Christian
Reynoso, escritor
Por
Gabriel Ruiz-Ortega
"Lago
Grande me sugiere a mí, todo un mundo ficcional, toda una ciudad urbana,
toda una vida en movimiento, que seguramente será el escenario de futuras
novelas"
La novela "Febrero Lujuria"
(Matalamanga, 2007) es una muestra indefectiblemente de que la nueva narrativa
peruana atraviesa un muy buen momento. En ella confluyen una serie de personajes
que se entregan a los favores y desdichas de la fiesta de la Virgen de la Candelaria,
la cual se da en la ciudad ficticia de Lago Grande, en una semana de febrero en
la que quedan de lado las convenciones morales. Novela de personajes, de situaciones
hilarantes y trágicas que entrega Christian Reynoso (Puno, 1978)
a la memoria perdurable de los agradecidos lectores.
-
Para ser una primera novela, su extensión sí que sorprende.
-
La verdad es que nunca me preocupé por el número de páginas
de la novela. Ni siquiera calculé si ésta
iba a ser corta o extensa. Sólo escribí respondiendo a la necesidad
de la historia y si había que escribir más no había ningún
problema. Incluso, una vez que tuve una primera versión del diseño
del libro, recién pude darme cuenta que eran más de 400 páginas,
entonces parecía algo extraño, porque yo mismo no estaba conciente
de que había escrito una novela digamos extensa.
-
Como que a primera impresión puede alejar a un lector común y corriente.
Lamentablemente suele pasar eso con libros así. Sin embargo, la novela
adquiere un vuelo sostenido desde su primera página.
- Seguramente
hay lectores que se asustan ante la idea de una novela larga, pero también
creo que es responsabilidad del escritor, en el sentido de hacer que su historia
tenga esa apertura necesaria para seducir al lector y quitarle aquel miedo, y
es donde entran a tallar elementos de manejo de lenguaje o estructura narrativa,
etcétera. Entonces no sé si eso pase con "Febrero lujuria",
pero al menos según puedo desprender de lo que dices parece que es así.
Muchos amigos que leyeron los primeros capítulos de la novela antes que
ésta se publicara, decían que les quedaba una gran curiosidad por
saber qué venía. En todo caso, eso puede considerarse como una buena
señal.
- La novela está ambientada
en la ciudad ficticia de Lago Grande. Me parece ideal que hayas creado este espacio
geográfico ya que hace más rico el mundo andino que se representa.
- Lago Grande es una ciudad ficticia que ya empieza a aparecer
en algunos cuentos que publiqué antes o mientras escribía la novela.
No quise poner el escenario real, es decir la ciudad de Puno, ya que sentía
que ésta me limitaba en términos de ficción. Quizás
algunos escenarios ficticios de Lago Grande no hubieran resultado verosímiles
si los ubicaba en Puno. Además, Lago Grande me sugiere a mí, todo
un mundo ficcional, toda una ciudad urbana, toda una vida en movimiento, que seguramente
será el escenario de futuras novelas. De hecho en "Febrero lujuria"
aparecen algunos personajes muy secundarios que más adelante serán
los protagonistas de otras historias, como el detective Granados o el periodista
Arévalo o Silvia, la mujer del Loco Montalván. Pienso también
que muchos lectores terminarán creyendo que Lago Grande es una ciudad real
que se ubica en alguna parte entre Perú y Bolivia. Y entonces me gustaría
acompañarlos a caminar por sus calles, beber en sus bares, conocer a su
gente y por qué no, buscar la felicidad.
-
A medida que se acercan las celebraciones de La Virgen de la Candelaria, los personajes
se disponen a "interpretar" roles que sólo lo pueden realizar
en dicha fiesta. Lo que realiza el cura Esquivel al disfrazarse es prueba de ello.
-
Pienso que es en el mes de febrero cuando llega la fiesta, en que todos obtienen
la licencia, muy esperada de paso, para esa conversión o interpretación
que mencionas. Por eso es interesante ver cómo una ciudad entera se paraliza
cuando llega la fiesta y cómo sus ciudadanos asumen diversos roles dentro
de ésta, incluso para los que no tienen una cercanía con la fe,
la devoción y la fiesta en sí. Ahora, el cura Esquivel, en efecto,
encuentra en este espacio de la fiesta el momento más óptimo para
exteriorizar esa conversión que no sólo responde a un deseo pasajero
sino que va más allá, al poder satisfacer algo más profundo
y personal como es su inclinación vouyerista. Entonces el espacio de la
fiesta es una invitación y gran oportunidad para sacar a relucir ciertos
deseos guardados, así utilicen máscaras o no, o alcancen una dorada
efervescencia alcohólica o no. Sin embargo, no sé si sólo
cuando llega febrero y la fiesta es que puede hacerse esta conversión ya
que hay muchos que después de concluida la fiesta, siguen aún como
"diablos" a lo largo del año. Son, pues, los diablos sin máscara
que siempre vemos caminando, porque por alguna razón se sienten mejor así,
viviendo en la frontera de lo prohibido.
