Proyecto
Patrimonio - 2007 | index | Martín Gubbins | Ernesto
González Barnert | Autores |
Martín
Gubbins
Por
Ernesto González Barnert
Martín
(1971, Santiago, Chile) Ha ido realizando un trabajo discreto, pero sostenido,
intenso, creativo, tanto en su propia línea escritural como en conjunto
con las poéticas afines que confluyen en el fde, grupo que preconiza con
naturalidad, sin dogmatismo, abiertamente una línea más experimental
y performativa en los contenidos y formatos de la Poesía. Y más
allá de los nombres que uno pueda aplicarle a su trabajo en particular,
los guiños a estilos similares que pueda enlazar, conexiones a otras artes,
o la descripción aséptica que pueda hacer de lo que intenta hacer
Gubbins, prefiero quedarme con las sensaciones que cada uno de nosotros pueda
experimentar al "leerlo", "contemplarlo" o simplemente "escucharle,
imaginándose algo." Sin duda, no soy el más capacitado para
mandarme las partes sobre este modo, mis referencias en su línea son bastantes
limitadas. Pero reconozco y celebro su esfuerzo, la abertura a todos los sentidos.
Por supuesto, algunas de sus creaciones las he disfrutado profundamente, como
también me he sentido estafado, aburrido o sobrepasado como "lector".
Pero no me cabe la menor duda que es una experiencia refrescante, válida
y potente. Y que puede ser una enorme oportunidad para muchos de abrir nuevas
sensibilidades, nuevas conexiones. Y de paso, ojo, ser un significativo aporte
a nuestro clásico trabajo escritural.
-
¿Cómo llegaste a la poesía?
- Yo soy un recién
llegado a la poesía, porque sólo cerca de los 30 años comencé
escribirla más o menos seriamente. Pero el virus comenzó a incubarse
mucho antes.
Debido a las actividades profesionales de mis padres, frecuentemente
visitaban mi casa escritores y artistas, y había una biblioteca llena de
libros de poesía, arte y arquitectura, además de decenas de cuadernos
de croquis con dibujos de mi padre (de ahí surge el formato tipo "croquera"
de mi libro ÁLBUM).
De chico, además de los juegos típicos
y la televisión, me entretenía haciendo collages con recortes de
revistas, diseñando logotipos para marcas inventadas o escribiendo a máquina
bitácoras de mis juegos. Sin embargo, mi colegio no era especialmente orientado
a las artes, así que sólo comencé a escribir poesía
durante la educación media, al hacerme amigo de un compañero que
era poeta. Después, mientras estudiaba derecho en la Chile, me hice de
otro amigo que escribía, así que seguí teniendo pocos pero
buenos compañeros de viaje por las letras. Mi época universitaria
fue muy buena, intensa y reveladora, pero crecientemente atacada por angustias
adolescentes, así que en esa época la poesía era mi forma
de expresar y desahogar esas angustias, y no mucho más.
Luego de
titularme como abogado estudié fotografía en la Católica
y, después de trabajar algunos años en un estudio jurídico
en Santiago, me fui a Londres a hacer un magíster en literatura gracias
a una beca del gobierno inglés. Pude adentrarme en el canon literario y
crítico de fines del siglo XIX y del XX. Estudié el modernismo anglosajón,
a algunos poetas norteamericanos como Charles Olson, Jack Spicer, Elizabeth Bishop
y John Ashbery, y tendencias de poesía concreta, especialmente inglesa
y canadiense, como Bob Cobbing, Dom Silvester Houedard, bp nicholl y Steve McCaffery,
entre otros. Desde el punto de vista teórico estudié bastante la
relación entre imagen y texto a partir de aproximaciones desde la retórica
y desde la idea de imagen/texto de W.J.T. Mitchell, especialmente en fotografía,
a través del trabajo de artistas como Walker Evans y Dorothea Lange, con
sus fotos de vitrinas, anaqueles y avisos publicitarios de lugares públicos
tomadas entre los años 30 y 50. Además de mis estudios de postgrado,
gracias a contactos de Andrés Anwandter durante estos años en Londres
me vinculé con poetas del Writers Forum de Bob Cobbing. Con ellos comencé
a trabajar de manera más sistemática. Empecé a descubrir
caminos formales de expresión y desapareció la vinculación
tan obvia entre la poesía y los conflictos interiores del poeta.
