Eddie Morales Piña
Universidad de Playa Ancha
...
Resumen
El
artículo aborda el relato policial y el neopolicial en Chile y
problematiza su inclusión en el curriculum de literatura. Además,
presenta los planteamientos escriturales que sostienen la actividad
discursiva del escritor Ramón Díaz Eterovic y de qué modo se
manifiestan en su novela El hombre que pregunta
(2002).
Palabras claves:
relato policial- relato neopolicial- literatura chilena- poética
neopolicial.
...
Abstract
This article discusses the police and the
neo-police story in Chile and examines the possibility of including in
the literature curriculum. Additionally, it also presents the basis
that sustains the discursive activity of the writter Ramón Díaz
Eterovic and how this is displaued in his novel El hombre que pregunta
(2002).
Key words: police story- neo-police story- Chilean
literature- neo-policepoetry
I.
Brevísima relación del relato
policial chileno:
... El género de la novela policial,
como es bien sabido, ha estado durante mucho tiempo en la historia del
canon narrativo como una forma escritural que se sitúa en los márgenes
de la literatura. En otras palabras, ha sido considerada como una
forma paraliteraria destinada a satisfacer los intereses de un grupo
de lectores también ubicado en la periferia.
... La situación descrita ciertamente que ha
incidido en la escasa o nula adscripción del género en el curriculo de
la enseñanza de la literatura en las aulas universitarias. Sin
embargo, en el mes de mayo de 2002 se desarrolló en nuestro país un
Encuentro Latinoamericano de Narrativa Neopolicial y se han
publicado textos y artículos que reflexionan acerca de esta forma
discursiva en el contexto de la literatura chilena.(1)
... En las líneas
siguientes quisiera dar el testimonio personal como profesor del área de literatura chilena en la
Universidad de Playa Ancha y mi relación con la novela policial y su
inclusión en el curriculo de literatura, focalizando luego nuestro
interés en una lectura interpretativa de la última novela de Ramón
Díaz Eterovic titulada El hombre que pregunta (Santiago: LOM
Ediciones, 2002. Citaré de ahora en adelante, como HQP la edición
mencionada y la página correspondiente), así como también en los
planteamientos acerca de su actividad discursiva que sostienen la
arquitectura de la novelística de este autor.
... Lo primero que debo señalar es
que mi experiencia lectora con el género en comento se remonta hace ya
varios años desde el instante en que tomé conocimiento de la narrativa
de Edgar
Allan Poe (1808-1849), especialmente de los cuentos protagonizados
por Auguste Dupin, el primer detective literario de la historia. Estoy
hablando de mi formación como lector en la adolescencia. Recuerdo que
en esos años me impactó la lectura de "Los crímenes de la calle
Morgue", que leí en una antología de relatos policiales que estaba
en la biblioteca familiar. Obviamente que esta lectura fue lo que en
teoría literaria se llama una lectura ingenua, pues en esos años no
sabía que, específicamente, en este relato de Poe estaban todos los
elementos constitutivos del género, además que en él se materializaba
la idea de que el crimen es una forma de misterio susceptible de ser
resuelto mediante un método basado en el positivismo científico y en
el determinismo filosófico.
...
Contribuyó también en mi adhesión al género policial otra figura
canónica que lo llevó a la consolidación; me refiero a Arthur Conan Doyle
(1859-1930) y al detective literario por excelencia, Sherlock Holmes.
De la lectura de los relatos protagonizados por Holmes y el no menos
popular Dr. Watson, se desprendía que lo más innovador de su escritura
estaba en que su personaje aparecía dotado por un implacable rigor en
su metodología de investigación que estructuraba en sí el texto.
