El vate recibió el jueves
pasado el premio de poesía Enrique Lihn; no fue, pero envió una carta
explicando su ausencia por "la casi religiosa y famosa enfermedad de
alcoholismo crónico". Internado en una clínica de rehabilitación,
escribe, recopila textos y entrevista a otros enfermos.
Diego Maquieira no lo creía. Cristián Warnken tuvo que explicárselo un par de veces, pensaba que era una suerte de acción poética incluso. No podía ser que hasta la clínica en donde recibe desde hace un par de meses tratamiento para el alcoholismo crónico que padece le llegara la noticia de que se había ganado el premio de Poesía Enrique Lihn que acaba de instaurar la Universidad Finnis Terrae.
Internado desde hace un par de meses, el poeta autor de La Tirana
y Los Sea Harrier está en un camino "hacia el día", como lo
definió su amigo, el escritor Arturo Fontaine Talavera. Su madre,
la "socialité" Julita Astaburuaga, agregó que por ahora no se sabe cuando
dejará la clínica. Maquieira no quiere salir por ahora, ha entrado en
una suerte de obsesión por la sobriedad y la pureza.
Pero está bien. En eso todos coinciden -amigos y familia- y de hecho,
el tratamiento ha comenzado a mermar la parcial ceguera que lo afecta,
derivada de su alcoholismo. Además, está escribiendo, recopilando textos
y entrevistando a pacientes. Trabaja, aunque hace años, en lo que vendría
a ser su tercer libro formal de poesía.
"Está escribiendo y hace entrevistas a los enfermos, participa en las
terapias y se ha transformado en un personaje central en la clínica.
Creo que está recopilando mucho material y escribiendo mucho. Tiene ganas
de publicar un nuevo libro y lo va hacer, yo creo que relativamente
pronto", asegura Fontaine Talavera, quien estuvo con él hace cinco días.
Premiación en ausencia
Fontaine Talavera visita a Maquieira periódicamente, pero la última vez
tuvo una tarea específica. Conversaron sobre lo que el director del Centro
de Estudios Públicos (CEP) y amigo de la adolescencia, diría en la entrega
del Premio Enrique Lihn que el jueves se realizó en la universidad Finis
Terrae. Más que cualquier cosa, el poeta le dijo que no reseñara su obra
sino que leyera un par de poemas específicos: ‘La Tirana XIV’,
‘Nuestro portaviones a vela’ y ‘Deseclipse del firmamento’.
En efecto los leyó, pero más que esas lecturas fue otra la que la que
acaparó la atención. Después de los saludos de rigor, la madre del poeta
leyó un texto que Maquieira envió desde su centro de rehabilitación:
"Carta breve hacia Enrique Lihn o Música de las altas esferas", en la que
Maquieira hace un homenaje al autor de "Porque Escribí".
"En esta ocasión quiero referirme a Enrique Lihn, más en términos humanos
que cabalísticos. Enrique fue mi amigo y mi hermano mayor en la temeraria
aventura de la poesía, no sólo del siglo XX sino de los venideros que
nos quedan por descubrir. Aquellos que lo conocimos aprendimos al máximo
de su brillante conversación, de su generosidad sin límites y de sus
poemas que nos influyen de manera poderosa, trascendente y esencial",
escribió Maquieira, que además aconsejó dos actitudes a los poetas de hoy.
La recomendación de Lihn
Hacia fines de los setenta y durante los ochenta, Maquieira estuvo en el
campo de acción de Lihn. Amigo y escasamente discípulo -como Roberto
Merino, Juan Luis Martínez o Rodrigo Lira-, recibió una elogiosa crítica
de Lihn en 1984 de la que hoy es considerada una obra fundamental de
la poesía de la década de los ochenta, La Tirana, (’83) que sólo el año
pasado fue reeditada.
"El poeta que mejor se deja leer en lo que todos tenemos -dadas las
circunstancias- de barrocos o tenebristas, de rotos y rayados, es y
no muchos otros, quizá ningún otro, este don Diego de Maquieira, amigo
del fulano Diego de Velázquez. El más corto de sus poemas, La Tirana Hit,
dice: Me rayé, pero el disco es cultura. ¿De dónde sale este Tirana que
menudea en los poemas de Maquieira, como un esperpento?", aseveraba y
preguntaba Lihn.
No es casualidad que en su primera versión, el Premio Enrique Lihn
recaiga en Maquieira. El jurado, integrado por el director de la escuela
de Literatura, Cristián Warnken, la académica Adriana Valdés y el poeta
Manuel Silva Acevedo, lo confirmó. Inevitablemente la voz del autor de
"El Paseo Ahumada" estuvo ahí y pesó.
La barrera cancelada
Hoy en desintoxicación, Maquieira viene a continuar una lista
alcohólica/literaria que en Chile al menos incluye a Teófilo Cid y
Jorge Teillier y en el mundo, tiene un par de clásicos indiscutidos:
Edgar Allan Poe, Dylan Thomas o Truman Capote. Bebía a diario y desde
primera hora del día, y hacia el último tiempo sólo vino blanco. Tras
la publicación de Los Sea Harrier (‘94) se supone que trabajaba en
una nueva obra, pero había dejado de escribir e incursionó en la
pintura.
"Está en un periodo de sanación espiritual, que se ha tomado tan en serio
como su viaje a la noche. Ahora está en un viaje al día, por el día y
hacia la luz. Sigue con el mismo humor; está ágil como hace 15 años,
diría que está joven como hace 15 años. Está alerta, lleno de vitalidad.
Muy impresionado de ver la drogadicción y alcoholismo agudo que ha
visto en la clínica", asegura Fontaine Talavera.
Otro amigo de la juventud, el poeta Raúl Zurita, confía en que
Maquieira romperá su silencio literario: "Es un tipo maravilloso. Un
hombre de una bondad.... un muy buen amigo. No sé, pero sé que tiene que
hacer un tercer libro. La Tirana, Los Sea Harrier, le falta el tercero.
Se lo he dicho siempre".
Amigos desde los 23 años, Zurita cuenta que pese a la dictadura vivieron
una época muy feliz y poéticamente muy productiva, pero también está
seguro que Maquieira llevó la literatura mucho más allá. "Eso es grave.
Creo que al final, como Holderlin, las barreras que separan el poema y de
la vida, las canceló y eso es siempre peligroso", asegura.
* * *
Carta breve hacia Enrique Lihn o Música de las altas esferas
Mis queridos amigos y amigas:
Lamento muchísmo y les ruego que me perdonen por no asistir a la
ceremonia de entrega de este magnífico premio que acaba de ser instaurado
gracias a la obra del gran poeta. Vamos al grano: en este momento me
encuentro hospitalizado y bajo tratamiento médico, debido a la casi
religiosa y famosa enfermedad de alcoholismo crónico.
Sin embargo, en esta ocasión quiero referirme a Enrique Lihn, más
en términos humanos que cabalísticos. Enrique fue mi amigo y mi hermano
mayor en la temeraria aventura de la poesía, no sólo del siglo XX
sino de los venideros que nos quedan por descubrir. Aquellos que lo
conocimos aprendimos al máximo de su brillante conversación, de su
generosidad sin límites y de sus poemas que nos influyen de manera
poderosa, trascendente y esencial. Por último y antes de abandonarlos
quisiera ofrecerles dos actitudes que considero fundamentales para
la poesía del porvenir.
Aquí las largo:
- El poeta no puede tener bajo pena de muerte, intereses creados,
sino un interés profundo en crear con mayúscula.
- Y el poeta no puede bajo ningún aspecto, convertirse en un
cretino formado, sino en un desconocido dándose forma.