Señor Presidente:
Me parece que usted debe saber que quien le escribe es un oralitor
mapuche que, lejos de la intención de alcanzar algún
lugar en la administración pública, lo apoyó
en la segunda parte de su campaña a la presidencia de Chile.
A pesar de ello, usted -a través del ministro José Insulza-
me otorgó
el privilegio de invitarme a ser miembro ad honorem de la Comisión
que lo asesora en el tema del Bicentenario, sabiendo que mi posición
-que expresé en mi "Recado confidencial a los chilenos",
1999- es de cuestionamiento de dicha conmemoración y es de
crítica a la declaración surgida al tenor de las discusiones
del Centenario, y que en síntesis dice que "Chile es un
país de blancos, donde no fue necesaria la importación
de negros y donde la presencia de lo indígena es visible sólo
al ojo del experto". Documento que da cuenta de la ideología
del Estado chileno, que de esa manera establece lineamientos respecto
de cuál debería ser el derrotero que guíe la
educación, la información y la publicidad, la salud,
la justicia, la economía. Documento que "sugiere"
que la hermosa morenidad de este país debía ser borrada
o escondida bajo la alfombra de la identidad hegemónica (blanquizadora).
Como creo tener claro quiénes son nuestros adversarios (pu
winka) y quiénes pueden ser nuestros amigos, nuestras amigas
(pu kamollfvñ wenvy), acepté la posibilidad de Conversación
que usted me ofrecía. Y creo no haberme equivocado del todo,
pues allí tuve la oportunidad de expresar mi Sueño,
el Sueño de la mayoría de nosotros los mapuche: nuestro
pueblo reconocido constitucionalmente y ojalá autónomo
a la fecha de la conmemoración de vuestro Bicentenario. Y mi
propuesta de un hito: la represa Ralco inconclusa como una lección
que evidenciara inequívocamente que Chile, más allá
de los errores libremercadistas, es una nación que puede ser
capaz de considerar y respetar las distintas historias e identidades
que la constituyen.
Pero, señor Presidente, veo que al parecer seguimos viviendo
realidades distintas. Es por eso que en mi renuncia que le envié
a mediados del mes de febrero al presidente de la Comisión,
le digo (al Señor Insulza) que: "le agradezco que en la
debida oportunidad me haya recibido para expresarle mi protesta y
mi preocupación por el maltrato de hecho a integrantes de nuestras
comunidades y a miembros de organizaciones citadinas y a sus sedes;
mientras, contrariamente, se minimizaba la prepotencia latifundista
que -a través de algunos medios de comunicación- se
exhibía arma en ristre. Ahora (le digo), me parece que en este
último tiempo el Gobierno se ha mostrado definitivamente vulnerable
a los requerimientos de los poderosos de este país, y tengo
la impresión que en los próximos meses seguirá
haciéndose parte de las acusaciones que incrementará
el número de perseguidos mapuche y de condenados a penas ni
siquiera equivalentes a las establecidas para los torturadores y asesinos
de la dictadura pinochetista.
Sufro hoy la desazón de vivenciar que, más allá
de vuestras puntuales `buenas intenciones', seguimos de perdedores,
y que el Gobierno parece carente de la verdadera Voluntad de asumir
que para evitar un mayor agravamiento de la situación en la
zona (hay que recordar que el asesinato de nuestro hermano Alex Lemun
sigue impune) no debe conformarse solamente con latos informes y promesas
de reparación de la `deuda histórica' sino que ésta
debe ser resuelta con prontitud, y de una buena vez, por el Estado.
Señor Presidente, en relación con los acontecimientos
más recientes, debo decirle que es cierto, los mapuche somos
un Pueblo, no una institución. Por hechos históricos
conocidos aún por pocos en este país, somos también
chilenos, pero -como es sabido por algunos más- tenemos un
idioma, una historia, una visión de mundo propia, y un territorio
histórico que hasta hoy compartimos con el pueblo chileno y
con otros grupos minoritarios aquí (franceses, italianos, suizos,
alemanes, españoles). Y nuestra Gente ha tenido siempre un
espíritu de verdadero diálogo señor Presidente,
por eso me parece grave que usted haya suspendido su anunciada visita
a Wapi para conversar con nuestros hermanos / nuestras hermanas mapuche
lafkenche. Como usted bien sabe, se trataba de una invitación
no de una citación.
Usted dijo: "Yo, con mi mayor respeto, quisiera decir que la
agenda la fijo yo, o sea, a mí no me fijan la agenda, yo soy
el Presidente de la República". Hasta entonces, se lo
digo también con mucho respeto señor Presidente, yo
pensaba que su agenda se la fijábamos todos los habitantes
de este país, en la medida que usted -supongo- se propone ordenarla
de tal forma que le permita responder a las demandas de nuestros problemas
y de nuestros sueños, precisamente porque usted es el Presidente
de Chile. En Wapi, como usted -supongo también- ya sabe, lo
esperaron miles señor Presidente, con la esperanza de una Conversación
personal y franca con usted, porque en nuestra cultura se sigue creyendo
que la Palabra cara a cara es el más fidedigno "documento",
el más profundo compromiso. Lo esperaron miles de lafkenche
encabezados por sus Lonko, Machi y autoridades mapuche citadinas,
que dispusieron el estricto respeto de nuestro propio protocolo, nuestras
propias normas.
