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Navidad y Matanza de Carlos Labbé

La novela como juego

Por Fernanda Donoso
La Nación. Miércoles 21 de mayo de 2008

Cruel como una escalada de reality show, la droga del odio desata en una playa chilena, en la Trasensorial Celebration, el fin de fiesta más glamoroso y violento del mundo. Todo resulta involuntariamente cómico. "Lo último que vio de la Transensorial Celebration, fue una decena de helicópteros que se posaba sobre la playa".

Un grupo de amigos comienza a escribir una historia a través de correos de internet, y así empieza un argumento que avanza en círculos. Es una "novela juego" dentro de una "novela juego". Un adolescente y su chófer recorren las playas en un Cadillac, engañando a los bañistas y robándoles sus toallas. Siete científicos comienzan un juego mortal. Unos niños se pierden y reaparecen. Quién escribe realmente, quién decide lo que sucederá, es un misterio. Puede ser el narrador, un periodista solitario. Puede ser el propio escritor: "Me senté sobre la toalla de ella para ponerme a observar las fotos. Y lo que vi no eran imágenes que podía atribuir a Boris Real, al periodista o a Domingo -ni a ese personaje bifronte que los confunde, sino que era yo, Carlos Labbé, quien las tenía en la memoria".

En alguna zona de la novela, un grupo de científicos también está jugando: en algún subsuelo norteamericano. Y el suyo es un juego bastante más terrible. Realizan una investigación sobre el éxtasis del odio, el hadón.

Siete de ellos participan en una competencia. Al final, dos se quedarán encerrados en una habitación-jaula. Bajo los efectos del odio. El que salga vivo, obtendrá una cuantiosa cuenta corriente en el banco, y una amnesia que cubrirá los sucesos de los diez últimos meses.

Cruel como una escalada de reality show, la droga del odio desata en una playa chilena, en la Trasensorial Celebration, el fin de fiesta más glamoroso y violento del mundo. Todo resulta involuntariamente cómico. "Lo último que vio de la Transensorial Celebration, fue una decena de helicópteros que se posaba sobre la playa".

Y en esas mismas costas, aparece por fin Alicia Vivar. Ella es una nínfula enigmática, de doce años de edad. Hay Lewis Carroll para rato. La infancia como enigma. Alicia es una niña que huye, su personaje es inasible. Todo resulta reconocible y al mismo tiempo las historias suceden en un mundo distinto, en una atmósfera enrarecida, y tienen una calidad de ciencia ficción que no es exactamente ciencia ficción.

Porque quizás lo más importante en "Navidad y Matanza" (se supone que son dos pueblos paralelos de la zona central de Chile) no es lo que ocurre, sino el lenguaje en el que ocurre. Hay homenajes a Juan Carlos Onetti ("La literatura es una mentira. Abrazar el viento"), y sobre todo la práctica de un castellano impecable, que tiene valor por sí mismo, que no cede en su dimensión estética, en su misteriosa voluntad de estilo.

NAVIDAD Y MATANZA
Carlos Labbé
Periférica
Cáceres, España, 2007
171 páginas

 

 

 

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La novela como juego.
"Navidad y Matanza" de Carlos Labbé.
Por Fernanda Donoso.
La Nación. Miércoles 21 de mayo de 2008.