Publican su Narrativa Completa
Adolfo Couve o
el nacimiento póstumo de un escritor
Inasible e
inclasificable. Respetado por la crítica, ignorado muchas veces por
los lectores. Escritor de culto, nunca de masas. Pintor y creador de
escritos, como le gustaba decir. Autor, sigámoslo, de más de una
docena de obras y piezas literarias dispersas y que Seix Barral reunió
para cimentar, quizás, lo que será el inicio de una vida póstuma como
escritor.
por Gabriel Agosin O.
en El Mostrador, 22 de Mayo del
2003
Nací
en uno de los cerros de Valparaíso. No sé bien en cuál. En todo caso,
todos miran al mar.
¿Es luz, corredor o lugar?.
Tenía
25 años Couve, Adolfo, cuando escribió Alamiro, su primer
escrito. Escrito, porque si no, ¿cómo clasificar los retratos
palabreados de imágenes como una pintura, sus propias pinturas quizás?
“No
creo en los géneros literarios, que por lo demás están cambiando. Los
géneros limitan la literatura. La novela, por ejemplo, no siempre
tiene interés literario. La poesía está sometida a reglas muy
estrictas. En cambio, el escrito es todo”, planteaba, cual declaración
de principios, hace más de tres décadas para explicar su rechazo a
encasillar lo suyo en algún género.
Ni por
knock-out ni por puntos. Lo suyo era la nouvelle, que eran
construidas con retazos delicados que representaban fragmentos de la
memoria contrariada por los recuerdos difusos de la infancia. Fondo y
forma se confunden, como la mirada inocente y a la vez curiosa del
niño que asocia libre miedos y anhelos. Eran los inicios de un hombre
que del pincel pasaba a la pluma.
Breve
Pintor
primero, escritor después; estudiante en el Bellas Artes, profesor de
Historia del Arte. Hombre más bien alejado del ruido mundanal, se
“autoexilió” a Cartegena; escritor meticuloso, sus obras las corregía
hasta depurarlas al máximo.
El
mismo Couve reconocía su empeño por expresarse con lo mínimo limpiando
sus escritos con una minuciosidad casi enfermiza, como confesó poco
después de publicar su primer libro:
“Es un
libro muy denso. Hay muchas cosas que no publiqué para no engrosarlo
más. Para que no cansara. Para que fuera posible leerlo en este mundo
de hoy. Creo que el nuevo tiempo hay que tenerlo presente. Un gran
escrito no se puede leer, por eso hay que decir sólo las cosas
"posibles" para que sea realmente útil".
Su
devoción por hallar las palabras exactas, el pulso preciso y la
estructura perfecta, le causaron más de un dolor de cabeza. No a él,
sino sus editores, que no sabían qué hacer con historias de 40 ó 60
páginas.
Es más,
sus últimas publicaciones son pruebas de ello. La comedia del
arte fue publicada por Editorial Planeta Argentina. Se suponía que
las 60 páginas del libro eran la primera parte de un texto mayor que
se completaría después. Sin embargo, la generosa y halagadora crítica
de Ignacio Valente motivaron a la editorial mantenerla tal cual para
no desvirtuarla y publicar la otra parte de forma independiente.
Fue así
entonces como Cuando pienso en mi falta de cabeza, se
transformó en su obra póstuma, que lo sobrevivió después de quitarse
la vida en marzo de 1998. ¿Cómo dimensionar, con quién hacer cruces
para comprender la obra de un Adolfo Couve ajeno a grupos y sobre todo
independiente en su creación? Armando Uribe, seguidor de su obra, lo
explica así:
“Adolfo
Couve, está en unas línea de narración de chilenos y otros en
distintas lenguas, que tiene antecedentes aquí y tendrá también otros
exponentes en el futuro. Se trata de las narraciones en prosa que
contienen mucha poesía; con lo cual no estoy diciendo que se trate
“prosa poética”, sino de momentos en que las situaciones mismas de la
ficción alcanza una carga de poesía (o sea palabras cargas de sentido
y de emoción hasta el extremo) que impresionan tanto como la poesía en
verso”, nos comenta.
“Puede
decirse que en Chile –añade- hay una cierta tradición literaria en
esta línea delgada pero saliente en nuestra literatura. Es el caso de
María Luisa Bombal, de María Carolina Geel, de un escritor muy
apreciado por Alone cuyo nombre es Erich Rosenrauch, autor de La
Casa Contigua, (prologada por Carlos Droguett), y otras obras y
que murió en Viena hace unos años. Podrían nombrarse otros chilenos
con esta capacidad de alto valor en que el uno de los ejemplos más
destacados es la obra completa de Adolfo Couve. En estas obras la
realidad se hace imaginación y producen el efecto de estar
contemplando personajes inefables mientras a la vez uno siente que
está palpando la psicología y el alma del autor mismo”.
Muy
respetado, poco leído
En sus
escritos últimos, Adolfo Couve, con pulso firme, desentrañó los miedos
de un pintor mediocre que se veía sobrepasado por un fotógrafo que
hasta su amante le quitó. Pero le interesaba más el argumento que la
narración en sí. “Cuando la literatura no está basada en el lenguaje y
sólo se interesa en el tema, se corre el peligro de que se transforme
en un guión”, afirmaba poco antes de morir.
Y a tal
grado llegó, que la autorreflexividad se fue tornando en una constante
en sus escritos. Que más radical que el comienzo de La comedia del
arte, donde plasmó:
Es
la tercera vez que intento este relato, esta tragedia, esta
parodia.
Antes fracasé. La significativa alegoría del argumento
desequilibra el texto.
Para lograrlo ahora, me ha sido necesaria
una artimaña, una argucia: echar mano de una extrema licencia, dejar
de lado el modo habitual con que suelo abordar la confección
literaria. Me explico: dar prioridad sólo al argumento; es más, hablar
del tema en lugar de narrarlo.
Su
prosa sedujo desde siempre, además de a Ignacio Valente, a Alone, otro
crítico de gran consideración por los lectores y los propios
escritores. No obstante, no fue ni de lejos un éxito de ventas. ¿Por
qué esa falta de correspondencia?
“Las
obras que aportan algo nuevo en la literatura y la poesía no producen
un éxito de lectores considerable durante la vida misma del escritor.
Al mismo tiempo tengo mucha sospecha respecto de los éxitos inmediatos
de las obras literarias o artísticas en general, porque cuando hay
éxito inmediato es debido a que el público ya estaba acostumbrado a
entender lo que se le presenta, porque puede parecerse a lo que ya la
sociedad considera aceptado. Las obras nuevas con su originalidad y su
secreto creador requiere más tiempo para que el público pueda madurar
y asimilarlas”, se explica Uribe.
De ser
así, habrá que darle tiempo al tiempo. Esperar que se lea o, mejor
aún, que “se me lea mejor”, como pedía el propio Couve. Con la
publicación de su Narrativa Completa se inicia, quizás, un
reconocimiento trascendente a críticos y lectores agudos aburridos de
novelas fáciles y ramplonas, las mismas que muchas veces eclipsan con
números de ventas a las que necesitan, como las de Couve, una vida y
tal vez una muerte para ser disfrutadas.