¿Qué 
              es una bandera y para qué sirve?
              A propósito de La bandera de Chile de Elvira Hernández
              
              
              Por María 
              Inés Zaldívar
              Sala Ercilla Biblioteca Nacional, 9 julio 
              2003 
              Publicado en Anales de Literatura Chilena Nº 4, 2003
              
              
          
          En 1981, durante plena dictadura de Augusto Pinochet y poco después 
            de que fuera detenida, Elvira Hernández escribe un texto, 
            más específicamente, un poema largo, titulado La 
            Bandera De Chile, que empieza a circular inédito, de mano 
            en mano, alrededor de 1987, hasta que es publicado, oficialmente, 
            en Buenos Aires el 91, en los inicios de la llamada transición 
            democrática 
chilena. 
            La reedición de este poema que ha flameado desde hace veintidós 
            años es el motivo que nos congrega hoy día en la Biblioteca 
            Nacional. Es por ello que, en esta ocasión, me interesa considerarlo 
            como lo que dice que es, una "Bandera de Chile", y reflexionar 
            acerca del porqué su presencia y permanencia de "objeto 
            en el mundo" como diría Eduardo Said(1) 
            a lo largo de los años.
          Si aceptamos como una definición básica de BANDERA 
            la primera acepción del vocablo del diccionario de María 
            Moliner, acordaremos en que es un: "Trozo de tela, generalmente 
            formado por bandas de distintos colores, sujeto por uno de sus lados 
            a un palo o asta, que constituye la insignia de una nación 
            u otra colectividad"(339). Y si luego completamos esta idea con 
            su significación simbólica, asentiremos con Cirlot que: 
          
           
            BANDERA deriva históricamente de la insignia totémica, 
              cual aparece en los distritos egipcios y entre la mayoría 
              de los pueblos. Los persas llevaban águilas doradas con las 
              alas desplegadas al extremo de largas astas; los medos, tres coronas; 
              los partos, una hoja de espada; los escitas, un rayo; los griegos 
              y romanos tuvieron enseñas, estandartes y banderas, [; los 
              chilenos y chilenas una estrella solitaria, que según Gastón 
              Soublette en su libro La estrella de Chile, publicado en 
              Valparaíso en 1984, recoge una triple significación: 
              indígena, hermética y cristiana(2)]
            Lo que constituye la esencia de todos estos símbolos [continúa 
              Cirlot] es menos la figura adoptada que el hecho de que ésta 
              se coloque en lo alto de una pértiga o asta. Dicha elevación 
              es correlativa de la exaltación imperiosa, significando la 
              voluntad de situar la proyección anímica expresada 
              por el animal o figura alegórica, por encima del nivel normal. 
              De este hecho deriva el simbolismo general de la bandera, como signo 
              de victoria y autoafirmación. (106)(3) 
            
          
          Consideraré, entonces, al examinar esta Bandera de Chile de 
            Elvira Hernández como un objeto simbólico, el cómo 
            es este objeto y dónde se ubica. Partiendo por lo segundo, 
            el dónde, creo que los datos explicitados al inicio dan cuenta, 
            aunque someramente, de su recorrido desde que nace hasta hoy, por 
            lo que me detendré primero en el cómo es. Desde antes 
            de su lectura, puede apreciarse que la disposición de los signos 
            en la página de esta Bandera de Chile, no sigue ningún 
            patrón preestablecido. No existe un formato visual que pueda 
            homologarse a un emblema con caracteres definidos para una lectura 
            predecible, pues cada una de las 26 páginas que componen el 
            texto, son una sorpresa. Las bandas blanco azul y rojo, y la estrella 
            solitaria están ocultas tras la superficie de papel, entreveradas 
            y diseminadas entre versos largos, cortos, y silencios de variado 
            tipo. En otras palabras, no hay correspondencia icónica entre 
            el emblema nacional y el texto desplegado en las páginas.
          Iniciada ya la lectura del texto, percibimos que tampoco hay correspondencia 
            entre este poemario y lo que podríamos denominar el subgénero 
            de poemas y canciones a la bandera nacional que todos aprendimos, 
            de memoria, alguna vez en la infancia. El lirismo y la alabanza a 
            la belleza de sus colores, símbolos a su vez de las bellezas 
            y valores de la patria expresados en versos sonoros y rimados, se 
            reemplazan por un: 
           
