Diego Ramírez Gajardo,
escritor y poeta:
"Para mí no es tema la sexualidad del otro "
Por
Loreto Montero
www.cuds.cl
Abril 2007
“Las niñas como
yo
Que no somos tan niñas,
Podemos recibir ofensas a las costumbres
Y sin embargo en lo sublime de las imitaciones
Aprendemos formas y lenguaje heredados de las madres.
Las niñas que yo conozco casi nunca pueden ser felices”
(“Como un baile que
mira al pueblo desde afuera”, El Baile de los niños,
Ediciones del Temple, 2005)
Desde pequeño se sintió atraído por la escritura. A los 17 años,
su triunfo en los Juegos Literarios de Gabriela Mistral, sería el
impulso definitivo para su consolidación como poeta joven. Ha publicado
tres libros, aparece en siete antologías, ha ganado seis becas y dos
concursos de creación literaria, ha participado en seis talleres con
destacados escritores nacionales y el año pasado desarrolló por primera
vez un taller del que estuvo personalmente a cargo. A sus 25 años,
Diego Ramírez, ha tenido una vida poco convencional, llena de experiencias
enriquecedoras y potentes. Tal vez demasiado potentes, considerando
que en el año 2004 debió pasar 3 meses en la Ex Penitenciaría de Santiago,
por culpa de un correo electrónico que terminó involucrándolo en una
red
internacional de pornografía infantil. Durante esos días no tuvo más
recursos que la escritura para escapar de su frustrante realidad.
Hoy está a poco tiempo de publicar el libro “Mi Delito”, basado
en sus experiencias dentro del recinto penitenciario. Y a pesar que,
como toda persona sigue teniendo problemas, confiesa que después de
esos tres meses, ya nada le parece tan terrible.
- ¿Esto de la escritura nació como un proceso
gradual en ti, o hay algún hecho en especial que te haya impulsado
a escribir?
- Yo creo que el tema de la timidez gatillo la necesidad de escribir.
Siempre he sido tímido, desde chico. Tenía pocos amigos y mi mundo
interno era muy grande, pero nunca me comunicaba hablando, siempre
lo hacía a través de la escritura. Cuando a los quince empecé a hacer
talleres, me tomé el tema un poquito más en serio. Sentí que me iba
bien y que a los profesores les gustaba lo que hacía. Eran talleres
en los que yo siempre era el más chico y a pesar de eso, mis compañeros
que eran estudiantes de literatura, me decían que escribía bien. Empecé
a sentir más seguridad, sentía que no estaba haciendo el ridículo.
- ¿El hecho de ser un escritor y poeta tan
joven te ha dado un plus o te ha jugado en contra?
- Creo que me ha servido porque igual está de moda el tema del poeta
joven y por eso mismo salen algunos artículos sobre “la nueva poesía”
y me mencionan en ellos. También han surgido antologías importantes
de poetas jóvenes como la de Raúl Zurita, en las que me han publicado
y eso me da cierto renombre. Por ahí ha sido una ventaja, pero a la
larga, igual depende del trabajo de uno mantener ese lugar. Depende
de si estás haciendo las cosas bien, si tu libro es interesante o
no.
- Tú le has dado una connotación muy personal
al verbo “bailar”, sobre todo por el tema de tu libro “El Baile de
los niños”, ¿qué significa para ti bailar?
- El verbo bailar lo llevé casi como a la guerrilla. Es lucha, es
defensa y es un rito también. Un rito generacional de bailar con tus
pares, pero al mismo tiempo, de marcar territorios y lugares de poder,
de plantear discursos aunque sean discursos más discapacitados o más
tristes, pero con una potencia bonita también.
- ¿Cual es tu propuesta en la escritura,
que crees que es lo nuevo en ella y lo que ha llamado la atención?
- Yo creo que son dos cosas. Una tiene que ver con la forma, porque
creo que he tenido siempre un estilo súper marcado. Es un estilo que
tiene que ver con hablar desde un “usted”, hablar con diminutivos
o sobre-adjetivar los lugares. Tiene que ver con un ritmo y con una
voz, que es súper difícil de lograr y es lo que uno busca en ciertos
autores también. Y por otro lado, está el asunto de los temas que
trato que son poco literarios. Nadie se había atrevido a poetizar
ese baile o a escribir desde ahí. Y para mí fue difícil porque podía
quedar como un frívolo al hacerlo, pero yo no me inventé en ese lugar,
yo no me instalé ahí a mirar esta rareza, yo estaba con ellos bailando
también en esa rareza. No era un testigo. Por eso yo creo que “El
baile de los niños” es un canto generacional interesante.
