Antonio Cisneros,
que le dio un nuevo aire a la poesía peruana con una voz coloquial
urbana, lírica e irónica, participará también en un recital conjunto,
con el chileno Raúl Zurita, mañana en la Estación Mapocho. Seguidor del
fútbol, amante de la cocina y de los libros de aventuras, luego de la
visita a nuestro país partirá a la Universidad de Texas, donde hará una
lectura con motivo del 30º aniversario de la aparición del Canto
Ceremonial Contra un Oso Hormiguero.
-¿Comparte
la afirmación de que su poética funda una nueva coloquialidad
crítica?
.-Puede ser. Hay un elemento coloquial en mis
libros, también siempre existe una cosa un poco burlona. Sí, soy crítico
de la realidad, empezando por mí mismo, pero también tengo mi lado
lírico.
-¿Su mejor
arma es la ironía?.
-Básicamente. Siempre desconfío de la
solemnidad, creo que la ironía da una saludable distancia con la
realidad. Aunque me siento vinculado al progresismo, me he mantenido
lejos de todo lo que fuera la bobería social-realista-grave.
-¿En su
poesía registra el desastre histórico de Occidente?.
-Hay
una sensación de fin de los tiempos, pero con los años empiezas a ver
que no es la historia sino tú el que te acabas. Entonces la intimidad
gana valor. Al comienzo uno la niega por el mundo histórico, pero es
inevitable. Ahora hay muy pocas cosas por las cuales
entusiasmarse.
-¿Cómo
evalúa este momento histórico?.
-Creo que estamos en una
etapa de transición. Estos fenómenos del pragmatismo económico y la
globalización, que en un momento nos sacaron de apuros, rápidamente han
demostrado que no funcionan. Pero es parte de los ciclos de la historia.
Luego vendrá un período de solidaridad extremo, y así. Estamos en
tránsito.
-¿Y en qué
estado aprecia la poesía latinoamericana?.
-Siempre está
bien. No veo nada especial. Sí veo el regreso de un cierto lirismo. En
todo caso no hay un Vargas Llosa joven que quiere salvar la humanidad,
sino más bien Bryces Echeniques. Hay una desconfianza de lo mesiánico.
Porque todo acaba por irse a la mierda.
Tuve simpatía por las
guerrillas, pero no puede sentirla por Sendero Luminoso.
en La Tercera, 31 de octubre 1998