De
"Higiene"
Unta este
pan duro
en tu vino de ordinario y róelo
figurándote otra
friturilla u snack.
O babéalo con lo que sea;
concíbelo tragable
sintiendo
el buqué
vencido de sal y fuego
con que aderece esta rebanada.
O
ráyalo sobre tu carne.
Habrías
de saber que cavilo,
vaticino
y que atreverme a fracasar
son lesiones
de forzarme a decir(1).
Ignoro la
leyenda que me sobrevivirá,
la épica de un "no a este ejercicio".
No
el horóscopo, el cansancio
de un pie a tientas,
el pobre consuelo
de una masturbación entre sábanas blancas.
Yo que entiendo
ese no llegar, el riesgo
de no dar alcance,
te pido absolver estos papeles
y las sombras
que le dan sentido,
pábulo de una ceguera, pobre escisión
que
deja una gota de rocío al borde de una cala.
(1) Este verso puede ser cambiado por: cercena el
decir, exaspera el modo.
El
loro del muladar
Este loro
no se posa en tu hombro
y no canta.
Se queda al borde del alféizar
observando el muladar.
Los
restos terribles y comunes
de la bestia que comienza soñando
y termina
en angustia.
El pobre que sueña demasiado
para tenerlo todo.
El
jodido cernícalo que traga el cebo
y es caza.
Este loro alazán
si
ha de calcar el modo áspero e hilar
duro al borde del alféizar
morderá
el pistacho, volcará
el agua de su alberca,
aporreará contra
los aparejos
afines al ejercicio.
Puesto que su chillido ha de ser reparo
y no adorno.
"No
sobes tanto", decía
a su alumno el profesor
de escultura.
Y a continuación,
terminada la obra:
"si pules demasiado
obtienes
sólo el brillo".
(fuki
nagashi)
Sé lo que es el arte del bonsái
al
observarme
ningún pretexto para exceder el espacio
y erguirme
sobre la pedrada.
Visto el transito lento y los cuidados mínimos
que
exige el canon,
el reto que acontece y persiste en el estilo
"barrido
por el viento";
toda ley irregular de mis días y la lección
de dominio
que traza la poda;
escueta porfía que sobrevive
vigilada
en
la yema del ápice.
Nada más lejos de mí
que la adoración.
Por
eso el declive o sesgo de potestad
a favor del primer golpe
que da el azote
de
la borrasca.
Diles que
estuve lejos, años
libro sin dibujos
a ras de piso.
Así
y no de otro modo
la baba que sala esta lengua
es rocío brillar en
el cerco de púas,
que anillo al índice.
Óseo
Se
escribe con el puño cerrado.
Frotando en tinta los nudillos
hasta
perder la sensibilidad.
Se frota cada juntura con las mismas dudas,
con
esta misma desazón
que no descarno y desgasta.
Porfía que
me viene del abismo
de lo que no sale
y tara.
Se escribe con el puño
cerrado.
Nervio y sangre una costra que no me permito
y hundo al hueso.
Unas
trufas indiferentes al hambre del cerdo
o pobre,
escribe.
-No
te preocupe el cómo
ni el qué escarba-.
No papa. No
bellotas que roen ardillas.
Textos, es decir, bolas que no ruedan,
frutos
en el tiempo del hambre.
- No te pienses
otra cosa que no sabe a
tierra y frío,
al agua oscura
que sorben las raíces y los
topos.
Sé una común y silvestre trufa
que supo del polvo
y el gusano
en carne propia, la apatía para con el que busca
con
uñas y sudor la subsistencia -.
Púdrete si nadie te traga.
Alguien
te dibuja con los ojos cerrados
y no teme
propasarse en algún
trazo,
equivocar el ejercicio de sentar la belleza.
Raya de quien insiste
desde la propia inclinación
arrebatado de luz
-fosforece el misterio-.
Alguien
te dibuja con ojos cerrados
y esboza su ceguera.
Crisálida
fenicia al golpear este trozo de carbón
sobre el lienzo
sucede
de la manera más natural
vaticinar que serás mariposa de imperio
y
no de bárbaro marinero con alfabeto a cuestas.
Ya
abovedado a una "realidad" que sin comillas no significa nada
. . .... ............ .......... ............... -Nabokov
engullido-,
indago si un día le asestaré mi golpe a la piñata
y si eso significa cientos y fútiles trocitos empolvados de mi incompetencia
. . .... ............embotada
cayendo tipo copos
de nieve; mientras voy dando vuelta tras vuelta
-según sus palabras-
como una maldita polilla.
Retrocediendo
de la biblioteca al escritorio
el jabalí del monte
antes de ser
cogido entre el perro
y el lobo;
cierra la novela y remacha:
"mis
libros y yo en la misma pieza
como pepinillos en vinagre"
Sol
de invierno sobre un escarabajo en rodaje.
La obcecación me vuelve
banal,
silo para una modorra mal llevada.
Sabe
mejor sus espinas
que la carne. Lo óseo antes que la escama
de
la aleta - ese músculo-
que finalmente erró
por corrientes/
versiones / flujos
de una migración expuesta.
Sabe mejor la sangre
en lo metálico del anzuelo
que este desovar.
Evítense
de escribirme poemas;
juzgar que son de los míos, sentir que elegiría
ser
uno de los suyos,
tú mismo.
Tomarse el codo y discurrir profesándome
rastreos; arquear las pecheras
creyéndome íntegro
-huella
capturada en yeso; prótesis
de una dentadura corregida -
Favor guárdense
de amasijos y latas. Léeme
con boca cerrada y dos oídos.
