A nadie le gusta ser yagán
El idioma yagán desaparecerá, tal como lo hicieron el hebreo y
los idiomas indígenas de España y de Galia bajo el imperio
Romano.
Neil Davidson
El
fallecimiento hace una quincena de una de las últimas hablantes de la
lengua yagana, Úrsula Calderón, sólo continúa un proceso que muchos
todavía dan por inevitable. La dispersión de los pueblos chicos, la
pérdida de sus idiomas, parecen ser el fruto natural de la
globalización y el progreso. El idioma yagán desaparecerá, entonces,
tal como lo hicieron el hebreo y los idiomas indígenas de España y de
Galia bajo el Imperio Romano o, para tomar un ejemplo más reciente,
como desapareció el córnico, idioma celta del suroeste de Inglaterra,
en el siglo XVIII.
… Sólo que el hebreo
se volvió a hablar: fue resucitado, en forma deliberada, para servir
de idioma nacional en el nuevo Estado de Israel. Y al recorrer unas
librerías en Londres durante una visita que hice unas semanas atrás,
descubrí que el córnico también ha recuperado su condición de lengua
viva. Según la versión oficial, había caído en desuso al morir su
última hablante monolingüe, una tal Dolly Pentreath, en 1777. En
realidad no era tan así: sobrevivió al lado del inglés, pero en forma
cada vez más precaria, de modo que a principios del siglo XX, cuando
impulsaron su reactivación unos estudiosos, sólo lo mantenían en
existencia ciertos pescadores que retenían una que otra palabra o
frase suelta y usaban los números para contar su pesca. Hoy en día hay
revistas y programas radiales, se hacen películas en córnico y en las
librerías de Londres se venden manuales autodidactos, con
cassette.
… Todo eso va muy en contra,
por cierto, del espíritu "moderno" o "progresivo" tal como se
entendía, con leves modificaciones, desde el siglo XVIII hasta los
años setenta. Moderno era todo lo que aumentaba la eficiencia de la
comunicación: los ferrocarriles, las autopistas que atravesaban los
barrios céntricos, los idiomas internacionales. Se suponía que ya a
comienzos del tercer milenio todos estarían hablando esperanto y
viajando al lugar de trabajo en pequeños helicópteros.
… La conservación de un idioma moribundo hubiera
parecido un acto de contumacia, un atentado contra la modernidad. Y
¿ahora? Es el último grito de la moda. En Cornualles, en el país
vasco, nada más taquillero que la lengua ancestral. De definirse
alguien como entusiasta del esperanto, por otro lado -y esas personas
todavía existen -, sería difícil contener la risa.
… Vivimos por cierto en un mundo esquizofrénico.
El progreso decimonónico sigue, la homogenización aumenta, no hay
córnicoparlante que no conozca también el inglés. Pero ese proceso
lleva tantas décadas, se ha hecho tan predecible, que ya no produce el
entusiasmo de antes. Salvo, quizás, en la XII Región.
… "A nadie le gusta ser yagán", fue la triste
reflexión de Cristina Calderón, la hermana de la difunta. "La mayoría
no quiere hablar nuestra lengua". Parece que no saben en qué siglo
están viviendo. En noviembre pasado el actor Richard Gere visitó la
villa Ukika, donde se concentra esa etnia, para saber de su vida.
¿Volverá a Chile para la inauguración de la nueva autopista bajo el
Mapocho? ¿O para ver cómo se vive en Las Condes? Realmente lo
dudo.
En El
Mercurio, Enero de 2003