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Ramón Díaz Eterovic

Díaz Eterovic en la narrativa chilena actual.

Por Poli Delano



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A comienzos de la década de los 80, el intelectual, empresario cultural y editor mexicano Hiquíngari Carranza fundó una revista literaria “ brújula en el bolsillo”, en cuya dirección colectiva participaban escritores de la talla de Juan Bañuelos, Oscar Oliva, Eraclio Zepeda y el argentino Pedro Orgambide, entre otros.

Para el número correspondiente a septiembre de 1983 -se cumplían diez años del golpe militar de Pinochet y de la muerte de Pablo Neruda- nos pidieron a mi hija Bárbara y a mí que ayudáramos a preparar un número dedicado a Chile. Ella se encargó de presentar una muestra de la más reciente poesía chilena, la generación emergente, los poetas que eran adolescentes cuando se inició la dictadura. Entre ellos figuraban algunos de los que hoy ocupan butacas en primera fila: Raúl Zurita, José María Memet, Andrés Morales, Clemente Riedeman y Jorge Montealegre. A mí me correspondió la selección de la nueva narrativa. Fue la primera vez que leí un texto de Ramón Díaz Eterovic, uno de los novelistas más relevantes de este momento.

También en mi selección figuraron algunos de los escritores que hoy siguen haciendo noticia en el quehacer literario nacional: Antonio Rojas, Gregory Cohen, Antonio Ostornol.

Recuerdo el cuento de Díaz Eterovic que incluí como si lo hubiera leído ayer, y pienso que esa es la mejor prueba de todo texto literario: permanecer en la memoria veinte años después. Se llama “ía” y pertenece a los primeros ejercicios narrativos de su autor, a su libro “ de año nuevo”, de 1983. Se refiere al loco y desesperado amor que un hombre obseso siente por una hermosa e ingrata leona del zoológico que lo despedaza cuando, al fin, intenta secuestrarla de su morada, y en él se encuentran ya las cualidades que han llevado a este autor a ponerse a la cabeza de su generación a través de una decena de libros y una veintena de premios dentro y fuera del país, incluido uno en México, en el original concurso de cuento convocado por La Guadalupana, cantina en el mero centro de Coyoacán, donde regularmente acude Ifigenio Clausel (If para sus amigos), el detective mexicano creado por Rafael Ramírez, el “ Macoy”.

NOVELA “” Y POLITICA

Cuando en 1984 pude regresar a Chile, conocí a Díaz Eterovic personalmente. Era un joven interesado en las labores gremiales de los escritores y comprometido también en la tarea que por entonces unificaba a muchos chilenos: derrocar la dictadura militar. En esos días preparaba un nuevo volumen de cuentos, “ás sin golpe”, que apareció en 1985, y también su primera novela de corte policial, “ ciudad está triste”, de 1987, donde por primera vez aparece su ya conocido detective Heredia.

Ramón Díaz Eterovic se había lanzado un buen zambullón al género policial denominado “ negra” que en los Estados Unidos, hace más de seis décadas, acuñaron con fuerza autores que siguen hoy muy vigentes, como Ross MacDonald, James Cain y Carol John Daly y que dio -cuando menos- dos novelistas que ya son considerados clásicos de las letras contemporáneas: Dashiell Hammett, el de “ halcón maltés” y Raymond Chandler, el de “ ventana siniestra”.

Ramón Díaz Eterovic reconoce que siempre fue un gran lector y admirador del género y que en algún momento pensó que los códigos de violencia de una sociedad peligrosa, que aparecían en la novela clásica de los años 20 en Estados Unidos, tenían una referencia muy clara en el Chile que estábamos viviendo en los años 80. Sé -dice- que el género policial era una forma distinta de poder abordar algunos temas que tuvieron que ver con la realidad chilena y que, además, permitieran hacer una literatura cotidiana, realista, con mucho diálogo y acción”.

Con el estilo que la “ negra” forjó, se matricula Díaz Eterovic. Su investigador privado, Heredia, que deambula triste como la ciudad -una ciudad sin nombre, pero muy semejante al Santiago invernal- buscando por sus frías calles algún bar de poca monta para beber un par de tragos, puede recordarnos a Sam Spade o a Phillip Marlowe, debido a su lenguaje, su desencanto y su gran humanidad. Pero Ramón Díaz Eterovic ha creado también un personaje singular, criollo, muy chileno, y preocupado de las cosas perversas que ocurren en esta geografía. Es decir, ha escrito una novela que también es política. Marcela Rojas, la joven que acude a solicitar los servicios de Heredia, es el retrato interior de muchas mujeres que al lanzarse a la búsqueda de sus familiares desaparecidos, tiene que explorar los laberintos infernales de un régimen despiadado que no trepida en nada cuando se trata de acallar las voces opositoras. Se denuncia aquí el deliberado “” de personas que no comulgan con las ideas o prácticas del sistema. En su investigación de los hechos, Heredia va desenrollando una complicada madeja, metiéndose en el centro de la violencia y arrogancia de la dictadura, al descubrir que Beatriz y su novio han sido brutalmente asesinados. “ ciudad está triste” es la primera novela de una serie en la que el detective Heredia tendrá que adentrarse hondo en los apestosos sótanos que caracterizaron un período de la historia chilena. El autor ha encontrado una buena fórmula: el pretexto policial para investigar en las dimensiones políticas que subyacen a los hechos, de la misma forma en que los novelistas “” norteamericanos denunciaron la corrupción y la podredumbre moral producidos por el dinero, así como los males sociales que surgieron en los Estados Unidos después de la Gran Depresión de los años 30, con sus hambres, sus desempleos y miserias.

