Proyecto Patrimonio - 2007 | index | Carla
Cordua | Autores |
Ediciones Universidad Diego Portales
publica sus ensayos en “Incursiones”
Los
coscachos de Carla Cordua
Por
Javier García
La
Nación, Domingo 8 de abril de 2007
En su conversación pueden aparecer
desde Heidegger al Transantiago, de la poesía de Bertoni a la soltería
de Kafka. Aquí habla del movimiento pingüino, de la censura y la
mala leche de “El Mercurio”, de donde es columnista, y de los vende
pomadas como Paulo Coelho.
Ve televisión, pero no va al cine porque “me molesta el público que
se dedica a mascar esas cabritas, como rumiantes, con olor a aceite
rancio”, cuenta Carla Cordua, profesora de filosofía, al igual que
su marido Roberto Torretti. Ambos viven en una gran casa con paredes
tapadas de libros en alemán e inglés. Muy pocos en castellano.
Pero la profesora, que creó junto a Torretti a fines de los ‘60 el
Centro de Estudios Humanísticos de la Facultad de Ciencias Físicas
y Matemáticas de la Universidad de Chile, ahora está sentada relajadamente
en un sillón de cuero, sonriendo y desea hablar del Transantiago,
del movimiento de los pingüinos, de la poesía de Bertoni, pero también
de Heidegger.
Ahora Cordua, quien se ha dedicado en estos últimos años ha publicar
sus ensayos, en libros como “Cabos sueltos” y “Luces oblicuas”, donde
la literatura y el pensamiento son tratados como hermanos siameses,
llega a las librerías con “Incursiones”, publicado por Ediciones Universidad
Diego Portales. A sus 82 años, Cordua lee los diarios todos los días.
En realidad lo hace desde los cuatro años.
HECHOS COTIDIANOS
Delgada, alta, de ojos grandes y brillosos, cuenta que hace poco
la censuraron por citar en un artículo del diario al poeta Claudio
Bertoni “supongo que es por su lenguaje y su manera de vivir, que
no tiene fama de persona decente, ahora sale hasta en ‘El Mercurio’,
pero a él nunca le ha sido fácil, incluso publicar”.
Cordua es columnista hace años del suplementos “Artes y Letras”
de “El Mercurio”, pero dice estar peleada
con el diario porque la entrevistaron y le atribuyeron cosas horribles.
Pero prefiere no extenderse en el tema y sólo asegurar que jamás les
volverá a dar una entrevista.
La poesía a partir de hechos cotidianos como la de Bertoni es la
que le gusta a Cordua, tanto como leer los diarios. Y sobre el movimiento
Pingüino señala que “la educación chilena necesita que los estudiantes
reclamen, es imprescindible, para que los cambios se produzcan, sino
la educación se vuelve una repetición de la división de clases, y
por lo mismo se reproduce la desigualdad, cuestión que es incompatible
con la democracia”.
Con respecto al Transantiago y el desencanto de la ciudadanía asegura
que “el problema es que la prensa de derecha ha estado echándole carbón
a esta situación, diciendo que esto es un desastre, pero todo cambio
incluye un elemento de desorden e improvisación”.
Cordua le dedica un ensayo en “Incursiones”, a la identidad
nacional. “Se habla de identidad en países que tienen dos mil años
de existencia, más una historia de integración sucesiva. Y lo que
yo afirmo es que no puede existir una teoría de la identidad, como
pretenden algunos intelectuales. No es un objeto para estudiar como
la vida de las hormigas. La identidad chilena no se define, por ejemplo,
por las empanadas y el vino”, explica abriendo los ojos como una madre
que intenta enseñarle algo a un hijo.
PILAR SORDO Y COELHO
Sus textos sobre temas literarios y filosóficos han sido publicados
en no más de ocho libros. Además dice tener uno de poesía inédito
de “hojas sueltas que no se publicarán nunca”. También está preparando
un libro sobre Sloterdijk “un filosofo post Heidegger, que hace una
crítica de su obra”, dice.
En un ensayo de “Incursiones”, Cordua desenmascara a Cioran. “Al
leer una antología de entrevistas, encontré un contraste muy grande
entre las cosas que dice en sus libros y la manera de cómo responde
a sus entrevistadores”.
Sobre filósofos más populares como Fernando Savater, señala que
“a mí no me gusta la filosofía oscura, que no se entiende, y él es
bastante lúdico”.
Y sobre ciertos psicólogos, como la chilena Pilar Sordo y escritores,
como Paulo Coelho, que realizan conferencias en amplios, cómodos y
místicos locales, cobrando entradas a sus asistentes señala que “no
conozco a Sordo, pero si he visto los avisos en el diario. A Coelho
lo encuentro una basura literaria. Estas personas son endulzadores
de las cosas, que las presentan falsificadas, en donde todo está puesto
en términos rosa, y que las soluciones son cuestiones de actitud,
pensar positivo, sonreír siempre. Pero bueno, hay consumidores para
esto”.
Y como de un alimentador a un troncal del Transantiago, se pasa
a hablar de Franz Kafka, uno de sus autores preferidos, y de quien
ha tenido la suerte de leer en alemán. “Su familia lo presionó para
casarse, esperaban además su descendencia, cuestión muy apreciada
en la familia judía. Pero Kafka se resiste a casarse, porque considera
que la dedicación a la literatura es incompatible con la vida familiar”.
Y como escritor dice que “es increíble, espeluznante, cuando lo leí
en alemán me di cuenta que aspectos, como su sentido del humor, se
pierden con la traducción. Kafka tiene la imaginación al nivel de
aquellos que inventaron las mitologías griegas”