Construir un mapa de la historia de la novela
chilena contemporánea es el afán que mueve su más
reciente entrega.
Para todos aquellos cansados con los sistemas literarios,
tendencias y generaciones establecidos por Cedomil Goic en el clásico
libro de consulta "La novela chilena actual" (1960), la
propuesta de Leonidas Morales aparece como un modelo donde el texto
es el punto de partida de la
lectura crítica, no de llegada.
En "Novela chilena contemporánea. José Donoso
y Diamela Eltit" (Cuarto Propio), el ensayista y académico
hace un mapa de la historia de la novela chilena contemporánea,
destacando sólo sus movimientos decisivos, es decir, "aquellos
puntos de ruptura, inflexión y tránsito que marcan la
dirección y las grandes etapas de su desarrollo".
-El conjunto de ensayos en los que aplica este modelo son analizados
desde dos conceptos: narrador y sujeto.
"Porque no encuentras una novela que no tenga narrador y donde
no aparezca imagen de sujeto. No son instancias rígidas en
el tiempo, sino que han experimentado una serie de ajustes que tienen
que ver con las condiciones de verdad del discurso. Siguiendo los
cambios de ambas categorías es posible establecer el desarrollo
de la novela chilena".
-Usted trabajó también con dos cambios de paradigmas
en Chile: del realismo decimonónico al vanguardismo, y de éste
al postmodernismo.
"La fase vanguardista comienza con María Luisa Bombal
en 'La última niebla' y culmina con José Donoso en 'El
obsceno pájaro de la noche'. Las vanguardias rompen
con la idea de realismo, de una obra cerrada sobre sí misma,
orgánica, e inauguran un horizonte nuevo, con una obra descentrada,
fragmentaria, y un narrador que no tiene la menor intención
de seducir al lector con determinadas recetas para que lea gratamente
lo que le ofrecen. El horizonte que se abre con las vanguardias es
de ruptura, a diferencia del que se abre con la postmodernidad (en
América Latina, de 1980 hacia adelante), que es más
bien de pasaje".
-Que se produciría por el agotamiento de ciertos principios
vanguardistas.
"Las vanguardias estuvieron siempre conectadas con la perspectiva
utópica social e, incluso, con la perspectiva revolucionaria.
Salir del ámbito de las vanguardias significa deshacerse de
las visiones ideológicas globalizantes para investigar de otro
modo y en otros sectores. Donoso recibe ese sujeto que viene de las
vanguardias, pero lleva su identidad al extremo absoluto, por lo que
deja de ser sujeto y se convierte en imbunche. Si no hubiese escrito
'El obsceno pájaro de la noche' uno podría decir que
seguimos más o menos en el mismo campo de un sujeto fantasmagórico
(dividido internamente, alienado) en el que se movía Carlos
Droguett o la Bombal, pero con Donoso llegamos al vaciado del sujeto,
y el personaje que encarna ese sujeto pierde el habla, se convierte
en mudito, porque no hay sujeto sin lenguaje".
-Lo que da paso a una nueva fase, iniciada por Diamela Eltit.
"Sí, la postmoderna, con un sujeto que ya no se plantea
todos esos problemas, un sujeto que nunca es estático, permanentemente
transformándose y corrigiéndose a sí mismo, y
un narrador enteramente libre de ataduras, que se mueve y cambia de
perspectiva. Esa es la percepción que ofrece Diamela de la
novela propiamente postmoderna, que sigue siendo arte de experimentación,
porque otra cosa es hablar de novela postmoderna masiva, que es la
que abordo en el último capítulo del libro".
-¿El público no estaba preparado para "Lumpérica"
(1983)?
"Nunca hay un público preparado para recibir obras
que introducen cambios profundos. Puede haber lectores que estén
en mejores condiciones para intuir eso, pero generalmente no están
preparados, demoran un poco, aunque en Chile se han demorado demasiado".
-¿A qué paradigma respondería el lector común
chileno?
"Si piensas en un lector no demasiado familiarizado con discursos
bastante risomáticos, pero que tienen lectura y sensibilidad,
diría que se orienta por Contreras, Fuguet, Bolaño.
La gente que tiene una experiencia estética más frágil,
menos cargada, es la masa que lee a la Allende y a la Serrano. Ese
mismo fenómeno se repite a nivel de los periódicos.
La crítica periodística tiende a darles una gran importancia
a esos paradigmas estéticos y no reúne las características
para enfrentar literaturas como la de la Eltit. Los otros autores
se fueron instalando al mismo ritmo con que se legitimaban todas las
coordenadas que permiten definir el mundo postmoderno como el mundo
de la globalización de la mercancía, de la imagen, del
espectáculo. La literatura de la Eltit no va ahí, sino
en un lugar más difícil de sostener, porque es minoritario,
pero también más grandioso: desde ese aislamiento tiene
que mostrar, abrirse a perspectivas nuevas que comprometen al ser
humano, que no es el que abarrota los malls, ni el que goza viendo
a los diputados haciendo numeritos para la tele".