... En los años como alumno de la
Carrera de Pedagogía en Castellano, donde la enseñanza y el
aprendizaje de la literatura tienen un lugar fundamental, seguí
haciendo lecturas de relatos policiales, paralelamente a las lecturas
obligatorias del currículo en que estaban ausentes las novelas
protagonizadas por detectives. A los clásicos Poe y Conan Doyle, se
unieron Agatha
Christie (1891-1976) y Ellery Queen que
cultivaron lo que la crítica especializada ha denominado la novela
problema o novela enigma. De Christie recuerdo la lectura de "El
asesinato de Rogelio Ackroyd" (1926), original novela, ya que está
narrada desde la perspectiva del asesino. Significativo fue el
encuentro en la textualidad del relato de Hércules Poirot, el
detective belga protagonista de las novelas de la escritora, quien
descubre regularmente en el lugar del crimen los indicios que lo
pueden llevar a resolver el problema. Por otra parte, en Ellery Queen
se borraban las fronteras entre realidad y ficción y se introducía el
llamado "desafío al lector".
... Otro autor que por esos años de
estudiante universitario leí con interés fue Gilbert K. Chesterton
(1874-1936). Con el escritor inglés conocí al famoso Padre Brown, un
sacerdote católico que oficia de detective aficionado y que de alguna
manera presagia al monje investigador de la novela de Umberto Eco, El
nombre de la rosa. El padre Brown busca redimir al delincuente a
través de su arrepentimiento más que resolver un enigma.
... Posteriormente, vendría a
incorporarse al canon del relato policial que estaba formando, el
norteamericano Dashiell
Hammett, exponente de la novela negra, quien introdujo como
personaje a su investigador Continental Op, un detective privado tan
violento y marginal como cualquier delincuente.
... Aparte de las lecturas indicadas
también hice algunas del ámbito hispanoamericano, especialmente de la
narrativa argentina, como por ejemplo, Jorge Luis Borges, uno de los
más profundos conocedores del género en el país transandino, quien
junto a Adolfo Bioy Casares, publicara la colección "El
séptimo círculo". Han sido de lectura recurrente, al momento de
explicar el concepto de cuento y, específicamente, el de relato
policial, los cuentos borgianos "La muerte y la brújula" y "El jardín
de los senderos que se bifurcan"; el primero, policial strictu sensu,
y el segundo entre la trama policial y la de espionaje.
... Pero también mis incursiones
lectoras en este proceso de aprendizaje fueron hacia la literatura
policial generada en nuestro país. Así, entonces, conocí el relato de
Alberto
Edwards (1874-1932), quien creara un curioso detective apodado el
Sherlock Holmes chileno, el criollísimo Román Calvo, que se encuentra
en uno de los textos con su homólogo inglés. También no puedo dejar de
mencionar a René
Vergara, un ex policía de Investigaciones, que escribió
interesantes relatos que recrean las propias experiencias de este en
algunos casos policiales de la historia chilena. Hay otros textos que
aparentemente escapan a los códigos escriturales del género policial,
pero mantienen cercanas relaciones con él; estoy pensado, por ejemplo,
en la larga tradición de cuentos de bandidos en la literatura chilena
escritos alrededor del criollismo. La novela de Edesio Alvarado, El
desenlace, por ejemplo, tiene como protagonistas a un bandolero
rural y a un carabinero de origen campesino.
... Siendo ya profesor de literatura
en la Universidad de Playa Ancha, la recurrencia de la temática
policiaca ha girado en torno a mi quehacer docente, ya sea
incorporándola como una temática dentro del contexto de la narrativa
hispanoamericana y chilena contemporánea, o bien como punto de interés
para seminarios de especialidad(2). Cabe señalar
que una novela como Crónica de una muerte anunciada de García
Márquez puede ser leída como un relato de corte policial, ya que la
novela se parece a un efecto que busca su causa. No es extraño, por lo
demás, que el relato del escritor colombiano tenga como fuente
metadiscursiva un hecho policial ocurrido en Sucre.(3)
Por lo demás, ya en su primer relato, La Hojarasca,
García Márquez había insinuado los códigos de la escritura policiaca.
En la literatura chilena contemporánea, como es sabido, el discurso de
corte neopolicial ha tenido una significativa presencia adoptando,
generalmente, el formato de la serie negra. La eclosión de relatos da
cuenta que el género policial se presta para narrar las situaciones
provocadas en Chile en los tiempos de la dictadura. El relato
policial, entonces, enmascara una otra realidad donde la tortura, el
crimen y la muerte se constituyen en los motivos aglutinadores de la
acción narrativa. Un texto ya canónico en este sentido es El
infiltrado (1989) de Jaime Collyer, donde el protagonista narra su
propia historia trasformándola en la confesión de un
culpable.
