Los
80, la calle y la poesía chilena
Por
Roberto Careaga C.
La Tercera Cultura, Sábado
17 de Febrero de 2007
Dedicado a los
teóricos de la sospecha -Marx, Freud y Nietzsche- el último libro
de la poeta Carmen Berenguer, mama Marx (Lom), arranca con el semblante
retorcido del Divino Anticristro, ese travestí que arrastra su carrito
de supermercado por el barrio Lastarria y pone en escena "la miseria pasajera
de la calle". Ese '"loco cultural" da la partida a un volumen político
y nostálgico,
erudito y pop: Berenguer se asoma a los puentes del Mapocho, echa una mirada
a
las salas de arte y habla de tú a tú con Neruda, Huidobro, De Rokha
y Mistral. Berenguer está en combate. En 1983 ingresó a la escena
con Bobby Sand Desfallece en el Muro, libro que publicó sin consultar
al Ministerio del Interior, que debía visar todas las publicaciones. Con
Huellas del Siglo (1986), A Media Asta (1988), Sayal de Píeles
(1993) y Naciste Pintada (1999) ha conformado una obra rabiosa y antisistémica
que, como Pedro Lemebel o Malú Urriola, levanta trinchera en los márgenes
de la ciudad. Y, a la vez, a orillas del campo teórico por el que transita
a sus anchas Diamela Eltit.
Ochentera de origen, en mama Marx Berenguer
vuelve a su década: se pasea por los bares Jaque Matte y El Castillo, revive
la televisión de los tiempos dictatoriales y al Enrique Lihn del happening
Adiós Tarzán (1984). Pero también traza la doliente
trayectoria de un par de prostitutas por los Puentes del Arzobispo y Pío
Nono, usa una obra de Patrick Hamilton para encarar al sistema neoliberal y anota
pequeños versos que titula Filigrana: "Podemos excavar nuestras miserias
/ y soslayar la torrencialidad de las nieves eternas". Termina con un poema
que parafrasea a Neruda, le sigue el rastro al estallido de Huidobro, habla con
Mistral, se dice seguidora de De Rokha y le revela a Nicanor Parra que las cosas
son más tristes que antes que él apareciera.