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Panorámica Literaria de Aisén


Carmen Parés
reciclarte03@yahoo.es

Presentación para la Sociedad de Escritores de Valparaíso en su Aniversario Nº 50.
Noviembre de 2004. Valparaíso.

 

Nota: Este trabajo fue presentado casi íntegramente en el Encuentro de Escritores de Valparaíso en Noviembre del 2004 con motivo de su aniversario Nº 50. Incluía una serie de citas a libros, autores y algunas palabras. Hoy, diciembre de 2005, ha sido revisado y completado para enviar a destino. Es así como los textos que acompañaban estas citas no se encuentran al alcance en su totalidad. Por tanto he preferido obviar las referencias y citas para hacer además una lectura expedita. Pido disculpas si alguien se sintiese por esto perjudicado-a.

Vengo a este encuentro con el buche
Descalcificado, buscando agua en la sequía,
Comiéndome las uñas valientemente.

Presentación
¿Dé dónde llegó?

Mi tierra, mi lejana y prestada tierra, la tierra de la que les leeré durante algunos minutos, está tan llena de árboles como de escritores, cantores y poetas, aunque las estadísticas de población hablen aún de menos de un habitante por kilómetro cuadrado (Es una cuestión de sinergia, donde la suma de las partes es mayor que el todo). Y yo he venido aquí, a este puerto en el que viví y del que escapé hace algunos años para volver a mi tierra, he venido como una novel e ilusionada escritora y como una mercachifle que viene a ofrecer los productos literarios de Aisén. Mi tierra se llama Aisén, Trapananda, Patagonia y Coyhaique Capital. La ciudad heredera.

Un mercachifle es un personaje que recorría caminos y casas aledañas para vender sus mercaderías que supone necesarias, indispensables.

Soy una versión femenina de ese personaje, una mercachifle que acorta distancias en avión y en bus para llegar al centro de Chile y ofrecer las necesarias mercaderías de Aisén. Es absolutamente sano, oportuno aún, que Chile conozca a Chile y que se nos presenten sus lugares, sus regiones, las culturas como son, tal como son, a pesar de la minoría, a pesar de la lejanía, a pesar de la hegemonía de la cultura urbana central, que se mira el ombligo con una vocación de Narciso.

Introducción
Dato Fundamental


De tanto insistir, terminarán los compatriotas aprehendiendo el dato fundamental de la historia colonizadora de la región penúltima de Chile. La región del General Carlos Ibáñez del Campo. La región onceava. La región Aisenina. La nueva región de la Patagonia, o como titula un libro de nuestra bibliografía: Aisén, País de la Patagonia (Mario González Capees). El dato fundamental es también dato fundacional. Nosotros vivimos en una región aislada, más que cualquiera de Chile, tan exótica como Isla de Pascua, pero aún más desconocida. Entonces se hace necesario presentarla una y otra vez hasta que constatemos que todos los habitantes de esta nación saben que existe una región onceava que está entre Puerto Montt y Punta Arenas, entre Chiloé y Tierra del Fuego, entre el Golfo de Penas y el Estrecho de Magallanes, entre Chile y Argentina. Antiguamente, durante miles de años y sin mayores fronteras que los hielos y las pampas, habitaron esta tierra hermosa, denodada continuamente por los intelectuales de turno- a veces forjadores de mitos y leyendas- importantes etnias, arrolladas por la idea central de progreso y enriquecimiento económico. Por la idea de conquistar todo el globo e imponer la civilización. Entonces esta Patagonia chilena, mirada en menos por ilustres caballeros que no daban un peso por ella en público, pero cuyos amigos, y quién sabe sino ellos mimos, amasaban fortunas de lana y madera, tiene una historia de poblamiento post indígena muy nueva, muy breve en comparación con el resto del país. Ese dato fundacional, ese aislamiento que invisibilizó los excesos del exterminio indígena - al que hago mención como dato insoslayable de nuestra historia y no como idealización de las etnias - e invisibilizó negociaciones y conquistas de la tierra fuera de legalidad algunas y otras con excesiva y ridícula presencia de ella, hacen de la Patagonia Chilena, de la cual Aisén es su fracción más novel, una historia transnacional, una historia que tiene leyes del consuetudinario y lazos comunes más con la porción patagónica en sí, que con la idea de nación chilena, idea nacional más o menos común en poblamiento e historia continua, no obstante, con profundas diferencias si se estudia con cuidado.

