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EN TORNO A LA
AUTORIDAD NARRATIVA EN "CASA DE CAMPO"
Pedro
Meléndez-Paéz Concordia College
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El esclarecimiento
de la autoridad narrativa de una obra literaria, principalmente cuando
esta autoridad proyecta oscuridad, complejidad o ambigüedad, puede ser
determinante en cuanto a las posibilidades aprehensivas de un texto. A
menudo, este descubrimiento se transforma en un requisito y punto de
partida para entrar al mundo narrativo que se construye. ... En Casa de campo (1978), la existencia
de un autor que se inserta en el mundo novelesco encubre una singular
estrategia que no sólo confunde y deja perplejo al lector sino que, a un
nivel más profundo, cuestiona, discurre y expone algunos fundamentos de
la naturaleza de la realidad ficcional en general y de la realidad
ficcional de la novela Casa de campo en particular. ... No representa ninguna dificultad advertir que
Casa de campo es una novela en la que se conjuga lo tradicional
con lo moderno. Mejor aún, lo moderno se construye ampliando lo antiguo,
exacerbándolo. Específicamente, nos referimos al proceso de construcción
del relato, que abarca la presencia del autor y el mundo que éste
construye. Formalmente, el proceso de construcción del mundo ficcinal es
uno de los rasgos más sobresalientes de la novela. En este proceso, el
aspecto lúdico, rasgo evidente en gran parte de la narrativa de Donoso y
bastante sobajado por la crítica en sus diversas expresiones, viene a
ocupar un lugar prominente por el constante juego del acercamiento y del
distanciamiento que el autor emplea para desfamiliarizar al lector en
cuanto al carácter de la realidad ficticia. ... Ya se ha propuesto que "el lector no puede
cuestionar el mundo narrativo sin cuestionar también su propia realidad.
[Debido a que] Ambos mundos están unidos indisolublemnte", y que "Donoso
crea la unión por medio de un narrador que se encarga de mantener una
distancia convincente entre el lector y la acción narrativa" (Salgado,
283). Obviamente, el cuestionamiento del mundo ficticio de Casa de
campo involucra una invitación al cuestionamiento de la realidad del
propio lector. Después de todo, por muy ficticio e independiente que sea
el mundo narrativo, su base es siempre la experiencia humana, en
cualquiera de sus manifestaciones. A la distancia explícita que el
autor-narrador interpone entre el lector y la acción narrativa, habría
que agregar, porque va aparejada, también explícitamente, la de un
acercamiento que el constructor del mundo ficticio efectúa para
inmiscuir al lector y hacerlo cómplice del acto creativo. De ahí las
reterativas inclusiones de trozos de discursos tales como, "nuestros
pequeños amigos" (373), ¿en qué se transformó nuestro amigo Wenceslao al
hacerse hombre, en ácrata o en lacayo...?" (491), "la desconocida, que
mis lectores saben muy bien quién es" (218). Este vaivén de acercamiento
y distanciamiento a nivel de comentarios sobre la historia que se cuenta
en la novela, contribuye a subrayar el carácter artificial del mundo
ficticio y a destacar la superioridad ontológica del autor-narrador en
relación a sus personajes. Tal como los personjes del fresco trompe
l´oeil "se salen" del cuadro y entran al mundo de sus creadores, el
autor-narrador lucha por salirse de la ficción y ubicarse en el mundo
real, el mundo de los lectores. ... El
autor de la novela Casa de campo, adredemente, como parte de su
estrategia narrativa, detiene avanza o modifica el mundo que está
construyendo con frecuentes intromisiones. Indiscutiblemente, se puede
distinguir por lo menos dos tipos de comentarios autorales. El primero
tiene que ver con comentarios acerca del desarrollo del relato, de la
construcción misma de éste; el segundo se relaciona específicamente con
comentarios acerca de la naturaleza de la ficción, una postura teórica
sobre el acto de crear. Lo importante en este caso, es que la
utilización de estos dos tipos de comentarios cobija uno de los
registros esenciales de la novela, que es la unión de la teoría y la
práctica, el maridaje perfecto entre pensamiento y acción, que es a su
vez una consecuencia lógica y previsible. De esta manera, se plantea una
praxis, el hacerse mismo de la ficción o, según el Diccionario de
política, "su realización por obra de una voluntad racional". Este
hacerse del relato nos remite, a su vez, a una problemática fundamental,
que es uno de los puntos candentes de la novela: la relación entre autor
y ficción. ... Por cierto, el
autor-narrador, de forma deliberada y manifiesta, decide, desde el
comienzo, abandonar el anonimato y optar por la visibilidad,
estableciendo de manera inequívoca la relación creador-creado: "La noche
anterior a la excursión que me propongo usar como eje de esta novela",
(13), y, "Aquel verano el que nos hemos imaginado como punto de partida
de esta ficción" (20), y, también, "El que inventa esta historia,sin
embargo, el que elige narrar o no, o explicar o no". (32), aluden, sin
duda alguna, a un recurso antiquísimo, cuya imagen, la del autor
consciente de su propia creación, recuerda a la usada por Cervantes en
su prólogo al primer Quijote (Cervantes, en efecto, se dirige al
"Desocupado lector" y, más adelante, se refiere al autor consciente de
su propia creación, sentado frente a su mesa: "con el papel delante, la
pluma en la oreja, el codo en el bufete y la mano en la mejilla,
pensando lo que diría".). De estas frecuentes intromisione surgen dos
implicacones fundamentales, a saber, el autor como dios y la creación
como fabricación, lo que significa que la historia que se narra
es un producto de la imaginación y, por lo tanto, los personajes, el
mundo narrativo en general, sólo existen en la mente del autor o en la
palabra impresa (mundos semióticos). ...
