Voces
fragmentarias
Lenguas
(dieciocho jóvenes cuentistas chilenos),
Compilación
de Carlos Labbé,
J.C. Sáez Editor, 2005, 383 páginas.
Por
Marco Quezada Sotomayor
Revista Grifo N°7
Lenguas,
el compilado hecho por Carlos Labbé y que reúne cincuenta
y dos relatos de dieciocho jóvenes cuentistas chilenos, se presenta desde
el silencio como una aproximación a la diversidad.
Ya en el prólogo-poética
el compilador hace alusión a esta situación. Es así como,
a través de los relatos, las distintas "lenguas" se van tejiendo,
abarcando a las individuales y conformando la lengua
particular de este texto. Y me refiero a texto, en alusión al concepto
barthiano, en que la fragmentación es lo que prima, y el lector juega un
rol fundamental. Lenguas, además de leerse como cuentos separados,
puede leerse también como una novela fragmentaria, que recuerda una disposición
de textos como Amberes, de Bolaño. Esto debido a su dinamismo, dado
por la extensión de los relatos, que varían de una a veinte páginas,
y que hace plantearse la problemática de la definición del cuento
como género (encontramos tanto cuentos como micro-cuentos, y a veces relatos
afines a la prosa poética).
Igualmente, los personajes que rondan
por estas líneas tienen en común el hecho de moverse en lo cotidiano,
cuyo descubrimiento parece a veces siniestro, a veces maravilloso, otras angustiante,
pero en ningún caso indiferente.
Se van desplegando diversas técnicas
narrativas, que van desde la descripción subjetiva, pero no por eso menos
real, hasta el juego luz/sombra, la intertextualidad tanto de textos literarios
como de cuentos infantiles con su acontecer rutinario, que en su mayoría
son presentados como parodias de la realidad.
Lenguas no es, en ningún
caso, la instalación de un canon literario, lo que en definitiva se agradece.
No es tampoco una especie de antología de cuentos que se propone como rupturista
ni como polémica, sino que más bien es un muestreo de esa misma
ruptura, de la problemática que aqueja a la literatura actual: el cuestionamiento
de la palabra, a partir de la disposición del punto de vista. Se trata
de un experimento, un juego, en el que se pone de manifiesto el fracaso del lenguaje
y se festeja la irrupción de la lengua, que finaliza con una pequeña
reseña de los participantes, y un epílogo, aunque corto, de lujo,
hecho por Vila-Matas.