             
               
                Nadie ha dicho una palabra sobre la Bandera 
                  de Chile
                  .......... en el porte .......... 
                  en la tela
                  .......... en todo su desierto cuadrilongo
                  ........................... no la 
                  han nombrado
                  ............................ La 
                  bandera de Chile 
                  .............................................. 
                  ausente (9)
              
            
          
          Con la distancia de los años que median entre la escritura 
            del texto y hoy en día, podría decirse que esta bandera 
            más bien pertenece a otro subgénero, a aquel que podríamos 
            denominar de la reedición crítica, desde el arte, de 
            aquellos símbolos patrios que chilenos y chilenas aceptábamos, 
            antes de 1973, sin mayores cuestionamientos. Algunos ejemplos de esta 
            reedición están constituidos por variados trabajos plásticos 
            sobre la bandera, (visitar el museo Salvador Allende, 
por 
            ejemplo), o bien representaciones "alternativas" de héroes 
            nacionales e hispanoamericanos como Arturo Prat, o Simón Bolívar 
            que han dado mucho que hablar. En el caso específico de la 
            poesía puedo nombrar los poemas de Raúl Zurita con su 
            reescritura de la geografía del país, o bien textos 
            como La Moneda y otros poemas de Hernán Miranda, La 
            ciudad de Gonzalo Millán, Con sangre en el ojo de 
            Eugenia Echeverría, Santiago Waria de la misma Elvira 
            Hernández ..., y la lista sigue. Interesante es también 
            hacer notar la situación que se provoca con el Himno Nacional, 
            que añadiéndole una estrofa más o manteniendo 
            las que usualmente se cantaban antes del 73, cambia radicalmente su 
            connotación, e identifica grupos contrarios.(4) 
            
          En el caso de este texto de Elvira Hernández, a través 
            de un lenguaje expresamente desprovisto de lirismo patriótico, 
            la bandera nacional se despliega otra, diferente, tanto a la definición 
            literal dada por Moliner, como a la simbólica que nos proporciona 
            Cirlot. Por una parte, en el área del significante o "forma", 
            este texto no corresponde al trozo de tela blanco, azul y rojo con 
            su estrella solitaria, sujeto a un asta que constituye el emblema 
            nacional, y que traduciéndolo en términos del poema 
            podría expresarse a través de un texto con estrofas 
            relativamente homogéneas que pudiesen tener algo de una geometría 
            semejante a una bandera, (pero expreso desde ya, que el estudio de 
            la disposición de las palabras sobre la página en este 
            poemario daría para un estudio muy largo, que es imposible 
            realizar en este momento). 
          Ahora bien, si nos movemos hacia el área del significado o 
            "fondo", este texto tampoco responde a la definición 
            asignada al símbolo bandera, aquel emblema conocido y aceptado 
            por todos que aúna y representa a la nación, tanto a 
            través de la figura emblemática y sus colores, como 
            especialmente por su ubicación en lo alto de un mástil. 
            Podríamos afirmar, por lo tanto y usando algo de la jerga académica, 
            que este objeto construido por palabras reescribe el modelo tradicional, 
            pues desarticula el canon de la representación banderil, tanto 
            en su significante, como en su significado(5). 
            Como también podríamos afirmar, ahora en términos 
            parrianos, que más que frente a una bandera, estaríamos, 
            al parecer, frente a una antibandera. 
          ¿Cómo se realiza la reescritura en esta nueva bandera?:
            