-
¿Qué ha significado para ti la Poesía?
- La
lectura de poesía me ha permitido aprender sobre la palabra y sobre el
oficio de escribir, pero además me ha ayudado a escapar. En un primer momento
escapaba adentrándome en las emociones adolescentes, y luego hacia zonas
más intelectuales. Por otro lado, la práctica poética me
ha permitido realizar aspectos de mi persona que están coartados en otros
planos en que me desenvuelvo. Yo necesito estar haciendo cosas todo el tiempo.
Pero no todas las cosas que hago encauzan los impulsos de mi sensibilidad. Finalmente,
la poesía me ha permitido conocer a muchas personas con quienes comparto
intereses a partir de la lectura y la creación. Algunos se han transformado
en grandes amigos.
- ¿Para quién
escribes?
- Para nadie en particular. Yo escribo, antes que nada,
para mi propia realización personal, porque como casi ninguna otra cosa
que hago en la vida (excluidos los afectos naturalmente), al escribir me acerco
mucho a quien creo ser de verdad. No me importa demasiado si lo que hago es importante
o si permanecerá en el tiempo. Lo que me interesa es emprender proyectos
y ejecutarlos con todas las herramientas a mi alcance, para que mi mirada y lo
que digo en mis trabajos se transmita en la forma más ajustada al mensaje
que se comunica en ellos.
Sin embargo, estoy conciente del poder que tiene
la literatura. De la fuerza demoledora o constructiva que puede tener la palabra,
sobre todo escrita. Tengo muy clara la responsabilidad que eso conlleva, y por
eso me interesa la poesía que reflexiona, critica o deja huellas sobre
aquello que parece negativo, o positivo, en el hombre, la sociedad o el mundo
en que le tocó vivir al artista. Si bien mucha de mi poesía es bastante
abstracta o se concentra en interrogantes formales, la expresión, e incluso
la protesta, no están para nada excluidas de mi programa de trabajo. Ahora
bien, igualmente me parece que la forma (cualquiera sea), sus interrogantes y
desafíos, tiene que ser parte esencial del esfuerzo creativo, pues de lo
contrario no es arte o literatura lo que se hace, sino otra cosa (discurso político,
publicitario, psicológico, filosófico o lo que sea), y a mí
sobre todo me interesa hacer arte y literatura.
-
Cuando escribes, ¿Necesitas algo a tu alrededor, alguna cosa, haces algo
en particular?
- Me esfuerzo bastante por ver la composición
poética en un sentido muy amplio, que no se restrinja sólo a la
escritura, de palabras sobre papel digamos. Por eso, escribo a mano en un cuaderno
o en computador, pero también experimento con mi voz, grabando o improvisando,
y también hago objetos, dibujo, saco fotos y recorto y pego papeles. Visito
las librerías de libros tanto como las de artículos de escritorio
o la Casa Royal. Mi acercamiento a la poesía ha sido más bien intuitivo
que académico, por lo que honestamente no me siento limitado por ninguna
tradición, herramienta, formato o idioma. Tampoco me importa demasiado
preguntarme si lo que hago es o no poesía. Entre quedarme pegado en esa
pregunta escolástica y hacer, prefiero hacer.
