El
baile de Ramírez
"No
sé cuál es la pinta de un poeta clásico"
Por
Pablo Basadre
El Periodista, Año 4, Nº 98, viernes 6 de enero
de 2006
El
poeta Diego Ramírez acaba de lanzar su libro "El Baile de
los Niños" y ya se prepara escribiendo otro gracias a la beca
que ganó del Consejo del Libro. Según algunos críticos, Ramírez
es una de las promesas más serias de la poesía joven chilena, aunque
a él solo le preocupa seguir creando para darle continuidad a su estilo,
mezcla de animación japonesa, niñez y juventud. Aquí el poeta
lo explica .
El año pasado,
el poeta Diego Ramírez (23) estaba preso. Pasó 90 días en
la ex penitenciaría. Los delitos por los cuales fue acusado eran gravísimos:
asociación ilícita, exhibición, almacenamiento y posesión
de material pornográfico infantil. A sus 22 años, Ramírez
fue involucrado en una red internacional de pedofilia. El error fatal, fue abrir
un email, de un desconocido, que le llegó a su correo
y luego pinchar la página que le recomendaban. El problema es que esa página
web era una de las tantas que la policía española estaba monitoreando
hacía mucho tiempo, desde que se habían comenzado las investigaciones
sobre una red internacional de pedofilia a lo largo de todo el mundo.
Tiempo
después, muy temprano en la mañana, en abril de 2004, Diego fue
detenido. Los detectives de la Brigada del Ciber Crimen reventaron la casa, esperando
encontrarse con un degenerado, quizás con niños al interior. Sin
embargo, hallaron a Diego y a su familia. Era muy temprano y su padre y su madre
no entendían nada. Mientras veían cómo se llevaban el computador,
a su hijo, y sus pertenencias.
El hecho fue profusamente informado en los
diarios y en los canales de televisión. Ramírez figuraba en los
noticieros centrales junto a un ingeniero y otro joven que habían sido
acusados.
En los tres meses de cárcel Diego hizo amigos en la Calle
Uno y se ganó el respeto del resto de los reclusos porque sabía
leer y escribir. Se convirtió en el escribano de muchos en el penal. Les
hacía las cartas para sus familias o improvisaba algunos poemas. Además
compartió celda con dos presos políticos, con quienes se las ingeniaban
para conectarse con la señal de la radio de Villa Francia, a través
de un pequeño aparato y una antena fabricada con un gancho de ropa.
Diego
pasó los días escribiendo y leyendo. A veces atormentado y otras,
observando y registrando todo para sus próximos poemas. Así pasó
los días, hasta que su abogado le avisó que estaba libre. Ese día,
quemó toda la ropa que había usado dentro de la peni y, al salir,
haciendo caso a los consejos de sus compañeros, no miró hacia atrás,
pues le habían advertido que así no volvería nunca más
a la cárcel.
Ha pasado más de un año de ese episodio
y hoy Ramírez está feliz, pues acaba de lanzar su libro "El
Baile de los Niños" (Ediciones Temple). Un trabajo que había
comenzado a escribir antes de caer preso y que, mientras estaba en la cárcel,
se había prometido publicar.
Ramírez tiene 23 años
y unos cuantos dedicados a la poesía. Tiene un extenso currículo
literario y una prominente carrera: tres libros publicados, siete antologías
y seis becas, entre ellas, el Fondo del Libro. Además de dos concursos
de poesía joven y el primer premio en el prestigioso concurso de los Juegos
Literarios Gabriela Mistral, que ganó a los 17 años cuando aún
estaba en el colegio. Ramírez tiene muchas historias para contar, en esta
entrevista cuenta algunas.
EL
REGRESO
Hace muy poco, Diego volvió a la cárcel.
Se atrevió a entrar nuevamente, pero esta vez fue de visita. Dice que necesitaba
ver nuevamente a sus amigos presos políticos. "Volví después
de más de un año. Más que entrar a la cárcel de nuevo,
esa visita se transformó en ir a ver a mi amigo, Ernesto Medel, prisionero
político en democracia, y eso fue lo bonito, y lo emocionante, como que
todo lo otro pasó a segundo plano, fue muy bueno verlo, saber de él
y que otros presos todavía se acordaran de mi", comenta Diego.
Ramírez
no solo está tranquilo por su nuevo libro. Su proceso legal está
bien encaminado y su abogado le ha dicho que todo debería terminar muy
pronto. "Lo único que me queda es esperar, al parecer el caso se ha
demorado, porque son varias personas las que están en la misma causa. Todavía
hay diligencias pendientes y eso atrasa a todos, pero va terminando pronto",
explica.
-¿Qué quedó de esos
días en la peni?
-Quedo mucha poesía, cartas, documentos,
mucho material, que ahora estoy armando para un nuevo libro ("Mi delito"),
también quedaron muchos aprendizajes, formas distintas de ver ciertas cosas,
que antes no tomaba en cuenta, son muchos los cambios, cambiaron las rabias, las
tristezas, las alegrías, las oportunidades, la poesía.
