Daniel
piensa en español y escribe en inglés
Por
Sonia Lira
La Tercera Cultura, sábado 4 de noviembre de 2006
Esta
semana The
New Yorker publicó por segunda vez un relato en inglés
de Daniel Alarcón. La promesa de las letras peruanas presenta en Santiago
su primer libro traucido al castellano. El mundo al revés.
El
siglo que comienza es pródigo en escritores latinoamericanos que escriben
en español y piensan en inglés. Con Daniel Alarcón pasa lo
contrario.
Por las 260 páginas de su primer libro, War by Candle-light
(2005, editado ahora como Guerra a la Luz de las Velas), circulan la pasión
y la compasión de la tradición latinoamericana. El autor de 29 años
se expresa en la lengua de Faulkner -uno de sus referentes- pero sus emociones
se articulan como las de un peruano, las de un limeño, las de un causa.
Al menos eso transmite
la traducción del volumen, que mañana se presenta en la Feria del
Libro de Santiago.
Cuando The New Yorker publicó en 2003 City
of Clowns -uno de los relatos que integran Guerra a la Luz...- la revista
cayó en la tentación de clasificarlo dentro de narradores que han
publicado en una lengua no materna, como Conrad o Kundera. Alarcón respondió
en el mismo New Yorker que "el español es sólo nominalmente
mi primera lengua".
Es cierto que nació en Perú y aprendió
de sus padres las primeras palabras. Hasta allí la
comparación
con Nabokov funciona. Sin embargo, tres años después la tesis empieza
a diluirse. Su familia emigró a Alabama con él todavía en
brazos, trasladándose a un típico suburbio de clase media norteamericana,
muy ordenado y aséptico, lejos del ruido y del caos del Rímac.
"Recién
en 1995 el español se convirtió en algo relevante. Fui a la universidad
de Columbia y como en Nueva York la influencia hispana es muy fuerte, sentí
curiosidad por la cultura de mis orígenes. Como todo hijo de inmigrante,
casi pierdo el idioma de mis padres. Me di cuenta de que mi vocabulario era muy
limitado. Escribir en castellano me parece todavía palabras mayores, pero
quizá...", dice Alarcón al teléfono desde Oakland, California,
antes de partir a dar clases y traducir al inglés un "libro de culto":
Incendiar la Ciudad, del peruano Julio Duran.
Alarcón estudió
antropología y sus intereses lo llevaron a África. Allí,
en 1998, tuvo su primera lectura
"larga" en castellano, El Amor en los Tiempos del Cólera,
de García Márquez. En Lima realizó un taller de fotografía
en un barrio marginal y leyó a Vargas Llosa y a Vallejo. Después
disfrutaría a Cortázar y a Roberto Bolaño. Antes había
asimilado a sus padres literarios norteamericanos: Faulkner, John Cheever, Philip
Roth. Pero es a los rusos -Chejov, Gogol- donde siempre regresa.
Su carrera
literaria partió en las grandes ligas con la mencionada aparición
en The New Yorker. Allí retrataba una Lima pobre y corrupta, donde un periodista
debe disfrazarse de payaso para un reportaje tras la muerte de su padre. Su nombre
llamó la atención del gigante editorial HarperCollins, que decidió
publicar su libro de relatos War by Candlelight, la historia de un joven
seducido por la guerrilla que otorga el título al texto. "Hubo miles
como él que se radicalizaron después de la muerte de Allende, en
1973", dice en la entrevista.
Alarcón se apronta hoy a lanzar
su primera novela en Estados Unidos, Lost City Radio: "Supe que a
un ejecutivo de Barnes&Noble no le gustó la portada, quizá porque
no tiene las mariposas del realismo mágico". Eso sí, no está
entre quienes buscaron sepultar a Macondo. Lo suyo puede ser urbano o rural, pero
siempre realista. Aunque un payaso indignado que vende pastillas de menta en un
bus parezca tan fantástico como Remedios la Bella levitando en Cien
Años de Soledad.