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HOMENAJE
. FRANCISCO COLOANE:
Viven porque están
muertos
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por FRANCISCO COLOANE
...
El amor es un
estado patológico que dura más en los débiles y menos en los fuertes -
dijo el joven mirando fijamente a la señora de más o menos cuarenta y
cinco años de edad, que estaba a su frente. ...
La otra mujer, de tipo extranjero, que escuchaba la
conversación en el departamento, levantó sus bellos ojos verdes con un
parpadeo en el que no se podría decir si había coquetería o
súplica. ... -No he querido decir
precisamente que cuanto menos dure esa afección el hombre sea más
fuerte; en algunos la flor del amor no nace por falta de sensibilidad,
por estupidez o cretinismo en otros. Hay, pues, en resumen, una escala
mínima, un período de duración "standard" para las gentes normales. No
se podría decir que ese período fuera de un mes, seis meses o un año;
el poeta Daniel de la Vega ha dicho "el amor eterno dura tres meses",
tendrá el hombre sus razones para hacer afirmación tan
categórica... ... El joven hablaba de
pie, con cierto escepticismo pedante, a veces, en el que decía
"afección", "estado", por amor, y con algún temblor emocionado en la
voz, a ratos, cuando se refería a "esa tierna flor". Pero en todo daba
la sensación de un hombre exaltado que trataba de no caer en la
vulgaridad. Había también algo de hombre herido, cuando se dirigía a
la mujer madura, cuyos ojos brillantes miraban altos y fijos
escrutando con sinceridad. La dama joven escuchaba con la cabeza baja,
al parecer ajena a la charla, pero un temblor imperceptible de la
barbilla hubiera revelado a un observador lo hondo que la afectaba
aquella conversación. ... -Me parece que
amé durante veinte años; a veces tal vez por costumbre; pero no sé de
amores que han durado toda una vida - contestó la señora. ... -Sí, el amor de las solteronas replicó
el joven, de esas solteronas que cuando alguna sobrina indiscreta
les pregunta por qué no te casaste tía, dan un suspiro consabido y
responden invariablemente: porque he amado sólo a un hombre en mi vida
y ese hombre murió en plena juventud. ... -Sí, señora continuó, esa solterona
no tuvo oportunidad de volver a encontrar un amor en su vida, porque
se aferró a un fantasma, a una ilusión, a un sentimiento falso, de
falsedad absoluta, y que sobrevivía a la ley de los "tres meses" del
poeta, sólo porque estaba muerto. ...
-No es prudente aplicar filosofía y leyes al amor respondió la
dama con aire de superioridad. ... El
charlador cogió una silla con el ademán del aventurero que llega
cansado de un largo viaje y se dispone a contar una de sus aventuras;
se sentó, sacó un cigarrillo, lo encendió, afirmó los codos sobre sus
rodillas, echó el cuerpo hacia adelante, recogió con un gesto peculiar
un mechón rebelde, y dijo: ... -Voy a
narrarle una historia real, brevemente, en la que se demuestra cómo a
veces queda prendido en el ser un vestigio de amor, la colilla de un
cariño, a veces una cicatriz y, a pesar de que todo ha concluido, ese
ser empieza a construir sobre esa leve base un fuerte sentimiento, una
pasión falsa que puede durar toda la vida, como en el caso de aquella
solterona, y que en un instante desaparece totalmente al contacto con
la realidad. ... Es la historia de un
error, el caso de un hombre aferrado a una ilusión que un día la
realidad exterminó; pero vamos por parte, comencemos por donde se debe
empezar. ... Ella era una extranjera,
una joven austríaca de origen judío, que vino a Chile huyendo de los
látigos que han arreado a tanta gente desde Europa hacia
Occidente. ... La necesidad de tener un
apoyo en esa inmensa aventura que significa para una mujer europea
atravesar el Atlántico y penetrar en las vastedades de América, hizo
que se casara, antes de partir, con un emigrante de su raza y de su
ciudad. ... No fue feliz. El hombre era
mediocre y no reunía las condiciones de ese espíritu valiente,
delicado y audaz que parecía poseer la bella austríaca. ... La travesía del inmenso océano, la llegada a
las costas americanas, la primera visión de estos vergeles,
encendieron en la hija de la decrépita Europa una luz de vida nueva,
