Un
Chile aprisionado
Roberto
Careaga C.
La Tercera Cultural, sábado
21 de octubre de 2006
Lo de Cristian Barros
es la alegoría. Un lugar indeterminado y asfixiante. Un grupo de mujeres
con identidades intercambiables que cuidan a un niño sin nombre que no
puede decir quién es. Una guerra
incomprensible y con un enemigo irreconocible. Eso es Las Musas, su nuevo
libro, una novela que prefiere la atmósfera a la trama, que sacrifica la
historia para retratar metafóricamente y de soslayo la aprisionada sociedad
chilena de la dictadura. Pero no es sencillo hacer la analogía. Barros
-autor de El Tango del Viudo y La Espesura- elimina las pistas.
A gruesos
rasgos, Las Musas relata la historia de un pequeño niño que
es protegido por un grupo de mujeres, quienes lo esconden de las garras de la
guerra: se convierte en algo así como el único hombre que no empuña
un arma en la zona. De fondo, el ambiente es el de la novela gótica: viven
en una casa enorme llena de pasadizos, tienen un invernadero lleno de mariposas
y están sumidos en un ambiente etéreo y difuminado.
Según
Barros, de lejos Las Musas recoge la historia de las Morla, un grupo de
hermanas de clase alta que a principios del siglo pasado se encerró en
su casa en Zapallar a practicar el espiritismo. Las musas también se contactan
con los muertos. Y como aquéllas, dice el autor, "evitan la realidad
directa
y prefieren la comunicación con el más allá", desarrollando
una fascinación necrológica.
Con un lenguaje especialmente
cuidado, Barros despliega una novela por momentos abrumadora: el lector atraviesa
a tientas un mundo lleno de sensualidad y ambigüedades, al tiempo que oscuro
y plagado de secretos y silencios. Y si tiene suerte, se da cuenta de que la guerra
se libra contra un enemigo que podría ser imaginario.