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ESTACIÓN DE LOS DESAMPARADOS


ENRIQUE LIHN
FRAGMENTOS



El monstruo emerge al atardecer
del pozo en que lo hundimos cada día
y empieza a mezclar su respiración con la nuestra.
Da sus primeros pasos en el traspatio, y sin ruido,
como si al celador se le cayera un manojo de llaves
o alguien tropezara con alguno de los cubos.

Esta sombra que cruza por mi frente
es sólo una vieja pero muy vieja metáfora,
y tú sonríes en otro país a un extraño:
señal de que he caído en mi obsesión.
Cada quien lucha a su manera contra las distintas formas del miedo
pero Vandré prefiere publicitar su locura
con un escándalo en el hotel.
Otros creemos pasar inadvertidos, sólo que para mi oído acostumbrado a ello
el primer síntoma de la transformación es claro como la luz.

Ante la propia presencia amenazante y anónima
se tiende a desertar de las palabras.
Algo más que desolados
nos allanamos a la autoagresión.
llegaríamos a envidiar cualquier acto de violencia
cuando así toma el diálogo
la forma del vacío que aparentaba llenar.

No puedo decirlo: pienso en ti.
Te trasciende el miedo al abandono
y los celos punzantes
ni puedo emplearte como el inválido pretexto
que me empuja al encuentro con eso en el traspatio
al horror de semejante identidad.
Sólo me valgo de ti como de mis propias palabras
para ordenar otra cosa de lo que estoy escribiendo
y que esas palabras no descifrarán
y así ocurría en cualquier caso
o más aún si confesara tu nombre.

La noche se llama y no se llama Paulina.
Es de una soledad virtualmente desenfrenada.
En el Hotel Columbus un loco furioso ha preferido dormir
después de alarmarnos a todos,
pero yo vuelvo a mi oficio y afronto visiones que también me tormentan.

Bajo una apariencia razonable
me retiré a mis habitaciones privadas:
en rigor una celda del viejo manicomio donde no sólo se aúlla
porque encontraré esta manera de hacerlo.
Se trata de una parte de lo que no podría
decir si escribiera con una falsa sencilléz:
pienso en ti pienso en ti pienso en ti.

Hotel Columbus, punto neutro de una reunión imperdurable,
la que nos permite contar los días como si fueran años
y que a la larga nadie llegará a recordar.
El mañana no existe:
pasado y futuro se han invertido, el mañana
será alguna de las otras escenas agolpadas en mi memoria.
Entretanto el Perú linda en la decepción: así lo veo
rápido, rápido en el espejo retrovisor.

 


 

Cada noche que llega trae otro poco más
de una historia inconclusa
que quisiera llegar a su fin.
Nuestra fotografía se resuelve en mi cansancio de mirarla
y su respuesta es el silencio de la noche de Lima
en la Estación de los Desamparados.

 


 

El pueblo adoptará sus propias decisiones.
Nunca he creído -le contestaron- en la espontaneidad de las masas.
Por el contrario -dijo- sin esa espontaneidad estaríamos perdidos.
¿Cómo dice? -le dijeron-. ¿Cómo dice? Aló, aló, aló.
Nada. Corte -terció una voz desconocida-. Su teléfono está malo.

 


 

Por mi cuerpo seré juzgado
y condenado a la soledad.
El alma se despide del cuerpo para siempre
en la Estación Desamparados.

 


 

Estación de los Desamparados: aquí tendrían que llegar
los migrantes de la sierra arrojados a Lima.
Pero con seguridad avanzan penosamente hacia ella
en la dirección de estos cerros hambrientos
donde acampa el ejército de los que mueren y mueren
antes de la batalla
de los que viven y viven antes de la batalla.

 


 

Para ningún destinatario
sin la esperanza ni el propósito de influir sobre el curso de las cosas
el poema es un rito solitario
relacionado en lo esencial con la muerte.