... Sin desmerecer a los autores que
escriben dentro de los cánones del género, o bien los adecuan a las
circunstancias de la historia reciente, se debe señalar que tanto
Ramón Díaz Eterovic como Roberto Ampuero se han constituido en los
escritores epónimos de esta corriente literaria. Coincidentemente,
ambos vuelven a los orígenes del género, en cuanto a que este
preconiza dentro de sus códigos la existencia de un detective o
investigador. El detective Heredia, creado por Díaz Eterovic, y
Cayetano Brulé, creado por Ampuero, son dos figuras de ficción
protagonistas de las novelas de los dos autores con más oficio dentro
del género policial que forman parte ya del imaginario colectivo. Los
relatos de Ampuero centran parte de la historia en Valparaíso por
donde deambula su personaje central, un cubano avecindado en Chile,
pero aséptico en materia política(4). Heredia, por
su parte, no tiene nada de aséptico, pues aparece concretado como un
personaje comprometido con su pasado.
... Cabe mencionar que también hay
novelas que aparentemente encubren su pertenencia al género como, por
ejemplo, La ciudad anterior (1991) de Gonzalo Contreras, donde
el autor pone énfasis en la categoría del suspenso en el desarrollo
del acontecer.
... En general, el relato chileno
contemporáneo adscrito al género policiaco y que fue la preocupación
primordial de las ponencias y debates del Encuentro Latinoamericano al
que hemos hecho referencia, es el de corte policial negro que tiene
una manera crítica de focalizar la realidad social y política del
país. De este modo, el género policial negro en Chile ha pasado a
constituirse en una forma de representar la realidad nacional.(5)
... Cuando preparaba la ponencia para
el coloquio en cuestión había concluido recién la lectura de una
novela reciente del escritor mexicano Guillermo
Arriaga (1958), titulada Un dulce amor a muerte, publicada en
2001. La novela del narrador azteca me confirmó que el interés por el
género policial y el neopolicial está muy presente entre las últimas
promociones de escritores latinoamericanos, adoptando los matices
discursivos propios del espacio en que se generan(6). Se trata el relato de Arriaga de una novela que
parte de un hecho de sangre, un crimen de una joven ocurrido en un
espacio rural del México de hoy. Por eso que los editores presentan la
obra como una "novela negra ejidal". Lo interesante de este relato es
que el culpable no lo es tal, pero las circunstancias del medio lo van
envolviendo en la trama de la culpabilidad; y, además, se da una
desligitimización de la norma narrativa, puesto que aquí no hay un
investigador principal, sino que todo el pueblo conformado por
campesinos van urdiendo el dulce olor de la
muerte.
II.
Ramón Díaz Eterovic o de la opción discursiva por el género
policial:
... En
el contexto de la literatura chilena contemporánea, Ramón Díaz
Eterovic destaca por dos situaciones que tienen que ver evidentemente
con su oficio de escritor. Por un lado, este autor permanentemente
está reflexionando metacríticamente en torno a su quehacer narrativo
y, por otro lado, ha logrado afianzar su opción discursiva por el
género policial dentro de la literatura chilena y también en el
extranjero con varias de sus novelas traducidas a diversos
idiomas.(7)
... Díaz Eterovic manifiesta que su
narrativa debe ser adscrita dentro de los parámetros de la novela
negra: "un género que desde sus orígenes caminó sobre los límites de
lo que durante mucho tiempo se entendió como literariamente correcto,
planteando nuevos códigos para mirar y reflexionar acerca de lo que en
definitiva creo es el objeto de toda literatura: la condición humana"
(8) En este sentido, la opción de este autor
chileno por el relato neopolicial está en consonancia con la
emergencia de dicho formato discursivo en el contexto de la literatura
hispanoamericana a partir de las novelas de Osvaldo Soriano, ya que
este según Díaz Eterovic le dio a la novela policial escrita en este
continente la impronta latinoamericana; en otras palabras, la
literatura neopolicial ha servido para revelar la realidad de nuestros
países donde -dice Díaz Eterovic- "crimen y política han sido una
ecuación trágicamente perfecta" (9)
... Argumenta el autor chileno que la
narrativa neopolicial ha logrado imponerse dentro del contexto de la
literatura chilena e hispanoamericana, a pesar de que muchas veces se
le consideró como una literatura marginal y vista prejuiciosamente
tanto por los escritores como también por la crítica especializada y
periodística. Sin embargo, hoy en día los parámetros discursivos de
esta forma discursiva, así como sus códigos y estrategias han invadido
incluso aquellos relatos que en principio no se han definido como
esencialmente policiacos.
