Coetze
y la literatura
Por
Carla Cordua
Artes
y Letras de El Mercurio, 24 de Diciembre de 2006
Las
novelas de Coetzee contienen frecuentes reflexiones sobre literatura, el oficio
del escritor, la imaginación inventiva y la memoria de experiencias que
luego narramos, en suma, sobre las relaciones entre las letras y la realidad.
Las observaciones del autor dedicadas a estos asuntos están lejos
de ser autocomplacientes, de honrar la actividad que él mismo practica.
Al contrario, frecuentemente más parecen enconados ataques que exploraciones
para lograr claridad sobre sí y otros que se dedican al oficio de escribir.
Es como si, para dar con la verdad, fuera preferible buscarla con enojo y hostilidad.
Pienso que Coetzee podría estar asqueado de los homenajes que la sociedad
burguesa, desde el romanticismo en adelante, les ha rendido al arte y los artistas.
El culto del genio, el arte como refugio de los más delicados y salvación
de una cultura gastada, el hábito moderno de disculparle al artista su
irresponsabilidad familiar y cívica en nombre de su creatividad bien pueden
provocar en una persona de fuerte vocación ética, como Coetzee,
una actitud irritada que tiende a exhibir, antes que nada, cierta desaprobación
castigadora.
Uno de los "personajes" que se repite en sus obras
se llama Elizabeth Costello. Es una escritora algo caricaturizada: una mujer de
edad madura, ha hecho cierto nombre y se entromete sin ser invitada en el oficio
de otros novelistas. Insiste en participar en las situaciones inventadas por ellos.
Su aparición e iniciativas la convierten, a menudo, en una segunda narradora
que aporta otro punto de vista sobre el curso de los hechos novelados. Llena de
opiniones que dan oportunidad para discutir de literatura, viaja por el mundo
dictando conferencias. Pero sus intervenciones en obras de Coetzee no se reducen
al plano narrado, sino que, en la medida en que logra convertirse en un personaje
a pesar de que su presencia es inexplicable para el lector y el narrador, termina
ofreciendo a éste la solución del argumento en curso. La señora
Costello es más que el desahogo de un escritor que odia a las mujeres que
hacen lo mismo que él. Ella exhibe también posibilidades legítimas
de las letras, como la narración a dos voces discordantes, que enojan al
lector con las complicaciones de la historia. ¿Podría Elizabeth
representar el reclamo feminista de una literatura femenina?
Coetzee escribe
novelas completas sobre grandes novelistas como Defoe y Dostoievski. El ruso desempeña
en "El maestro de Petersburgo" muchos papeles diferentes: es homenajeado,
criticado y juzgado moralmente mediante la rememoración de su vida y sus
novelas, como si éstas fueran trozos de su personalidad. Las escenas de
la interrogación policial de un sospechoso y del perro torturado a muerte
en la calle en una noche de invierno refieren a "Crimen y castigo";
la mención de Stavroguin y de los adolescentes criminales repite a "Los
endemoniados". Pero la inspiración esencial del libro de Coetzee incide
en la relación entre la biografía y la obra de Dostoievski. Aunque
su novela es un homenaje de admiración al gran escritor, también
exhibe los vicios, miserias y ambigüedades de su pensamiento y su historia.
Según Coetzee, no habría inventado los personajes y situaciones
que nos fascinan, si no hubiese sido el epiléptico vicioso que vivió
tanto real como imaginativamente en un infierno plagado de culpas y de nostalgias
espirituales.