Condición de Habitante Binacional y Habitante
Global.

Con el mismo derecho inalienable a expresarnos e interpretarnos, aún con equívocos, con el que han trabajado en el pasado y en el presente distintos pensadores/as sobre nuestra identidad y nuestro patrimonio, nosotros y nosotras, incipientes pensadores alojados en una tierra que para muchos es oriunda y para otros nos resulta un destino escrito en nuestras vidas comunes, pensamos la identidad, discutimos la historia y escarbamos nuestro sentido de nacionalidad frente al sentido de regionalidad y la convicción de sentirnos seres privilegiados. Convicción que es intrínseca y que se presenta más en el silencio que en la bulla, en la observación que en la puesta en escena, pues nos agobia a veces la belleza natural y ésta es una feliz angustia. Podemos disfrutar de ese edenismo paisajístico si estamos dispuestos, aún al día de hoy, a pesar de los avances y comodidades de las que también somos beneficiarios, a vivir los rigores climáticos, las distancias kilométricas que encarecen la vida diaria y, sobre todo, vivir soportando la omisión de la que somos víctimas y protagonistas en el concierto nacional. Somos una región no nombrada, no significada.

En el estadio cultural en el que nos hemos ido desarrollando a lo largo de décadas, ha estado presente esta condición de sentirnos binacionales, de pertenecer a dos países, y por tanto vivir ajenos a ese sentimiento de incomodidad o resentimiento chileno frente a lo argentino. Argentina y Chile comparten la Patagonia, pero esta Patagonia es anterior a la formación de estos dos países y a la conformación de sus respectivas naciones e identidades. La Patagonia es una frontera en sí misma y hoy su presencia cultural y su profunda imántica están puestas en la escena mundial y ya no sólo chilenos y argentinos viven en ella formando una población cerrada, sino que de todas partes del planeta viene gente a conocerla y en un porcentaje cada vez mayor, viene gente a habitarla y ser parte de su idiosincrasia y proyecto de vida. Proyecto de vida que no escapa a los metaintereses mundiales y a las ópticas de consumación neoliberal. Está amenazado nuestro edén y nuestra especialidad de habitantes privilegiados. Hoy la Patagonia es un lugar cosmopolita, es un lugar de resistencias históricas, de reanudación de viejas utopías y es un lugar, en especial el edén aisenino, un lugar donde lo mejor de la naturaleza se reserva a sí misma, apoyada en la lucha cómplice de un buen grupo de gente que siente que en esta tierra otro mundo es posible.

Patrimonio Literario de Aisén. Letras y Letanías
del (o) culto.

¿Por qué es indesmentible que Aisén sea, primordialmente, territorio patagónico?
Esta sola pregunta produce hoy libros de investigación de variadas fuentes y ámbitos: Aisén, Voces y Costumbres de Leonel Galindo, muy buena edición que ofrece la fisonomía del habitante heredero de todas las tradiciones y costumbres de principio del S. XX. Una cultura casi dialéctica e impenetrable a primera vista y de innegable tradición oral, todo lo cual torna a este libro valioso. Del mismo autor, la reedición del Catastro hecho por José Pomar en los años 20, (La Concesión del Aisén y el Valle Simpson) interesante registro de lo pobladores que habitaban en Coyhaique a principios de siglo. Recientemente Galindo presentó su libro Folclor de Aisén. Con este último trabajo logra, a pocos años de su egreso universitario y su regreso a la zona, una prolífica producción que lo inviste como un investigador estudioso, estudiado y respetado en el medio local y, ha de confiarse en ello, nacional.

