MUNDIAL DEL SESENTAIDOS 
                  Ovejas descarriadas, como nos decían los vecinos
y 
                  gritábamos, cuando Garrincha, delirante,
caluroso día de 
                  invierno San Juan del Sesentaidós.
rompía y deshacía redes 
                  europeas.
Toda mi generación guitarrista-eléctrica y 
                  motonetista
hasta llegar al exterminio, como es 
                  posible
probar en documentos,
toda salió a la calle 
                  caliente, los geranios
volaron a pelotazos, en 
                  nuestra
cierta alegría, furibundo músico
sonámbulo de la 
                  cuerda floja, salió a la calle,
justamente, haciendo sonar 
                  el instrumento
como si el cielo fuera a 
                  desplomarse.
                  II
                  Al anochecer, atravesábamos el parque
semidestruído, 
                  donde se hacía el amor
a la luz de un lejano farol y las 
                  estrellas,
revueltos con la hierba embriagadora,
a 
                  madera nueva de árbol,
volábamos,
radioportátil en 
                  bluejeans casaca
de cuero, entre sueños y en los 
                  gestos
peligrosos, por cierto.
De manotazos iniciábamos, 
                  pues, esa
encantada faena nocturna que 
                  significa
Apoderarnos del Wurlitzer,
amada mía tomo tus 
                  manos, las aprieto
en la memoria, mientras ganamos
y 
                  ganamos partidos en el césped del Nacional
tan 
                  verdecito.
Inventamos y bailamos rocanrol como
pequeños 
                  dioses,
nos damos vueltas y vueltas cada vez más 
                  perfectas
hasta coger ahí esa gloriosa onda de amor
que 
                  te agita como ángel furioso y fascinado,
perfecto 
                  baila,
baila en calles de gente enloquecida que
izando 
                  banderas y bocinas grita:
¡Viva Chile, Patria de 
                  futbolistas, Mierda!
Un gran río que corre ojos 
                  cerrados.
Todo ha sido desmantelado de furor por Chile, 
                  
(como se dijera aquel Abril)
los estudiantes 
                  cantando
y gritando roncos
y cansados nos defendíamos 
                  uno con otro
a peñascazo.
Así tendríamos que defendernos 
                  después en
medio de la vida.
(Algunos, que hoy deshojan 
                  lluvias y penas, juntos
entonces robábamos manzanas
del 
                  huerto de la primavera)
                  Con los bolsones empapados, se empezó en la 
                  calle
aquel Abril, guitarrista-eléctrico,
a las ventanas 
                  de sus casa salían tipos degenerados
a insultarnos,
a 
                  recordarnos nuestros padres que a esas horas
estarían 
                  trabajando, nuestros
padres llenas de várices las piernas, 
                  aquel
memorable, viejo otoño, hermano mío.
Frío a la luz 
                  del carbón.
oscuro en el silencio de la casa.
Muchas 
                  desgracias para nuestra pequeña sangre
helada de impresión, 
                  en las calles
la gente a borbotones.
Se quebraron 
                  puertas,
y plazas quemadas.
Todo se llenó de humo y 
                  lamentos,
pero sin mayores consecuencias, (sólo
que 
                  recibimos una fuerte paliza, por descarriados
y andar medio 
                  a medio de los hechos
con el bolsón y los cuadernos 
                  destrozados)
                  III
                  Some of this days es triste,
como río congelado, 
                  guitarrista-eléctrico de 
                  barrio
latinoamericano.
Ciruelo, naranjo en flor 
                  donde crecimos
con la cabeza llena de James Dean huraño, 
                  enemigo
pues de todo padre.
Como nosotros.
Que jamás 
                  seríamos empleados, dependientes
de nadie, en 
                  absoluto.
Porque habríamos de partir, así lo 
                  decidimos
escondidos al país de James, o en tren
al otro 
                  lado de la cordillera,
Y junto, o, como Elvis, 
                  camionero-guitarrista,
con el camión, vehículo cualquiera 
                  
haríamos maravillas.
(hoy te he visto, hermano 
                  Jack, con tu gastado uniforme ETC
haciendo maravillas para 
                  no pasar con luz roja
y volcar entre tanto tránsito 
                  loco)
Te he visto Juan, con tu gastado uniforme 
                  gris
hacer maravillas
durante ocho terribles horas cada 
                  día
por un sueldo miserable
A los infiernos 
                  llegábamos mojados,
al Wurlitzer, dos cigarros por cabeza a 
                  escuchar
los últimos discos de Bill Haley
Lo más nuevo 
                  desde America North,
Tú te colgabas de la tragamonedas, 
                  balanceando
con el cigarro en los labios,
huérfano de 
                  dieciocho años, expulsado
por robar del Liceo el libro de 
                  clases y eras
nuestro tácito jefe,
Te colgabas 
                  jefe,
te metías entre los vidrios de color y 
                  polvorientos
de los cuarenta y cinco single
como un 
                  enanito, sobre la aguja y el brazo
automático, y todos 
                  nosotros
detrás, a empujones, riéndonos de Carlos,
que 
                  le habían levantado su morocha,
Carlos el mago de las tres 
                  bandas
durante dos horas por lo menos,
no sabíamos 
                  porqué, guitarrista, dejábamos
nuestra poca plata, 
                  conseguida siempre de mala manera,
volábamos sobre una 
                  mezcla de dixieblue
que los negros cantaban con el 
                  corazón
sentados a orillas del puerto de San 
                  Francisco
el Ano Veinte,
y nosotros ahora,
vestidos 
                  como James.
                  IV
                  El corazón se agiganta,
y late, inolvidable circo 
                  mágico de ciegos
porque tengo tu pequeño pudoroso sexo 
                  entre mis dedos
y te agitas y emblandece tu 
                  boca
desconocida colegiala, mientras todos
atrás gritan 
                  consignas sexuales-amorosas
de la más pura rebeldía,
y 
                  yo me pongo contento, te beso más
y más adentro aún,
un 
                  hombre casi completo soy, dsconocida
senos, dulcísimos 
                  senos del Toesca
hasta que la luz nos haga
retomar 
                  nuestros bolsones y vueles
sin que yo sepa tu 
                  nombre
siquiera.
Afuera la multitud,
ya dueña de 
                  las calles con carteles y canciones
Viva Chile, tercer 
                  campeón del Mundo en futbol.
Nosotros generación del 
                  Sesentaidós,
qué perdidos estuvimos entre la gente
el 
                  día del jolgorio,
las motos aullaban guitarristas,
y los 
                  instrumentos
llenaban el cielo de rugidos y 
                  lágrimas,
algunos se detenían a brindar con los 
                  pasajeros
de las micros,
y todos se abrazaban y 
                  querían.
En camiones, garrafa al hombro, se 
                  pidieron
monumentos a los héroes de Chile y fogatas
para 
                  un mundo de pompas de jabón.
                  V
                  Por eso Juan,
ahora que las motos están 
                  desmanteladas
los instrumentos,
en algún lugar del 
                  cachureo,
te digo:
No te pierdas,
no te deshagas 
                  entre las sombras, ni
derrumbes.
Yo estoy sin trabajo, 
                  fuera
de la Administración Pública, paso
si 
                  vieras,
la tarde, dando comida a las palomas.
Muchos de 
                  nosotros han muerto
y los veo a veces por las calles, 
                  pero
dan vuelta los ojos hacia otro lado,
No importa 
                  Jack
no importa créeme,
no estamos aún viejos, verdad 
                  y
quizás,
todavía es tiempo,
de revolver medio mundo 
                  y conseguir
algo mejor para la familia.