 


 

Fornicaban entre ellos y en otras de sus largas horas de ocio
desgranaban la espina dorsal de sus mayores
transformando las vértebras en estrellas y rosas.
El ornamento de sus catacumbas
es muy claro al respecto:
la procesión iba por fuera y por dentro.

Se insinúa con una voz de falsete
la existencia en el convento de grandes monjas reclusas.
Ellas alcanzaron a los dos metros noventa.
Así creciendo por lo bajo, creciendo
en su capullo de fuerza a la manera de larvas
privadas de la luz y de las alas.

Usted puede observar a la Virgen del Tránsito
muy milagrosa patrona de los choferes:
todos sus miembros son articulados.

El miedo a las mujeres
fue el móvil de su crimen.
Los persiguió de por vida
bajo la especie de una insufrible inagotable nostalgia.

Rápido por favor
Ahoritita no más apagan las luces.
Las catacumbas datan del siglo XVI
Andas en pan de oro
Un santo mártir por cada columna
Tenemos aquí al Fundador de la Orden
Le tomaron esta fotografía cuando lo sacaron de la tumba
Esta es un alcancía
El Convento no recibe subvención del Estado
Más rápido más rápido o nos quedamos a oscuras.

No me provoca ir a Machu Picchu.
Apuraré mi regreso
pero igual estarás a mil años de distancia
y tú serás mi ruina.
Fue así como llegué
...................... a envidiar
............................... ...... a los muertos.

 

 

En las cosas se escribe nuestra historia,
en ciertas personas que tratan de explicárselo
por respeto al absurdo,
en los rincones más lejanos de esta ciudad y, por simple extensión
en la ciudad vecina.
Hay paisajes enteros del lado de la costa
donde el propio mar se limita a escandir
más acá del lenguaje un diálogo de sordos.
Las persistentes señales de una misma obsesión rompen a hablar marcando expresiones
como éstas:
tránsito suspendido, de un dolor sin nombre propio
y que repite el tuyo
incapaz de otra causa.
Como en una película muda
nuestras caras se eclipsan mutuamente en el cielo
un pobre viejo símbolo de la separación.

Las cosas son las dueñas de su propio sentido que en circunstancias normales
las rodea en silencio, pero ninguna escapa
a las inflexiones de la escritura de un loco.

En resumidas cuentas, todo habla de ti
por boca de una inmensa metáfora
que se confunde con todo.

 

 

En la gran casa en sombras
paso una noche última como todas las otras.
Ocurre en un lugar llamado Chaclacayo,
al pie de unos cerros que parecen artificiales
por su excesiva aridez que algo me anuncia.

A una distancia igual de este mundo y del otro
el pasajero se desnuda sometiéndose a todas las humillaciones de la espera
a un invisible torturador que se disocia de él
como una sombra de otra al menor movimiento.

"El abuso de la bebida puede serle muy perjudicial: siga un régimen".

En cuanto a la chispa de la razón
no puede nada contra tanto fantasma enquistado en mí
y carezco de fe.

Así todo problema insoluble, por cualquiera
que sea toma automáticamente el camino de la poesía
que no lo resolverá, para empatar el tiempo.

Ningún remedio: escribir y cifrar
una esperanza absurda en la miseria del horóscopo:
"El sentimiento te doblegará pero hará feliz tu vida.
Procura ser honesto".

 

 

Bueno —dijo el más cercano de los pasajeros— el avión está dando una vuelta olímpica
Ya debiéramos haber aterrizado
La temperatura es ideal y el cielo está a lo sumo demasiado luminoso.

Nadie entiende por qué volamos a Buenos Aires.
Señores pasajeros -intervino la voz en el parlante-
pueden levantarse de sus asientos,
establecer entre ustedes un contacto más íntimo
Nos volveremos a ver en el cielo.


LIMA, VERANO DE 1972.

 
 

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Estación de los desamparados. Enrique Lihn. (1982)
Fragmentos.