El verdadero efecto de esta visible y premeditada presencia
autoral, como lo apunta Brian McHale, es que de partida, "the illusory
reality of the fictional world is destroyed" (197), hecho que provoca,
en el caso específico de Casa de campo, una problematización de
los niveles de existencia. La destrucción de la ilusión de realidad del
mundo ficticio, sin embargo, no significa la ausencia de un mundo
narrativo. No se produce un vacío ficcional sino un orden de realidad
doblemente ficticio. El autor, al declararse creador absoluto del mundo
narrativo, deliberadamente establece que el mundo al que él pertenece es
el que constituye la realidad, el verdadero nivel ontológico. Si
se tratase de un autor ficticio que sencillamente construyese un mundo,
esta jerarquía de niveles de existencia sería mucho menos problemática.
Pero este narrador construye, crea un mundo narrativo no con personajes
que pertenecen a su propio nivel de existencia sino a uno inferior,
precisamente por ser productos de su imaginación. ... La ruptura de la realidad ilusoria significa
que el autor no pretende inmergirnos en su propio nivel ontológico, en
el mundo real (ficticio), sino en un mundo real
(doblemente ficticio), hecho que se corresponde con la definición de
ontología literaria de Thomas Pavel, quien apropiadamente establece que
ésta no trata de la descripción del universo sino de un
universo (234), definición que McHale explicita acotando que puede
describir "any universe, potentially a plurality of
universes" (27, subrayados de Mcale). Cabalmente, el único personaje que
pertenece al mismo nivel de existencia del autor es el Silvestre Ventura
que encuentra en la calle, personaje del cual nos ocuparemos más
adelante. ... En resumen, las
intromisiones autorales, por medio de las cuales se intenta establecer
la verdadera -y por ende superior- esfera ontológica, provocan,
irónicamente, un desequilibrio ontológico con respecto a la naturaleza
de la realidad ficticia. ... La
narratología ya ha establecido, con notable exactitud, que dos de los
participantes de la transacción narrativa propia, quedan fuera:"the real
author and. his equally real counterpart, the real reader"
(Rimmon-Kenan, 86). Esto significa que el autor de carne y hueso, el que
pertenece al mundo empírico -nuestro mundo- sólo puede verse como una
presencia extraficcional, hecho que aclara que el autor de la novela
Casa de campo es el autor creado por el autor real de la novela
Casa de campo, José Donoso. Por lo demás, estos autores no pueden
ser uno y el mismo ya que el primero pertenece al mundo ficticio, es un
personaje, mientras que el segundo no lo es. ...
La relación entre autor y dios se torna evidente: el autor es
omnipotente, omnisciente, omnipresente. El control que el autor ejerce
sobre sus personajes, que después de todo son sus invenciones, es
absoluto. Al sacrificarse la realidad ficticia mediante muestras de
autoridad incuestionable, los personajes aparecen como títeres movidos
por la voluntad del titiritero, que tiene poder de vida y muerte sobre
ellos. es precisamente debido a este poder divino que el autor dice,
refiriéndose a los niños Fabio y Casilda, a quienes hace desaparecer en
unas cuantas líneas: "Es mejor que mis lectores se enteren
inmediatamente que nunca nadie supo nada más de ellos" (260),
demostrando así, una vez más , su irrestricta libertad y su potencial
arbitrariedad al construir el mundo narrativo. Aunque, para ser justos
con el autor, hay que establecer que la desaparición de Fabio y Casilda
obedece a razones contextuales, ya que con tales desapariciones se
subraya la maldad, la injusticia, la crueldad y el manipuleo político de
los Ventura. Esto queda claro cuando el autor, al hablar de su personaje
Wenceslao, lo hace de la siguiente manera:
trabajando en las sucesivas versiones de esta novela,
me he vuelto a enamorar de este personaje, Wenceslao, a cuyo
desarrollo le veo gran futuro en los tres capítulos que quedan, y no
puedo, en consecuencia, deshacerme de él tan temprano y en forma tan
descolorida como la que me había propuesto... he querido recuperar a
Wenceslao, obligándolo a asumir su papel central hasta el fin para
decir y hacer lo que no puede dejar de decir y hacer después de
convertirse en antropófago. (391).
