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Carlos Cerda (1942-2001) se murió días antes de que empezara la 21ª
versión de la Feria del Libro de Santiago, donde iba a ser la vedette
literaria local. Sobre Cerda, miembro escurridizo de la Nueva
Narrativa Chilena, se ha escrito un montón de necrológicas notas y
casi ninguna ha reparado en el hecho de que el mejor réquiem lo había
facturado él mismo. Escrito con L, su último libro, no es sólo
una perfecta suma de sus obsesiones sino también un texto que debería
leerse como una despedida.
..... Con un
prólogo típico de Skármeta los relatos de Escrito con L indagan
sobre los temas que habían hecho de Morir en Berlín, Una
casa vacía y Sombras que Caminan, libros interesantes. La
prosa de Cerda (elaborada, personal a pesar de su cuño donosiano)
siempre jugó a cierta honestidad nostálgica que lo hacía un escritor
tardío pero necesario, que escribía a contrapelo de las modas y
razonaba con una ética propia no siempre cómoda. Éste libro sigue por
ahí, centrado en el tema del exilio: el trauma de estar en otro país,
no poder volver y lo que es peor, perder paulatinamente la memoria del
hogar. La "L" del título no sólo cita al estigma en el pasaporte de
los exiliados en los años del régimen militar, también alude a una
condición existencial, a una forma de percibir el mundo, de
escribirlo.
..... Cerda nunca volvió del
todo del exilio y lo que en Morir en Berlín era revisionismo
colectivo aquí se torna melancolía privada. Los ocho cuentos juegan
con el espectral paisaje europeo, intuyen la proximidad de la muerte y
hacen verdaderas postales de la soledad. Su prosa precisa describe las
crisis de sus protagonistas -un sujeto separado que rememora el fútbol
de los ´60 como si fuera una utopía, un desesperado que se debate
entre su esposa y su amante y un joven que asiste al funeral alemán de
su padre chileno, entre otros- y cuela ahí una profundidad nerviosa
respecto a temas mayores: los pactos fáusticos en El Estudiante de
Leipzig y La Vida Virtual, la muerte de Berlín, un
Cuento de Invierno, la revisión de los traumas en El Afiche
y el deseo frustrado en Manola o una Cuestión de Táctica.
..... No es casual que el libro acabe con
Escenas Junto al Muro, una crónica autobiográfica del Berlín de
la reunificación germana. Cerda cierra así un libro que se debate
entre el arraigo y el desarraigo. Escrito con L es una marcha
que no posee pausas dramáticas sino una melancolía elegante. No es un
testamento literario ni posee una urgencia estremecedora. Por el
contrario, se trata de un adiós susurrado que crea su propio tiempo y,
con garbo, hace el tránsito hacia la otra vereda.
en La Tercera. 9 de
noviembre de 2001