... Díaz Eterovic ha sido muy
explícito al justificar su opción por el género de la novela negra. En
el artículo que estamos revisando dice que esta opción nació como "una
búsqueda de una literatura que me permitiera expresar el sentir de una
sociedad bajo vigilancia y el trasfondo de violencia y poderes ocultos
en que se desenvuelve".(10) Esta propuesta
discursiva neopoliciaca se inició en 1987 con la publicación de la
novela La ciudad está triste y en ella aparece por primera vez
como protagonista de sus relatos el personaje del detective Heredia;
el relato alude en su título a una desdibujada y oscura ciudad de
Santiago de Chile por la que deambula Heredia. La saga de este
detective proclive a las lecturas y a las citas literarias ha
proseguido en las novelas: Solo en la oscuridad, nadie sabe más que
los muertos, Angeles y solitarios, Nunca enamores a un forastero, Los
siete hijos de Simenon, El ojo del alma y El hombre que
pregunta.
... Heredia ha sido concebido como un
detective solitario y marginal que vive junto a su gato Simenon en un
departamento santiaguino.(11) La incorporación del
gato en la narrativa de Díaz Eterovic es un acierto discursivo, pues
le permite al investigador privado poder tener un interlocutor para
sus reflexiones. El actante es un homenaje literario del escritor para
con el escritor francés George
Simenon, que junto a Raymond Chandler y Osvaldo
Soriano son los autores que reconoce como maestro en su oficio de
escritor.
... En la construcción del personaje
de Heredia, nuestro autor ha partido de ciertos rasgos característicos
de los personajes clásicos de la novela policial, sin embargo le ha
dado la impronta propia de un personaje inserto en la realidad
nacional. Díaz Eterovic escribe que "como todo buen chileno, suele
protestar por los trabajos que le toca realizar, pero al mismo tiempo
declara en una de sus novelas: "me gusta lo que hago y creo que no son
muchos los tipos que pueden decir lo mismo"(12) El
personaje de Heredia ha sido descrito como un sujeto algo oscuro, con
tendencia a la melancolía, y también sensible; de carácter crítico y
marcado escepticismo, muestra además un humor negro para mirar la
realidad de la ciudad y del país. En este sentido, Díaz Eterovic cree
que el personaje de Heredia se ha convertido en un testigo de la
historia chilena de los últimos veinte años: "En las novelas de
Heredia hay un discurso esencialmente moral, ético, relacionado con el
accionar de los poderes y la degradación constante de la sociedad en
que vivimos".(13)
III.
El hombre que pregunta en El mundo de las letras
(14)
... El último relato de la saga de
Heredia se inserta, como es de suponer por lo que he dicho más arriba,
dentro de los márgenes y cánones de la novela neopolicial chilena,
adoptando los códigos de la forma discursiva de la novela negra. A
diferencia de la novela policial canónica, el formato de la novela
negra aparece signada por a lo menos las siguientes características,
según las determina el crítico Leonardo Padura Fuentes: "se produce,
en primer lugar, una disminución de la importancia del enigma como
elemento dramático fundamental. Segundo, una preferencia por ambientes
marginales. Tercero, acudir a determinadas formas de la cultura
popular, incorporándolas a la creación literaria (…) Cuarto, el empleo
de un lenguaje fundamentalmente literario pero a la vez desembozado e
irreverente; un lenguaje que trata de expresar las vivencias de la
vida cotidiana. Quinto, la renuncia a crear grandes héroes" (14)
... Ciertamente que las novelas de
Heredia transitan a través de estos caracteres; sin embargo, en la
octava entrega de la serie, es posible detectar algunos cambios
significativos en cuanto a la constitución de la historia. Así, por
ejemplo, en el último relato, Heredia se ve inmerso más que en
ambientes marginales -a pesar de que se atisba tal realidad- en el
ambiente de los intelectuales, en este caso el mundillo literario con
sus escritores, editores y críticos para la resolución del caso con
que se abre la diégesis.
