En noches 
                como ésta
              Existe una espalda sobre tu espalda
                curiosamente divertida
                por el oleaje de tus senos.
                Están además
                tus orillas calurosas
                que resuenan en las ventanas
                que resuenan en mi pecho
                que se confunden con el sonido
                de la lluvia.
              Es la insistencia del recuerdo
                que me arde en el oído.
                Y la espalda se me cae por la espalda
                y la nostalgia se me cae por los ojos
                y la boca se me borra con la mano
                y los dientes siguen ahí
                apretándome.
               
               
              El descuelgue 
                de la brisa
              Posiblemente los ríos sean rudos
                como la piedras
                como las voces
                que surgen de las cajas de cigarros.
                Posiblemente sea el movimiento de tu pie
                el desasosiego vertical de las nubes
                que también buscan algo
                que llegan a algo
                que precipitan en algo.
              Posiblemente.
              Pero lo más importante es la caída
                hablo del descuelgue abrupto
                de abrir las manos velozmente
                y verse fuera abajo
                hombre al agua
                hombre al hombre.
              Porque el metal es impenetrable a la mirada
                al beso ingenuo de las aves
                y las aves no caen
                disfrutan del abismo.
                
                Posiblemente - y esto es muy posiblemente- 
                yo les crea más a esas criaturas de la nostalgia
                esa corriente de aire que es como un río
                de piedras que avanza por mi espalda.
               
               
              Talita
              Uno no sabe Talita
                desvanece
                desliza.
                Es que toda superficie
                es una profundidad no descubierta
                tu manita blanda tanteando las hojas
                el movimiento aprendido de las despedidas
                el café dando de círculos
                cada vez más lentos en la negrura.
                No te pido la cruel ceremonia del tajo
                el magma brilloso de la sangre
                si no que me arranques esto pesado
                esta definición indefinida del suspenso.
                Qué hacer Talita
                si uno confunde
                converge
                combina
                y combustiona.
              Sería mejor entrarle a todo
                entrarle a Bach
                ............ .a Buenos Aires
                ............ .a Morelli
                entrarle a tu blusa y a tus muslos
                entrar
                para que este calor termine por nosotros
                y esta ventana se lance a la locura.
               
               
              Breve transcurso
              Esta vocación de brote y desgaste
                que se agolpa en la mirada
                se parece a las hojas que caen.
                Los últimos segundos del otoño
                en que el mundo
                como biología inagotable desvanece.
              Entonces
                la levedad del descenso
                es como las estrellas
                que deciden soltarse del firmamento
                para ser fugaces en la redondez
                en la lluvia nocturna del vacío.
               
               
              Invierno en 
                Amherst 
              a Nicole Martí
              
                Veo plazoletas nevadas
                árboles dispuestos a la tormenta
                techos preñados por el sonido de la nieve.
                Veo tu boca dibujada en un vidrio empañado
                una gota deslizándose
                como un navío próximo al naufragio,
                hebras humedecidas que se enredan
                en tu yema calurosa,
                en la letras frágil
                con que escribes mi nombre.
                Todo eso ocurre
                mientras los trenes tremolando
                llegan sin aviso, donde el vapor
                de tu cuerpo teje un territorio
                de entradas y salidas.
                Afuera es el frío
                un desvanecer paulatino de cornisas
                y acá es enero
                Amherst a través de tu ventana
                al borde del silencio.
               
               
              Rodrigo Lira
              No hay vaso de agua que no sea capaz
                de ahogar a un poeta.
                Ni poeta capaz de tomarla
               
               
              UNO
              Av. Grecia 903.
                Ahí escribió sus últimos poemas
                después
                nosotros quisimos hacerlo
                con la luz apagada.
               
               
              DOS
              Rodrigo Lira Canguilhem
                se apestó de esto
                el 26 de diciembre de 1981.
                Ese día estaba de cumpleaños
                y se apagó él mismo las velitas.
               
               
              TRES
              Menuda problemática 
                señor Lira, ud se tira el gas
                y nosotros nos asfixiamos. 
               
               
              Alucinación 
                parcial de la memoria
              Dalí (1931)
              Esta vela apenas atraviesa lo que alumbra
                y no es Lenin el que aparece en aquel cuadro
                es la llama que diminuta se abre camino
                cuando sentados en la penumbra buscamos
                en los bolsillos; porque sin lugar a dudas
                en los bolsillos se olvidan los pasajes
                a esos lugares que nunca visitaremos;
                pero que sin embargo guardamos con devoción
                como si en las casas los emblemas del recuerdo
                fuesen melodías que se tocan y resplandecen
                como el rostro de Lenin incandescente sobre el piano.
                Y la mirada no mira si no se voltea hacia dentro
                como el calor de las fogatas que reproducen
                expresiones anteriores a nosotros.
              Es la puerta que nunca termina por abrirse, 
                pero que se asoma para vernos
                desde el otro lado - siempre hay otro lado-
                Del cielo además caen cosas
                que sin saber solemos cargar en nuestras espaldas.
              ¿Pero cómo recordar sin estrellarnos contra los 
                cristales?
                ¿Cómo calzar esto con lo otro sin averiarnos demasiado?
                Sólo sé que ésta vela apenas atraviesa lo 
                que alumbra
                y no es no es mucho el contorno de la mirada
                son fragmentos entre párpado y párpado
                irrupciones del pasado, incontrolables hipos
                que insisten en salirse de uno
                pequeñas aldeas de la memoria
                que terminan por dejarnos sentados
                a oscuras aguardando que esa puerta 
                se cierre totalmente con los dedos en medio
                amoratándonos el último hueso
                que nos queda.
               
               
              Así 
                empieza todo poema
              Palabra, una palabra, la última
                y la primera la que callamos siempre.
              Octavio Paz
              Así empieza todo poema
                alfileres
                hilos
                cintas de envolver
                algún verso isabelino descompuesto
                un polluelo extraviado encogiéndose de hombros
                un espasmo provocado
                de tanto leer a Lihn
                estornudos tristes
                y el paladar adolorido.
              Así es la eterna lucha
                tiranteos
                asomos breves
                hilo más hilo hasta llegar
                a la costura nublada que lastima
                en ese instante se cae la ceguera
                se agripan las rodillas
                y se instala el habla polvorienta.
                Entonces por fin
                agobiado por la labor
                la mano se desata
                y se escribe la primera palabra.
               
               
              El otro lado
              Ir juntando piedra a piedra
                el nombre de las cosas.
              Alcanzar la orilla del viento.
                Caer.
                Resbalar por el musgo
                ser el musgo.
                Entrar al reino de lo innombrable.
                ¿Para decir qué?
                Que nos ahogamos hacia dentro.