Abanderado
de cruzadas domésticas e inusuales -la lucha contra las alarmas
de los autos o las palomas, por ejemplo-, aficionado a las
religiones, el fútbol y la comida cruda, Antonio Cisneros (Lima,
1942) es sobre todo uno de los poetas peruanos más reconocidos y
reconocibles en el mundo, su obra completa -provocadora y
plástica- acaba de reaparecer en una edición sobria y elegante.
Tal como lo
merecía.
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por Diego
Otero
.......... De niño tenía una certeza:
iba a ser un dibujante de verdad, como Daumier o su tío Paco, quien
tenía un gran tablero y pinceles profesionales, y talento. Cada fin de
semana era lo mismo; correr a la casa del hermano de su padre y jugar
hasta el agotamiento con los pasteles, las cartulinas, los
gouaches. "Creo que a la larga el poeta simplemente tuvo más
demanda que el artista plástico", explica. "Pero mi aproximación a las
cosas nunca dejó de ser sensorial: táctil, visual". Han pasado cuarenta
años desde que publicó su primer libro y sus poemas siguen estando
colmados de color, peso, sabores. Son como la constante afirmación de
que hasta las más ordinarias sensaciones alimentan el llamado mundo del
espíritu. "mis poemas no pueden hablar de un vehículo, en abstracto,
sino de un Ford verde del 62; no pueden hablar de comida, sino de un
plato de camarones rellenos con almendras".
.......... Antonio Cisneros vive en un tercer piso
al que se llega por una escalera independiente. Es una casa pequeña,
austera y alegre -" a estas alturas estoy aprendiendo a comprar mi
tiempo libre: tengo menos ornato pero más felicidad"-, y en cada
descanso de la escalera cuelga un cuadro como una ventana congelada.
Cisneros nos recibe con una cajetilla de cigarros en la mano y las
mangas de la camisa remangadas. Una mesa de centro con un cenicero
inusualmente grande y un estante de libros en el que destacan dos lomos
gruesos: un ensayo en inglés sobre T. S. Eliot y la poesía completa de
William Carlos Williams. También hay grabados, volúmenes de arte,
artesanías. Es la casa de alguien que ha tenido que ser nómade. Los
viajes y las ciudades se reconocen hasta en los rincones (Londres,
Sofía, Niza, Praga; Ayacucho, Berlín...)
.......... -Todos tus libros han respondido a
experiencias de viaje -le digo-, ¿crees que eso tenga alguna razón
clara?
.......... -Realmente no me
imagino qué hubiera escrito si no hubiese vivido en otros países. Ese
Londres del Canto ceremonial contra un oso hormiguero (1968) es mucho
más que el paisaje de un muchacho de veintitantos que había llegado de
una realidad social maniquea, en la que todo estaba dividido entre
izquierda y derecha. En Londres, a través de ese libro, entendí que en
el mundo existía otro tipo de intereses, otras luchas, otras minorías,
otros problemas que no se reducían solamente a lo sindical o a lo
pequeño burgués. Entendí que el mundo era público y privado a la
vez.
.......... Después del Canto
ceremonial... Cisneros tuvo que afrontar un divorcio, el primer
desencanto de la experiencia socialista y un cierto desasosiego que sólo
pudo calmar con esos poemas duros y burlones que reunió bajo el título
de Como higuera en un campo de golf (1972). "Ese es un libro raro, de
dolor y arrepentimiento, que escribí en Niza a comienzos de los
setenta". No hay más comentarios.
.......... -Quizás el único libro no
desencadenado por una experiencia de viaje sea Las inmensas preguntas
celestes (1992), el último hasta ahora-, ¿estás de
acuerdo?
.......... -Es cierto, ese
libro respondió más bien a una certeza personal: ya he vivido mucho más
de lo que me queda por vivir. Es la aceptación de que la muerte es algo
posible, real. Aunque también es cierto que en el libro anterior,
Monólogo de la casta Susana (1986), ya aparece esa sensación de
mortalidad. La casta Susana, el personaje que adopto como yo poético,
dice que no le interesa una vida brillante y breve sino sólo una vida.