En todo caso, me interesa
mucho trabajar con herramientas que no conozco bien o que están hechas
para otra finalidad, precisamente para aprender a usarlas o para desvirtuar su
uso obvio. Así por ejemplo, he escrito con el Photoshop y dibujado con
el Word, programas computacionales diseñados originalmente para un uso
exactamente a la inversa. También he conectado un micrófono a un
pedal de efectos de guitarra eléctrica, para manipular mi voz. He escrito
en el muro de un teatro a oscuras con una linterna encendida y he hecho percusiones
con las teclas de una máquina de escribir. Tal descontextualización
de los medios se la aprendí al viejo Cobbing, que usaba su máquina
fotocopiadora de maneras extrañísimas, para crear y no para reproducir,
que es su destino natural. Este tipo de ejercicios me interesan no para espantar
a la audiencia ni nada de eso, sino como metodología de experimentación,
entendiendo esa palabra como exploración de formas y procedimientos. Claro,
a veces resulta y a veces es un desastre, pero de eso se trata la experimentación
supongo, y el aprendizaje.
- ¿Cómo
es tu proceso escritural? ¿Cómo trabajas hasta concretar un poema?
-
Tengo varias formas de trabajar, aunque ninguna demasiado estructurada
así como para hacer un "manual sobre cómo escribir poesía"
o algo por el estilo.
Una es simplemente sentarme a escribir o tirar líneas
en la pantalla o sonidos en la grabadora, lo que sea; o anoto frases que encuentro
en libros o escucho en la calle, inscripciones de monumentos o letreros publicitarios.
A medida que voy reuniendo un conjunto compongo un trabajo como si fuera un puzzle
velado, en el cual no se conoce la figura que resultará, y que aparece
sólo al final del proceso. Esta es una forma de, digamos, picanear a la
inspiración para que aflore.
Otra manera consiste en ejecutar una
idea concebida entera a priori gracias a uno de esos escasos intervalos de inspiración
que uno tiene. Si la idea resulta, bien, y si no resulta bien también,
porque muchas veces del proceso quedan retazos que luego sirven para armar esos
puzzles velados de que hablaba antes. Así voy acumulando en una carpeta
muchos versos, imágenes y sonidos descartados. Frecuentemente vuelvo a
ella en busca de partes y piezas, como si fuera el cajón de clavos y tornillos
huachos de un maestro.
Otras veces me propongo un proyecto mayor y comienzo
a hacer poemas específicos que calcen con él. Este tipo de proyectos
puede responder no sólo a un concepto sustancial sino también a
un procedimiento.
De esta última forma surgió ÁLBUM.
Luego de terminar mis estudios de postgrado en Londres, partí en un largo
viaje. Mi proyecto fue escribir o componer postales, pequeños croquis de
lugares y situaciones de ese viaje, tal como hacía mi padre con sus croqueras
de dibujo. Este proyecto en el fondo fue una excusa para utilizar los procedimientos
de escritura que había encontrado o aprendido en los años previos.
Al principio quise hacer ese libro en inglés y titularlo Snap Poems, que
viene de snap shots, como se les dice a las fotos "instantáneas"
en inglés, esas que se sacan con un puro clic, pero resultó algo
diferente, y de esa noción inicial sólo quedó el espíritu
de las "instantáneas" en los poemas, y el título del libro,
que sin mucho esfuerzo puede entenderse como alusivo a un álbum de fotos.
Otro
proyecto que tengo pendiente es una especie de exorcismo del lenguaje jurídico
y recuento de mi experiencia profesional de abogado ante los ojos del poeta. El
libro se titulará Fuentes del Derecho, y está bastante avanzado,
pero pienso tomarme un buen tiempo antes de publicarlo. Un tercer proyecto se
llama En la Escuela. Es un poema escrito a dos manos con Tomás Varas, usando
un procedimiento muy simple en que fuimos haciendo variaciones sucesivas de un
poema inicial, enviándonos recíprocamente por email las versiones
que cada uno iba escribiendo. Ese libro está listo e inédito. También,
tengo un proyecto de colección de "escalas", algo así
como escaleras verbales de palabras encontradas dentro de una sola palabra, que
algún día quiero publicar en homenaje al gran Eduardo Scala, que
usa mucho ese procedimiento. La Cecilia Vicuña también lo usa en
su libro Palabrarmas, reeditado el año pasado. Finalmente, hace algunos
meses estoy trabajando en composiciones sonoras que voy a publicar como CD bajo
la Colección Foro de Escritores.
