir a la gente... Hasta cuándo nos persigue..."
..... Fue para peor y pagué los platos rotos. Me
trató de sinvergüenza y comenzó a sacarme en cara lo que le adeudo,
pero yo, muy calmado -no me iba a rebajar- le repetí que no se
preocupara, que soy un caballero y que a más tardar la próxima semana
tendría su dinero. Muy calmado, te insisto, pero la estúpida fuera de
sí se atrevió a decir cosas hirientes que no vale la pena repetir y a
amenazarme con los carabineros y que al día siguiente, a primera hora,
sacara mis pilchas de su casa, previo cancelarle lo adeudado.
¿Entendido?, gritaba. Entonces fue que le dije un par de verdades,
total ya el asunto no tenía arreglo y había que sacarle provecho a la
circunstancia. Eso fue la semana pasada. De entonces que la fulana me
hace la vida imposible y cada vez que me topo con ella me insiste: "Y,
bueno. ¿Qué está esperando para cancelarme? ¿No tiene modales, acaso?
A mí me enseñaron que las deudas tienen que cancelarse..."
..... Es una situación muy incómoda,
Francisco.
.....
Escrito en género
epistolar este libro no es más ni menos que una fina y
tragicómica carta donde el protagonista explica a su primo
Francisco -su exacto alter ego- "todos sus
tropiezos". ..... Carlos es un
perdedor que transita por un mundo fantasioso en el que
siempre hay una puerta falsa que puede conducirlo al paraíso
perdido. Frente a él, Francisco, su primo solvente y exitoso
"ha sabido navegar" en ese mismo mundo que a él lo ha
expulsado a una pensión barata o a un ring final en la selva
amazónica. El destinatario de las cartaas está en el pináculo
inmóvil de la normalidad. Y es ante este ser que se justifica
y redime finalmente en su relato. .... Explicación de todos mis tropiezos
es una magistral alegoría del racaso y de éxito, a la vez que
un retrato que nos atrapa y transmite toda la universalidad de
a tragedia y el heroísmo del hombre que no puede sustraerse a
su destino.
Explicación de todos mis
tropiezos Editorial
Sudamericana, 1998. 189 págs.
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