la sensación de algo maravilloso que debía realizarse bajo estos
nuevos cielos, detrás de estas montañas y de estas selvas que
escondían el misterio. Y el marido quedó rezagado, convertido en su
justa proporción: la de una cosa que servía sólo para cruzar el "gran
charco". ... ¿Sabe usted lo difícil que
es realizar la leyenda de la "media naranja", encontrarse un hombre y
una mujer que acoplen en lo material y en lo espiritual, en la misma
forma que las mitades de una naranja se junten y establezcan las
corrientes de sus fibras y jugos dando vida a un fruto
maravilloso? ... -Pues bien
continuó el narrador, en una casa residencial de Santiago se
produjo ese encuentro. Una mañana clara, en el pasillo, se encontraron
frente a frente la europea y un joven estudiante de
provincia. ... El choque de los ojos fue
como el de dos platillos de banda refulgentes al sol, y el amor
estalló, súbito, como una nota vibrante entre esos dos seres que de un
extremo a otro de la tierra habían venido obedeciendo a una ley de la
naturaleza. ... Describir el desarrollo
de ese amor sería materia de una labor larga e interesante; pero voy a
concretar en una comparación que te parecerá insólita, lo que eran él
y ella. Uno un vergel agreste de esta América y la otra una paloma de
la civilización un poco cansada con el vuelo a través del
mar. ... Eso eran él y ella; en el
vergel faltaba cernir la tierra y en la paloma de albas plumas había
reminiscencias de aleros milenarios; pero a pesar de ello la
naturaleza se había dado el capricho de fabricar a esos dos seres el
uno para el otro como las dos medias naranjas del cuento. ... ¿Qué sucedió? Pues algo muy sencillo o
vulgar: en el amor, cosa tan antigua, ya no hay nada
original. ... Siempre he imaginado la
pasión como una hoguera al borde de la cual andan rondando una mujer y
un hombre; se miran, se invitan, tienen miedo a las llamas; hay un
instante supremo en que sólo un vaivén los haría caer en el centro del
fuego a quemarse, a pulverizarse, a perderse o a renacer, depende de
que en ellos haya paja, metal o ave fénix. ...
En ese instanste de oscilación a veces cae uno solo y el otro
queda al borde del abismo. En nuestra historia él cayó dentro de la
hoguera, ella se conservó salva en el borde y, con un gran sentido
práctico o especulativo, fue alejándose del fuego donde aquél se
consumía. ... El joven se detuvo para
encender otro cigarrillo; en su rostro se notaban las reacciones de
una lucha interior que libraba a través del relato. Hablaba como si la
dama de los ojos verdes no estuviera en el cuarto. Impetuoso,
exaltado, elevaba el hilo de la narración hasta un punto en que
parecía una propia confesión, y, otras veces, como esos cambios del
sol y sombra que producen las nubes primaverales, retomaba el tono
seco, sin emoción, con que comenzara su relato. ... He hecho este símbolo de la hoguera - siguió
el narrador- para expresar en síntesis el fondo de los hechos, pues en
la superficie el asunto ocurrió de la siguiente manera: Él le pidió
que se divorciara y se uniera a él, y ella vaciló. ... Esto es complicadísimo, mi querida amiga
continuó el joven una vez más se comprobó la teoría marxista
de que lo espiritual está sometido a lo económico y no olvidemos que
ella ascendía de la raza más pragmática del mundo... ... La súplica, el llanto, la humillación, etc.,
lo hicieron descender ante los ojos de la mujer, la cual se dio cuenta
de que el amor desaparecía rápidamente para dar paso a la indiferencia
y por último al fastidio. ... ¡Sí,
señora, al fastidio; el amor puede terminarse por demasiado amor! ¡No
hay nada más fastidioso para la víctima que una persona enloquecida
por el amor; es como un carnero enfermo que trata de romper a
cabezazos una muralla de piedra hasta que cae con los sesos
destrozados! ... Cayó en la bebida, en
la droga, en la degeneración; pero no era de paja, había en él metales
y, como el ave fénix, surgió de nuevo a la vida. ... Hay seres que se levantan del fango más
limpios: del vicio resucitan con una retina a través de la cual las
cosas adquieren un nuevo color: del dolor con otro sentido para
apreciar el valor de la vida. ...
