Poeta
cuestiona rol del Consejo de la Cultura
Carmen
Berenguer: ''La cultura en Chile es técnicamente exacerbante''
Por
Pablo Soto A.
El Mostrador,
15 de Febrero de 2007
Políticas
culturales de gobiernos de Lagos y Bachelet parecen ser efectivas, desde la nueva
institucionalidad sectorial. Sin embargo, la autora, que acaba de publicar un
nuevo libro, critica el exceso de formalidades que, a su juicio, hacen que los
artistas pierdan su norte.
Carmen Berenguer se encuentra de vacaciones
por estos días en el litoral central. Desde su casa de Las Cruces trabaja
intensamente una serie de proyectos con fecha limitada y con los que debe cumplir
a la brevedad. “Pero poco importa trabajar cuando se tiene el mar a tan pocos
metros”, señala a El Mostrador.cl.
Su residencia en la Quinta Región
la mantiene activa y vital. Sobre todo por la historia que encierra el lugar,
empedrado por completo y que cuenta con 100 años aproximadamente desde
su construcción. "En esta casa vivió un escritor que se llamaba
Fernando Solar", cuenta
Carmen Berenguer.
"Es una casa que tiene historia literaria. Se dice
que pasó por aquí Vicente Huidobro. Si hasta leyendas hay en torno
a este lugar. Dicen por ahí que en esta casa estuvo de visita Teresita
de Los Andes, que era pariente de los Fernández Solar, e incluso los cuidadores
de la casa en invierno dicen que por las noches se le escucha saltar por la escalera”,
reseña.
Una anécdota que no pasa a ser más que eso,
ya que su línea de pensamiento, afiatada en la izquierda y un agnosticismo
declarado, nunca le ha permitido escuchar a la "santa" juguetear por
su propiedad.
Esa misma línea de pensamiento ideológico y
sus firmes convicciones son las que, por el contrario, le permiten realizar una
férrea crítica al sistema político-cultural de Chile y a
su piedra angular: el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), una entidad
que llegó para “ordenar la casa”, pero que a su juicio, se encargó
de “tecnificar” la cultura, restando espacio al verdadero oficio del artista.
“El espacio del arte hay que recuperarlo para que no sea un mero cálculo”,
dice.
-¿A qué se refiere específicamente
con "cálculo"?
-Cuando los proyectos están
asignados y tienes que tener una relación de venta con la obra, permitiendo
que ésta se transforme en un objeto.
¿Le
molesta que la cultura se planifique?
-Completamente. La excesiva
planificación cultural que ahora se está llevando a cabo en el país,
retarda el proceso creativo, lo anula prácticamente. En un país
que pretende ser tecnificado, el cálculo pasa a reemplazar lo de fondo,
que es el arte.
-En ese sentido, ¿el Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes también está dentro de esta clasificación?
-Diría
que está anulando la creatividad de los artistas. Los procesos que ha planteado
sirven para armar un buen proyecto y si esos proyectos no pasan por lugares de
mayor creatividad o libertad creativa, no se logran concretar, porque al final
gastas el tiempo dando cuenta de los aspectos técnicos de ese proyecto,
y eso es más importante que la obra visto desde un punto de vista técnico,
que al parecer es la prioridad.
-¿A qué
se refiere específicamente? ¿A los fondos concursables por ejemplo?
-Hay
una especie de comité central de la cultura que no necesariamente es tan
ideologizado como en otras épocas u otros países. De alguna manera,
es técnicamente exacerbarnte y está más preocupado que un
autor termine o arme bien un proyecto más que su obra, sin tener una relación
o seguimiento de los productos artísticos que salen de ahí. Por
ejemplo, yo no he visto en ninguna parte un catastro sobre qué se produjo
en un año, cuáles fueron las obras más importantes, si aquellas
son relevantes para el país, a nivel simbólico claro está.
-En los inicios del Consejo, el encargado de cumplir
el rol de ministro fue José Weinstein, un hombre de un perfil más
técnico. En cambio, Paulina Urrutia, quien proviene del mundo de las artes,
podría aportar un mayor grado de sensibilidad al trabajo político-cultural.
En ese sentido, ¿no identifica alguna evolución?
-No
tiene que ver mucho con las personas. Creo que ahí se produce una situación
que ya está articulada con anterioridad. Las personas pueden tener muy
buenas intenciones y querer hacer proyectos muy interesantes. Pero el problema
grave que padecemos en estos tiempos es que el arte fue transformado en un espectáculo
o evento, entonces, por más cambios que se quieran hacer, éstos
no se concretaran porque hay un sistema ya definido.
-¿Cuál
es la solución a esta problemática entonces?
-Aquí
lo que debiera realizarse son cambios profundos para que los artistas sean reconocidos
como tales y no tengan que pasar por esa aberración de hacer proyectos.