Papel de Antecedentes
- Con respecto a tu caso legal, se dijo
en muchos medios de prensa que se había requisado abundante material
de pornografía infantil en las casas de los detenidos. ¿En tu casa
encontraron algo?
- En mi casa no. Igual se llevaron el computador y revisaron todo.
Revisaron mi pieza, toda mi casa y yo no tenía ni siquiera cámara
web o cámara digital. Lo que pasa es que somos muchos en el mismo
caso y se habla de que “tenían tal cosa”, pero no se especifica quién.
Otro niño muy joven tenía la misma historia que yo, y de hecho fue
una de las razones por las que fuimos los primeros en salir, porque
los otros estuvieron mucho tiempo más presos.
- ¿Ya solucionaste todo ese asunto?
- No. Sigo procesado por lo mismo, aunque me han bajado muchos cargos
y ya he podido salir del país como cinco veces pidiéndole permiso
a la jueza. Lo peor que podría pasar, es que me den una sentencia
de 60 días que es lo mínimo para la gente que no tiene antecedentes.
Yo ya estuve 90 días preso, entonces creo que ya convalidé esa pena.
Aunque da para mucho rato más porque son muchos los involucrados.
- Después de la forma en que la prensa trató
este caso ¿Qué opinión tienes de los medios de comunicación chilenos?
- A mi me dio lata lo que pasó, pero igual lo entiendo porque tampoco
la prensa podía especificar lo que te estaba diciendo, necesitaban
generalizar. Pero por ejemplo, lo que pasó con The Clinic me
molestó un poco por la manera en que se hizo. Fue un reportaje en
el que ni siquiera intentaron entrevistarme a mí y no le preguntaron
nada a nadie de mi familia. Me molesté con esa actitud sensacionalista
del diario. The Clinic dejó de ser hace mucho rato lo que era.
- Las personas cuando pasan por momentos
muy difíciles tienden a aferrarse a algo ¿A qué te aferraste tú cuando
estuviste en la cárcel?
- Yo creo que la escritura me salvó la vida. No sé que hubiera hecho
si no hubiera escrito. Había gente que se daba vuelta en las canchas
como locos todo el día porque era súper difícil vivir ese silencio,
ese abandono. Yo nunca había pasado tantas amarguras, tanto frío,
tanto miedo. Todo es extremo en la cárcel. Toda la gente está enferma.
Todos los días pasa un carrito con remedios, con pastillas para poder
dormir, tranquilizantes, porque la gente se vuelve loca. Y yo creo
que el escribir y el leer me ayudó mucho. Me permitió abstraerme realmente.
Me conectaba con otras cosas y podía estar un día entero sin que nadie
me hablara y de hecho, me molestaba cuando alguien comenzaba a hablarme
mucho porque yo era muy feliz escribiendo cartas y leyendo.
También está el tema de la familia cachai, gracias a ellos estuve
súper conectado con lo que pasaba acá afuera. Todos los días me mandaban
cartas, entonces nunca estuve muy solo. Yo en la cárcel estuve muy
bien y después que salí, pasé por un período malo…
- ¿Ahí lo empezaste a asimilar?
- Claro. Pero salí bien. Eso podría haber destrozado mi vida, mi familia
y todo, y sin embargo, no lo hizo. Fuimos bien fuertes. Yo por lo
menos, traté de salir de la cárcel haciéndola mi bandera de lucha.
Y es súper paradójico, pero yo tenía dos opciones: Encerrarme a llorar,
morirme de vergüenza y que nadie supiera que estaba preso, o decir
“Si, yo estuve preso. ¿Y qué?”. Y esa fue mi actitud ante el mundo.
Y me pasa que la gente todavía me mira raro por eso, pero yo hasta
le he sacado provecho a la tragedia. Me gané una beca, voy a sacar
un libro sobre eso, así que no me hago problema… (risas)
Introspección Social
- Cuando murió Augusto Pinochet tú fuiste
una de las muchas personas que salió a celebrar a las calles, ¿qué
significó para ti ese hecho? ¿Qué tan de cerca viviste la dictadura
militar?
- Yo siempre he tenido cercanía con ese lugar por una cosa de complicidad,
de generosidad y de afecto solamente. Porque mi familia no se vio
afectada ni por exilios o desapariciones, a pesar de que es de izquierda.
Es una cosa de complicidad frente a los lugares de dolor con los cuales
me vinculé desde muy chico. Yo creo que uno no tiene que vivir una
realidad así o ser familiar de víctimas para adoptar ese mismo discurso,
para pedir justicia o celebrar una muerte. Cuando me enteré de la
noticia, salí a celebrar y fue súper bonito encontrarme con amigos,
escritores, y todos contentos. Fue como una liberación porque uno
igual vive esa historia de país de alguna manera. La historia represiva
está desde el momento en que te forman padres que son hijos de la
dictadura.