Otra importante productora de libros y conocimientos en esta línea de investigación es Danka Ivanoff Wellmann. Ha editado: La guerra de Chile Chico o los sucesos del Lago Buenos Aires, (1998) acierto historiográfico que ha posibilitado su inserción en el restringido grupo de historiadores de la gleba patagónica, comandados quizás por el Premio Nacional de Historia, Mateo Martinic, autor de Magallanes que ha validado cada unos de los trabajos de Ivanoff, como investigaciones, más allá de la (in) verosimilitud, la objetividad o la correspondencia entre hecho y objeto de estudio. Es autora además de: Tortel y su Isla de los Muertos, del año 2000, otra de nuestras escabrosas minihistorias; Cinchando pa' no aflojar, libro de corte costumbrista donde quedaron registradas las principales voces y giros lingüísticos de la tradición oral aisenina. En este momento se encuentra preparando un texto sobre Lucas Bridge, personaje clave en los asentamientos ganaderos patagónicos.

No dejaré de mencionar a Baldo Araya, tal vez el primer recopilador sistemático de la historia documental de la región, de la que extrajo importantes datos más que conclusiones, pudiendo elaborar una cantidad considerable de monografías y libros temáticos: Crónicas de Coyhaique en sus Bodas de Plata, Aisén Siglo XXI y El Gran Reportaje de Aisén. (Entre los años 1979 y 1998).

Estos tres autores representan con todo derecho, pensando en que han dedicado tiempo y disciplina en un oficio de autodidacta (Ivanoff y Araya) a las recopilaciones e investigaciones citadas y sobre todo porque han publicado y seguirán haciéndolo (Galindo e Ivanoff), a otros autores/as del área que, o comienzan o teniendo mucha información no la han fusionado en una pluma de investigación para hacer su traspaso a libros o textos publicados en revistas, por lo que cuesta visualizarlos.

Entre la no ficción y la ficción encontramos a un par de autores oriundos de la Patagonia. Ellos han aportado una cuidada información del poblamiento y el ser aisenino, sin renunciar a escribir además desde una postura creativa. Me refiero a Mario González Kapees, nacido en Puerto Aysén, un Aisenólogo, como el mismo se sitúa, que inicia su carrera literaria con Aisén , País de la Patagonia, libro misceláneo pensado posiblemente para guiar al turista que llega y a quien se interese en la zona de manera más profunda, en especial si la habita pero no la conoce mayormente, situación relativa a su gran extensión territorial. Unos años después reedita ese primer impulso por contextualizar al visitante. Hace un tiempo publica Allá en mi tierra, en Patagonia crónica de innegable romanticismo, identidad y admiración por la historia, la gente y la naturaleza.

El otro oriundo es José Mansilla Contreras, nacido a un costadito de Puerto Montt, en Misquehue, y avencidado en Coyhaique tempranamente. Su primer libro es Sueños Chonos. En éste nos entrega una primera obra poética que da paso a una obra de teatro del mismo nombre. Ambos textos están basados en la existencia de la etnia de los Chonos desaparecida completamente en el 1700, cuyos últimos vestigios, voces e imaginería se mezclaron con el pueblo chilote. Así Mansilla comienza, como otros autores de la Décima región, a estudiar la trascendencia del pueblo chilote en Aisén y escribe monografías y artículos sobre el tema de estudio. Nos ofrece un segundo libro, esta vez no ficción: Relatos del Sur de Aisén, investigación hecha en base a entrevistas con pobladores sureños sobre leyendas, casos y mentiras. Luego otros dos autores sumarán al Patrimonio Literario Aisenino libros sobre esta área de estudio: Aysén, Mitos y Leyendas de Manuel Álvarez Lucero y Mitos y Leyendas del Litoral de Gustavo Adolfo Guenteo. Mansilla realiza aproximaciones literarias en torno a escritores argentinos y chilenos, los acerca literaria y físicamente. Es así que el año 2003 reúne a un buen grupo de ellos en Coyhaique, en el I Encuentro de Escritores de la Patagonia, con una modalidad de ponencias y lecturas, que tendrá como resultado un libro próximo. Es autor, por último, de un segundo libro de Poesía (Beca del Consejo Nacional del Libro y la Lectura, 2000) Chilpén, en el que de manera lacónica y con un lenguaje que se sostiene en gran medida en la imagen, sigue recreando a los habitantes antiguos, dueños de su poesía.