Usted, en estos días, dijo además: "Creo que se
ha podido demostrar que ciertos proyectos emblemáticos, complejos,
como Ralco y otros, alcanzaron un buen consenso", afirmación
que nos muestra que nuestras perspectivas frente a situaciones tan
delicadas como ésas parece van por sendas desencontradas; palabras
que nos hacen pensar que con frecuencia el denominado "consenso"
se define desde el sentido de la enfermedad. Pero agregó: "...creo
también que tenemos tareas pendientes, como el convenio 169,
el reconocimiento de los pueblos, una reforma constitucional, que
me parece que son elementos que nos permiten avanzar en la dirección
correcta". Su aserción es en sí misma un avance.
Entonces, en la dualidad de la vida, me parece que es todavía
posible ponernos de pie y conversar, aunque sintamos tristeza.
Señor Presidente, en estos "tiempos de democracia"
es muy grave la situación jurídica y social en nuestro
territorio (campos y ciudades en las que actualmente vivimos). Nuestro
hermano Víctor Ancalaf está en la cárcel cumpliendo
una condena a ¡10 años!, y nuestros Lonko Pascual Pichún
y Aniceto Norin están en la cárcel condenados a ¡5
años! cada uno, por "¡amenaza terrorista!".
Ahora, 18 dirigentes acusados de supuesta "asociación
ilícita terrorista" enfrentan condenas de 5 a 15 años
de presidio por parte del Ministerio Público chileno. Las noticias
dicen que "la jueza de Garantía de Temuko suspendió
la Audiencia de Preparación del Juicio Oral al recusar la defensa
de los imputados su rol como magistrada por aceptar la participación
de 44 "testigos secretos o sin rostro" en el juicio (de
un total de 140 acreditados). Ello en virtud de la ley adecuatoria
de la Ley Antiterrorista del 31 mayo del 2002, fecha posterior a los
supuestos delitos que expone la Fiscalía en su acusación".
Ante esa realidad, señor Presidente, nuestros hermanos y hermanas
renunciaron a su defensa, por considerar que ya estaban condenados
antes de comenzar formalmente el juicio oral. "Nosotros consideramos
abiertamente que eso es una persecución política y que
aquí se está armando un montaje político-jurídico,
que va en contra de nosotros", señaló en la audiencia
-me dicen- José Huenchunao, uno de nuestros hermanos acusados.
Se dice, señor Presidente, que "el Estado de Chile conjetura
tener atrapada a la dirección de la Coordinadora Arauco-Malleco
(CAM). Y que el objetivo político del ministerio del Interior
es la destrucción de la CAM, presentándola como si fuera
el vértice del eje del mal, al estilo ETA o Al Qaeda en versión
mapuche. Para ello, el subsecretario Jorge Correa Sutil aplicó
la Ley Antiterrorista N° 18.314, `aprobada' por la dictadura militar
en 1984, una `legislación' que sólo puede invocar el
gobierno".
Señor Presidente, es a lo menos muy rara toda esta concordancia
de hechos. Ustedes, los que dirigen el país, suelen argumentar
que los poderes del Estado son independientes, me parece que técnicamente
ya se ha demostrado que no es así. Suele suceder que en los
"juicios" hay personas que son juez y parte. Señor
Presidente, tengo la impresión de que "los sectores algo
discrepantes" de las medidas tomadas hasta ahora por su Gobierno
respecto de nuestro pueblo somos la mayoría de los mapuche,
pero ello no significa que seamos terroristas ni necesariamente denostadores
a ultranza de su mandato. Nuestra lucha de siglos es una lucha por
Ternura, en defensa de nuestra Ñuke Mapu -nuestra Madre Tierra-
que sostiene nuestro vivir y nos ha regalado la maravilla de su hablar
y nos ha regalado las flores de sus pensamientos. ¡Tenemos derecho
a continuar con nuestros Sueños!
Es así que -ante la extrema gravedad conque a estas alturas
comienzan a develarse los conflictos generados en nuestra tierra por
el Estado y los grandes grupos económicos nacionales e internacionales-
como mapuche y miembro de la Corporación NorAlinea de Defensa
de los Derechos Humanos, vengo a solicitarle respetuosamente señor
Presidente el pronto cumplimiento de sus promesas, y la firme intervención
de su Palabra que nos renueve las razones, los argumentos, para seguir
sosteniendo que los que suponemos son nuestros amigos siguen siendo
nuestros amigos.
Saludo Azul.