...
En efecto, con
la permanencia de Wenceslao y su virtual sobrevivencia a la catástrofe
política, emocional y natural de Marulanda, éste se perfila no sólo como
esa "especie de héroe" sino también como la llama de la esperanza
salvífica del imprevisible futuro. ... La
inmersión del novelista en el mundo ficcional es tan intensa que,
irremediablemente, se convierte en una relación pasional. Los personajes
no son sólo sus creaciones sino además, por un impulso de frenesí
incontrolable, en sus posesiones y, en cierto sentido, en sus
obsesiones, en términos de la renuencia que demuestra al tener que
zafarse de ellos. Asi se destaca el alcance de la agonía del
autor-narrador ante la inevitabilidad del fin:
Tanto me cuesta dejarlos, que miles de preguntas, con
respuestas posibles o imposibles, se agolpan en mi fantasía efusiva
por su ambición de saberlo todo y explicarlo todo y, en un
desenfrenado acto de omnipotencia, repletar de información hasta el
último centímetro del futuro sin permitir que nadie, ni siquiera los
lectores a los cuales para empezar ofrezco esta narración, se atreva a
completar a su manera lo aquí sugerido.
(490)
Ante la terrible perspectiva del adiós al quedarme sin
ellos y sin su espacio después de tan largo hábito de convivencia,
siento una oleada de inseguridad: dudo de la validez de todo esto y su
belleza, lo que me hace intentar aferrarme a estos trozos de mi
imaginación y prolongarles la vida para hacerlos eternos y frondosos.
(492-93).
... El
efecto inmediato que provocan estos confesionales segmentos de discurso
es la dramatización de la superioridad ontológica del autor. ... La problematización de la relación
creador-creado tiende a exacerbarse, a producir un caos total. Los
niveles de existencia ficcional, al entremezclarse, se relativizan. El
autor-narrador, en cierto momento de la narración, interpola una
entrevista que se efectuó, supuestamente, entre él mismo y uno de sus
personajes creados, Silvetre Ventura. En efecto, el autor, camino al
despacho de su agente literario, a quien le entregará la versión
definitiva de la novela Casa de campo, relata el siguiente
pasaje:
veo avanzar por la vereda la figura bamboleante de un
caballero que reconozco: pese a su gordura -o a causa de ella-,
Silvestre Ventura. Se acerca con el paso peligrosamente ingrávido de
alguien recién salido de la penumbra de un bar donde ha pasado
demasiado, y demasiado agradable tiempo.
(395).
