El gato
solo el gato
aparece completo
y orgulloso.
Nació completamente terminado.
Camina solo y sabe lo que quiere
PABLO NERUDA
El silencio de tus estirados pasos revela
el peso de tu cuerpo. Anoche, no hubo buena caza. Te detienes a mitad
del pasillo para iniciar el ritual sobre la alfombra: tu lengua tocan
sexo y estomago; muslos y costados de vértebra. Una vez aseado, caminas
hacia mí; subes a la cama cautelosamente y extiendes tu miembro derecho,
luego giras sobre tu panza de derecha a izquierda, me miras a los ojos,
te encoges y así quedas unos largos minutos para después, suavemente,
retomar aquellos pasos avanzados. Como haciendo pasar el tiempo te
diriges a la cocina, desde allí mueves los platos sucios y me llamas.
De pronto saltas sobre las hornillas, sobre la alacena, corres
inmediatamente hacia la sala y subes a aquel lugar prohibido. Y desde
allí alargas tus maullidos para bajar del cielo e ir directo hacia mi
cama. Una vez extendido sobre tu delicado lomo giras, me escalas empezando
desde los pies y cuando llegas a la cabeza, con tu pata ya limpia me
tocas la cara, me llamas y juegas con mis cabellos.
Esa es tu religión, allí no existe la amistad con el estómago vacío.
Una porción de comida para gatos y un litro
de agua no son suficientes
para tranquilizarte si es que he olvidado el desayuno que te prometí.
Para aplacar tu impotencia, necesitas galletas para gatos, que en
realidad son laxantes, pero ese sabor a dulce de coco, te aloca como
también te desquicia ese juguete aquel que J. te regaló por navidad.
Aquella droga sobre el limador de uñas para gatos te acaba después de
treinta minutos. Y más tarde te conviertes en parte de la decoración de
la sala, del comedor, de la cocina o del dormitorio. Allí tirado sobre
la alfombra, amenazándome con recobrar energía para las siguientes horas,
descansas con ese peso de tu cuerpo ligero, y sueñas con las lagartijas
que te comerás cuando salgas a rodear el pantano o el lago donde se
encuentran los cocodrilos. Tienes suerte Max, y bien lo sabes, ya te
he mostrado cuantos perros y otros animales han quedado sin pata o
cabeza al dar sus paseos obligados después de la cena.