- ¿Qué
poetas, escritores, artistas o experiencias han marcado tu cocina literaria y
también la propia vida?
- ¡Tantos! ¡Tantas! Estos
son algunos, en cualquier orden:
En Chile: Manuel Silva Acevedo, Armando
Uribe, Andrés Anwandter, Martín Bakero, Luna Montenegro, Kurt Folch,
Felipe Cussen, Gregorio Fontén, Adán Méndez, Anamaría
Briede, Carlos Cociña, David Bustos, Julio Carrasco, Javier Bello, Cristóbal
Joannon, Juan Cristóbal Romero, Cecilia Vicuña, Bruno Vidal, Nicanor
Parra, Vicente Huidobro, Gonzalo Millán, Juan Luis Martínez, Enrique
Lihn, Guillermo Deisler.
Fuera de Chile: Bob Cobbing, Lawrence Upton, Sean
Bonney, Jeff Hilson, William Rowe, Mike Weller, Maggie O'Sullivan, Ian Hamilton
Finlay, Kenneth White, Eduardo Scala, Clemente Padín, Eduardo Milán,
Hugo Gola, Guillermo Daghero, John M. Bennet, Bartolomé Ferrando, Adrian
Fisher, Tom Raworth, Jerome Rothenberg, José Antonio Sarmiento, Irving
Weiss, Juan Eduardo Cirlot, William Blake, TS Eliot.
-
¿Cómo ves la poesía actual chilena? ¿y dentro de ella
a los poetas de tu edad más o menos?
- Me impresiona mucho
la cantidad de buenos poetas que hay en Chile y también la cantidad de
libros de poesía que se publica cada año. Además, me parece
excelente la abundancia de influencias, lo que genera apertura mental. Me refiero
a la poesía concreta brasilera (los de Campos, Pignatari) y europea (Jandl,
Cobbing, Finlay), la poesía visual latinoamericana (Padín, Vigo,
Deisler), autores del Black Mountain (Olson, Duncan, Creeley), de la escuela de
Nueva York (Koch, Ashbery, O'Hara), españoles (Pinos, Cirlot, Scala), británicos
(Raworth, Fisher, Leonard). En fin.
Lo que me parece frívolo y aburrido
es cierta tendencia al conventilleo, que sólo contribuye a generar prejuicios
y mala onda. Supongo que eso pasa en todas partes y en todas las actividades humanas,
pero como Chile es chico y los poetas abundan, se nota bastante.
Pero también
hay harta gente trabajando de forma muy rigurosa. Los que nombré antes
son algunos, pero hay otros que también me gustan mucho, como Paula Ilabaca,
muy buena escritora e intérprete de sus textos en vivo. Los proyectos de
Héctor Hernández siempre son interesantes también, y aunque
disparejos, son un aporte indudable. El grupo Lanzallamas me parece muy bueno,
y por supuesto los Casagrande, poetas del espacio público como no hay otros.
-
¿Qué opinión te merece los talleres literarios? ¿Y
qué significa para ti el Foro de Escritores?
- Nunca he ido
a un taller literario en el sentido más convencional del término.
Sólo he asistido a un taller de lectura en la Escuela de Derecho, al Writers
Forum de Londres y al Foro de Escritores acá en Santiago. Pero en estos
dos últimos nadie dirige o enseña. El WF y el FDE son más
bien instancias o espacios de encuentro entre creadores que desean compartir su
trabajo con otros creadores y aprender de lo que ellos están haciendo,
más que de las enseñanzas de un gurú o algo por el estilo.
