Al filo de casi
todo
"El diccionario de las veletas
y otros relatos portuarios", de Óscar Barrientos Bradasic
Por Alejandro Zambra
Las Últimas Noticias. Miércoles 14 de Mayo de 2003
Después de leer "El diccionario de las veletas y otros
relatos portuarios" dan ganas de encontrarse con el puntarenense
Óscar Barrientos Bradasic (1974) en alguno de esos bares
que, convenientemente fondeados en calles laterales, acogen a los
más curiosos y oscuros personajes -en su mayoría fracasados-
que esperan pacientemente una improbable segunda oportunidad.
En Punta Arenas, Valdivia o Madrid -o en ninguna parte, como apunta
el epígrafe de Alfred Jarry que abre el volumen- suelen abundar
estas regadas reuniones, aunque para el caso el autor ha preferido
situar la acción en Puerto Peregrino, apócrifa ciudad
ubicada en Obatu, un archipiélago que desde el cielo parece
la mano de un gigante y que inevitablemente atrae el recuerdo de esas
localidades que, perdidas en el sur de Chile, evocan el desarraigo
y la desgracia: isla Amargos, golfo de Penas, bahía Inútil,
Puerto Desolación.
Consecuente con la profunda rareza de su proyecto, el autor -que
ya había sorprendido a unos cuantos lectores con "La ira
y la abundancia", obra tremendamente original y despercudida-
crea una mitología ad hoc y un mundo que entremezcla paisajes
reales y literarios: Borges, Cervantes, Melville, Conrad, Cendrars,
Huidobro y, quizás, Álvaro Mutis se hallan, de un modo
u otro, homenajeados en estos relatos, aunque hay que aclarar que
Barrientos no cae en el culto epigonal o esnob de los literatosos
y que, por cierto, las referencias librescas buscan, siempre, ese
punto en que es difícil deslindar el arte de la vida.Así,
el narrador es un viajero impenitente que finalmente termina por asentarse
en Puerto Peregrino, donde frecuenta la amistad y la complicidad del
poeta Aníbal Saratoga (autor de "versos desgarrados, pero
también de un escepticismo a veces demasiado rotundo"),
el finísimo marqués Erasmo de la Gleba o Arístides
Mendoza, un periodista deportivo retirado que en su juventud fue un
promisorio boxeador.
Predominan la desesperanza y la melancolía, así como
los romances furtivos y frustrados con jóvenes tan buenas mozas
como curtidas en los negocios del amor que, fatalmente, dejarán
a los inocentes enamorados perorando contra el destino. Destaca, en
especial, la perfecta caracterización de Emilia, una de esas
mujeres que "se enamoran una vez en la vida, pero se terminan
casando con un idiota que hace gárgaras en el baño antes
de ir a la cama".
A pesar de ciertos problemas estilísticos (múltiples
vacilaciones en la puntuación, por ejemplo), la prosa cálida
e irónica del autor marca una inmensa diferencia con los frecuentes
e insufribles arrebatos de otros jóvenes narradores chilenos
que parecen buscar confusa, apresurada y torpemente el golpe de gracia.
Es absolutamente razonable esperar de Óscar Barrientos -un
autor consciente y orgulloso de su extravagancia- otros libros tan
felices como éste.