La desgracia constante produce en el alma
el mismo efecto que la vejez en el cuerpo:
no se puede uno mover más, se acuesta...
Francois-René de Chateaubriand.
Canas se apostan en la alcoba,
maduran según retratos ocultos
de jugando juventud por joroba.
Se cubre con relámpagos de insultos
bajo tela negra, la tela negra;
sin edad para ser Sol entre adultos.
Se queja sobre un pilar de piedra
y divide al azul en azul. Pobre,
transita en la luz y en la hiedra.
Se cansa tanto -con letra de cobre-
en el silencio, como la tristeza:
y allí va, por su invierno salobre.
Su indigencia esconde una certeza
grave, porque él se juzga muy viejo
en su punto cardinal de pobreza.
Y a tientas se encuentra con el espejo,
para darse con la atroz sorpresa,
que yo soy la imagen del reflejo.
MISA
Se lanzó la lluvia que recojo aquí adentro,
desde entonces no hay sombra bajo la acacia,
desde entonces prefiero comer en el centro
reciente de ubres, que abandonan con audacia.
Ven mi travieso funeral, ávida fractura,
tímido Cordero de tres horas enfermizas.
Ven a recoger tu bestia con rabia: cordura
detrás del gato entre espejo hecho trizas.
Pero no llegas, así es mejor, sentir ausencias
y salir y estar y nadie... para con meses,
obedeciendo al pan, hasta que fluyan esencias.
Esto es, como un decir, estar algo vivos
tal vez negarme a mis pisadas muchas veces,
recubierto por vísceras, por días esquivos.
JAULA
Juzgo y no tengo. Váyanse, me siento perdido,
oscuro, ensimismado. Además no me han visto
los espejos, no emerge el ojo ínfimo de aguja
y se acabó ya aquel rostro animal que estruja
a la incubadora. Márchense, con todos sus dientes,
también con sus arpegios, tapando, pues, las vertientes.
En tanto, el custodio soledad se apiada, me abraza,
en ambos costados la fe, como si una braza
incandescente quemara a fuerza del odio. Déjenme
ahora, no hay más. Aunque siempre, a tiempo, reme
en contra de la corriente, no hay más. Y así
daño
hasta los pasos largos y cortos que doy en años.
Sí, ayer naceré con ustedes, anverso en hombros.
Sí, lárguense. Detrás, cruelmente, dejarán
escombros
pero sin queja alguna, pagando con tarjeta
la sintomatía de aún estar vivos, cual Z.
Para abrir pollos ante la intemperie del sufrir:
-¿Cuándo no habría, en un ser, cuerpos
por sacudir?
II
RETRATO
Él empieza a escribir a la luz de su foco.
Él cree que ya no puede escribir, yo le creo;
las palabras salen de su ser y poco a poco
lo van dejando muy solo, como a un reo.
Es una infinita escena desgarradora
pues un enjambre de hojas son rotas en la brecha.
La lechuza lo mira conmovida y lo adora.
Él mece su lápiz de izquierda a derecha.
Al acabar vuelve a la página en blanco
donde medita en los vastos campos de la mente
transcurriendo con los ojos de un triste pintor.
-¡Mira, mira lo que me has hecho! ¡Estoy manco!
Y lo advierto caer sangrando terriblemente,
matando mi imaginación a mi yo escritor.
CREACIÓN DE DOS SERPIENTES
La floresta fue una suerte de brazos fielmente reproducidos
por un laberinto de espejos, que, de rodillas, era sostenido
por la nada. El malentendido se desató por doquier
y hasta hace instantes había garzas migrando. En su
volar tomaban un descanso en las edades perdidas; empero,
una criatura infeliz se extravió en el tránsito
clamando desgracias. De enero a diciembre de todos los almanaques
ulteriores no apareció. Muchos conflictos y sus respectivos
aprendizajes sin apuntes, incluso ahora se llenan de nupcias.
Y un enebro proyectó, a la vez, dos magnificas tinieblas.
Poco hacía presagiar que obraban invocado un perfecto
milpiés novedoso; pero luego, por caridad, ambos se
corrompieron por un atajo de rumbo a Oriente. Con audacia
las estaciones del año fueron en su busca. Solo se
escucharon guitarras y zapateos. Y el clima se quedó
sin jefes (aún hoy yace el pobre investigando). Se
forman fiebres inauditas, pues jamás antes la ojera
dolió tanto, jamás antes la cápsula rebotó
en aflicciones de hombros y jamás antes se ha visto
a tanta gente que no se levantará jamás.
Se ha dicho que en otras épocas no era así,
aunque el epitafio no es la última palabra.
ESCENAS DETRÁS DEL PINO
Una suave luz da al remanso con un abril.
Éxtasis de pueblo y manos cruzadas. Cielo
sobre rebaño maternal. Hogar de marfil
tras su jarrón a dos aguas, cocinando hielo.
Lo acepto, no duden, aúllan lobos muy cerca;
hacen, todavía: ladrillos, frutas, coronas.
-¡Pero el río se lleva delicadas hojas!
Y abejas con ancianos fueron, de forma terca,
a los techos (ver la verdad). Tanto caracol
en el cuello por palmas diciendo adiós a todos.