... El caso que deberá dilucidar
Heredia es el crimen o el suicidio de un reconocido crítico literario,
Francisco Ritter, producido la misma noche en que este ha celebrado
una cena junto a un selecto grupo de escritores, quienes pasarán
inmediatamente a la categoría de sospechosos, una vez que el detective
Heredia comience la investigación a instancias de una antigua amante
del crítico, ya que ésta no cree en el eventual suicidio de Ritter. En
las primeras líneas del relato, el crítico es definido como "el
crítico literario más temido del país. Sus palabras hundían un libro o
lo elevaban al olimpo de los consagrados" (HQP, p.15). De este
modo, entonces, Heredia abandonará sus habituales investigaciones por
los ámbitos del narcotráfico, los contrabandos de armas o las
traiciones políticas como ha acontecido en los otros títulos de la
saga, para sumergirse ahora en los recovecos no menos inquietantes del
mundo de las letras.
...
Aparentemente el mundo de los letrados aparece como una realidad ajena
al crimen. La idea de que "los escritores no matan" es como un
leitmotiv que se mantiene en suspenso durante la narración. En forma
gradual se va desenvolviendo ante el lector la imagen de que el mundo
los escritores es también tan oscuro a como lo son los otros mundos
por los que Heredia ha transitado, pues el narrador nos va revelando
el oscuro manejo del poder. Por una parte, el poder del crítico
omnipotente cuya palabra es consagratoria o condenatoria de la obra de
un escritor; y, por otra, el poder de quienes detentan la producción
librera, es decir, el mundo de los conglomerados editoriales. El
ingreso de Heredia en este mundo del circuito literario será paulatino
a partir del momento en que se le asigne la responsabilidad de
resolver la muerte del crítico Ritter. Uno de los primeros espacios
que visitará el detective es la Biblioteca Nacional, ya que Ritter
acostumbraba trabajar en una de sus secciones, que el lector informado
asocia con la de las referencias críticas: "El salón de la
Biblioteca Nacional donde trabajaba Ritter era un espacio amplio e
iluminado. En su interior había ocho mesas para lectores, y otras
cuatro, ocupadas por los funcionarios encargados de clasificar y
archivar la información relacionada con los escritores chilenos"
(HQP., p. 31-32). Los otros espacios citadinos que Heredia va
visitando son, por ejemplo, las librerías y los bares. El bar es un
espacio discursivo frecuentado por Heredia, puesto que le gusta beber;
la librería es otro espacio significativo que se abre para la
intelección de la trama, ya que en ella obtendrá uno de los indicios
para la resolución del conflicto.
... La diégesis del relato de Díaz
Eterovic escrita en clave de novela neopoliciaca negra tiene, por
tanto, como ley estructurante lo que García-Corales y Pino han
denominado crimen y poder (15). Es en su
deambular por los espacios públicos de reunión como los recién
nombrados en que la relación entre crimen y poder se va configurando.
Es en estos espacios que Heredia descubre la existencia de un
escritor fantasma, cuya muerte será el elemento clave para
dilucidar el problema inicial: "El enigma más evidente era el del
joven poeta universitario. Intuía que resolverlo me permitiría
observar la muerte de Ritter desde otra perspectiva" (HQP, p. 63).