Retrospectiva

Desde el inicio del s. XX hasta los días de hoy, aún, encontramos arraigada una corriente lírica / épica fundada en la influencia del libro Martín Fierro de José Hernández, ícono de la corriente vernácula oral en la zona pampeana. Los habitantes de la Patagonia fueron seducidos por los versos tristes, justicieros, divertidos, sabios y tiernos de este personaje. Sostiene la tradición oral campesina que este importante libro (escrito a finales del S XIX) se convirtió en la Biblia del Aisenino. Algunos estudiosos consideran que esta veta literaria en sus principios sólo gauchesca, producto de la exclusiva influencia del libro y su lectura popular en todo rincón de hombre y familia sola en medio del extenso e infinito territorio, es la veta más importante en la región y su patrimonio artístico en general estaría representado por ella, lo que a ratos y a lo largo de los años ha comenzado a "excluir" a una minoría de códigos artísticos que no busca representar ni hacer heroico ningún período ni asentamiento histórico en particular, ni busca representar a la naturaleza con una fidelidad triste artísticamente y a veces pobre en su entrega, como se ve en gran parte, sino en la mayoría, de las obras escritas en y fuera de la región sobre la región, connotación que alcanza a las artes plásticas y la música, incluyendo en estas tres disciplinas, (las más practicadas) el folclor y la artesanía. No busca hacerse institución y representatividad, identidad, localidad y lógica histórica, al menos no corrientemente, sino que si se constituye en representación del espacio territorial o histórico es porque se reconoce, paradojalmente, a ese/a artista su utilidad de creador de imágenes y belleza conceptual. La escuela universal en función de una estética particular. Corriendo el riesgo de no poder nombrar a todos quienes pudieran ilustrar esa marginalidad exitosa como artistas individuales en medio de las generaciones de tradición, están: Robinsón Mora, Marcela Stormesan, Eusebio Ibar, Manuel Niño y Francisca de Goyeneche en plástica, como grandes maestros, y en grado menor Mario Miranda, Antonio Horvath, Oscar Zielhmann, Eric Anjel, faltándoles a ellos, antes que todo, la definición de individuos en el oficio artístico. Iván Barrientos, Arturo Barros y Juan Mouras, músicos doctos y profundamente avecindados los últimos, compositores cuyas obras son de gran riqueza espiritual o se proyectan hacia ella. Mario Burgos, José Aguilar (Dúo Trapananda) y Víctor Flavio Vargas, como fusión generacional más reciente. En literatura, área que revisamos con el mayor detalle posible, se produce no hace más de 20-30 años una narrativa poética visual que sigue transitando (trashumando) por los paisajes ilimitados de la tierra pero que agrega una profundización en mayor contemporaneidad con la literatura universal y muestra personajes que migran desde lo puramente rural a lo urbano o su hibridaje. Aquí el hablante se torna nostálgico, cansino, menos orgulloso y sustancial que el ánimo lírico y reivindicador de los primeros años de colonización, radicados estos bríos en la voz de Antolín Silva Ormeño y del poeta Eusebio Ibar en los años 40-50 en Puerto Aysén.

Esta narrativa comienza con las novelas de Enrique Valdés, escritor de la generación literaria del 50', nacido en la zona del Baker, al sur de la región y criado en la zona norte de ella, en Lago Verde, escenario de su novela Ventana al Sur. Larismo narrativo, también en su novela Trapananda, por esa constante significación que quiere dimensionar lo territorial: su grandeza y su fragilidad, la inconmensurable soledad del ser en la Trapa, en la Pampa, en la Matria. Sin embargo, muy a pesar, quiero decir, de la carga nostálgica y ensoñadora de la tierra, se siente el destierro, se siente en sus novelas un frío que es mayor al frío que el territorio otorga, un frío existencial, como una pena de hombre solo, un frío de seres que se han perdido más allá de la casa y la infancia, como de sin sentido y falta de gracia, quizás un hommo sapiens trashumando la leyenda del tiempo, preguntándose a cada rato qué es él. Esa es la narrativa de Valdés, una inmensa pregunta al espacio.