- Me gustaría
que me digas si la reyerta entre el Loco Montalván y Toro, personajes de
la novela, fue un hecho real, o fue algo inventado, puesto que las páginas
que recrean la reyerta ponen a la Virgen en un plano protagónico.
-
La reyerta entre Montalván y Toro en el barcito de doña Susana es
un hecho ficticio. Por supuesto, en la fiesta siempre se ven peleas entre danzarines,
espectadores, músicos, etcétera, que tienen como telón de
fondo principalmente el exceso de cerveza. Pero en la novela, no valía
la pena relatar una pelea cualquiera, sino tenía que haber algo más.
Entonces el elemento que da valor a esta pelea a punta de chaveta entre estos
dos personajes que son dos delincuentes es justamente que ésta se produce
por la Virgen Candelaria. El Loco Montalván será todo lo delincuente
o degenerado que quieran, pero a su modo cree en la Virgen, le tiene fe, por eso
que la cicatriz que tiene en su hombro derecho en forma de "C" -de Candelaria-
es para él una muestra de esa conexión entre él y la Virgen,
y esto hace que muchas veces dude de su accionar delincuencial y en este caso,
se vea en la duda de formar parte o no del grupo que asaltará el Camarín
de la Virgen que contiene un botín muy valioso. Finalmente, le gana el
lado bueno y surge la pelea para impedir que Toro cumpla su cometido. Eso sí,
tengo un recuerdo difuso de haber conocido alguna vez en un bar de mala muerte
en el que yo mismo no sabía que hacía, a un hombre al que sus compinches
llamaban Toro, aunque nunca haya vuelto a saber de él.
-
Curiosidad, apego, fascinación, fastidio y demencia se dejan notar en los
personajes en su relación personal con la Virgen. Y esta, digamos, feligresía
laica ve su punto de quiebre en febrero. Como esta fiesta tiene fama de ser excesiva,
¿cuánto ha cambiado a lo largo de los años?
-
Cada año la fiesta de la Candelaria cambia para bien o mal, y esto porque
cada año, sus participantes directos sean danzarines, alferados y espectadores
también sufren cambios en sus vidas. Así, cuando llega febrero cada
quien se enfrenta a la fiesta de forma diferente. Por eso el collage de personajes
y actitudes, muchas veces ambiguas, que se generan en la fiesta y en la novela.
Cada año la gente quiere más, y ese deseo de abundancia está
manifestado en esa supuesta fe y veneración a la Virgen que la gente cree
tener y que se reproduce en danza desenfrenada, torres de cajas de cerveza -hay
toda una pugna de las empresas cerveceras por ganarse el mercado-, trajes costosos,
libre albedrío, apetito sexual, etcétera que puede representar ese
punto de quiebre de esa feligresía laica que mencionas. Es que todos son
humanos y la tentación del pecado siempre está ahí, a la
vuelta de la esquina, por más que se tapen los ojos. Entonces, mientras
más grande sea el despilfarro, mayor será la fe hacia la Virgen,
lo cual, por supuesto, es una ridiculez, más allá de las diversas
interpretaciones, porque me parece que el despilfarro está bien, y que
no hay que asustarse de ello, pero que de ahí, a que esté ligado
a una situación de fe, devoción, no. Por el contrario, es un indicador
de exageración, jolgorio, paganismo, que hay que aplaudir libres de todo
prejuicio, porque para eso están las fiestas. Ahora, en algún momento
de la novela es el mismo cura Esquivel quien reflexiona sobre esto, justamente
cuando entra al Camarín de la Virgen y ve las abundantes y valiosas pertenencias
que ostenta. Finalmente, es muy visible en Puno, que en los últimos años
la mayoría de la gente que danza en la Candelaria lo haga por diversión
y todo lo que ello implica, que por convicción religiosa o veneración
a la Virgen. Y peor aún, para quienes dicen hacer ambas cosas, porque allí
se ve esa dualidad religiosa o pagana que es poco confiable.