Este formato me ha ayudado mucho, porque obliga a llegar a la reunión con
algo que mostrar ante una audiencia calificada de escritores y artistas que están
trabajando igual que uno, aunque tengan más o menos años de circo
y más o menos premios y publicaciones en el cuerpo. Además incentiva
la autocrítica individual respecto del trabajo propio.
El Foro surgió
como una forma de prolongar la experiencia y energía del WF acá
en Chile, luego de mi regreso al país a fines del 2003. Fue una idea planteada
inicialmente junto a Anwandter (que conoció bien el WF de Londres), Cussen
(que venía llegando de su doctorado en Barcelona), Fontén y Folch.
Con ellos hicimos la primera sesión en diciembre del 2003.
Son tres
años y medio hasta ahora, con muchos vaivenes y altibajos, en los cuales
hemos publicado 10 libros hechos a mano que reúnen a varias decenas de
autores de todas las edades, estilos y proyección, y hemos hecho muchísimas
presentaciones en vivo, exposiciones y otras actividades dentro y fuera de Chile,
en universidades, galerías, bares, teatros, radios, e incluso en museos
importantes como el Bellas Artes y el MAC de Santiago. Algunas cosas han salido
muy bien y otras no tanto, pues se trata de un taller abierto donde cualquiera
puede ir a probar cosas y aprender un poco de lo que está haciendo el resto.
Y es un taller siempre, en todas sus actividades. Por eso, si se busca perfección
y calidad total, en el Foro no se la va a encontrar, eso está claro.
A
mí me parece notable que el proyecto, con toda su precariedad e informalidad,
tenga un cierto, pequeño, lugar. Es que es muy difícil de clasificar,
porque verdaderamente se ve de todo, desde sonetos hasta performances, y hay mucho
ensayo de cosas, por lo que algunas personas pueden sentirse cómodas y
muchas otras bastante incómodas. Pero fuera de Chile es casi más
conocido que acá. Los libros le llegan a poetas, académicos y editores
de todas partes. Lo que pasa es que no hay demasiadas personas en el mundo interesadas
en proyectos literarios como el Foro, pero en todos lados existen, y misteriosamente
se encuentran, crean lazos y tejen redes de intereses comunes que son muy fructíferas.
-
¿De tu obra si tuvieses que elegir un poema o fragmento...cuál?
-
No quiero parecer snob, pero yo eligiría mis dos primeros poemas
propiamente visuales. Uno se llama Roundabout (Rotonda), tiene seis partes y muestra
la forma, sonido y experiencia que genera una rotonda y el tráfico en general.
Y el otro se llama Contours of Chile (Contornos de Chile), poema en dos partes
donde represento visual y sonoramente la costa de Chile y la Cordillera. Son importantes
porque marcan para mí el inicio de un camino formal de expresión
que sigo explorando hasta ahora.
- ¿Qué
libros nunca has podido terminar de leer?
- De los que quiero leer
y no he podido terminar, obras fundamentales lamentablemente, por ejemplo Larva
de Julián Ríos y Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal. Empiezo
como caballo inglés pero después me voy a punta de tropezones…
-
¿Cuál es para ti el gran libro olvidado de la poesía chilena?
-
Era Luis XIV de Paulo de Jolly, pero ya lo reeditaron.
-
¿Cuál fue el último libro de poesía chilena que leíste?
-
Campo Santo, de Jaime Bristilo Cañón.
-
¿Qué libro estás leyendo ahora?
- Los Mitos
Griegos Contados Otra Vez, de Nathaniel Hawthorne.
-
¿Qué piensas de los Premios literarios?
