de EL PASAJE (texto
escogido)
........... --¡Valentina! ¡Alguien se ha pegado
al timbre!- exclamó la señora Margarita en el momento en que
introducía un pie en la bañera. El vapor del agua se lo ocultó por un
instante.
.......... La criada colocó la
sabana de baño cuidadosamente sobre el respaldo de una silla de metal,
y entreabriendo la ventana se asomó a la calle:
.......... --¿Qué hay? --gritó, con un marcado
gesto de desagrado.
.......... Tanto la
voz como las muecas eran imitación exacta de las que su patrona le
hacía a ella.
.......... --¡Vengo por la
casa que se arrienda! -respondió la madre de Rogelio con firmeza,
volviendo el rostro como para mostrar indiferencia.
.......... La señora Margarita, dentro del agua,
estaba inquieta por las corrientes de aire a que la exponía esa
ventana abierta.
.......... --¡Cierra,
Valentina, que no quiero ver a nadie!
.......... --Es una fulana que pregunta por la
casa "E"- aclaró la mujer.
..........
--¡Ya comenzó la romería...! ¡Hoy no! Dile que vuelva mañana. -Y
recogiéndose con habilidad el pelo que le sobresalía de la gorra de
goma, se dispuso a la ensoñación que provoca esa temperatura.
.......... --Un baño caliente hoy en día es un
lujo -murmuraba.
.......... --La señora
dice que...
.......... Allí se
interrumpió la frase porque la madre de Rogelio, sin prestarle
atención, gritó a voz en cuello:
.......... --¡Dígale a la señora Margarita que es
María Carter quien está afuera!
.......... La voz era tan potente que no necesitó
de recadera para llegar hasta los oídos de la señora.
.......... --María Carter... María Carter... --se
repetía ésta, sin que nada especial le dijera ese nombre.
.......... --¡Valentina, dame la toalla! --pidió,
para sorpresa de la empleada, y cubriéndose las ecuálidas espaldas, se
asomó a la ventana.
.......... Las dos
mujeres se miraron a los ojos, y aun cuando jamás se habían visto, se
entabló entre ellas de inmediato una secreta complicidad.
.......... Los principios que ambas sustentaban
harían posible un diálogo rico, que pondría a prueba su carácter. Todo
se volvería objeto de controversia, obligándolas a afinar cada vez más
el ingenio. Estaba garantida allí la diversión, y aquello las
cautivaba sobremanera. La casa en arriendo era lo de menos. El precio,
su cuidado, la fianza, todos esos detalles pasaban a segundo término
al lado del conocimiento paulatino que ellas tendrían de sus vidas.
Además, el muchacho que acompañaba a esa mujer parecía tan reservado y
adulto, que era seguro que no se sumaría al desorden de los niños del
pasaje.
.......... --¡Yo estoy en el
baño! -gritó, mirando hacia las casas de enfrente-, le mandaré las
llaves con la empleada.
..........
--¡Gracias! -respondió la madre de Rogelio, levantando la punta
del zapato y haciéndolo girar impaciente sobre el tacón. Luego se puso
a silbar una melodía tomada de la radio, con tal desacierto que la
continuaba con otra, acompañando al mismo tiempo esos compases con
gestos teatrales, con los que quería recalcar la situación humillante
en que se encontraba.
.......... --Tengo
suerte -dijo a Rogelio, quien dio a entender con su silencio todos los
juicios adversos de que era capaz.
.......... --Falta examinar la casa todavía
-agregó ella, y luego reanudó sus melodías desafinadas, como para
dejar en claro que estaba sola en este asunto y que nada debía a ese
testigo mudo que era su hijo.
..........
El sol caía vertical sobre la calzada, reduciendo considerablemente
las sombras que proyectaban esas dos personas.