Diego
Ramírez prepara “Mistrala”, donde tribus urbanas se toman el baile
Poeta reúne
a Mistral con emos, darks y punks gay
Por
Javier García
La Nación, Jueves
9 de Agosto de 2007
Chicos
travestidos y de labios pintados se mueven en las páginas del libro donde
Ramírez reescribe “Desolación” de la Premio Nobel.
Compró
una carnicería abandonada a un par de cuadras del centro de Santiago. Conservó,
como cuenta, su estética “con baldosas en las paredes” y la llamó
La carnicería punk. Ahí, Diego Ramírez (25, periodista)
realiza, tres veces a la semana, un taller literario.
A pesar de su edad,
antecedentes tiene de sobra. El 2005 publicó “El baile de los niños”
por Ediciones del
Temple. Ha obtenido numerosas becas, como las de creación del Consejo del
Libro, y este año se ganó $ 4.000.000 para finalizar “Mistrala”.
“Hice ‘El baile...’ con el propósito de hacer una especie
de collage de las tribus urbanas, sus derivados y sus luchas de poder. Luego sentí
que me quedó pendiente el ahondar en lo afectivo, el qué había
detrás de ese discurso estético, y en ‘Mistrala’ desarrollo
el tema; las autoagresiones, los tatuajes, los piercing, lo radical, simbolizando
las cicatrices y el rechazo social, también como una metáfora de
país”, cuenta Ramírez con su voz suave.
El poeta se hizo conocido
el 2004 por pasar tres meses en la cárcel, luego de ser acusado de pertenecer
a una red de pedofilia. Ese mismo año se había ganado una beca de
creación del Consejo del Libro para publicar “Tristes bastardos”,
pero la policía se llevó su computador, y sus poemas a lo más
fueron leídos por un comisario de vocación literaria. A pesar de
ello, ahora escribe “Mi delito”, inspirado en esos 93 días en la
ex Penitenciaría.
CUERPO
ADOLESCENTE AGREDIDO
“Yo era observador de esas tribus, luego terminé
bailando con ellos, porque hay muchos discursos que se mezclan, lo sexual, la
violencia, la política”, señala para luego enumerar los dueños
del paisaje en “Mistrala”. “Ahí están los emos, los dark,
el punk derivado, como el queer punk, o sea, los punk gay, el hardcore, pero lo
que más me llamó la atención fue el visual rock, que es una
estética japonesa, que exagera lo femenino, pero de una manera muy violenta.
Son personajes muy maquillados, de bailes rudos, son chicos que usan los labios
pintados y son travestidos”.
-¿Qué
lugar ocupa la Mistral en tus lecturas?
-Siempre he sido un lector
de la escritura de mujeres y la Mistral ocupa un lugar importante. Su obra tiene
la posibilidad de que uno la pude leer en distintas etapas de la vida. El nombre
del libro, “Mistrala”, me gustó porque es afeminar el gesto. Una
parte es la reescritura de ‘Desolación’, de Mistral, pero ya no
es un cuerpo de mujer agredido, ahora es el cuerpo adolescente agredido.
-¿Qué
piensas del material inédito que se encuentra en EEUU?
-Me
encantaría leer esos poemas, ver esas fotos, esa cajita con tierra de Monte
Grande, esos fetiches mistralianos, incluso desde un museo.