Recuerdos y caminos -que adquieren casi dimensiones
metafísicas- se enlazan en este libro de Ernesto Guajardo "Las
memorias" (RIL editores, Santiago, 1996). Las rutas sirven
para adentrarse en la oscuridad del pasado que se vela a la larga
como un negativo fotográfico y también para huir de
su asedio.
Una cita de Yorgos Seferis, poeta griego que vivió la segunda
guerra mundial, anticipa el contenido de este libro, el tercero del
autor. "Nos falta encontrar de nuevo nuestra vida, ahora que
no tenemos nada", escribió Seferis, reconociendo también
la debilidad del recuerdo, que brota -paradojalmente- de la fijación
en aquello que se dio.
Guajardo tenía seis años al momento del golpe militar,
vivió otro conflicto cuyas huellas están en el sufrimiento
propio y el de muchos de una generación de jóvenes,
de la que brotaron los luchadores más valerosos contra la dictadura.
Que ahora van siendo olvidados, incluso los héroes que murieron.
El poeta asume ese tiempo como marca indeleble: "nosotros / generación
manchada / generación mordida / nadie podrá ahora quitarnos
estas pieles."
En un recuerdo que es (por momentos, porque en otros el amor y la
esperanza iluminan vidas raigalmente maltrechas) "lo único
/ que aún impide / nos arrojemos desde los puentes" resaltan
las carreteras que no llevan a ninguna parte o parecen no tener fin.
Madurez y despliegue técnico amplían su registro y lo
convierten en poeta importante entre los de su tranco. Poemas como
éste no pasan inadvertidos:
"nuestros héroes
fueron todos unos héroes:
craks de diezmados equipos de football
equipos de volleyball
equipos de basquetball
nuestros héroes
eran recordados en su momento
como si hubieran sido artistas de rock
de cine
de teatro
nunca de circo
eran famosos:
fotografías afiches murales
héroes mientras lo permitiera la memoria
hoy nadie los recuerda
viva Chile."
* * * *** * * *
LAS
MEMORIAS DE ERNESTO GUAJARDO
por Jaime Gómez
Rogers
El Líder, San
Antonio, 28 de enero de 1997.
Un poeta. Un notable poeta joven cuya voz se define y abre con profundidad
y energía, en este libro que nos entrega personalmente: Las
memorias. Nacido en 1967, posee estudios en bibliotecología
y documentación. Actualmente cursa periodismo y comunicación
social en la Universidad Arcis. En 1993 participó en el encuentro
"Literatura y compromiso" en España. Y en 1994 fue
jurado en el Concurso de Poesía "José Luis Biedma",
en España.
Su poesía representa, de algún modo, a la generación
de poetas jóvenes que -sin quererlo- heredaron los días
nebulosos de una sociedad en crisis. Poetas que han tenido que asumir
un dolor ajeno, que les caía como un peso durante la niñez
y que los ha marcado en su poesía. Ernesto Guajardo,
en uno de sus poemas, define claramente esta situación injusta:
"hemos sobrevivido, hemos sobrevivido, nos decimos / no ha sido
suficiente: / algunos de nosotros han perdido el habla / otros desean
extraviar la memoria..." Y, en otro poema, sobre el mismo tema,
que se señala como un estigma o un destino, expresa:
"Nuestra juventud una bisagra mal aceitada / algunos de nosotros
se cerraron sobre sí mismos: / no han vuelto a abrirse desde
entonces / nosotros / generación manchada / generación
mordida / nadie podrá ahora limpiarnos estas pieles."
La memoria es el centro alrededor del cual gira el mundo de estos
poemas doloridos, una memoria herida que se presume necesario superar,
para seguir adelante: "Ahora me contemplo en los espejos: / soy
poco más que una cáscara vacía: / las caricias
se han esfumado / ni siquiera cicatrices llegaron a ser."
Ernesto Guajardo, como muchos otros poetas de fin de siglo, señala
con energía este desconcierto de ser, que es a la vez protesta
e interrogación. Este dolor de vida que es necesario limpiar
en la memoria para continuar un desarrollo. En ese sentido esta poesía
es también catarsis. Un modo de crear una base posible para
un futuro merecido. Importante nos parece esta expresión poética
que no quiere transigir con los fantasmas que la acosan. Y pareciera
necesaria esta denuncia y esta expresión para poder vencer
a las sombras del pasado: "ahora intento fundar una nueva memoria
/ una que no la contenga / pero no puedo construir desiertos en mi
cerebro."
Ernesto Guajardo es un poeta verdadero. Saca desde sí lo más
hondo y doloroso y expresa su deseo de un renacer, entre las sombras,
la esperanza: "Ah, nosotros los desolados / malheridos / pero
no lo suficiente: Recuerdo / en mi pueblo crecen flores entre las
rocas."