- ¿Hay algo en especial que rescates de la
sociedad chilena y algo que condenes?
- Yo creo que lo que condeno tiene que ver con el mismo tema del fascismo
que no se ha limpiado todavía. Eso me molesta, me da rabia. El tema
de la discriminación también, sobre todo de la social. A mi no me
molesta tanto la discriminación frente a un gay. No puedo marchar
para que eso no suceda, pero si puedo marchar para que no discriminen
a una persona que no tiene los mismos recursos que otra. Eso me parece
más terrible. No tengo parámetros para medir ese grado de injusticia.
Y algo bueno, es que hay un tema femenino rondando que está bonito.
Levemente quizás, pero hay un tema ya instalado. Que las niñas chicas
vean que la presidenta es mujer, que hay una nueva generación de chicas
que ya están mirando su cercanía con el poder, y las mamás que están
desde otra parada también. Hay unos cambios que están pasando con
las mujeres y que ellas solas se han ganado con su lucha.
- ¿Tienes alguna relación con los movimientos
homosexuales que existen en Chile. Qué opinas de sus demandas, las
compartes o te son indiferentes?
- Me parece súper legítimo y valiente que existan, pero yo siento
que no es mi lugar. Y no es por un tema de andar escondido, sino porque
para mí, la valoración real es que no sea tema. Para mi no es tema
la sexualidad del otro. Yo respeto a mucha gente que está involucrada
en el movimiento como el mismo Lemebel o amigos de él que yo conozco,
pero ellos estuvieron en otro proceso. O sea, salir a marchar con
ellos en los ochentas era otro discurso, pero ahora la misma bandera
del arco iris y todo eso, está un poco raro. Siento que se está neoliberalizando
ese deseo de las minorías. Yo marché cuando se murió la Gladys , celebre
cuando se murió Pinochet, y salgo para un 11 de septiembre, pero no
siento que marchar por mi deseo funcione. Ellos se enojan mucho cuando
yo planteo esa posición porque creen que es por egoísmo, para no moverse
o para estar lejos porque es lo más fácil., pero yo por lo menos,
apelo a la clandestinidad desde una manera romántica. Yo preferiría
a los chicos besándose a escondidas detrás de un árbol, que este festival
que hay ahora en el Parque Forestal. Porque es como luchar por el
derecho, pero en el fondo igual no te están aceptando.
“Las niñas como
yo”
- ¿Cuales son tus expectativas con tu trabajo
como periodista y escritor?
- Me gusta harto lo de hacer talleres. El año pasado hice uno y nos
fue súper bien. Publicamos unos libros al final, que también están
ligados con la estética del baile. Fue bonito marcar un sello con
ese tema. Sentir que yo fui el primero que escribí sobre eso, y que
venga un grupo de gente joven y siga atreviéndose a hacerlo, es súper
bonito para mi. Voy a comprarme un local por ahí en plaza brasil y
voy a hacer “La casa del taller”.
Y más adelante, no sé. No pienso mucho en eso. Para mi sería ideal
poder vivir de la escritura y de becas toda la vida (risas). Es lo
que me gusta y es en lo que me siento cómodo. No toda la gente puede
dedicarse a lo que quiere, pero yo no me veo haciendo algo distinto
a esto.
- ¿Emocionalmente hablando, cómo te sientes
ahora?
- Estoy un poco mal por que acabo de tener una oportunidad para una
pega increíblemente buena y tuve rollos con mi papel de antecedentes.
Además, que fue 13 de abril hace poco y siempre que viene esa fecha
para mi es un poco triste. El 15 de junio en cambio, que es el día
en que salí libre, lo celebro con mi familia, con los amigos, como
si fuera un segundo cumpleaños. La gente sabe que ese día yo estoy
celebrando y que el 13 de abril yo estoy mal. Pero eso también es
porque soy dramático y mi relación con la tristeza es muy fuerte.
Necesito estar mal y me invento temas para eso. Me sirve para escribir.
Yo no podría escribir cuando estoy bien o cuando estoy enamorado porque
en ese momento sólo lo disfruto. Y cuando me dejan, ahí viene el texto.
Aunque después de la cárcel siento que mi escala de dolores creció
mucho y todo lo que a mi me pasa ahora, nunca me afecta tanto. Puede
sonar conformista, pero me he sentido bien con todos los problemas
que he tenido porque pienso “ya estuve preso, esto no es nada”. Eso
me ha ayudado mucho. De repente uno necesita tener unos dolores muy
extremos para empezar a mirar la vida de otra forma.