Pasaron los años, finalizó sus estudios y se recibió de
abogado. ... Otros tiempos, otras
paredes, otras caras. Pero hay algunas plantas que son rebeldes al
traslado de almácigo, nuestro héroe tuvo varios reventones
sentimentales; buscó, le pareció encontrar tierras aptas, pero al
final el retoño de amor fatalmente se secaba. ... No pudo encontrar aquel temblor emocional de
otros tiempos y este fracaso hacía surgir más fuerte aquella época de
pasión y gozo pasada junto a la bella mujer. ... Al fondo de todos los caminos por donde iba
en busca de otros amores, surgía inexorable la imagen de aquella,
hasta que se convenció de que estaba tarado para amar; de que la única
mujer, tal vez, que pudo haber amado fue la fatal austríaca. ... Hombre templado al fin, resolvió realizar el
camino de este mundo con esa tara sentimental como a quien le ha
salido una verruga en la nariz y la lleva con tal resolución, que pasa
a tomar parte de su personalidad. Así llevó esa especie de melancolía
que lo acompañó desde entonces, como una característica natural de su
persona. ... ¡Y aquí viene mi teoría,
señora! - dijo el joven frotándose las manos y pasando a un tono
risueño- ! ¡Necesitaríamos vivir mil años para establecer las leyes de
un solo corazón humano! ... Un buen día
recibe un llamado telefónico. A través de la vibración mecánica de una
voz, reconoció el timbre cálido de ella, que lo citaba para la tarde
siguiente. ... Nuestro protagonista pasó
una noche inquieta. Una mujer que no veía durante años, la bella
austríaca a cuyo recuerdo se había acostumbrado como una cosa sucedida
en otra vida, surgía de pronto, en aquel llamado telefónico, con los
mismos fuegos donde él quemara su vida. ... ¿Me necesita simplemente para algún asunto
que nada tiene que ver con aquel amor? ¿Me habrá amado en la misma
forma en que yo la he amado y hoy una crisis ha quebrado su
resistencia, llamándome? ... A medida
que se formulaba estas preguntas notaba que su reciedumbre se iba
desplomando. El hilo telefónico se le había incrustado en los nervios,
y la voz de la mujer, como una carga galvánica allá en el otro extremo
del cobre hacía resucitar aquel cadáver de amor, aquella pasión
muerta, cual una rata de laboratorio revivida por ese
procedimiento. ... ¿Y si una cruel
curiosidad femenina, comprobar que aún tenía influencia sobre ese
corazón de varón, era la causa de la cita? ... Por fin llegó la hora de despejar todas las
dudas. ... El encuentro fue sereno. Dos
miradas intensas trataron de pulsar los estados de ánimo. Un saludo
cortés y empezaron a pasear por un sendero del parque de Providencia,
entre remansos de follajes arreglados con una elegante
rusticidad. ... Un silencio presente
como un ser los acompañaba. La tarde poco a poco fue cayendo con su
penumbra. El silencio se convirtió en un estado tenso que cada cual
esperaba que el otro interrumpiera; pero ninguno se atravía a romper
aquello con una palabra que hubiera sonado con el tono hueco y
deshumanizado de los ecos en algunos oquedales. ... El paliaba aquella tensión mirando al cielo
donde las primeras estrellas empezaban a rutilar y ella, con la cabeza
baja, contemplaba la tierra oscura y cercana. ... De pronto, suavemente, apoyó su mano en el
brazo de él. Estuvo a punto de temblar, apretó los dientes y los puños
hasta hundirse las uñas en las carnes y así contuvo el temblor que
pudo haberlo traicionado. Pero un hormigueo inundó todo su cuerpo. Una
presión voluntariosa fue librándolo hasta adquirir otra vez su
aplomo. ... Ella, por suerte, no notó el
estado de angustia por el que acababa de pasar su acompañante; si lo
hubiera notado, se habría salvado de caer vencida en esa lucha por la
dominación que encierra todo amor. ...