-
Un par de personajes que arrancan más de una risa al lector son el cura
Esquivel y el poeta Núñez. Santidad y promiscuidad cobijados por
el aura de la veneración.
- Sí, yo también
he sentido mucho placer al crear estos personajes, y más allá de
sus historias independientes, hacer que en algún momento se encuentren
en una situación de conflicto, como sucede con la discusión que
se genera entre ellos a causa de un cuadro desaparecido de la iglesia San Juan.
Este contraste entre ambos personajes en cierta forma me ha permitido, a través
del poeta Núñez, burlarme un poco y poner en evidencia aquella hipocresía
religiosa que se ve en un gran sector creyente, lo cual es aún mucho más
notorio en la fiesta de la Candelaria. Creo también que Núñez
y Esquivel son dos personajes inocentes atrapados en ese jolgorio desmesurado
de la fiesta, lo que genera en ellos, sentimientos encontrados. Por eso que Núñez
en algún momento cuestione su creencia religiosa y Esquivel termine loco
asumiendo el costo de su fracaso al no haber podido impedir la mezcla de cerveza,
danza y fe pagana de los feligreses como expresión de fe y veneración
a la Virgen. En ese sentido, creo que el tema de la religión y la fe en
la Candelaria puede verse desde una óptica muy crítica pero también
con humor, porque las contradicciones de sus actores hacen que sea así.
Entonces para mí resultó muy interesante poder enfrentar poesía
y religión, o belleza y falsedad, en las páginas de la novela a
través de estos dos personajes.
- La fiesta
también llama la atención de personajes foráneos como los
franceses Monsieur Wieland y su hija Katherine, y el argentino Guillermo.
-
Claro, es que la fiesta tiene también esa capacidad de juntar a personas
de todo lugar y condición, y la novela tenía que retratar eso. Ahora,
Puno cada vez se está convirtiendo en una ciudad turística con mayor
presencia de foráneos. Y eso se ve aún más en febrero con
motivo de la fiesta donde los foráneos viven todo un éxtasis de
baile y bebida, como si se estuvieran descubriendo a sí mismos. Entonces
estos personajes me sirvieron para contraponer otros puntos de vista respecto
a la vivencia y compenetración que uno siente con la fiesta. Por eso, al
dejarse llevar por el jolgorio, encuentran una felicidad de fiesta que termina
convirtiéndose también en una felicidad carnal.
-
Me queda claro que te documentaste para la novela. También puede leerse
bajo otras ópticas. ¿Cómo manejaste los datos en pos de no
quitarle a la novela su base ficcional? Te lo pregunto porque el uso, ya sea responsable
o temerario, de estos juega un papel crucial en lo que respecta a la verosimilitud.
-
En primer lugar creo que todo escritor debe creer en lo que escribe o al menos
ser el primer convencido de que sus ficciones son verosímiles. Esto de
alguna forma ayuda a interiorizar una realidad ficcional que de por sí
sola, en el proceso de escritura, va adquiriendo mayor verdad y justamente es
por eso que puede prestarse a diversas lecturas. En ese sentido, me parece interesante
que "Febrero lujuria" pueda tener esa característica. Ahora bien,
para escribir la novela también tuve que leer y revisar bibliografía
enfocada a la historia de la fiesta y de la Virgen, aunque debo decir que mucha
de esa bibliografía resultó repetitiva y sin contenido.
-
Claro. No es una novela histórica.
- Por supuesto, nunca
me interesó hacer una novela histórica, pero sí advertí
que aquellos datos propios de la historia que además se prestan a diversas
versiones, de alguna forma debían ser incluidos en la novela. Allí
es donde entra a tallar el capítulo aquel, en el cual a través de
una conversación de bar teniendo como fondo la víspera de la fiesta,
el personaje don Ignacio cuenta la historia
de la Virgen y de la fiesta, además del significado de las danzas, a monsieur
Wieland. Coincidentemente este capítulo fue el último que tuve que
reescribir antes de publicar la novela. Entonces se trataba de poner sobre la
mesa las distintas versiones de la historia sin inclinarse por ninguna. Sentí
que si no se contaba esto la novela no iba a estar completa. Por ejemplo, todos
saben en Puno qué es la danza de la Diablada, pero quizás en otras
partes no, entonces para tener una comprensión cabal de la novela, ameritaba
explicarlo de alguna forma cuidando no romper el plano ficcional que es la esencia
de la novela.