            Partiendo por el hecho de que "La Bandera de Chile no dice nada 
            sobre sí misma"(9), el poemario devela cómo damos 
            por descontada una significación que no es obvia, sino que 
            por el contrario ha estado siempre oculta, guardada en los pliegues 
            de ella misma. El tono de todo el poemario, en este sentido, consistirá 
            en desfamiliarizar al lector y la lectora de un significado convencional 
            aceptado como verdadero, insistiendo en el desconocimiento que tenemos 
            acerca de lo que realmente es y representa: "Una ignorancia padre 
            aurea a la Bandera de Chile/ no importa ni madre que la parió"(10). 
            Esta ignorancia se hace cada vez más explícita, hasta 
            convertirse en un gesto radical de denuncia al engaño colectivo 
            que se vive al asumir como obvio el símbolo "bandera". 
            La hablante del texto lo expresa, simplemente, con una paradoja: "La 
            Bandera de Chile es extranjera en su propio país"(20). 
          
          Si continuamos con el acercamiento para identificar cómo es 
            esta bandera, nos encontramos con un símbolo multifacético, 
            daré solo algunas de sus señas: es como una travesti 
            que tanto "se lee en su espejo de bolsillo redondo" convertido 
            en "muchos vidrios rotos/ trizados como líneas de una 
            mano abierta/ [que] se lee/ en busca de piedras para sus ganas"(9), 
            como también una que se "disfraza" con "un capuchón 
            negro [que] le enlutece el rostro" y que "parece un verdugo 
            de sus propios colores"(22). Es también aquella que "Levanta 
            una cortina de humo" (13), pero que tanto "asfixia y da 
            aire a más no poder"(13); puede ser la que se calla, pero 
            que también "es exhibicionista por naturaleza"(15); 
            una que imponente puede medirse en metros cuadrados, pero que, por 
            lo mismo, "se infla su tela como una barriga ulcerada -cae como/ 
            teta vieja-/ como carpa de circo/ con las piernas al aire"(18); 
            una bandera reversible que logra con sus dos caras "la división 
            perfecta"(19), pero que con su ojo-estrella, "cíclope 
            ateo"(24), "de arriba abajo [está mirando] el filo 
            de los cambios"(24). Es tanto la "el 100% del blanrrozul 
            compacto/ hoy"(11), como la del "amarillo de la Patria Vieja/ 
            que a espaldas de La bandera de Chile hace su gran juego/ a mucho 
            paso de ganso"(27).
          Si hablamos ahora del dónde, de su ubicación como emblema, 
            esta Bandera de Chile puede estar en variadas posiciones: desde repartida 
            entre las manos de los niños que saludan; convertida en el 
            pabellón nacional en un regimiento de San Felipe; ondeando 
            por el cielo arriba de su mástil, pero también colgada 
            pues "la tiran por la ventana"(17); "clavada en la 
            parte más alta de un Empire Chilean/ en el mástil centro 
            del Estadio Nacional"(17), o bien, "a un costado olvidada"(18). 
            Puede ser también la que "reposa en estuche de vidrio" 
            en el museo, la que "escapa a la calle y jura volver/ hasta la 
            muerte de su muerte"(28), o la que "en cuclillas/ banderilleada 
            pierde sangre en una carpa de circo"(29). En definitiva, la que 
            en un momento puede estar "al tope"(30), pero de que de 
            tanto" izar arriar/[...] pierde su corazón/ y se rinde"(32), 
            hasta quedar en silencio.
          La Bandera de Chile de Elvira Hernández no es un emblema 
            signo de victoria y autoafirmación para todos, sino un objeto 
            conflictivo que provoca una disputa permanente. Es un símbolo 
            ambiguo en el que coexisten los contrarios, pues es tanto la que lanza 
            la piedra para resistir, como la que se encapucha y delata al amigo; 
            es tanto la que habla y ordena, como la que permanece amordazada, 
            la que es silenciada pero que también somete al silencio; la 
            que está en manos de los niños y junto a los que les 
