El concepto imaginario femenino alude a las representaciones
simbólicas, inconcientes y colectivas de figuras femeninas
compartidas por una sociedad. Este imaginario articula estereotipos(1)
femeninos, que se plasman en la literatura a través de personajes
arquetípicos(2). Los
personajes arquetípicos
conformarían el imaginario femenino literario.
Diamela Eltit, como ya otros lo han dicho, se caracteriza
por una escritura "rupturista", producto de la utilización
particular de variados recursos lingüísticos y narrativos.
Su propuesta estética, inteligente y ecléctica, no es
fácil de asimilar por un lector acostumbrado a una narración
lineal, progresiva y anecdótica. No obstante, su estilística
sorprende, como también sus temas de reflexión: el cuerpo
como espacio político, las relaciones de género y jerarquización
que ellos implican, la marginalidad extrema, entre otros.
Diamela Eltit destruye y crea un nuevo imaginario femenino
literario que traspasa los cánones clásicos representados
generalmente por heroínas y anti-heroínas. Esta trasgresión
es consecuencia del quiebre de la identidad del personaje femenino
(visto como un conjunto de significados). Esta ruptura, en mi perspectiva,
es el resultado de dos hechos: la re-significación de conceptos
y la fragmentación del relato. Este es el caso de Francisca
en Vaca Sagrada.
Francisca, narrador-personaje va a contar su historia
de manera fragmentada a través de once capítulos. Su
narración es producto de una decisión final, clave del
texto: la búsqueda de su identidad:
Inicié el angustioso viaje tras
mis propias pistas abriendo un jeroglífico por los extramuros
de mi mente. Suspendí los temas que podrían haberme
aportado mayores beneficios para dejarme caer en una historia
cuya forma era, en extremo peligrosa(3).
En efecto, es una historia cuya forma es en extremo peligrosa.
No obstante, si reorganizamos los eventos podemos articular la historia
de Francisca.
Francisca vivió su adolescencia cuidando a su
madre moribunda y siendo víctima de la obsesión de Sergio,
compañero de colegio quien ha descubierto su vicio secreto:
el sexo. Ya
adulta, Francisca vive en una constante crisis sangrante que evade
a través del vino. Es en medio de esta crisis cuando conoce
a Manuel quien será su compañero hasta que es capturado
en el Sur de Chile. Francisca buscará consuelo en la compañía
de Sergio y de Ana su prima y, en su desesperación por sobrevivir
en la ciudad, decide costearse la vida como una trabajadora asalariada.
Sergio finalmente logra constatar la naturaleza promiscua de Francisca,
sintiéndose herido, se desquitará de ella físicamente
haciéndole perder parte de su visión. Después
de este violento episodio, Francisca decide buscar a Manuel, pero
en el Sur se da cuenta que ha sido víctima de sus propias mentiras.
En efecto, Francisca ha inventado un conjunto de nombres y una historia
cuyo final es legible sólo para ella. Con esta verdad develada
resuelve retornar a la ciudad para escribir sobre esos nombres y esta
historia.
Como ya mencioné, Francisca posee una identidad
disgregada en la ficción. Su imagen borrosa y ambigua no otorga
suficiente información al lector para delinearla como un personaje
determinado. Al encontrarnos exentos de esta construcción
ficcional(4) , como lectores
no podemos situarla dentro de un paradigma de imaginario femenino
literario clásico. Yo propongo entonces, de ver la ruptura
de la identidad del personaje de Francisca a través de dos
hechos: la ruptura de los significados y la fragmentación del
relato.
1. El quiebre semántico.
Como dice apropiadamente Raquel Olea(5)
, Diamela Eltit des-ordena los modelos predominantes y logra
una re-significación de conceptos y contextos. Abordaré
y agruparé los conceptos re-significados en dos esferas: la
dimensión pública y privada, y en un aspecto particular.
Ello no significa que logre implicar la totalidad de los símbolos
semánticos de Vaca Sagrada.
a) La re-significación de la dimensión
pública: la ciudad.