... La ciudad de Santiago es vista
por el narrador en primera persona como una urbe que vive su propia
ruina física y humana, con lugares en franca decadencia y otros que
han sido transformados como la Estación Mapocho. Siguiendo la pista
del poeta Román, Heredia dice que "vivía a tres cuadras de la Gran
Avenida José Miguel Carrera (…) El barrio lucía deslavado por la
lluvia de los últimos días". Santiago aparece en la saga de
Heredia constituido como el cronotopo en que los misterios del poder y
crimen se van consolidando, así como la ecuación detective-ciudad
configuran un signo indisoluble, tal como lo ha señalado Mirian
Pino(16). Heredia reflexiona cuando ingresa a un
bar en su deambular: "La tristeza del lugar era deprimente, como la
de muchos otros sitios que sobrevivían en los rincones más anónimos de
Santiago. Me pregunté si los muchachos que bebían junto a las mesas
tendrían, al cabo de unos años, una historia más alegre que contar o
si estaban condenados a soportar la realidad de un país condenado a
las mentiras y apariencias" (HQP, p.54).
... A pesar de que una de las
características esenciales de Heredia como personaje de las novelas de
Díaz Eterovic es el ser un marginal, un solitario que más bien
desconfía de su prójimo, en esta novela figuran otros personajes ya
conocidos por los lectores de la saga, como Marcos Campbell, el
periodista que escribe artículos por encargo y cuyos conocimientos de
informática permitirán darle un vuelco a la historia; Razetti, el
abogado que le encarga a Heredia pequeños casos de cobranzas y
seguimientos; Anselmo, el kiosquero, entre otros. Cabe señalar que el
detective es aficionado a las aventuras eróticas al igual que la
mayoría de los investigadores de la serie negra, y en este relato se
ve involucrado con la escritora Carmen Trigo. Dentro de la galería de
los personajes de El hombre que pregunta hay un innominado
amigo de Heredia que recibe las aventuras de éste para luego
escribirlas; interesante fenómeno de inversión narrativa, por cuanto
la novela al estar narrada en primera persona problematiza la figura
del enunciante de la historia.
... Vuelvo al principio de estas
líneas. Ciertamente que la novela de corte policial permanece siendo
aún una desconocida dentro de los ámbitos del aula universitaria, pues
todavía se la tiene como un tipo de discurso situado en los márgenes
de la literatura. Sin embargo, el creciente interés que despierta, tal
como lo demostró el Encuentro sobre la novela neopolicial, nos señala
que la literatura de corte policial al estilo clásico o de acuerdo a
los parámetros de lo neopolicial, es una modalidad discursiva que está
destinada a mantenerse siempre vigente, ya que este tipo de relatos
tiene el privilegio de atrapar al lector como ningún otro tipo
discursivo. Por otra parte, la presencia de autores de la categoría de
Ramón Díaz Eterovic le están dando a esta forma narrativa el justo
reconocimiento que se merece. Díaz Eterovic con su novela El hombre
que pregunta demuestra cabalmente sus innegables méritos
narrativos.
Eddie Morales Piña
Magister en
Literatura por la Universidad de Playa Ancha Avda.
Playa Ancha
850, Valparaíso (Chile)
emorales@upa.cl
*Artículo escrito
bajo el marco del Proyecto DIGI HUMI 05-0304: Diccionario de
autores de la literatura chilena del siglo XIX al XX.
Notas
(1) El Encuentro
Latinoamericano de Narrativa Neopolicial fue organizado por la entidad
"Letras de Chile" y contó con la participación de destacados
escritores latinoamericanos, entre ellos el argentino Mempo
Giardinelli, y los chilenos Ramón Díaz Eterovic, Luis Sepúlveda y Poli
Délano, que incursionan en este género narrativo. Las ponencias de
este coloquio pueden leerse en la página web:
http//www.letrasdechile.cl. Entre los textos críticos que abordan
la problemática del género policial y neopolicial en la literatura
chilena se deben mencionar, entre otros: Novela chilena nuevas
generaciones: el abordaje de los huérfanos (1997) de Rodrigo Cánovas
que tiene un apartado titulado "Del género policial"; Albricias: la
novela chilena del fin siglo (2000) de Verónica Cortínez que contiene
estudios sobre El infiltrado de J. Collyer y La ciudad anterior de G.
Contreras; y Poder y crimen en la narrativa chilena contemporánea (Las
novelas de Heredia) (2002) de Guillermo García-Corales y Mirian
Pino.
