El poeta lanza "Rápido antes de llorar. Cuadernos 1976 - 1978"
Claudio Bertoni desnuda sus intimidades diarias
Por Leonardo Sanhueza
Las Últimas Noticias, Domingo 28 de Octubre de 2007
Seleccionado de la infinidad de material inédito que guarda el autor, el libro es una mezcla de poemas, aforismos, noticias, meditaciones y anotaciones sobre hechos cotidianos.
Es conocida la afición de Claudio Bertoni de recolectar cosas e irlas juntando durante años: palitos, botellas vacías, zapatos huachos. Algo similar ocurre con sus escritos, los que, cuaderno a cuaderno, durante más de cuatro décadas, han ido formando una destartalada montaña en la que no sería fácil internarse sin perder prontamente la paciencia.
Hace poco Bertoni decidió poner algo de orden en esa tonelada de papel en la que se mezclan por igual poemas, aforismos, entradas de diario, citas y anotaciones diversas, y todo indica que lo está consiguiendo: bajo el sello de Ediciones Universidad Diego Portales acaba de aparecer Rápido, antes de llorar. Cuadernos 1976 - 1978, una sustantiva "pasada en limpio" de una fracción de ese material inédito, seleccionada y editada por Vicente Undurraga.
- Bertoni lo tipeó -señala Undurraga-, porque escribe con una letra que entiende él no más.
En el volumen, Bertoni incluyó diecisiete cuadernos de aquella innumerable ruma, cuyo contenido se aparta notoriamente de lo que el autor de Jóvenes buenas mozas ha venido publicando en los últimos años, aun cuando posee la marca inconfundible del mundo bertoniano. "Por primera vez no se trata de un libro estrictamente de poemas. ¿De qué se trata entonces? De un diario de vida o libro de poesía sui generis", señala el poeta en el prólogo.
Efectivamente, como diario de vida, el libro sigue a la pata cierta tradición del género, en la que la vida cotidiana se entremezcla con la meditación literaria, el esbozo, la carta, el aforismo y el ensayo, como en los Diarios de Kafka.
"Murio Mao", "Murio Elvis" o "Bomba mata a Letelier en Washington DC (ayer)" son a veces las líneas que bastan para llenar un día, mientras que otras veces esas constataciones frías van entrelazadas con fragmentos emocionales que son casi haikús -"La señora que lava la ropa se llama Blanca"- o que recuerdan a las greguerías de Ramón Gómez de la Serna: "El contrabajo es un violín de dinosaurio./ Y el violín es un contrabajo de tiuque".
Con un humor que va saltando de página a página, Bertoni pasa en su libro de la depresión socarrona (llama "infalible supositorio" a la bala del suicida) a un extraño buen ánimo ("En el sueño de anoche Sartre me dice: "Compadre") e incluso al chiste negro: "Yo puedo darle sangre a cualquiera pero a mí sólo pueden darme los de mi grupo. ¡Bien bueno mi grupo!", anota en unos días en que su madre estaba muy mal de salud.
Como en sus libros de poemas, Bertoni señala en su diario las cuestiones más anodinas, el margen del margen del campo visual, operación en la que adquieren un repentino valor hasta el momento despreciado o no tomado en cuenta por su repetición cotidiana, como en este fragmento: "Detesto el hilo de agua que bajando por el mango de la escobilla de dientes entra en mi brazo hasta el codo y me moja el chaleco".
Diarios completos
Aunque aún no hay nada concreto, Vicente Undurraga, el editor del libro, cree que Rápido, antes de llorar, es en realidad el primer tomo de una serie que se iría completando con los diarios de Bertoni, al menos con aquellos que el autor lleva, en cuadernos y también en cintas fonográficas, desde su regreso a Chile desde París en 1976 hasta la actualidad.
- Este tomo -dice- que abarca dos años son 340 páginas, y originalmente eran casi el doble, así que imagínate lo que hay de ahí para adelante. A ese ritmo serían como quince tomos.
-¿Los van a publicar todos?
- Parece que tiene que seguir la serie. Hay material, pero, como se hará, no se sabe. El próximo puede abarcar dos años o una década, ahí se verá.