Conservación como Institución.

Al comenzar a pensar en este escrito, apunté varias perspectivas desde donde diseñar un Patrimonio Literario para (y en) Aisén. En primer lugar, y también por ser un trabajo que conozco de cerca, siento que en especial en esta zona las bibliotecas públicas cumplen un papel mucho más vital que el decorativo cultural de una ciudad importante o el papel de casa para especialistas, lectores e investigadores. En la región aisenina las bibliotecas son parte del tejido intelectual y cultural y entregan a la comunidad a la cual sirven una programación de actividades interesantes a lo largo del año, sin recursos adicionales para esta gestión, sino que confluyen en estas casas que son espontáneas infraestructuras culturales, distintas gestiones. Son las Bibliotecas instancias motoras y receptoras. La Biblioteca Nº 52 de Coyhaique, la principal de la región, se ha transformado en el modelo de sus réplicas comunales y, ahora último, vecinales. Ésta conserva importantes libros y documentos de quienes han escrito en su paso por la región, que no son pocos, y que unido a las obras de poetas, narradores, dramaturgos y editores de revistas, forman lo que se denomina Archivo Literario Regional. Es urgente que la Coordinación Regional lidere un diseño de programa para la conservación y difusión permanente de estos textos de estudio y de creación literaria, además de ir día a día incrementando esta colección, incremento que atañe a escritores, investigadores, profesionales, editores, imprentas, profesores y todo quien sea productor directo e indirecto de textos, como patrimonio tangible.

Existen además, como en cualquier lugar, nutridas bibliotecas particulares, generalmente de escritores de la zona, aisenólogos, como se les podría denominar en genérico. Estas bibliotecas son de uso privado pero con cierto alcance para quien necesite libros, en especial de crónicas e historia y prehistoria patagónica. Aquí menciono un contrapunto no menor. Las colecciones particulares, que ojalá herede en algún momento el Archivo Regional - por eso es vital que se constituya profesionalmente un archivo como tal- incluyen libros valiosísimos para la historia local, pero entonces para la historia nacional, en este intento de ingresar a la Patria o a la Matria por la puerta ancha. Y hay una cantidad no estudiada de textos que no están en ninguna biblioteca aisenina, ni pública ni particular, y que sí se encuentran en la Biblioteca Nacional (o/y Museos) en sus diferentes departamentos, sin poseer hasta este día, copias o algún volumen original de estos textos en la región. Situación que desmedra en cantidad y calidad el Patrimonio Literario local, y que propongo solucionar en el marco de la Institucionalidad Cultural Aisenina otorgando recursos para una línea especial de Patrimonio, que incluya el Patrimonio Literario y en el marco de la Biblioteca del Bicentenario para que amplíe sus criterios de edición y priorice textos relevantes de (en) todo el país, en una proporción equitativa.



Círculo Literario: Creación, Producción, Difusión, Comercialización,
Creación.

El círculo literario es más amplio que lo que imaginamos como tal. Es más que una sociedad de autores y escritores que comparten ciertas premisas y principios. La Literatura no puede ser un área artística o académica autosuficiente, pues para desarrollarse necesita de apoyos técnicos y recursos económicos de primera necesidad. Así como la Industria Audiovisual chilena crece al amparo de proteccionismos nunca antes vistos en la historia cultural de Chile, porque los videastas y cineastas han sabido, como entes creadores individuales y asociados, llegar a interpretar y dar a entender su circuito y sus necesidades para la industria-arte que representan, así los literatos, cuya diversidad es mucho más abundante que en el círculo audiovisual, debiésemos, independiente de nuestras condiciones particulares y regionales, tender a pensar la literatura como un círculo, cuyo inicio, indeclinablemente, se da en la creación individual, identificada en un estilo y en una práctica. Ese momento inicial de la literatura sí es, para presentarlo de una manera física, autosuficiente o en exclusivo dependiente del trabajo, oficio, talento, disciplina de quien escribe. Culminada una obra, sea ésta ficción o no ficción, una obra que se quiere difundir, necesita de procesos técnicos-económicos donde entran a importar leyes de mercado, productores, (gráficos, artistas de la plástica, correctores, diseñadores...) empresas del rubro, (imprentas o editoriales). Entonces esa ahí donde se conjugan una considerable cantidad de oficios y técnicas que complementan a la obra literaria en sí misma, como texto, para llegar a transformar este conjunto de variantes en un objeto libro. Es ése y no otro quizá, el ciclo ideal literario.

