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Primera
noche
-¡Permiso, mi capitán! ¡Durante la noche hemos encontrado,
escondido, a este niño en un pañol de proa; el resto de la corbeta,
sin novedad! -exclamó el guardiamarina, cuadrándose ante el oficial
del detalle o segundo comandante.
.....
El segundo, un capitán de corbeta de más o menos cuarenta años de
edad, vigoroso, alto, frunció el ceño; disgustado por este hallazgo
extraño, que venía a desacreditar la vigilancia que debe existir en
todo buque de guerra, preguntó con tono fuerte:
..... -¿Quién eres tú?
..... -Soy Alejandro Sila Cáceres, tengo 15 años
de edad. alumno del Liceo de Talcahuano -contestó el niño con la
cabeza alta, voz clara, firme y respetuosa.
..... -¿Por qué has venido?
..... -Deseaba ser marinero, mi madre está
anciana, es lavandera, y pronto ya no podrá trabajar. Hizo lo que pudo
para que ingresara a la Escuela de Grumetes, pero no lo conseguimos.
Supe que la "Baquedano" hacía su ultimo viaje, no pude contenerme y me
decidí a partir escondido; dejé todo arreglado, señor: una carta a mi
madre y otra a mis profesores, pidiéndoles perdón.
..... -¿Cómo entraste? -inquirió el capitán de
corbeta, un poco más apaciguado.
.....
-Un muchachito del puerto, uno de esos que llaman los marinos
"pistoleros" y que viven de lo que los barcos les regalan, metrajo en
su chalana, y aprovechando una ocasión trepé por la cadena, subí a la
proa y me escondí donde acaban de encontrarme. Sé que no me echarán al
agua; cumpliré con el castigo que me impongan, señor, pero déjeme a
bordo; quiero ser marinero de la "Baquedano", serviré en algo,
barriendo, baldeando, limpiando papas o en lo que me quieran
enseñar.
..... El capitán lo quedó
mirando un rato y luego se dirigió a la popa y descendió al interior
del buque.
..... El niño, rodeado de la
ronda, respiró con placer el viento salobre que venía del mar, miró
las olas que aparecían y desaparecían como lomo de negras y grandes
bestias en la noche, y sus ojos se agrandaron de asombro al contemplar
el espectáculo impresionante del velamen del buque hinchado por el
fuerte viento del noroeste, escorado peligrosamente por el lado de
babor y corriendo a doce millas por hora en la inmesidad del mar y de
la noche.
..... Un ordenanza llegó a
interrumpir el silencio de la ronda y su prisionero.
..... -Mi comandante Calderón desea ver al niño
-dijo el grumete.
..... Siguieron al
guardiamarina que comandaba el grupo y descendieron por una elegante
escalera de bronce a la cámara del primer comandante del buque, que
quedaba bajo la toldilla.
..... El
comandante Calderón era un capitán de navío, alto, gordo, moreno, con
ese aspecto bonachón de los viejos marinos que han recorrido muchos
mares, visto muchas cosas y mandado muchos buques.
..... El segundo comandante ya lo había informado
del hallazgo.
..... El niño se
sorprendió un poco de la elegancia de la cámara, tapizada de alfombra,
con una mesa de fina madera y cubierta de una carpeta de felpa roja,
grandes sillones y lámparas potentes.
..... El comadante hizo retirar la ronda y se
quedó solo con el segundo y el niño.
..... Con aire severo, pero bondadoso, le pidió
que le hablara con confianza.
..... El
niño, después de la dureza del oficial de ronda y del segundo,
encontró al comandante tan bueno como al mejor de los profesores, y
empezó a contarle su vida, la de su madre, viuda de un marinero del
transporte "Angamos", el viaje sin regreso de su hermano a Magallanes
y, por fin, su decisión de hacerse marinero e ir en busca de su
hermano Manuel.
..... El comandante lo
escuchó con atención. Luego, dirigiéndose al segundo,
expresó:
..... -Que se ponga un radio a
la Dirección General de la Armada, dando cuenta del hecho y pidiendo
instrucciones. Podríamos recalar en Corral o en Puerto Montt, para
entregarlo a las autoridades; pero me parece difícil: la Orden de
Viaje dispone que debemos seguir directo a Punta Arenas por mar afuera
y a vela hasta el Golfo de Penas y a máquina por los canales, entrando
por el Messier.
..... -Viene a
ocasionarnos un poco de molestias, amigo; desde luego, el arresto de
la guardia correspondiente a la hora en que usted entró. Trate de
comportarse bien y hacer lo que le digan -y dirigiéndose al segundo,
el comandante terminó-: Que le den un coy(1) y comida en la
guardia.
..... El viento seguía ululando
en las jarcias y un sonido como de un bombo colosal interrumpía a
ratos la sinfonía de la noche tempestuosa, cuando una vela de cuchilla
no cazaba bien el viento y se azotaba flameando.
..... Alejandro Silva comió asado, pan y buen
café caliente, en esos característicos jarros enlozados, marca "Marina
de Chile", que tienen capacidad para medio litro.
..... Cuando bajó al entrepuente, por la
escotilla que está situada frente al canastillo, una gigantesca
flotilla como de pequeños dirigibles navegaba en el sombrío y amplio
espacio del recinto: la marinería dormía en sus coy.
..... A cabezazos llegó a un espacio abierto,
donde el grumete que lo acompañaba le enseñó a armar el coy, con el
colchón y las dos mantas de reglamento. Intentó tres veces subir y
sólo a la cuarta consiguió acomodarse en la hamaca. En ella no se
sentía el balanceo del buque, permanecía siempre a plomo; esta
tranquilidad y el cansancio hicieron que se quedara inmediatamente
dormido.
(1)
Hamaca de lona donde duermen los marineros: se amarra de los extremos
en ganchos dispuestos en el cielo del entrepuente.
El
último grumete de la Baquedano
Francisco Coloane
Zig-Zag. 24ª edición: Marzo
de 1993