Diego
Ramírez publica su libro "El baile de los niños"
Poeta menea el esqueleto
en señal de protesta
Por Leonardo Sanhueza
Las Últimas Noticias, Sábado
17 de Diciembre de 2005
Después de pasar tres
meses en la cárcel acusado de pertenecer a una red de pedofilia,
el joven autor sale a la luz con un volumen lleno de chiquillos extravagantes.
A sus 23 años, el poeta Diego Ramírez
Gajardo luce un prontuario de temer: es egresado de periodismo y comunicación
social, ha publicado tres libros, aparece en siete antologías,
ha obtenido seis becas, ha ganado dos concursos de creación
y ha participado en seis talleres literarios. Ninguno de esos antecedentes,
sin embargo, ha tenido la resonancia de un hecho que, en abril
del año pasado, lo hizo aparecer en los titulares de las páginas
policiales: su detención como sospechoso de pertenecer a una
red internacional de pedofilia.
Acusado de asociación ilícita y de exhibición,
almacenamiento y posesión de material pornográfico infantil,
Ramirez fue encarcelado en la ex Penitenciaría y, después
de tres meses de prisión, salió en libertad bajo fianza,
situación en la que se encuentra a la espera de que se cierre
el proceso. Él sostiene que no ha cometido ningún delito
y que su única vinculación con la red de pedofilia es
haber entrado, al abrir un correo electrónico de un desconocido,
en un sitio web que dejó registrados sus datos y la dirección
de su computador.
Su estadía en la cárcel, pese a todo,
le permitió a Ramírez darle cuerpo a dos libros: "Mi
delito", que aún está inconcluso y que será
una especie de expediente de prisionero, y "El baile de lo niños",
que había comenzado antes de ser detenido y que ahora publica
bajo el sello de Ediciones del Temple. Allí, el poeta elabora
un descarnado paisaje de discoteque, con poemas que hablan de niños
de sexualidad ambigua, que sobrecargan sus vestimentas con elementos
reciclados, se maquillan como japonesitas y usan peinados provocadores:
algo así como una noche sin fin en la Blondie.
- Los "niños" de tus libros están
bien crecidos y son más que adolescentes: son como unos Peter
Pan maquillados.
- El espacio desde donde escribo es un territorio en el que jugamos
a ser niños, concientes de que estamos grandes. Siento que
este baile de los niños es una metáfora de lo que sucede
en un sistema violento y represivo. La nueva violencia de estos niños
pasa por su baile y su estética, que son la única protesta
posible en esto tiempos, en que la molotov es reemplazada por una
extravagancia en la ropa o un nuevo corte de pelo.
- ¿Cómo influyó en la escritura
tu paso por la cárcel?
- La segunda parte del libro es algo rabiosa e intensa y es la forma
en que salí después de esos 93 días y me enfrenté
al nuevo baile. Yo era distinto, el baile era distinto, todo se volvía
más crítico y desencantado.
- Los niños de tu libro se maquillan y se
visten como monitos animados japoneses. ¿Cuál es tu
visión de ese mundo al que, me parece, tú también
perteneces ?
- Es un espacio de deseos y ternuras, es un juego consciente y, por
lo tanto, es triste. Es un territorio que defiendo y que me hace sentir
parte de una diferencia hermosa. Esos niños asexuados que andan
como animé japonés son algo nuevo, en que se trabaja
mucho la exageración de lo femenino, mezclado con las sutilezas
de la cultura japonesa. Es muy lindo ver cómo han pasado del
mohicano punk de los ochenta a estas estéticas de desbordes
del "visual rock". Son un nuevo movimiento de niños
que buscan utilizar esa cultura como símbolo de rebeldía.
Neruda bailable
Una parte de "El baile de los niños"
fue escrita como una versión del "Canto general",
de Pablo Neruda, en una iniciativa de los talleres de Balmaceda 1215.
- ¿Cómo te enfrentaste a una figura
aparentemente tan opuesta a tu trabajo como Neruda?
- Lo bonito fue la libertad de tomar a Neruda desde su poética,
siempre alucinante, y llevarlo como en un viaje a la poética
mía. Para mí fue tan simple como hacerme fans del "Canto
general", como si fuera un grupo musical. Así fue como
convertí las Alturas de Machu Pichu en unas escaleras que llevaban
a la segunda pista dark de una disco y quise llenar las páginas
de esa obra monumental, que es el "Canto general", con luces
de neón, chicos punk, héroes bailables y maquillados.
Imagen: Dig. de fotografía
de Mariola Guerrero