Después de “ ciudad está triste” vino “ en la oscuridad” (1992), donde encontramos a Heredia enamorado de la atractiva bataclana de un bar topless, investigando el asesinato de Laura, azafata de los vuelos Santiago-Buenos Aires, involuntariamente involucrada en tráfico de drogas. Con esta novela, cuya primera edición apareció en Argentina, Díaz Eterovic peleó hasta las últimas el premio Casa de las Américas. A ella le sigue “ sabe más que los muertos” (1993): ahora Heredia anda en amores con la periodista Fernanda, investigando el paradero del hijo de una detenida-desaparecida durante la dictadura, que ha sido adoptado por un militar torturador. Y hasta la fecha la serie va en “ y solitarios” (1995), donde Heredia se adentra en todos los vericuetos del tráfico de armas. Sabemos que viene pronto una nueva y que el investigador se verá enredado en las complejidades de la ecología.

CAMBIO DE RUMBO



La última novela de Ramón Díaz Eterovic, “ tras el viento” acaba de aparecer en Planeta (Chile) y es la primera en que este autor se aparta del género policíaco, demostrando con plenitud que su talento no se limita a las cortapisas que pueda imponer un género determinado.

Nacido en Punta Arenas, la ciudad más austral del mundo a orillas del Estrecho de Magallanes, Ramón Díaz Eterovic centra la acción de su nueva obra en los años de la Primera Guerra Mundial, basándose en una intriga bélica que se inicia con la llegada de Rendic, un forastero croata contratado por Alemania y que trae la misión de proveer las naves alemanas que surcan el Estrecho. Los personajes principales, Rendic, la exhuberante prostituta Martina, de quien aquél se enamora, Changa, un reconcentrado y solitario chilote que colabora con Rendic y el turbio y despiadado policía Camargo, están trazados con vigor y difícilmente se borrarán de la memoria de los lectores. El protagonista es ahora un espía de otra época y no un investigador privado de nuestros días, y aunque algún crítico haya visto semejanzas sicológicas entre él y Heredia, aquél mantiene muy bien su identidad. Como lo señala el autor para aclarar el punto, Rendic es un ser pusilánime que se deja llevar por los acontecimientos, mientras que Heredia, a pesar de ser escéptico, y hasta pesimista, es de esas personas que tratan de influir sobre los hechos y modificar la realidad. Con esta novela, Díaz Eterovic reafirma su puesto en la primera fila de nuestra narrativa, demostrando versatilidad y oficio, además, al cambiar su acostumbrado narrador personal por uno de tercera persona que jamás se excede en los juicios sobre los personajes que muestra ni sobre los hechos que ocurren en este mundo lejano, solitario, frío, dominado por el viento, la desolación y una guerra invisible.

LAS NUEVAS VOCES



De la nueva generación de narradores que se denominó “” y que el mismo Ramón Díaz Eterovic (junto con su colega Diego Muñoz V.) puso en órbita a través de las antologías “ el cuento” (1986) y “ con cuentos” (1991), han surgido ya algunos escritores cuya obra se va arrimando a buenos puertos, vale decir, se reedita, se traduce a otros idiomas, se comenta y, lo más importante, al parecer también se lee. Entre los más interesantes podemos nombrar a Antonio Ostornol (“ recodos del silencio”), Gonzalo Contreras (“ ciudad anterior”), Alberto Fuguet (“ onda”), Sonia González (“ al marido es la consigna”), Ana María del Río (“ tango abierto”), Diego Muñoz V. (“ para un cyborg”), Carlos Franz (”El lugar donde estuvo el paraíso”), Mauricio Electorat (“ paraíso tres veces al día”) y Jaime Collyer (“ infiltrado”).

Todos están produciendo bien y a buen ritmo, y algunos figuran con frecuencia en las listas de las mejores ventas de librería. Pero mi impresión personal es que, hasta ahora, la pluma de Ramón Díaz Eterovic es la que se clava en el papel más recia, segura, tranquila y profunda


POLI DELANO

30 de Mayo de 1997

 

  

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