Usted verá, señora, que el amor es recíproco, sólo en su
primera etapa; después, uno ama más y el otro sólo se deja amar; la
pasión generalmente empieza cuando ya existe una completa indiferencia
en uno de los sujetos - afirmó el joven. ... Una luna brillante ascendió por detrás de la
cordillera, del río vino una brisa suelta que se perdió entre el
follaje, removiéndolo, y todo pareció complotarse para un instante
romántico. ... Eran dos inteligencias
despiertas que entablaron una lucha para no ceder a ese instante; una
lucha en la que intervenían la naturaleza, el ambiente de aquella hora
y esos dos corazones debilitados por un estado de ánimo
especial. ... Trataron así de no ser
cogidos por la oleada romántica del caer de la noche. ... Para descargarse de la espesa fuerza
sentimental que provenía de la tierra, de las sombras, de los juegos
de luz del follaje, etc., se detuvieron de súbito y se miraron,
interrogantes, a los ojos. ... Los dos
tenían una palabra fría, tal vez vulgar, sin importancia ni asunto,
para quebrar aquel embrujo de la hora, pero se les quedó atravesada en
la garganta ante el encuentro de los ojos y... no resistieron. La
naturaleza, la hora, el ambiente, triunfaron. ... Un beso largo y sostenido contuvo todos
aquellos años de separación y dio salida a la tensión del
momento. ... Ella confesó haber sido un
poco cruel, calculadora. Dijo que una seguridad demasiado grande en el
amor de él, se había desviado en un extraño sentimiento de crueldad,
algo parecido al goce de los flagelados. ... - ¡Sí, señora se interrumpió el
joven hay flageladores del espíritu, de los sentimientos, que
flagelan a los seres que aman! ¡El amor lleva un pequeño engendro de
odio y ay del día en que el diminuto monstruo se desarrolle o se
refuerza en ciertos apasionantes temperamentos! ... Se había divorciado, y el conocimiento de
otros hombres le había demostrado la grandeza de ese primer amor,
dándose cuenta del error que había cometido al dejarlo. ... Se entregaron esa noche con todo el bagaje de
recuerdos y sentimientos que había acumulado el pasado; pero al día
siguiente, nuestro protagonista amaneció como uno de esos cajones
cordilleranos que un día despejado, aparecen al otro revueltos de
nubes. ... ¿Era la felicidad que se
había desplomado tan de golpe sobre él, atontándolo? ¿Era un resabio
cauteloso ante una posible nueva jugada de la flageladora? ¿Qué había,
pues, en esa desazón sentida sólo en algunos días melancólicos de la
lejana adolescencia? ¿Amaba ahora sólo la carne de aquella mujer y no
al espíritu que la animaba? ...
Recordaba que algo, en un instante, había pasado esa noche. Algo
terrible, semejante sólo a esa desesperanza que nos produce la muerte
cuando nos arrebata el misterio que amábamos, dejándonos sólo la
basofia de la carne inerte. ... A través
de los días fue sedimentándose una verdad: ¡No la amaba! ... El tiempo había hecho desaparecer aquel amor;
pero la quemadura de la hoguera había dejado su cicatriz y sobre ella
se había construido un sentimiento falso, una creencia que se encargó
la propia causante de destruir. Fue un fantasma que se esfumó al
primer contacto con la realidad. ...
-¡Sí, señora! continuó el narrador, subiendo el tono de la voz,
ya exaltado, para finalizar proclamando la tesis de su historia.
"El amor eterno dura tres meses", como dijo el poeta, los otros son
amores falsos que se fincan en una herida, en una cicatriz, como
hongos malsanos de los cuales debemos precavernos! ¡Son, en fin, el
caso de las solteronas cuyos amores viven, porque están muertos! ¡Si
un día se levantara de la tumba alguno de esos adolescentes amados,
estoy seguro de que estas viejas ya no sentirían nada por él! ¡Si,
sólo viven porque están muertos! ...
Oculto el rostro con un pañuelo, la mujer de los ojos verdes atravesó
presurosa el departamento y fue a encerrarse en su cuarto. ... ¡Es usted cruel, tenía la cara arrasada
de lágrimas y no sé cómo pudo resistir hasta el final el relato! -
dijo la dama y continuó dirigiéndose al joven- . Más cruel que ella,
porque ella lo ama intensamente y usted, al parecer de su teoría, no
la quiere ya... ... El joven tomó su
sombrero y se despidió de la señora. ...
Pero al llegar a la calle una brisa refrescó su faz, y junto a la
agradable reacción nació una duda: ...
¿Y si todo lo que he dicho no fuera ahora cierto? ¿Acaso uno odia,
sufre o goza permanentemente? ¿Acaso en una sola hora uno puede tener
todas las variaciones del alma, todas las contradicciones del corazón
humano, mientras la forma, la acción, es una sola y permanente, y por
lo tanto, falsa también? ... Dio media
vuelta y volvió sobre sus pasos.