(2) En 1996 dirigí el seminario para optar al título de
Profesor de Castellano por la Universidad de Playa Ancha de los
alumnos Yolanda Arellano y Luis Flores: El relato policial en Chile:
¿Quién mató a Cristian Kustermann? de Roberto Ampuero y
Angeles y solitarios de Ramón Díaz Eterovic.
(3)Cfr.:
"Crónica de una muerte anunciada: el referente extratextual y su
ficcionalización en el texto literario", en el libro de mi autoría
titulado: Mito y antimito en García Márquez (Valparaíso:
Ediciones de la Facultad de Humanidades, UPLA, 2002)
(4)Roberto
Ampuero es Premio Municipal de Literatura de la ciudad de Valparaíso.
Cuando se le otorgó dicho galardón en 1995, me correspondió hacer el
discurso de presentación del autor y de su novelística; este texto se
transformó con ligeras modificaciones en el artículo: Roberto
Ampuero y la novela policial, que fue publicado en la Nueva
Revista del Pacífico, Facultad de Humanidades, UPLA, nº 40, 1995, pp.
147-152.
(5) García-Corales y Pino sostienen que "la nueva novela
negra conforma una narrativa realista en torno a hechos criminales que
suscitan una investigación. De este modo, recoge las inquietudes del
individuo actual, del habitante de las grandes urbes, inmerso en
sociedades donde su destino parece decidido por variables políticas y
de poder que pocas veces coinciden con sus intereses" (2002:
54).
(6) Entre los autores chilenos de las promociones
generacionales más recientes -me refiero a lo que Díaz Eterovic, entre
otros han calificado de "generación del golpe", de "los 80" o "N.N"-,
que han incursionado en el género policiaco o bien cuyos textos
adquieren características policiales cabe mencionar a Sergio Gómez con
la novela La mujer del policía (2000) y a Darío Oses con La
bella y las bestias (1997).
(7) En la preparación de este
escrito para el apartado II, he tenido a la vista fundamentalmente dos
textos de Díaz Eterovic en que alude a la opción por el género
policial; me refiero a: Una mirada desde la
narrativa policial, publicado en la Revista Cormorán de la
Universidad de Chile, nº2, año 1, (citado por "Una mirada…") y a El detective Heredia y
su gato Simenon, aparecido en la Revista Libros&Lectores,
nº 1, enero-marzo de 2003 (citado por "El detective…").
(8) Díaz
Eteovic, "Una mirada…" p. 65.
(9) Idem., p. 66.
(10) Idem.,
p.69.
(11) En el artículo publicado en la revista Libros &
Lectores, nº 1, 2003, Díaz Eterovic escribe acerca de la relación
existente entre el gato Simenon y el detective Heredia: "El gato
Simenon nació en la segunda novela de Heredia -Solo en la oscuridad,
publicada en Buenos Aires, el año 1992- y su nombre se debe al hecho
que al llegar por primera vez el gato a la oficina de Heredia, se
instaló a dormir sobre los ejemplares de las obras completas de
Georges Simenon" ( "El detective…" p. 12).
(12) Díaz Eterovic,
"Una mirada…" p.70.
(13) Idem., p. 71-72 14 En el título del
apartado III he jugado con el nombre de la última novela de Díaz
Eterovic y un primerizo texto de introducción a la teoría literaria
que conocí cuando ingresé a la universidad: la obra de Vodicka y
Belic: El mundo de las letras, ya que la novela de Heredia
tiene como trasfondo el mundo de los literatos.
(14) Pino, M.: El
relato policial en América Latina, en: http://www.letrasdechile.cl/mpinon.htm
(15) El texto de García-Corales y Pino al que aludí en la nota 1
es uno de los estudios más completos acerca de la literatura
neopolicial en Chile, focalizado en uno de sus cultores prestigiosos
que ya ha trascendido las fronteras de nuestro país, como lo es Díaz
Eterovic. El libro contextualiza al autor y su obra en el marco de la
literatura chilena contemporánea y luego aborda todas las novelas de
la saga de Heredia, con excepción de El hombre que pregunta.
(16) Idem., nota 14.
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