La desestabilización
ontológica que esta entrevista provoca es patente. Las interrogantes
sobre el verdadero carácter del mundo narrativo comienzan a resurgir, en
parte por el oscurecimiento adicional que dicha entrevista provoca, en
parte porque la aprehensión del mundo ficticio alcanza un nivel de mayor
dificultad. El autor dice haberse entrevistado con una de sus
invenciones, cuyas relaciones, hasta ese momento, "han sido
estrictamente profesionales, del creador al creado" (396). Las
implicaciones de este encuentro son abismantes. La pregunta de rigor es
quién es y a qué mundo pertenece Silvestre Ventura. En primer lugar,
este Silvestre Ventura escucha la lectura de unas páginas de la novela
de la que él mismo es, curiosamente, personaje. En segundo lugar, para
que esta entrevista haya podido tener lugar, Silvestre Ventura tendría
que haber "salido" del mundo ficticio del que forma parte. Visto de esta
forma, esto significa que Silvestre es un personaje creado cuyo nivel de
existencia es el mismo del autor y, al mismo tiempo, es un personaje
creado que pertenece al mundo de la ficción inventada y escrita por el
autor. El resultado que arroja este planteamiento, que se funda en una
transgresión,es, sencillamente, una imposibilidad ontológica. Uno de los
factores que hay que tener en cuenta, sin emabargo, es que el Silvestre
Ventura de la entrevista es distinto al que habita el mundo creado por
el autor. Es decir, las cualidades esenciales de un Silvestre con las
del otro no se corresponden. Si el Silvestre Ventura de la entrevsta
existiera, éste se proyectaría como modelo del Silvestre Ventura del
nivel de existencia inferior, el inventado por el autor-narrador. Pero
la perplejidad producida por esta desestabilización o relativización es
sólo momentanea, ya que luego comienza a retroceder, a disiparse -o a
producir una perplejidad doble- al volverse al mundo narrativo en su
inscripción original. .. .Las
transiciones, a menudo explícitas en la construcción del mundo
narrativo, se presentan así en la entrevista entre creador y creado:
"Supongamos que la siguiente entrevista tuvo -o hubiera podido tener-
lugar" (395), y el autor transcribe la entrevista. El recurso que se
utiliza es la indeterminación del hecho, pues a este punto no se sabe
con certeza si la entrevista se produjo o no. Pero una vez terminado el
diálogo, el autor explica: "Tal vez todo lo anterior no se deba más a
cierta nostalgia por los materiales literarios de lo que nuestro hábito
llama realidad", y luego: "En todo caso, quisiera desentenderme aquí
mismo de esta nostalgia para retomar la tónica dominante de mi relato"
(404). Hasta que finalmente se produce el retorno a la "normalidad" de
la ficción, lo cual no es difícil para el autor ya que, "es sólo
cuestión de eliminar mi presencia con este volumen debajo del brazo, [y]
volver a colocar a Silvestre Ventura en la calle donde lo encontramos"
(404-05). ... Con lo anterior, queda claro
que la existencia real de la entrevista entre creador y creado no es ni
ambivalente ni ambigua. Los niveles narrativos, mediante los comentarios
metaficticios del autor, vuelven a estabilizarse. Si cabe alguna duda,
no hay más que fijarse en el "supongamos" del comienzo de la entrevista
embutida, término que apela directamente a la noción de fingimiento, de
impostación. Una de las cosas importantes de destacar, en todo caso, es
el procedimiento. El autor construye los hechos sólo para luego
des-construirlos. Lo que significa que los acontecimientos narrados
pueden ser también, curiosamente, des-narrados y, por lo tanto, las
creencias del autor, análogo a dios después de todo, pueden ser
des-creadas. ... El problema, sin embargo,
persiste, puesto que como lo apunta McHale, estos signos, o
acontecimientos cancelados, o bajo cancelación, "continue to function in
the discourse even while they are excluded from it" (100). Lo notable es
que la entrevista entre creador y creado pasa a ser un mundo ilusorio,
un evento narrativo cuya veracidad es eliminada por el mismo
autor-narrador. El otro mundo, el mundo de la familia Ventura, de
Adriano, del ejército de sirvientes, de antropófagos, es el que, aun
presentándose como una ficción dentro de la ficción, o perteneciendo a
un nivel de existencia distinto al del autor, constitutye el mundo
narrativo y no la entrevista. ... Hasta
ahora, sólo hemos indicado, mayormente, los comentarios que efectúa el
autor sobre sus propios personajes. De igual importancia son los
comentarios que el autor hace sobre el proceso de narrar y sobre la
naturaleza de la ficción narrativa:
Si logro que el púlico acepte las manipulaciones del
autor, reconocerá no sólo esta distancia [con el material de la
novela], sino también que las viejas maquinarias narrativas, hoy en
decrédito, quizás puedan dar resultados tan sustanciosos como los que
dan las convenciones disimuladas por el "buen gusto" con su escondido
arsenal de artificios. (53).
...