El concepto público que más influye en los personajes
es la ciudad. Los personajes se desenvuelven en una ciudad animada,
devoradora y amenazante. Podemos inferir que la ciudad ha adquirido
estas características debido a un contexto indeterminado en
la narración pero que indiscutiblemente evoca a un régimen
dictatorial.
En ese momento la sensación de muerte
se acababa de instalar en la ciudad…Desarmada, confundida, dejé
atrás toda mi historia para reiniciar el aprendizaje del
mapa de la ciudad, de los cuerpos en la ciudad, de los rostros…
Convulsa, mis dudas se remitían, en esos días, al
peligro de afuera, al frío de afuera, a la noche, al evidente
riesgo de las noches(6).
Le pidió al vecino que la llevara
cuanto antes a la casa de Francisca. Su vecino intentó
disuadirla, diciéndole que la ciudad ya estaba frenando
la circulación(7).
La ciudad como ente mortífero provoca el quiebre de los significados
cotidianos y el quiebre en la identidad de sus habitantes. Los personajes
no saben quienes son en esta urbe laberíntica.
No habría forma de detallar lo que
fueron esos días, porque esos días no pueden ser
contenidos por las palabras. No existe la menor manera de explicar
cómo se empiezan a desbandar los signos(8).
La ciudad estaba intersectada por innumerables
energías. Haces, focos, líneas, círculos,
aglomeraciones demarcaban la estructura de un moderno laberinto…
La ciudad se había envuelto en una capa de hostilidad(9).
Dentro de este contexto el bar y la sala de fiestas aparecen como
lugares protectores. El bar mal iluminado permite que los personajes
puedan refugiarse y evadirse de la realidad exterior a través
de la profunda solidaridad del vino(10).
Nos sentábamos en una mesa poco
visible permaneciendo, la mayor parte de esas horas, expectantes
a la espera de personas conocidas. Allí me obligué
a sentirme en cada instante seducida, porque era preciso aferrarme
a algo que borrara de mí la perversidad desatada de esos
tiempos(11).
La sala de fiesta aparece también como un refugio camuflado,
es el lugar de reflexión y de organización del sindicato
de las trabajadoras asalariadas como fuerza contestataria.
Finalmente la calle, como arteria urbana va a reforzar el anonimato
de los personajes y con ello los sentimientos de miedo y persecución.
b) La re-significación de la dimensión privada:
el cuerpo y la sangre.
Como bien dice Leonidas Morales(12),
el cuerpo en la literatura de Diamela Eltit es un nudo temático
recurrente que tiene dos dimensiones. En primer lugar, es un cuerpo
sexuado sometido a la problemática de la identidad, pero que
admite diferencias pues es un cuerpo social. Dentro de la categoría
de cuerpo social podemos hablar entonces de un cuerpo popular
o sub-proletario. En segundo lugar, el cuerpo también
se refiere metafóricamente a la escritura, a un material significante,
a la escritura como cuerpo.
En Vaca Sagrada, Francisca se va a encontrar en una constante
crisis psicológica que se va a expresar en su cuerpo a través
de la sangre menstrual. Sin embargo, esta sangre va a evocar otros
tipos de sangre: la sangre de la carne herida, la sangre abortiva,
la sangre animalesca. El cuerpo de Francisca es un cuerpo que sangra,
por lo tanto siguiendo la idea de Leonidas Morales es un cuerpo sexuado
que reafirma la identidad de lo femenino a través del sangramiento,
y también es un cuerpo que ha hecho una historia particular,
es texto y como tal es escritura.
La sangre menstrual ininterrumpida es connatural a la protagonista.
Es un hecho consciente, asumido y testimoniado a partir de la primera
página de la narración: sueño,
sangro mucho… Sangro, miento mucho(13).
Su relación con la sangre es compleja, le provoca placer y
recogimiento, al mismo tiempo que se anuncia como un augurio de muerte.