            cortan la luz y el agua y les machucan "los costados a patadas"(30), 
            como también la que flamea portentosa dividiendo en dos a la 
            ciudad. Es una superficie de doble faz que tanto muestra como oculta, 
            que tanto es víctima como victimaria. Esta bandera, para la 
            exportación, pretende ser el disfraz de la patria, pero de 
            una patria que no es igual para todos, porque según del lado 
            que se mire, favorece a unos y maltrata a otros. Esta Bandera de Chile 
            es poseedora de una ambigüedad que se resiste a ser resuelta, 
            por su propia naturaleza, porque no sólo es el disfraz cambiante 
            que cubre, sino también la tela que nunca está quieta, 
            esa que ondula según para donde corra más fuerte el 
            viento.
          Es muy explicable comprender la aparición de La Bandera 
            de Chile de Elvira Hernández en 1981, 87, 91, si consideramos 
            las circunstancias políticas y sociales en el momento de su 
            producción y su posterior recorrido, pero ¿por qué 
            hoy, en el 2003 sigue siendo importante esta reapropiación/ 
            recuperación de La bandera de Chile?, ¿por qué 
            revivir este libro/ emblema?, ¿qué importancia puede 
            tener si "Los museos guardan la historia de la Bandera de Chile/ 
            disuelta anónima encubierta"(28), si ya "es historia 
            ya muerta"(28)? Pienso que La Bandera de Chile de Elvira 
            Hernández no es un poema que se agote en una función 
            meramente de denuncia circunstancial, sino un texto lúcido 
            que cuestiona signos colectivos de representación de todos 
            lo tiempos. Al mostrarnos, a través de la palabra escrita convertida 
            en poema, que la bandera no es un símbolo inocente, no puedo 
            dejar de desplazar la no inocencia del símbolo bandera, a la 
            no inocencia de todos los símbolos en cuanto objetos construidos 
            por palabras. Percibir una vez más que la palabra que se establece 
            como símbolo y se acepta sin cuestionamiento puede ser también 
            profundamente ambigua y, dependiendo de cómo, cuándo 
            y desde dónde se diga, puede dividir, clasificar, poner en 
            evidencia, maltratar, engañar, oprimir, como quizá también 
            (y esa, pienso, es nuestra secreta y por cierto ingenua, pero no menos 
            válida esperanza) sanar, liberar, nos lleva, nuevamente, a 
            tomar conciencia del poder de la palabra. 
          Si la bandera es un símbolo - signo que ha servido desde tiempos 
            inmemoriales hasta hoy para ejercer el poder (recordemos la disputa 
            en las guerras pasadas y presentes por poseer la bandera del bando 
            enemigo como signo de victoria), ¿cuántos otros símbolos 
            - signos nos atrapan y nos seguirán atrapando dentro de sus 
            convenciones? Por ello, y para finalizar, es que considero que La 
            Bandera de Chile de Elvira Hernández denuncia nuestra candidez 
            y propone, desde la conciencia de su ambigüedad, una nueva forma 
            de mirar, o de leer: "Porque La Bandera de Chile fuerza ser más 
            que una bandera"(20).
           
          
           
          NOTAS
           (1) Afirmación 
            que puede leerse en The World, the Text, and the Critic, Cambridge: 
            MA, Harvard University Press, 1985.
            
            (2) Ver en Gastón Soublette La 
            estrella de Chile. Valparaíso: Ediciones Universitarias 
            de Valparaíso. Universidad Católica de Valparaíso, 
            1984.
           (3) Ver en 
            Juan Eduardo Cirlot Diccionario de Símbolos Madrid: 
            Ediciones Siruela, 2000. (106). Que a su vez hace referencia a la 
            fuente a Leo Frobenius, Histoire de la Civilisation africaine, 
            París 1952.
           (4) Por cierto, 
            esta idea aquí se registra en su mera enunciación.
           (5) Asumo el 
            anacronismo de esta división (significante - significado), 
            pero me resulta apropiado aplicarlo en esta ocasión.