El
nuevo libro de Ramírez "El Baile de los Niños"
hace un juego entre la adolescencia y la niñez. Un espacio, como él
lo explica, que está entre esos limites, con cierta ternura. Ramírez
dice que de alguna manera sus textos son un juego de niños: "El disfrazarse,
el hacer de tu cuerpo, tu ropa , tu pelo, una política de expresión
pero mas allá de eso, tiene que ver con una voz que utilizo desde siempre,
que es la de un niño víctima y victimario al mismo tiempo, que me
permite jugar con las formas, a través de más ironía en las
imágenes, más crueldad, más inocencia, más perversión,
y que a la vez está sobrecargado por el uso de adjetivos y diminutivos.
-Hubo
una movida potente en circuitos como el Teatro Carrera, donde uno se podía
encontrar con todo esto que hay en tu libro: ambigüedad sexual, distintas
estéticas, etc. ¿Qué sacaste tú de ese ambiente o
de esos jóvenes para tu libro?
-Mi primer rescate fue desde
lo estético, en ese espacio, sobre todo en lo que era hace unos años
el Teatro Carrera, un espacio donde habían muchas rabias, colores, y discursos
que se cruzaban desde la moda, y desde el disfraz del baile. Me gustaba eso, ver
distintas tribus urbanas que se odiaban, se amaban, se defendían. Era como
una gran fiesta para una triste noche, porque había mucho resentimiento,
culpa, violencia, algunos contra el sistema, otros contra los padres, contra las
escuelas. Sentí la necesidad de mostrar ese pedacito de ciudad, como símbolo
generacional y como metáfora de país.
-¿No
te has topado con algún poeta conservador, de esos que no permitirían
esta mezcla de cosas en un libro de poesía?
- He leído
comentarios de poetas mayores, que se han referido a mi poesía , como un
gesto desesperado por asumir una postura de rebeldía sin discursos, pero
en general, yo lo entiendo, como la incapacidad de generaciones adultas, que han
hecho de la poesía una institución de publicar libros y determinar
cánones de lo que se puede y no se puede escribir, pero en general es gente
que no existe mucho, y que por lo demás es incapaz de ver mas allá
de su lugar y entender que están pasando cosas en otros lugares, cosas
que no tienen porque ser tan líricas.
HÍBRIDO
-¿Te
ha influenciado mucho toda la cultura japonesa, el comic y la animación?
-
Si, hay una influencia, desde que se transforma en mi lugar de baile y de deseo,
es un movimiento nuevo, que tiene que ver con el visual key, o visual rock, que
agrupa a música japonesa y que utiliza la exageración de lo femenino
como símbolo de belleza máxima.
De alguna manera hay un grupo
de adolescentes que a través del deseo travesti, usan estos trajes, y exageración
de maquillaje y colores fuertes, muchos colores, a diferencia del movimiento más
dark.
-¿Cómo andan el resto de tus
compañeros de generación con estos temas que te planteas en tus
poemas?
- No soy un gran lector de mi generación, pero no
creo que muchos quieran bailar conmigo, por lo menos no este baile, y no desde
este lugar, quizás sus motivaciones son distintas o están interesados
de otras rebeldías que no pasan por el baile, o simplemente no quieren
bailar. Siento que este ha sido un espacio que me permito escribir, no porque
quiera ser un poeta de esa diferencia, sino porque es algo que forma parte de
mi lugar.
-¿Lees algunos poetas japoneses?
-
Si, hay algunos poetas clásicos, que aprendí en talleres, cuando
uno veía con admiración los ejercicios de haiku, pero la verdad
ellos, son tan exactos y perfectos en sus trabajos, que son muy distintos a mi
manera más histérica de escribir. Me gustan ciertas sutilezas hermosas
que usan y que tiene que ver con la manera de vivir, hay autores contemporáneos,
como Masahiko Shimada, Kenzaburo Oe, etc.
EL
PERIODISTA
-¿Qué
viene ahora, estás interesado en desempeñarte como periodista?
-
Si, lo primero es terminar mi tesis, estoy trabajando con una investigación
de 5 poetas que trabajan con su cuerpo como una página por escribir, tiene
que ver con poéticas que han sido catalogadas como "difíciles"
por la crítica tradicional: Diamela Eltit, Cecilia Vicuña, Eugenia
Brito, Carmen Berenguer, y Malú Urriola, y paralelamente a eso me gustaría
seguir trabajado como periodista, y terminar el libro "Mi delito"
.
- Tu aspecto cambió mucho desde que saliste
de la cárcel
- Si. Ahora, la manera en cómo me visto
o la forma de mi pelo, tiene que ver, casi con un gesto de ritual, que en los
espacios donde me muevo es normal, es decir, tiene que ver con esa identificación
y con esa rebeldía que uno quiere mostrar a partir de lo particular de
un baile o una moda, es una forma de protesta que se usa como una bandera de reconocimiento
en esos lugares. Si voy a bailar no me veo tan raro, pero si voy a un recital
poético creo que si. No sé cual sea la pinta del poeta clásico.