Estaba preocupada únicamente de
los flujos de mi sangre, y me sentía conmovida por un deseo
imposible. Quería meterme bajo mis propias faldas y caminar
ovillada entre mis piernas. Deseaba ser el paño que retuviera
el fluido y contuviera el coágulo(14).
Jamás hablábamos de la sangre.
Simplemente la esperábamos para generar confusión
en nuestros cuerpos. Fundidos en la sangre las palabras se volvían
genocidas. El habla nos incitaba a realizar pedidos letales cuando
el placer se nos venía encima. La herida, mi herida, el
tajo, la muerte y la víscera(15).
c) La re-significación particular: el pájaro, los
pájaros, el pajarito, la forma pajaril.
La figura del pájaro se presenta a partir de la primera página
como un enigma: Duermo, sueño, miento
mucho. Se ha desvanecido la forma pajaril. ¿Cuál forma
se ha desvanecido?(16)
La figura del pájaro no es unívoca. En uno de sus significados
se relaciona con la llegada de la muerte. Francisca se imagina el
cuerpo moribundo de su madre bajo las garras de aves de rapiña.
Bajo esta concepción la bandada de pájaros es el mal
agüero:
Ella se estaba muriendo. Hace mucho tiempo
que se había empezado a morir. -Oh, Dios, imaginé
el espesor de la bandada dejándose caer sobre su carne(17).-
En otras de sus acepciones, el pájaro va a aludir al órgano
sexual masculino y se extenderá al hombre-macho, otorgándole
un matiz animalesco e irreflexivo, siendo su versión más
peyorativa el diminutivo "pajarito":
Pájaro adulador y mentiroso. Estas
con el pájaro en la mano, alado en la cama, y finges soñar
conmigo. Cuidadosamente me seco con la sábana y viene a
mí(18).
Mi animal fue repulsivo para el muchacho.
Cuando dije "Pajarito", se asustó, se encogió
y estuvo a punto de desaparecer(19).
Por otro lado, la bandada de pájaros representa la oposición
temor/esperanza en la protagonista:
Era sobrecogedor observarlos cruzando el cielo en su orden despótico,
observarlos atacar el cielo con sus alas… Un cielo de pasadillas…reconocí
en ellos la feroz voluntad de vivir de los que han logrado vulnerar
todos los designios…Fue en ese instante -lo recuerdo bien- cuando
decidí retornar a mi lugar de origen(20).
2. La fragmentación del relato.
La fragmentación del relato es la segunda característica
a través de la cual se manifiesta la ruptura de la identidad
del personaje femenino.
La ficción en Vaca Sagrada se narra a través
de once capítulos que no logran constituir una progresión
narrativa, exceptuando los tres últimos capítulos que
sí poseen una tensión dramática unitaria. Esta
narración fragmentada corresponde a un ejercicio de memoria,
a la evocación de los hechos pasados. La memoria se plasma
en la narración en un estado casi bruto: pedazos de recuerdos
montados unos sobre los otros, que no obedecen a la cronología
acaecida y que evocan sentimientos contradictorios:
-Tú no me quieres-
Atravesando esa noche me separe de él en una esquina que
a mi memoria aún le resulta totalmente enemiga(21).
Este hecho no sólo explica las ficciones simultáneas
sino que también las irrupciones de paréntesis como
secuencias finales en dos de los capítulos. Paréntesis
que si se leen sin tomar en cuenta la narración anterior y
de manera consecutiva revelan una esfera íntima de la vida
de Francisca, el sentimiento de inmanencia ante la muerte de su madre,
el cual es confesado a un otro, probablemente Sergio, también
en un momento de intimidad:
(Todo el tiempo me sobrepasaba la compasión.
Habría hecho cualquier cosa para que ella no sufriera,
pero nunca, a pesar de la atrocidad que la invadía, acepté
que me dejara. Quizás mi maldad fue no dejarla morir con
la rapidez que ella deseaba. - No, esta noche me gustaría
salir. Tú nunca me sacas a ninguna parte(22).-)
El nuevo imaginario femenino literario.