Apartado para fundar lo anterior.

Para finalizar este muestreo siempre parcial, instantánea de un momento que irá quedando progresivamente "corto" al incrementarse el fondo bibliográfico regional de la mano de sus autores, quiero mencionar a nuevos líricos y narrativos que comienzan a asomarse, cada vez más confiados, pero no sin dificultades de edición, en la escena regional, más allá de que gusten o puedan ser catalogados de escritores-as o poetas locales. La mayoría está más por el lado de aquella fusión que no necesariamente recrea el paisaje natural y social.

Liderando hace años con una poesía conocida y rescatada de sus propias renuncias, encontramos la dulce y aciaga letra de Sandra Bórquez Salas (Coyhaique…) con varias ediciones colectivas e individuales, infinitas presentaciones en público y participaciones en eventos (Insuficiencia Cardíaca, Colección Pionera, año 2004).Víctor Flavio Vargas, (Piedra Volcánica, Colección Pionera, 2004) poeta y cantautor que ha mostrado su arte en los distintos formatos en que se expresa. Clorindo Bilbao Seguel, amador popular, obrero y amigo de la poesía y admirador de Oscar Castro, especialmente (Desde el Andamio, LOM Imprenta, 2005) Eleodoro Sanhueza Ramírez, originario de Nehuntué, transformador de bosques y orillas de mar en desconciertos de tierra ajena y plazas públicas que nacen de su pluma que delira libremente.(Hojas en Blanco, Colección Pionera, 2004) Eric Anjel, poeta y pintor, susurros de versos, un gran hacedor de la revista artesanal ArtCollage (Pan y Fuego, Colección Pionera 2004). Katherine Robert Portilla, la más urbana de las poéticas hasta ahora encontradas en la ciudad capital, con un lenguaje tirante que cercena y cepilla luego los ásperos cortes que su propio paso deja (Urbanidad de Bolsillo, Colección Pionera, 2004). Sergio González Orellana, incansable operante de la web, un diamante bruto que la roca lírica ha ido puliendo con resultados auspiciosos (Ensayos Po-éticos, Colección Pionera, 2004). Manuel Álvarez Lucero, cuentista becado recientemente por el Consejo Nacional del Libro, ha logrado en cuentos que ya se le conocen una combinación de provincia y noche de ciudad, en un suspense escrito con labia (Patagonia Tierra Santa, Colección Pionera, año 2004). Mauricio Osorio Pefaur, un neo criollista que de sus orígenes en la zona central nos trae habitaciones y escenas de campo para fusionarlas con maderas al viento, cruces y la gama enorme de colores patagónicos. (Desde el Puesto Azul, Colección Pionera, año 2004) (Completa esta colección de textos, quien escribe con Diario de un Piano, 2004 Agrupa Ediciones) Esto para terminar nombrando a mis amigos y amigas, compañeros-as de ruta.

No puedo aún terminar sin nombrar y dedicar este trabajo a Nerta Orellana Troncoso, cuentista o contadora de leyendas del Valle Simpson, profesora normalista que participó con Cuentos de Chichí en esta aventura editorial de Colección Pionera.

A los grandes poetas de Chile Chico, cápsula especial de literatura en la región, a quienes mejor sería dedicarles un apartado. Ellos son Guillermo Vas Naranjo y León Ocqueteaux, años y años dedicados a la poesía escrita y vivida.



 

 

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Panorámica Literaria de Aisén.
Por Carmen Parés.