No le importa ser una carga para sus hijos o sus nietos, ella quiere
seguir comiendo, vistiéndose. Se trata, de nuevo, de una preocupación
muy material por la muerte. Recuerdo incluso que en uno de los poemas de
Las inmensas preguntas celestes pido una bengala o algo parecido, algo
para iluminar y defenderme "en esa travesía tan oscura y feroz como un
mandril".
.......... -En ese libro hay una
sección muy llamativa, que lleva por título "Drácula de Bram Stoker"-
¿Qué hubo en esa vieja historia para que necesitaras convertirla en
poesía?
.......... -Cuando me
preguntan cuál fue la respuesta de los artistas a Sendero Luminoso yo
suelo decir que se hicieron cosas aisladas y superficiales. Creo que
sólo Lombardi filmó La boca del lobo. Y esas respuestas fueron poéticas
y anecdóticas: centradas en lo externo, como casi siempre trabajan la
narrativa o el cine. Yo creo que el vampiro que apareció como una
obsesión en mis poemas era una respuesta inconsciente, honda, a lo que
sucedía en el Perú: ese terrorismo organizado que necesitaba sangre para
seguir viviendo, como objetivo y como fin.
.......... Empieza a anochecer en la
casa del tercer piso y la charla continúa. Es sabido que Cisneros es un
gran conversador. Pero también un católico practicante ("a veces invento
oraciones, otras rezo sin palabras"), y un amante de los atlas ("me
suelen divertir más que la mayoría de poemarios"), y un fanático de los
hospitales (!) las estrategias militares, la historia. En el centro, sin
embargo, siempre sigue estando la poesía; más que como un objeto
sagrado, como un instrumento para mesurar la vida.
.......... -Cuando era chico y tenía amigos que
también escribían versos -dice- la parte literaria siempre estuvo
supeditada a cosas más importantes: conocer chicas, tomarse unos tragos,
el fútbol.
.......... Hace casi diez años
que no publica un solo poema nuevo, pero confiesa que desde hace unos
meses ha vuelto a estar "en ebullición creativa". Y hasta tiene un
título tentativo para los borradores que viene trabajando: Los nuevos
cantos marianos. Cuenta que en realidad ha tomado un viejo cuadro de
la virgen como pretexto plástico para una serie de poemas nuevos. "Estoy
mirando muchas imágenes. Tengo una foto de Londres tomada en globo a
mediados del siglo pasado. No sé por qué pero me tiene fascinado, y creo
que a partir de ahí voy a abrir una imagen que va a desencadenar la base
del libro".
.......... Dice Cisneros que
en el nuevo poemario habrá imágenes del desierto, algún poema sobre un
viaje por el río Amazonas, un tono de cántico. "Quizá sea un libro de
recopilación de la vida: como las imágenes que dicen que aparecen justo
antes de que nos vayamos definitivamente". Quizá. Lo cierto es que para
él la poesía sigue siendo la mejor herramienta para rebautizar las cosas
y conmover; una lucha a muerte contra el lugar común, lo estéril, lo que
ya no comunica. "Afectar a la mente y a la emoción al mismo tiempo es la
forma más perfecta de transmitir conocimiento", dice. "Y ese es el
trabajo de la poesía".
Un poeta contra la
política cultural
"Sé que a veces caigo
mal a cierta gente que se pasa pensando en la ley de cine o la
ley del poeta, pero no me interesa la política cultural porque
sencillamente creo que es inútil. No creo que un poeta merezca
más ayuda que un empleado bancario o un plomero. Por eso mismo
pienso que el escritor no tiene una responsabilidad social ni
nada por el estilo. Si es famoso, obviamente, tiene más
audiencia y tendrá que cuidar más sus palabras y sus actos. En
ese sentido, creo que mis preocupaciones son humanas y, si
queremos formalizarlo, ciudadanas. El único deber de los
artistas, si es que existe, es hacer lo mejor posible el
producto que les está encomendado".
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en El Dominical. 18 de noviembre de 2001