Los conceptos, vacíos de sus significados originarios y revestidos
con otra semántica, y la fragmentación del relato, articulan
un nuevo personaje femenino que se escapa a la redundancia acostumbrada.
Diamela Eltit es rupturista, pero no tan sólo debido a sus
técnicas narrativas, lingüísticas y a sus temáticas,
sino también porque delinea al personaje transportador de la
ficción. Creo entonces, que podríamos estar entrando
en un nuevo imaginario femenino literario, vanguardista y abierto
a una combinación infinita de tintes y expresiones.
Francisca es, según mi parecer, una voz fragmentada y marginal
que emerge desde una nebulosa herida, producto también de un
contexto indeterminado y dictatorial que influyó en la anulación
de su identidad, o al menos en su expresión como tal. La voz
de Francisca hace eco de reminiscencias de un pasado no tan recóndito
que se esfuerza por reconstruir algo de lo que se fue, bajo el mismo
nombre [fransiska] pero en otro cuerpo que es incapaz de reconocerse
en la deformidad del presente de la ficción.
Para terminar esta ponencia cito las palabras de la autora:
"No me he planteado, hasta el momento,
una novela monolítica basada en la racionalidad de sus
mecanismos… Más bien me ha interesado en el divagar que
permite la fragmentación, la pluralidad, la arista y el
borde… Lo disperso será siempre aquello que se recorta
como margen porque cuestiona los centros y su unidad. Trabajar
con pedazos de materiales, con retazos de voces, explorar vagamente
(digo, a la manera vagabunda) los géneros, la mascarada,
el simulacro y la verbalizada emoción, ha sido mi lugar
literario."(23)
Este otro margen, al margen de la marginalidad, es el cuerpo como
escritura. Es la fragmentación y la pluralidad, su estética
identitaria, la cual es reflejo de la experiencia de Diamela Eltit,
como mujer, saber y creación.
Mars
2005 à Paris.
"Femmes, savoirs et créations"
Groupe de recherche " Gradiva "
* * *
Notas:
(1) Estereotipo: Imagen o idea aceptada comúnmente
por un grupo o sociedad con carácter inmutable.
(2) Arquetipo: Personaje o situación, original y primaria,
que se convierte en modelo de comportamiento o símbolo literario.
Por ej. "Don Juan Tenorio".
(3) Cap. XI. Pág. 187.
(4) Gérard Genette. Fiction et Diction. Ed. du Seuil. 2004.
(5) Raquel Olea. "El cuerpo-mujer: Un corte de lectura en la
narrativa de Diamela Eltit", Revista Chilena de Literatura Nº42.
1993.
(6) Cap. II, " EL Hallazgo ". Pág. 31.
(7) Cap. III, "La llegada". Pág. 35.
(8) Cap. IV, " El enigma de la ciudad ". Pág. 41.
(9) Cap. VII, " La fiesta ". Pág. 124.
(10) Cap II, " EL hallazgo ". Pág. 19.
(11) Cap II, " EL hallazgo ". Pág. 32.
(12) Leonidas Morales. Prólogo " Emergencias " de
Diamela Eltit. Ed. Planeta/Ariel. 2000.
(13) Cap. I. Pág. 11.
(14) Cap. VI, " El hábito ". Pág. 84.
(15) Cap. II, " El Hallazgo ". Pág. 25.
(16) Cap. I. Pág. 11.
(17) Cap. V, " Francisca ". Pág. 60.
(18) Cap. VII, " Diez noches de Francisca Lombardo ". Pág.
93.
(19) Cap. VII, " Diez noches de Francisca Lombardo ". Pág.
98.
(20) Cap. X, " La mansedumbre " Pág. 181.
(21) Cap. II, " El hallazgo ". Pág 30.
(22) Cap. IX, " El conocimiento " Pág. 159.
(23) Diamela Eltit. Emergencias. Cap. VIII Una estética desde
la escritura. Pág. 173.