APROXIMACIÓN A LA
GIOCONDA:
Un Texto Inédito de Adolfo
Couve
En marzo pasado se cumplieron tres años de la muerte del escritor
y pintor chileno. Entre sus facetas más fructíferas estuvo su condición
de profesor y difusor de las bellas artes. Publicamos aquí un texto
sobre la famosa obra de Da Vinci que formó parte de una serie titulada
"Grandes Maestros", que se editó parcialmente en este
suplemento.
Adolfo Couve
...........La diferencia del siglo XVI
respecto del XV está admirablemente expuesta en éste, el más portentoso
y trascendental de todos los cuadros, de todos los retratos hasta ahora
conocidos: la Gioconda. Una atmósfera sutil y nueva se cierne sobre el
siglo XVI. Las rencillas locales, las invasiones grandilocuentes, las
pequeñas tiranías, el arriendo de condotieros y mercenarios, las cortes
debidas al ascenso de familias pudientes o a golpes de audacia e
intrigas del siglo XV, dejan paso en el XVI a que grandes reyes y
emperadores acudan a medir fuerzas en estas latitudes y conviertan la
península en un gran campo de batalla, conflictos que la historia
denominará "Guerras de Italia". Marignano y Pavía, el Sacco di Roma, el
sitio de Florencia, son algunos de los acontecimientos que por su
gravedad desdibujaron los firmes contornos del mundo renacentista del
siglo anterior. El incisivo perfil del apogeo Medici, relatado
magistralmente por Botticelli, la arrogancia límpida de la estatuaria
ecuestre de capitanes como Coleone y Gattamelata, la nitidez de la
cúpula de Brunelleschi y tantos otros ejemplos de esa época lúcida,
transparente y precisa, se ve ahora empañada por esta atmósfera algo
difusa que envolverá no sólo los innumerables sucesos bélicos que
asuelan los campos y las ciudades, sino a las enigmáticas pinturas de un
hombre múltiple, en quien el destino hizo converger todas las
características de los tiempos modernos: Leonardo da Vinci, y, entre
todas ellas, una en especial, el retrato aparentemente insignificante,
de formato pequeño, que representa a una mujer sin mayor atractivo: la
Gioconda.
.......... Leonardo añade el aspecto
psicológico a la pintura florentina, eliminando el tradicional arabesco
de las figuras para sumirlas en aquel delicado e insinuante claroscuro,
que denominó "sfumato". Su dibujo se vuelve impreciso, el fondo penetra
al motivo y el volumen es solucionado con una gradación paulatina, yendo
desde la luz intensa, a través de una media tinta, hasta perderse en la
sombra profunda.
.......... Nadie ha podido jamás
igualar el esfumado leonardesco, realizado de manera prodigiosa; una
gradación infinitesimal, una variedad minúscula, que va logrando la
redondez y las alteraciones lumínicas sin jamás ensuciar el color ni
estropear el proceso.
.......... Todo ejecutado al parecer
sobre mordiente (húmedo), como si se tratara de un trabajo en arcilla.
Es imposible, con tal procedimiento, no malograr el claroscuro. Leonardo
lo evita. Se entiende así la minuciosidad y el largo tiempo que empleó,
según es tradición, en este cuadro. Da Vinci lo amaba sobremanera. Fue
de los pocos que llevó consigo cuando se exilió en Francia y ante los
requerimientos de Francisco I, su protector y mecenas, para que se lo
vendiera, pidió un alto precio por cederlo al monarca, quien lo colgó
como la única pintura de su aposento.
.......... Este óleo está lleno de
analogías profundas, a la vez que cualidades pictóricas. Si se observa
con atención, advertiremos ese colorido de tonos rebajados, en donde sin
caer en los grises mantiene toda una gama casi monocroma, que imita y se
debe al tono telúrico de la naturaleza. No ha empleado Leonardo blancos
artificiales ni negros inexistentes en la realidad, tampoco colores
primarios, un tanto postizos. Todo se resuelve en sepias, sienas, ocres,
colores pardos, sordos, pero extraordinariamente vibrantes e intensos.
Por ello el colorido de la figura y el paisaje que la rodea - un
recuerdo de infancia de Leonardo- son una sola cosa. Tierra y mujer se
identifican. ¿Especulaciones? ¿Por qué este cuadro induce a tantas y tan
diversas? La sonrisa, su edad, su origen, todas son preguntas que
durante siglos el espectador viene formulándose ante esta imagen que
despierta, en lo más profundo de nosotros esa sensación de parentesco,
de equilibrio, de resignación frente a nuestra condición
transitoria.
.......... Fuera de la
historia
.......... Nos hemos referido a su técnica, aquel
claroscuro pasmoso; imposible precisar el punto en donde va
maravillosamente lográndose la alteración de la luz, a su color tan rico
a la vez que parco. Analicemos, entonces, en algo el contenido. Si
observamos el rostro, éste carece de cejas, y las tres distancias
clásicas están obedientemente respetadas. Los centros de ojos equidistan
con los extremos de la boca, donde se logra aquella celebérrima y
enigmática sonrisa, captada en un punto tan especial, que ésta también
puede esfumarse. Este gesto se mantiene en tal inestabilidad que
pareciera responder más al estado de ánimo del espectador que al de la
modelo misma.
´´´´´´´´´´ Volvamos a la periferia.
Observemos el fino drapeado de las mangas, conciso, variado, sometido
como el resto a aquella armonía tonal; de ellas emergen las más hermosas
manos que conoce la historia del arte. Detengámonos nuevamente a
cavilar: ¿por qué la línea del horizonte del paisaje se curva? ¿A qué se
debe que Leonardo siempre insinúa la redondez de la Tierra, nuestra
condición de planeta navegante? ¿Por qué fue la más grande preocupación
de Da Vinci el fin del mundo? ¿Qué sugieren sus secuencias de dibujos de
catástrofes? ¿Qué es en definitiva la Gioconda? ¿La soledad del hombre
renacentista? ¿El término de la Edad Media? ¿Otro credo, otro
claroscuro? ¿Ya no el que plantea Dante, el de la oscuridad infernal,
pasando por el purgatorio hasta la luz radiante del Paraíso? ¿Un nuevo
esquema en torno al ser humano mismo, en donde estas significativas
etapas le redimen y transforman? ¿Panteísmo? ¡Cuántas interrogantes
puede desencadenar el simple modelado de un retrato!
´..........Pareciera que Leonardo hubiese cargado
aquella imagen de energía, la que se estuviera desprendiendo poco a
poco, como acontece a los astros desaparecidos cuya luz nos llega
aún.
..........¡Y pensar que hay quienes sostienen que
todo este milagro que se opera en la Gioconda no es otra cosa que obra
del tiempo! Aseguran que originariamente era un retrato de colores
estridentes, pintado sobre una base indebida, que la acción de los años
volvió de factura inasible, sumiéndolo en aquella atmósfera única,
resultando tal vez por deterioro la célebre sonrisa.
..........Pocos cuadros pintó Leonardo,
la mayoría quedaron inconclusos o fueron retocados por sus discípulos.
Este es absolutamente de su mano.
..........Da Vinci, al revés de la mayoría de los
artistas de la época, no concurrió a Roma, donde el Renacimiento siguió
su curso. Al remontar los Alpes, él y esta obra quedaron fuera y más
allá de la historia, un tanto convencional, del arte.
en
El Mercurio - 8 de abril de 2001