- Esta fiesta orgiástica es
también una revancha contra las ilusiones perdidas, no sólo para
los habitantes de Lago Grande.
- Esta pregunta me sugiere el preguntarme
a mí mismo, ¿quiénes son los habitantes de Lago Grande? Entonces
pienso que cuando la noche cae en la ciudad de Puno, ésta se convierte
en Lago Grande sin que sus habitantes lo sepan. Y cuando llega febrero, aún
la conversión es total, no sólo al caer la noche sino desde los
primeros hasta los últimos días del mes. Entonces, en este espacio,
la revancha puede entenderse como la liberación de aquellas ilusiones perdidas,
por eso que en esta fiesta lo entreguen todo. Sin embargo, también puede
hablarse de un festejo por la satisfacción de haber hecho realidad los
sueños.
- ¿Cómo así?
-
Por ejemplo, muchos en esta fiesta materializan el amor en la figura de cualquier
danzarina de buenas piernas como el personaje Paola Candelaria, o ven la posibilidad
de regocijarse en un mar de botellas de licor como Lizandro y sus amigos, o descubrir
el consuelo que el Loco Montalván encuentra en la muchachita Cintia para
olvidar por unos días a Silvia, la mujer que ama y no tiene. Así,
todo esto se traduce en ese ofrecimiento de la fiesta que conduce a sus participantes
a explorar los deseos infieles de su razón y corazón. Por eso, en
la fiesta de la Candelaria, todos terminan ganando algo. Los perdedores, más
bien, serán aquellos que no tengan ni para un par de cervezas.
-
En una novela así es imposible no especular sobre el influjo algunos autores.
Por su estructura y tema me inclino como si hubiera un tributo a Vargas Llosa
y a José María Arguedas.
- Coincidentemente junto
a Ribeyro, Vargas Llosa y Arguedas son los escritores peruanos a los que más
he seguido en su literatura. En ese sentido es probable que haya recibido alguna
influencia de ellos al momento de escribir la novela o al momento de articular
la técnica narrativa. Sin embargo, al menos de manera conciente no me propuse
en ningún momento hacer de la novela un tributo a ellos, aunque inconscientemente
puede ser que aquellos gustos literarios se hayan ido filtrando en la historia
misma. Por otro lado, si Arguedas aparece en la novela en boca del personaje Rolando
Montoya, es porque quise contar y dar a conocer que Arguedas estuvo en Puno justamente
en una fiesta de la Candelaria admirando el concurso de danzas en el estadio y
que gracias a esta experiencia, posteriormente, Puno pudo ser declarado como la
Capital del Folklore Peruano. Además en un artículo en El Comercio
Arguedas se planteó el hecho de saber qué efectos causaría
este espectáculo en los Campos Eliseos de París o en la Quinta Avenida
de New York. Y por supuesto, en la novela, el personaje Montoya aún va
más allá, imaginándose esta fiesta de danzas en las calles
de otras ciudades cosmopolitas.
- En la página
final de "Febrero Lujuria" se nos indica que la novela demoró
en escribirse cuatro años. Pero me gustaría saber desde cuándo
tenías pensado escribirla ya que por la magnitud de la entrega ésta
no parece haber sido concebida de la noche a la mañana.
-
Sí, de hecho esta novela no ha sido concebida de la noche a la mañana
y tampoco ha respondido a los cuatro años que precisó su redacción.
Es probable que a lo largo de los años desde mi niñez, adolescencia
y juventud en que fui observando la fiesta de la Candelaria haya ido naciendo
alguna inquietud que finalmente se manifestaría a través de la literatura
en el cometido de entender, reinterpretar o reinventar esta fiesta. Más
bien, sí alguna vez me propuse escribir un cuento con este tema, intento
en el que no tuve éxito justamente por la complejidad de la fiesta. ¿Desde
qué punto de vista abordarla? ¿Qué personaje principal crear?
¿Qué contar de la fiesta?, y una serie de preguntas. Este intento
frustrado hizo que me planteara la idea de abordar la fiesta desde la novela,
como género mayor que podía darme más posibilidades narrativas,
y eso, en el tiempo de escritura de la novela se fue consolidando, porque además
para mí fue un tiempo de descubrimiento literario y de lecturas que ayudaron
a perfilar la novela.