Un país que tiene sus artistas y que estimula artistas nuevos, no puede
someterlos a tecnicismos. Con esto no quiero ser negativa. Por supuesto deben
haber ejemplos buenos y cosas positivas dentro del sistema, pero el aparataje
técnico consume mucho.
Exorcizando
a Marx
Karl Marx vivó entre 1818 y 1883. Este filósofo,
economistas, sociólogo e historiador alemán es una de las figuras
clave, desde el punto de vista ideológico, del comunismo y otras formas
o variantes del socialismo. Por eso, el estudio y conocimiento de su pensamiento
es fundamental para entender la historia social y política de los siglos
XIX, XX y XXI.
En Chile, la imagen de Marx, a nivel general, ha sufrido
una extraña mutación, principalmente por el discurso recurrente
de la dictadura militar de Pinochet, quien aseguraba que su régimen era
imprescindible en un momento político mundial de lucha entre la democracia
y el “marxismo”, demonizando así la imagen y corriente de pensamiento del
filósofo.
Por eso, Berenguer quiso aprovechar una coyuntura que
se ha mantenido en el aire y apropiarse de dos
de los aportes fundamentales de Marx: su capacidad de observación del mundo
y esa sutil sospecha imprescindible cada vez que hablamos de progreso y desarrollo.
Con esas herramientas, Berenguer confeccionó el poemario titulado
"mama Marx”, que se suma su larga lista de trabajos encabezados por
su debut en 1983 titulado “Bobby Sands desfallece en el muro”, donde realiza
un homenaje al poeta y revolucionario irlandés, que falleció después
de una prolongada huelga de hambre bajo el régimen británico de
Margaret Thacher, y que dejó un diario de vida estremecedor, en el que
definió sus causas de lucha y la dignificación de su resistencia
a la dominación inglesa.
Su nuevo libro es un recorrido por experiencias
personales y otras no tanto. Una radiografía de un Santiago situado en
cualquier época, en los 80, 90 o en el 2000, porque, a fin de cuentas,
“las cosas no han cambiado mucho”.
“La Plaza Italia”, la loca travesti
que deambula con la mirada perdida por este tajo que divide en más que
dos partes a la ciudad, el Puente del Arzobispo –"quizás el único
espacio libre de la ciudad", según la poeta-, el “Bar Jaque Mate”,
en pleno centro de la ciudad o el “Bar El Castillo”, hoy protagonista de hechos
delictuales, entre otros sitios, son parte del recorrido del texto, donde Marx
sólo aporta con su corriente de pensamiento, su mirada y su crítica
social, gestada hace más de 150 años, quitando la demonización
con los que el filósofo alemán ha cargado por décadas. “La
crítica y la sospecha son los principales fundamentos que me llevaron a
escribir este libro que intenta mirar por el reverso", afirma.
-
¿Cuál es ese reverso que intenta poner en evidencia?
-Tengo
que decir que soy más anarquista de lo que usted piensa. “Marx anarquista”
cuenta con humor. Hay que conversar más sobre las cosas. La gente, sin
duda, tiene una visión muy reducida de las cosas. Hoy vivimos un verdadero
complot del arte. Los intelectuales y artistas de una época tuvimos fe
en que las cosas podían ser mejor de lo que pensamos. Yo fui una inútil
creyente, pero sí creímos. En esos años hubo militancias
y muchas cosas bonitas de las cuales no reniego, pero hoy estoy alejada de esos
factores.
-¿Esta viviendo de alguna manera
un agnosticismo ideológico?
-La militancia es funcional y
la verdad es que el cruce con el arte siempre es complejo. A uno no lo gusta ser
cuestionario de nada y, los más importante, es tener un pequeño
espacio de libertad y pensamiento sobre lo que uno realmente cree que es.
-
En ese sentido, ¿cuál es la nomenclatura que usa en este libro para
hablar sobre un anticristo, mezclarlo con una loca travesti como protagonista
del poema y desenvolver esa idea en lugares tan cercanos para los santiaguinos,
como la Plaza Italia?
-Yo creo que el libro es como un especie de
contradicción, porque al abrirlo uno se da cuenta de que una cosa no tiene
mucho que ver con la otra. No tiene nada que ver el anticristo con Nietzsche.
Pero el anticristo es un sujeto que deambula por la calle y que habla del arte.
Entonces, uno no puede pensar que el tiempo que vive es imbatible como para pensar
que no existe un lugar de salvación. En ese sentido, el libro es crítico,
arma una secuencia de espacio crítico, una poética de la crítica.
Yo diría que es un capítulo de un fin de algo, de una ilusión
pasada.
-¿Cuál es la connotación
actual de la figura de Marx?
-Marx no sólo es Marx. Tiene
esa connotación política e ideológica pero también
tiene otras más. Marx hoy es la transfiguración de un pasado, de
un tiempo ido, no como nostalgia. El punto no es recuperar ese pasado porque no
puedo vivir sin él, sino recuperar una concepción radical pasada.