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"CON VALLEJO SIEMPRE CAMINANDO HACIA LA LUNA" [*]

POR César Ángeles Loayza



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I

Víctor Vich, prolífico autor, catedrático e investigador peruano, ha publicado su libro César Vallejo: un poeta del acontecimiento (edit. Horizonte 2021): significativo aporte a los estudios, representación y emocionalidad sobre nuestro escritor mayor y su obra, principalmente, su poesía. El inicio de la Introducción ya nos da el marco general: "La imagen de Vallejo como un poeta del dolor y de la pérdida es insuficiente e incompleta. Vallejo es también un poeta afirmativo que celebra el encuentro con una verdad universal, que entra en contacto con algo eterno y que constata el valor de quienes han optado por transformar el mundo". Es clave reparar en el adverbio "también" de la cita anterior, para asir el sentido dialéctico de la reciente publicación que aquí comentamos. Añade Vich: "Vallejo es un autor impactado por la fuerza de una verdad que no es otra que la necesidad de justicia entre los hombres y el valor de la solidaridad humana. Este libro analiza la poesía de César Vallejo y la comenta desde una perspectiva política. Lo político se entiende aquí, no como una pura gestión de lo dado, sino como una pregunta por el futuro de la comunidad y, en ese sentido, como una interrupción, como un desacuerdo, como un mecanismo de subjetivación, como el intento por restaurar la categoría de 'verdad' a partir de la revelación de un 'acontecimiento'" (11).

Entre sus seis capítulos y 250 páginas, Víctor Vich utiliza un nutrido material teórico, sobre todo vinculado a los estudios literarios y culturales, a la teoría lacaniana y al marxismo contemporáneo; por cierto, sin desatender los aportes de otros autores en diversos terrenos académicos y épocas. De primera instancia, algo meritorio es que todo ese complejo bagaje, que le es usual, fluye entre los comentarios críticos y múltiples sentidos sobre los 40 poemas de Vallejo escogidos como corpus en su trabajo, sin aplanarlos en absoluto (sino todo lo contrario). Algo que no sucede, en cambio, con una exégesis impositiva, arrogante y academicista, que atenta contra la especificidad del objeto estético. De ahí que la emoción poética palpita en cada abordaje intelectual suyo: lo cual no es poca cosa, si hacemos conciencia de que nos referimos a aproximaciones críticas sobre un artefacto  con pliegues, bastante sublimado, como es la obra artística y, más aún, los poemas de la dimensión vallejiana.


II

Como anuncia la citada Introducción, el detallado y ordenado estudio de Vich, además de acercarnos con didáctica claridad a diversas claves interpretativas de esta poesía (una de las más valiosas de todos los tiempos), nos abre y motiva a aproximarnos a Vallejo ya no al canónico modo miserabilista y victimizador que se suele graficar con aquella celebérrima fotografía de su amigo Juan Córdoba Vargas (Versalles 1929): donde el poeta se halla sentado, al lado de Georgette, agestado y con la barbilla apoyada en su mano derecha. Sino que, además de reconocer y atender los reales problemas que este hombre hubo de afrontar, sitúa todo amplificado y en conexión con los dramas histórico.políticos de las primeras décadas del siglo pasado, donde a Vallejo le cupo un rol protagónico. Nos referimos, por ejemplo, a la Primera Guerra Mundial y también a aquel dramático antecedente de la siguiente que fue la Guerra Civil española, además de los múltiples levantamientos proletarios y campesinos en diversas partes del mundo (América Latina y el Perú, en primera instancia: donde marxistas convictos y confesos como el 'Amauta' José Carlos Mariátegui cumplieron destacado rol de ideólogos y conductores, y de quien Vallejo fue amigo y camarada). Junto a lo cual, cabe relievar el horizonte de la vanguardia político-cultural en las décadas del 20 y 30, y sobre todo el marco comunista a escala internacional caracterizado por la fundadora y fundante experiencia de la Unión Soviética, en aquellos años, de la que Vallejo fue partícipe y activista en su rol de militante comunista.

En tal sentido, este trabajo de Vich, y de la mano de la teoría del acontecimiento del filósofo francés Alain Badiou, cuenta con perspicaces análisis que contribuyen, literalmente, a abrir la lectura de la poesía de Vallejo (que suele sindicarse como hermética, oscura, difícil, a pesar que ya Javier Heraud testimonió que reía 'al lado de Vallejo' en su poema "Mi casa"). Con lo anterior, no me refiero solo a la mejor comprensión de los versos y enunciados, sino a abrir las lecturas hacia su integración cada vez más orgánica (al ritmo del trabajo ideológico que se impuso Vallejo) con la idea comunista en tanto acontecimiento que atravesó el siglo XX en diversas facetas, y que aún está vigente: "Vallejo está apuntando al 'acontecimiento' como lugar que excede todas las reglas de lo simbólico, como acto que transforma el marco desde donde se define lo social, como aquello que se desborda en lo que está establecido y que, por lo mismo, termina por salirse del orden social existente" (152).