- Me encantaría
ganarme alguno alguna vez. De hecho, me encantaría ganarme uno cada mes,
para no tener que trabajar como abogado. Tiempo atrás participé
en muchos concursos, pero sin ningún resultado, salvo uno en Irlanda, donde
el poema que mandé quedó seleccionado entre los ¡1000 mejores!...,
aunque estoy seguro de que le decían eso a todos los perdedores para que
volvieran a intentarlo al año siguiente, pues para participar había
que pagar una cuota de como 10 lucas. También una vez en 4° básico
había que escribirle una carta al mismísimo Papa del Vaticano, y
la mía fue seleccionada para enviársela. Este es mi mayor éxito
literario. Nunca lo olvidaré.
- ¿Quién
te gustaría que recibiera el Premio Nacional de Literatura?
- El
Foro de Escritores en pleno, no sé si por calidad pero sí por necesidad,
además que sería bonito un premio nacional colectivo por primera
vez en la historia. Me encantaría que algún día el Foro salga
de la marginalidad, para hacer libros con verdadera distribución, porque
lo cierto es que no existe ninguna editorial en Chile que se atreva a publicar
las cosas que edita el Foro. Martín Bakero es un ejemplo, poeta chileno,
artista versátil y performer extraordinario, que ha publicado varios libros
en Europa, pero en Chile ninguna editorial le había dado lugar hasta que
el año pasado salió el SIETE de la Colección Foro de Escritores,
que reúne una muestra muy representativa de su obra. Ojalá un libro
como ese pudiera ser reeditado alguna vez en Chile con más ejemplares y
con una distribución apropiada.
- ¿Qué
te parece este Chile ad portas del Bicentenario? ¿Su política cultural
para con la Poesía?
- Hay cosas que me deprimen y otras que
me alientan mucho. Me deprime la mediocridad de nuestras autoridades, que muchas
veces en vez de actuar como líderes lo hacen como burócratas o mercachifles.
También me deprime la siutiquería y el arribismo. Pero por otro
lado me alienta mucho que haya tanta gente, sobre todo joven, haciendo cosas interesantes
y jugándosela por sus sueños. Hace 18 años, cuando yo tenía
18, no era así la cosa. Éramos harto más timoratos y provincianos
me parece.
- ¿Qué palabras le dirías
a alguien que está comenzando en esto de la poesía, alguien que
ha decidido ser poeta?
- Que lea y que escriba no más.
-
¿Cuáles son los 10 libros que recomiendas leer?
- Voy
a nombrar 10 de poesía chilena en cualquier orden, porque me gustan, pero
no con ánimo de hacer un ranking ni mucho menos: Altazor, de Vicente Huidobro;
Poemas y Antipoemas, de Nicanor Parra; La Ciudad, de Gonzalo Millán; Paseo
Ahumada, de Enrique Lihn; Lobos y Ovejas, de Manuel Silva Acevedo; La Nueva Novela,
de Juan Luis Martínez; el SIETE de la Colección Foro de Escritores,
que contiene la obra Pneumatika, de Martín Bakero; el DIEZ de la misma
Colección, que reúne poesía visual de diez autores; Contemplación,
de Gregorio Fontén; y, Banda Sonora, de Andrés Anwandter.
-
¿Qué cosa últimamente te quita el sueño?
- Lo
que siempre me quita el sueño es esa tarea para la casa que nos dejó
Parra en uno de sus artefactos: "Vivir en la contradicción sin conflicto".
-
¿Qué te escandaliza?
- A estas alturas del partido
soy bastante escéptico, respecto del ser humano y de la sociedad en general.
Me ha tocado ver todo tipo de situaciones escandalosas. El mundo real es muy feo
en verdad, y muy difícil. A veces envidio a quienes viven en una burbuja,
pero tampoco deja de escandalizarme que así sea.
-
¿Me gustaría que a ti mismo te hicieses una pregunta -que nadie
más te ha hecho- y te la respondieras. Una que nadie ha tenido la gentileza
de hacerla?
- Para la mayoría de las preguntas interesantes
que yo me haría, lamentablemente no tengo respuestas.
-
Y por último ¿A qué le tienes miedo?
- A ser
un viejo de mierda y desvalido.
Silencio
del alfabeto gastado