FRANCISCO COLOANE
Sobre el proceso de
creación
..... Mi trabajo literario lo he
realizado casi siempre como el de un ladrón, pues he tenido
que ganarme la vida y la de mi familia en labores muy ajenas a
esta vocación. He tenido que esconder muy rápidamente mi robo,
cada vez que se ha acercado el capataz o el jefe de oficina a
ver lo que estaba haciendo. En Chile sólo se puede desarrollar
plenamente el escritor que hereda fortuna, se casa con mujer
rica o no tiene familia que alimentar; los demás vivimos a
salto de mata la creación literaria. ..... "Cabo de Hornos", "La Tierra del
Fuego Se Apaga" y mis otros libros los considero como el
anuncio de un escritor, que posiblemente sea o que ya no es,
por aquella ley de que "la función crea el órgano". A veces
pienso que puedo ocultar detrás de esto mi falta de talento y
que más que un escritor a medias soy un escritor mediocre;
pero me he dado cuenta de que en muchos relatos pude haber
creado mejor el carácter de mis personajes si hubiera tenido
tiempo; no lo he tenido para detenerme a reflexionar o a gozar
en mejor forma el ahondamiento de la creación. Los he lanzado
también a medias, o mediocremente... Así, algunos de mis
cuentos son novelas frustradas, porque cuando he tenido la
atmósfera y el personaje creados, los he esquematizado cuando
empezaban a tomar desarrollo. .....
Los permisos por enfermedad han sido los verdaderos
mecenas que me han permitido escribir. ..... Desgraciadamente tengo buena salud,
y por eso no he sido fecundo. Podría asegurar que en cada
resfrío he escrito un cuento, para los cuales el médico
autoriza generalmente tres días de cama. Tan cierto para mí es
esto, que acabo de entregar a la Editorial del Pacífico un
volumen titulado "Oro en el Páramo" y que pude completar
gracias a un resfrío de este verano. Mi primer libro, "El
Último Grumete de la Baquedano", lo escribí en quince días,
estando en cama; lo corregí una vez, lo mandé a sacar a
máquina y lo envié al Concurso "Zig-Zag", donde fue premiado.
Hace veinte años escribí el cuento "Cabo de Hornos" en medio
de una neumonía. Mi amigo José Bosch me fue a ver, y lo llevó
a "El Mercurio"; como él era redactor de "Las Últimas
Noticias", consiguió que me adelantaran los ciento cincuenta
pesos que pagaba el Suplemento en aquella época y con esa
plata pude enfrentarme a la enfermedad. Me parece que la
fiebre le dio cierto vigor alucinante a la descripción de la
caverna donde matan las focas. ..... Sobre mis métodos personales, puedo
decir que salgo de mí mismo y vivo completamente en el mundo
del cuento, escribiendo apresuradamente, como si de pronto
fuera a terminar aquello. Al término respiro tan contento como
un artesano que contempla la obra de sus manos, pero
últimamente me he dado cuenta de lo que llaman "técnica", y
puedo confeccionar un cuento tramándolo fríamente y regulando
el efecto de su emoción, lo cual para mí ha sido una
desgracia, pues escribir por escribir y hacer cuento por la
habilidad de hacerlo, es una superficialidad si no lleva un
pensamiento o un sentimiento profundo, un mensaje humano, una
vivencia individual o social que determine unos instantes de
vida vibrante donde se reconozca el hombre por su bien y por
su mal. ..... No tengo un
conocimiento muy claro del valor de los elementos que empleo
en una elaboración literaria. Generalmente son de mi vida
pasada en la Patagonia y la Tierra del Fuego; tampoco sé por
qué esos dilatados paisajes esteparios me atraen tanto; tal
vez porque era muy joven cuando medí en medio de esa
naturaleza salvaje y espaciosa el valor de una mata de pasto,
de un caballo, de un perro y de un hombre. A veces en medio de
Santiago una brisa invernal me toca el rostro; monto a
caballo, me agacho sobre el cuello de mis antiguas y queridas
tropillas alazanas y galopo por esa pampa nevada y sin
fin.
Publicado en El Mercurio, el 22 de
marzo de 1956, dentro de un reportaje sobre el proceso
creativo en los artistas
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en El Mercurio , 11 de agosto de 2002
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