III

De allí que el carácter de esta poesía sea, para Víctor Vich, principalmente ético. Una ética diferente y contradictoria de la usual-cotidiana para los terrenos del arte, la literatura, la política y la vida misma. Por lo que César Vallejo -lo afirma y es verdad- no rehuyó ni menospreció las intersecciones entre el lenguaje culto y el lenguaje popular, ni a producir elevada poesía situada en las condiciones materiales de la cotidianeidad humana de su época, ni mucho menos a contaminar de política y realidad humana el arte y la poesía (162-163, 228-231). Todo lo cual hará que concluya su capítulo final diciendo que "Vallejo es siempre un poeta del presente, un poeta del futuro, el poeta más contemporáneo del mundo por venir" (220).

Por el contrario, y como resaltan también otros autores, cuanto más avanzaba Vallejo en su formación marxista, de la mano de su propia experiencia vivida y en tanto sujeto del acontecimiento-comunismo, su escritura y poética fueron cobrando una dimensión más universal, honda. Y esto fue así en tanto construía, conscientemente, un complejo dispositivo verbal que sirviese a la transformación de un mundo regido por las taras del capitalismo, hacia un mundo de justicia, verdad y democracia auténticas. Lo que se identificó, en este autor y esta obra, con su compromiso por el comunismo en tanto idea original; más allá de las caídas, derrotas y aun fracasos eventuales de este ideal y experiencia histórica irrenunciables para él y otros militantes. Al respecto, Vich sostiene que, al ser Vallejo un poeta orgánico al acontecimiento comunista, nunca cedió ante aquellos embates, sino que (como queda tan bien expresado en no pocos pasajes y personajes de la poesía que escribió en Europa) los recogió para persistir haciendo un llamado a que se continúe en dicho tránsito humano y político. 

Aún mejor, y en línea con dicha senda vallejiana, reafirma lo anterior poniéndolo en cortocircuito con el presente de quienes han jugado a la revolución y a ser izquierdistas de café, cantina, o simplemente tránsfugas, dentro de esa "cobardía estructural" que glosa entre paréntesis en su conmovedor análisis del célebre poema III de España, aparta de mí este cáliz:


"El poema cuenta que finalmente Pedro lloró por España. Es decir, reconoció la derrota y comprobó el fracaso se su lucha. El punto, sin embargo, es que aquello no implicó que dejara de continuar luchando o que se cambiara de bando (como muchos lo han hecho hoy). Este poema, por el contrario, es extremadamente solemne en contar cómo, después de muerto, Pedro Rojas realizó un nuevo acto para comunicar la verdad del acontecimiento comunismo" (206).


IV

En una espiral trazada durante el análisis crítico del corpus elegido, Víctor Vich va centrando los rasgos del activismo, el humor, la pasión y el compromiso bolchevique de Vallejo. Lo cual también conecta con nuestra actualidad, donde sin duda a sujetos  como César Vallejo le caben todavía roles protagónicos (voz y voto) si anhelamos una vida mejor a la heredada. Un protagonismo revolucionario que, sin duda, en el Perú del Bicentenario criollo, lo conduciría a ser terruqueado por esas fuerzas del poder dominante que corresponden a lo que Vich señala -citando a Badiou- como "un mundo que sigue siendo fundamentalmente hostil a los procesos de verdad" (17).

En general, este libro, así leído, nos aconcientiza o, mejor dicho, nos aconte.cimient.iza: eleva y consolida en suerte de círculos concéntricos, en espiral, articulados desde las primeras expresiones literarias de Vallejo hasta sus testimonios y creaciones en Europa durante los años 20-30 (cuando murió, poco después de la derrota de la República española ante las hordas fascistas). De este modo, transita desde la etapa peruana de Vallejo hasta abordar aquel tsunami poético-político que es España, aparta de mí este cáliz. Un crescendo crítico que recorre la etapa premarxista de Vallejo, donde es central el individuo y su relación con la colectividad familiar y social, la condición humana, y diversas reflexiones de índole metafísica que rompen el lenguaje poético tradicional (como sucede en Los heraldos negros y, sobre todo, Trilce), hasta alcanzar la etapa marxista donde (como se aprecia en algunas composiciones del libro Poemas Humanos y en España, aparta de mí este cáliz: principalmente en el poema-clímax que da título a esta obra póstuma) la transparencia, frescura y espontaneidad de la infancia, sincronizada con la urgencia antifascista y el acontecimiento-comunismo, ocupan rol central en la transformación de los seres humanos. Así logró elaborar Vallejo otro lenguaje que alcanzó su cima en la colectividad en tanto fenómeno central y vivificador: esa masa (o coro) proletaria y solidaria que renace al individuo muerto entre las usinas trituradoras del capitalismo y sus guerras de dominación, como expresa el extraordinario poema "Masa", entre otros.