Tuve
suficiente en vida con los arcabuzazos del corazón
y los estiletes
de hípica,
las cavidades en que mi voz rebotó una y otra vez
hasta
borrarme, por pudor.
Venga que no rimo con tajada de forense ni elogio
de
quien brilla de propia sed
- plebe que de escribir en sus narices
hubiesen
cerrado la puerta de golpe-.
Ya difícil es lidiar sitiado por esta línea
cerrada,
la saña propia del roce;
tronchar este mazo de broza esparciéndose
por el viento.
La verdad
está repleta de muchachos sin talento.
Muchachos trágicamente
rotos en el vacío de otros ojos.
Muchachos que retenían la esperanza
de ser correspondidos.
Muchachos buscando algo que arda en la memoria,
a
cada segundo.
. . .... ...Algo porque vivir, algo
porque morir.
Muchachos marcados por la debilidad de esperar que alguien los
oiga.
Muchachos que el mundo parece superarlos
mientras prefieren ver sus
poemas en la sopa.
No
le fueron a la zaga, ni dieron pie
al corazón que siente
sus
palabras como timones rotos de noches en fuego,
días río abajo
al viento.
No dieron con él y su corazón que demasiado siente
y
huye o vuelve indistintamente de la orilla.
Cansado de vivir otro día
húmedo en algún rincón del seso
vaciándose del
claro y torpe de méritos;
pocos éxtasis y sí muchos instantes
en blanco, rema.
No le vieron de repente ir como rápido
pellejo
duro no llegar nunca,
Dios a tu ventura, su cayado en el fondo turbio, empujar
adverso.
No le vieron reptar o saltimbanqui
seguir toda intemperie.
De
golpe el canto esplendente, luciérnagas.
Es verdad algunos nacen
en la noche eterna, sin sol, inmortales.
Con palabras como timones rotos de
noches en fuego
días río abajo al viento
y tratan en vano
de ser queridos o aceptados por sus poesías
de verse como alguien normal.
Así que no ignores al que vuelve
sin pasar la uña a estas
sílabas.
Otra versión ajada en silencio y soledad, su verdadera
higiene.
De
"A los riñones"
En borrarse
adiéstrate.
Cada cuartilla que no la vale como la sombra de
una estaca o árbol seco.
Cada texto como un desierto en el que te
entregas a morir
como una piedra más, ciega al sol.
En borrarse
adiéstrate.
De repente una serpiente
entre las raíces
que no se agitan
devora su cabeza.
Nos
dispersamos con las estrellas.
Yo no podría beber vino con tinta
como Alfred Jarry
y morir a los treinta años,
sabiendo que te regocijas
en los brazos de alguien
que no esta deformado por su caligrafía.
Tras
eso la vida de estos últimos días
es la suma de escuetos poemas
que
nunca llegarán a los textos escolares.
Flaubert,
que al menos bailen los osos -conforme-. Mientras damos vueltas y vueltas
-hasta
dragar el corazón- por la pista de hielo.
Acabo
de ver "le visage du génie"
y "personaje meditando
sobre la
locura",
ambas de René Magritte.
Para mí
no hay imágenes
que defender.
Entre
dos movimientos de respiración
sabe
la hechura de este vacío.
Su
baba
tibia de este mundo.
Lazarillo
fui; albacea de una tosca arpillera
que a trazos de escofina devela un
dulce morir soñándote
calcinado en versos que codicié
cifrar, herí de ardor.
Pelusillas que ame mal y acopié de puño
y letra en flaco tomo;
virutas de luz que el viento dispersa a los riñones.
Quizás
este tono menor sea el destino implacable
de unos versos.
No diré
poesía por temor a que no la haya,
destello que nunca adquirió
todo el resplandor.
"Un caballo enfermo que husmea por el prado
buscando
un rincón limpio donde morir"
. . .... ............al
decir de Kavanagh.
Desolación y páramo de una vida construida
sin bautismo.
Pude cortarme, pero basta con las palabras.
Ernesto
González Barnert (30 de Agosto de 1978. Temuco, Chile) Ha publicado
el poemario "La coartada de los dragones por el camino pequeño"
(Ediciones Pewma, sept/2000). Y textos suyos han sido recogidos por diversas Antologías
y Revistas, además de otros soportes. Ha obtenido Mención Honrosa
en el Concurso Nacional de Poesía Joven Armando Rubio (2003), en el Primer
Concurso de Poesía del Sur "Premio Eduardo Anguita"(2005) y en
el Premio "Juegos Literarios Gabriela Mistral"(2005). A su vez ha recibido
las Becas de Creación Literaria consistentes en Talleres de Poesía
gratis de la Fundación Mustakis/ Biblioteca Nacional; Centro Cultural de
España (Stgo, Chile); Sociedad de Escritores de Chile. Actualmente recibe
la beca de la Fundación Neruda (Stgo), es parte del Taller de Poesía
Santa Rosa 57 (desde mayo del 2004) y del cual pronto habrá un muestrario
en circulación con algunos de los poetas de dicho taller. Y realiza asiduamente
entrevistas escritas y, favor, con minúsculas, para que los puristas y
monstruos de la forma no me muestren las uñas, por letras.s5.com y otros
medios. Estos poemas son parte de los poemarios inéditos "Higiene"
y "A los riñones". También mantiene inéditos otros
5 poemarios bajo el título unificador de "Trabajos de luz sobre el
agua" y otros dos poemarios de rara vuelco con respecto a lo anterior: "Lengua
Madre" (libro escrito en voz femenina) y Caballo de Troya (suma de textos
que por estilo y temática quedan fuera de todo lo hecho). Reside en Santiago.
E-mail: literatura0@hotmail.com