Oración de ángel junto a su cama (que es farol)
hasta ser codorniz en ciertos banquetes locos.
Y aun muy lejos del nevado, dormita hacia
refugios y estaciones, siguiendo la fragancia.
LA PENA
Sensiblemente
ella camina sola, como una lágrima, por las calles.
Ella fue víctima de un ardid del sentido común
y lo sabe:
grito frenético, castigo ingrato.
Busca razón en la cabeza de un alfiler,
busca y no la halla,
busca punzándolo en el diestro índice de Dios.
-¿La encontró?
- ¡Jamás!
O mil veces de repente
o quizá está ciega
o quizá la robó el infortunio.
Pero continúa buscando
entre el desconocimiento,
en la mezquina ignorancia de la experiencia
y su beneficio del saber todo a medias
rogando lo salomónico
en una letanía paupérrima e indecente,
caminando como una lágrima
consolada por el purísimo encanto de Satán.
TENTACIONES
Hubo un coro infantil cantando paz al cielo.
Ellos roían al cosmos y las alimañas
de la deidad lo sintieron: el mundo es de hielo
y se nutre del dolor del campo y las entrañas.
Cae pacífica llovizna en cámara lenta
o sinfonía (de esas bellas que hacen dormir).
Pensamientos ensortijados en la faz menta
que se derrite en bocas del vivir o morir.
Rayas en el piso del miedo: todos jugamos
entre la arena y las manos sucias, hurgamos
al niño que nos hace llorar a medianoche.
Látigo del dueño o papá, más
las diademas
de mamá y los rozados muros en las yemas
de los dedos buscando al Sol en la yerta noche.
MADRE MISERIA
Hay medulas izando a la vida prisionera
contra taciturnos brazos de los pobres pinos.
Y del ansia, al vuelo desatado de la Tierra,
un cuerpo va en torpes arroyos cristalinos.
A tanto dónde, sobre la memoria abarca,
unas espinas rompen a varias sensaciones:
quietud del sediento que observa una garganta
como una escalera a las constelaciones.
Se dispersa un reflejo de imágenes vacías
y en la piel, Dios talla su lenguaje del vivir.
Luego el fruto libera del capullo a las crías
entre irascibles sonámbulos bajo el puente,
solo aquí se halla olvido dejando transcurrir
el pensamiento que nos conduce a la muerte.
III
CÍRCULO POLAR
Nunca supe si me veían crecer. Ahora descubro a cientos
de peces bajo el mar, mar que luego va al cielo y nos llueve.
Pero aún quedan cerámicas, monumentos, edificios.
Asimismo, varios claveles rojos moviéndose como cangrejos.
Se hace el día si avanzamos. Acerca del suelo no sé
decir. Pues hay rostros en fotografías, sábanas
que me cubren. Inclusive, sobre algún zoológico
caerá barniz esperando nuevas especies de amargura
por todas partes. Ellas sabrán de analogías
y se dispondrán a competir en los columpios.
Poco tiempo después, aprender a vivir en lo cotidiano:
-¿Estás sorprendido? Y sé completo aunque
me despedaces:
-¡Deberías!... En tanto, mira a las estrellas,
su deber es guiarnos.
Tal vez siempre me peino con cemento y pongo huellas en el
agua. Ebriamente, dejar correr al amor para encontrar un hogar
o luciérnagas. Creo recibir una paliza cuando me seduce
el temor y así pinto un final. Mas prefiero sentir
palabras proliferando en desiertos, para tocar al mundo en
todos sus rincones agrios.
Nadie puede cortarse ojeras, ni rasurarse dolor. Sin embargo
eso nos respira y encuentra hasta palpar un estanque muy profundo.
Ya si no lo percibes, habrás sucumbido a través
de variados nidos de hormigas, donde tu cuerpo es solo una
hojarasca que se repite.
AMADA
Me abracé a ti y he vivido abrazándote:
océano bajo la Luna, árbol y viento,
frágil flor sobre piedras, calmo danzar de bote;
así, sombra y luz en tus manos donde miento.
Se parte en 2 un beso que nace al mundo
para ser día, desnudez, muerte... Circulares
pupilas cubren a tu universo profundo,
según los seres, las almas y el sufrir de mares.
Todo emana a bosque no a grillo que ronde
a través de aquella sensación se esconde
un ave, siempre vuela surcando tu sonreír.
Amar es aguas de una tierra que conoces
mezclados en soledades que tú soy y yo roces
algo como hallar, perder o buscar, un vivir.
ENIGMA
Epopeya del Ramayana, auroral
tono Ave María o mantra, cautiva
desnudez de dos jamás Hombre inmortal,
dicha migraña o el nacer divina.
Crece la frente de Siddhartha, moral
Mahoma en la cabeza primitiva
juzgándose para creer en el mundo
en lo vertical y en su ser profundo.
Toma pañuelo, mi Pachamama, ignota
aquella tu Petra de un frágil beso;
y el vagar de Moisés que se agota
entre garras de Horus lo eleva ileso.
Púlpito sermón del párrafo acota:
―¿Hay alguien aquí que no sea indefenso?
En tanto camino sombrío un ruego
y él solo se acuerda que inventó el fuego.