Al respecto, no paso por alto, al destacar otro importante comentario acerca del aludido poema sobre la guerra civil española (aquel que inicia con los premonitorios versos "Niños del mundo / si cae España -digo, es un decir-"), la función de la pasión y el humor en esta poética revolucionaria. Al acotar que este poema está surcado por la temprana experiencia escolar que tuvo César Vallejo, como maestro de primaria, Víctor Vich acierta al relievar la condición sutil y silenciosa (saBia y saVia) como rasgos distintivos de la transformación comunista contra una cultura autoritaria, dominante y abusiva. La cita de Terry Eagleton es bastante elocuente para leer este poema y aquello que Vich le reconoce como "una nueva estrategia de lucha": "El poder aborrece la debilidad porque esta le restriega su flaqueza secreta" (210). No otra es la naturaleza (fortaleza) dialéctica del humor; en tanto noble, democrática y profunda filosofía transformadora de la vida (véase mi ensayo "César Vallejo y el humor").



V

Algunas atingencias discrepantes recaen en el énfasis que pone Vich en la fe, en lugar de la certeza marxista, para el cambio. Pienso que, para el análisis valorativo de una obra de cuño principalmente marxista-comunista, sería preferible dejar de lado términos con evocaciones religioso-católicas, y emplear otros más mundanos como 'esperanza' para nombrar aquello que es lo indeclinable. Lo mismo sostengo en relación a la sorpresiva ecuación que establece Víctor Vich entre marxismo y teología, hacia el final de su ensayo (210). Y, acerca del trotskismo perpetuo que endosa a Vallejo (164), conviene atender sus fases políticas en el detallado ensayo "César Vallejo y el Marxismo", de Miguel Gutiérrez (reconocido novelista y vallejiano de polendas que, curiosamente, brilla por su ausencia en la vasta bibliografía empleada por Vich, tal como ocurre con Luis Monguió quien también remarcó el rol del marxismo en el proceso vital-creador del poeta peruano):


"Sin embargo, en un proceso similar al que siguiera Mariátegui, Vallejo va matizando sus opiniones a medida que va profundizando su conocimiento del marxismo y de la realidad de la lucha de clases en la URSS y en el PCUS; así, en su artículo 'Mundial en Rusia', escrito en Leningrado en octubre de 1929, afirma: '[...] No data de hoy el extremismo de Trotsky. Gran parte de sus desacuerdos con Lenin se explican por el izquierdismo, incurable y también temperamental de Trotsky. Durante los días de la revolución, mucho tiempo después de su adhesión al partido bolchevique, trató siempre con exacerbada intransigencia los problemas de la guerra civil y de la organización del Estado proletario'. Pero es en El arte y la revolución, libro terminado en 1930 y corregido en 1932, donde Vallejo deslinda de manera definitiva con Trotsky al asumir y defender las posiciones contra las cuales de manera embozada, abierta y después desenfrenadamente luchaba aquél".


Son muchos más los aspectos a abordar del estimulante estudio que nos ofrece (ofrenda) Victor Vich (como aquel de la politización y superación dialéctica del dolor en la obra de César Vallejo, por ejemplo); el mismo que, según dice en los 'Agradecimientos', le tomó muchos años de lector apasionado y desmitificador de cierta vallejología al uso. En plena celebración del centenario de Trilce (1922), comparto y dejo constancia de mi atenta lectura, la recomendación de también hacerla a quienes se interesen por aquella experiencia vital y obra poética sin parangón, como un aporte a visibilizar mejor este ejercicio crítico que abre intersticios aún no suficientemente recorridos en la poesía vallejiana; es decir, como memoria activa de aquel ideal colectivo aún no cumplido en tanto verdad histórica y proyecto de libertad, justicia y emancipación social de la humanidad (Cf.: 171, 216-217). Al mismo tiempo, queda constancia de algunas discrepancias e interrogantes porque, aun con el sincero aprecio por este trabajo, tenemos en cuenta que conviene siempre  cuidarse "del leal ciento por ciento". Sea este, entonces, un comentario que quiere ser honesto, justo y verdadero, para decirlo todo en los términos acontecimientales y vallejianos aquí develados.

 

[*] Víctor Vich, en diálogo personal sobre nuestros últimos libros (en mi caso, Wandel-La transformación y Cantos a la Luna):
email 29 diciembre 2021


 


 



 

 

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