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EL TAXIDERMISTA

("Cementerio de disidentes", de Claudio Gaete)

Por Daniel Hidalgo
www.ciudadinvisible.cl

 

Si Juan Luis Martínez no hubiese sido un poeta lo más probable es que hubiese sido un psicópata, un Jack el Destripador local. O quizás un cirujano, pero me gusta más la primera imagen. Sabemos que su nombre evoca instantáneamente la mutilación del signo lingüístico, la idea de que el lenguaje denota innumerables significaciones excepto confianza. Desde la marginación del ámbito literario de los setentas hasta la beatificación cult que vivió su obra en los ochentas y noventas, Martínez cautivó a una tropa de seguidores y continuadores de su poesía −a quienes tradujo en lengua local los experimentos de Mallarmé, Tadieu y Duchamp− y quienes vislumbraron en el poeta una suerte de nuevo canon de la poesía chilena.

Claudio Gaete Briones, nacido en Valdivia pero radicado en Valparaíso, pertenece a esta generación de jóvenes poetas que ante el silencio o el desconcierto, prefieren hacerse cargo de la obra de Martínez. Su publicación El cementerio de los disidentes (Ediciones del Temple, 2005) reúne a un conjunto de poemas repartidos en tres secciones: La Poesía Chilena (a la memoria de Juan Luis Martínez), El Cementerio de los Disidentes y La Novela de Saúl. Estructura ordenada de forma inteligente, por lo demás, dando un claro aire de poemas sucesivos que elevan su calidad con el avanzar de las páginas. Si bien el fantasma de Martínez deambula desde el propio título y dedicatoria de la primera parte del texto, como también en el hecho de que al parecer Gaete se obsesiona con las obsesiones de su “homenajeado”: el caos del lenguaje, el merodeo ante la aproximación, la poética del silencio, el metarelato, etc.; no es sino cuando se aleja de la figura de Martínez que alcanza los mejores puntos de su poesía.

En la primera parte (La Poesía Chilena), el autor juega con la tradición poética chilena de la misma forma que el objeto poético original: La poesía chilena de Martínez, recurriendo a las voces y citas de la Mistral, Neruda y de Rokha, pero sin embargo con efectos e intenciones muy disímiles a las del poeta de La nueva novela; mientras Martínez decretaba la muerte de la poesía chilena, Gaete realiza la cruza, inserta a Martínez en la tradición, y lo hace dialogar con Mistral y de Rokha. Luego de esto, Gaete sorprende al invitarnos a las dos mejores partes de su obra, en donde cobra voz propia, de hecho en ello radica su originalidad: en devolverle el “yo lírico” al terreno en donde tanto en Martínez como en sus discípulos predominaba la anulación, la negación del sujeto y la abstracción. Es así como Gaete transforma al texto en una suerte de crónica, bitácora o diario de apuntes, y al caos del lenguaje se le suma la cotidianeidad. La metafísica toma carácter urbano y el signo es tratado a través de la melancolía de amantes adolescentes que ya han dejado de serlo.

Una de las experimentaciones más llamativas es Cibernauta, en ella Gaete juega con el lenguaje del ciberespacio, ¡cómo no!, y no resulta demasiado delirante cuando sentencia hacia su final: “el poeta es un hacker”. Sin embargo, Gaete desaprovecha la oportunidad de llevar más allá la experimentación (lenguaje chat, conexiones y desconexiones, digresiones, e imágenes y transformaciones ciberespaciales) y enfrenta este caos del “otro lenguaje” de una manera más bien tímida, sin desconocer la fuerza de su iniciativa, ni mucho menos de sus versos.

La Novela de Saúl, si bien es la parte más elevada en cuanto a imágenes, versos y fuerza intertextual, no es la más original dentro de la publicación. Gaete vuelve a anularse como “yo lírico” para convertirse en un pequeño Borges (des)ordenando su propia biblioteca. Sí resulta sumamente interesante cómo a través de esta intertextualidad, el autor dota de un carácter narrativo a sus poemas, dialogando con diversos personajes de distintas tradiciones.

El cementerio de los disidentes, seguramente no cambiará la poesía chilena, ni tampoco será la mejor obra de Claudio Gaete Briones −todo parece indicar que da para mucho más− pero de todas formas es un gran ejemplo de cómo abordar la poesía chilena hoy, desde el fantasma de Juan Luis Martínez, y Gaete sale triunfante del paso, logrando sacárselo de encima y adquiriendo una voz propia.

 

 

 

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("Cementerio de disidentes", de Claudio Gaete).
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