Claramente, este
comentario es distinto a los comentarios sobre la diégesis. El
comentario de la cita constituye lo que se conoce con el nombre de
metaficción. Mieke Bal pone en perspectiva el prefijo meta ,
modificando a Gérard Genette al sustituir el término hipodiégesis
(41-56). Si las definiciones cumplen la fun ción de limitar el
significado de las palabras, tiene razón Bal al afirmar que el uso
extensivo del prefijo meta a cualquier tipo de comentario no
permitiría la especificación y podría convertirse, por su misma
amplitud, en un prefijo que serviría de comodín pero que le restaría el
poder de significar. POr rigor, y para evitar la innecesaria
aglutinación de significados, Bal aclara que, "the prefix meta
-indicates an activity having for its object an activity of the same
class" (41). Es así como el término metaficción indica una ficción
acerca de la ficción, lo mismo que una metanarración es "una narración
acerca de la narración", y un metadiscurso es "un discurso acerca del
discurso" (41). ... Para ilustrar mejor y más
contundentemente el aspecto que tenemos bajo consideración, hemos de
recurrir a una comparación directa. Nótese la diferencia entre esta
orientación:
A estas alturas de mi narración, mis lectores quizás
estén pensando que no es de buen gusto literario que el autor tironée
a cada rato la manga del que lee para recordarle su presencia... La
síntesis efectuada al leer esta novela -aludo al área donde permito
que se unifiquen las imaginaciones del lector y del escritor- no debe
ser la simulación de un área real, sino que debe efectuarse en un área
en que la apariencia de lo real sea constantemente aceptada
como apariencia, con una autonomía propia muy distante a la de
la novela que aspira acrear, por medio de la verosimilitud, otra
realidad, homóloga pero siempre accesible como realidad. En la
hipócrita no-ficción de las ficciones en que el autor pretende
eliminarse siguiendo reglas preestablecidas por otras novelas, o
buscando fórmulas narrativas novedosas... veo un odioso fondo de
puritanismo que estoy seguro que mis lectores no encontrarán en mi
escritura. (53-4, subrayados de
Donoso)
Aquí el novelista debe detenerse para explicar a sus
lectores que, instados por Juvenal y entusiasmándose unos con otros,
comenzó el irreparable desenfreno de los niños a quienes sus padres
habían dejado solos en la casa de campo.
(229).
La primera cita es
un comentario ficticio, hecho por un personaje ficticio, acerca de la
naturaleza de la ficción; la segunda es un comentario sobre los
acontecimientos, personajes y acciones de la historia que se narra,
sobre el mundo narrativo que se está construyendo. ... Es pertinente destacar que la declaración del
autor de que no debe confundirse la realidad con la ficción, y el
alejamiento deliberado que propone y afectúa sobre la verosimilitud de
los personajes, sus acciones y su ambiente, están orientados hacia la
idea de que la ficción no imita la realidad sino que construye versiones
de ésta. A su vez, el rconocido (por el autor-narrador) carácter
"emblemático" de los personajes y los sucesos, permite ver, nitidamente,
la estrecha relación entre la realidad y la ficción. Después de todo,
los emblemas no son otra cosa que emblemas de la experiencia humana.
... Las intrusiones autorales ponen en
primer plano uno de los objetivos implícitos primordiales del autor: el
establecimiento de su papel de creador, de su superioridad ontológica.
El autor de Casa de campo, emulando al autor de narracones de
otros tiempos, no sólo aparece en el relato como tal, sino que procura
aparecer. Pero este autor no es ni José Donoso ni su alter ego.
Es sencillamente una fabricación. Es un autor ficticio. En efecto, es
tan ficticio como sus propios personajes. Es esto lo que nos remite al
lema de Roland Barthes, que da título al ensayo "The Death of the
Author", que expresa: "the text is henceforth made an read in such a way
that at all its levels the author is absent" (145), es decir, el
supuesto autor es un "autor de papel". Como McHale lo explicita, "As
soon as the author writes himself into the text, he fictionalizes
himself" (215). Su superioridad ontológica, su esfuerzo por establecerse
al mismo nivel de existencia del lector, por ende, se consume en la
ilusión.
OBRAS CITADAS
Bal, Mieke. "Notes on Narrative Embedding",
Poeties Today 2.2 (1981): 41-56. Barthes, Roland. "The
Death of the Author". Image-Music-Text. Trad. de Stephen Heath,
Nueva York: Hill & Wang, 1977, 139-52. Cervantes Saavedra,
Miguel De El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Ed.
Luis Andrés Murillo, Madrid: Clásicos Castalia, 1978. Donoso
José: Casa de campo, 1978, Barcelona: Seix Barral
1983. Genette Gérard, Narrative Discourse, An Essay in
Method. Trad. de Jane E. Lewin, 1972. Itaca, Nueva York, Cornell
University Press, 1980. Gozzi Gustavo, "Praxis"
Diccionario de política". 1976, México; Siglo XXI Editores.
1982. McHale, Brian: Postmodernist Fiction, Nueva York;
Methuen, 1987. Pavel, Thomas: "Tragedy and the Sacred:
Notes Towards a Semantic Characterization of a Fictional Genre",
Poetics 10.2-3 (1981): 230-49. Rimmon-Kenan, Shlomith,
Narrative Fiction, Contemporary Poetics. Londres: Methuen,
1983. Salgado, María: "Casa de campo o la realidad de la
apariencia" Revista Iberoamericana 130-31 (1985): 283-91
***
en
Revista Chilena de Literatura Nº 36,
1990.
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