VIGENCIA DE ENRIQUE
LIHN
Poemas de este tiempo y
del otro
Por María Teresa Cárdenas
Revista de Libros de El Mercurio, viernes
9 de Diciembre de 2005
Una dispersión de temas
tocados por el sarcasmo, la ironía y el dolor se reúnen
en Una nota estridente (Ediciones Universidad Diego Portales),
volumen que se rescata después de treinta años.
En 1966, Enrique Lihn viajó a Cuba a recibir
el Premio Casa de las Américas por su libro Poesía
de paso. Un año después vuelve a La Habana, donde
razones sentimentales y de otra índole lo retienen hasta 1968.
Escrito en Cuba (Era, México) y La musiquilla de
las pobres esferas (Universitaria), ambos de 1969, reflejarán
en parte esa experiencia. Pero tendrán que pasar seis años
antes de que publique un nuevo libro: en 1975, cuando las circunstancias
políticas
y sociales del país han cambiado radicalmente aparece Por
fuerza mayor, en Barcelona. ¿Qué pasó en
el intertanto?, ¿no escribió otros poemas en ese período?,
¿o no quiso publicarlos?
La duda inquietó a Matías Ayala mientras realizaba
su doctorado en la Universidad de Cornell, en Estados Unidos. Al leer
Conversaciones con Enrique Lihn, fue coleccionando los poemas
que Pedro Lastra incluye en sus "Rastreos bibliográficos"
y se dio cuenta de que no sólo algunos poemas sino que un libro
completo había quedado inédito. Ya doctorado, el paso
siguiente fue postular a la beca de la Fundación Getty, en
Los Angeles, California. Su propósito: encontrar el libro perdido,
que debería haberse publicado a fines de 1973. Ayala no sólo
cumplió con su principal objetivo. Más de treinta años
después, "Álbum de toda especie de poemas"
por fin verá la luz, aunque como Una nota estridente
(Ediciones Universidad Diego Portales). Esto, para no confundir a
los lectores, ya que en 1989 - de manera póstuma- Lumen de
Barcelona publicó con ese título una antología
preparada por el mismo Lihn, quien además es autor del prólogo.
Parte de la azarosa vida de este libro está contada por Matías
Ayala en el epílogo de Una nota estridente (1968-1972).
Por ejemplo, su frustrada aparición - a pesar de que incluso
llegaron a existir pruebas de imprenta- en Editorial Universitaria
en la colección "Letras de América", que dirigía
Pedro Lastra:
"En efecto, hubo esas pruebas para aquel 'Álbum de toda
especie de poemas' - confirma Lastra desde su hogar en Sound Beach-
. Escribo ese título y vuelvo a ver el manuscrito de Enrique
que manejamos: hojas tamaño oficio, en una carpeta de color
entre amarillo y verdoso. Cuando regresé a Estados Unidos,
a fines de agosto del 73, ese libro estaba ya en el plan de Letras
de América, acaso para comienzos del 74: era un libro mayor;
como digo en las Conversaciones...: el total, según
lo había establecido el mismo Enrique, de su obra poética.
Bueno: y ya sabemos lo que pasó".
La historia del "Álbum...", sin embargo,
comienza antes. Una primera versión fue enviada en 1970 al
Premio Maldoror de poesía organizado por editorial Seix Barral
y que ese año presidía Octavio Paz. Lihn no ganó,
aunque fue el propio Carlos Barral quien le informó que su
libro había estado entre los finalistas y que finalmente habían
privilegiado a alguien más joven, el peruano Rodolfo Hinostroza.
Pero los contactos españoles no fueron en vano. En 1972 aparece
en Barcelona la antología Algunos poemas (Colección
Ocnos). Es este libro el que le entrega una pista definitiva a Matías
Ayala: la última parte lleva por título "Álbum
de toda especie de poemas (1968-1971)" y contiene once poemas
inéditos. Precisamente en esta antología, que califica
como "muy ceñida y apreciable", Pedro Lastra reconoce
uno de los motivos por los que Lihn no insistió en publicar
el libro de manera autónoma. Estos once poemas, que se sumaban
a dos de La pieza oscura, seis de Poesía de paso,
uno de Escrito en Cuba y ocho de La musiquilla de las pobres
esferas, se anunciaban, recuerda Lastra, como "algunas muestras
de su ultimo libro, todavía inédito, Álbum
de toda especie de poemas, que ofrecemos como primicia al lector".
Su aparición en publicaciones posteriores reforzó,
según Lastra, la decisión de Lihn: "Esos poemas
ya se habían publicado aquí y allá, y para Enrique,
como para Hemingway, 'una obra terminada era un león muerto'.
En su selva había muchos otros... En las Conversaciones
cuenta cómo en el 74 estaba escribiendo sonetos, que el 75
aparecieron en otro libro de Ocnos: Por fuerza mayor, y en
el 77 constituyeron una parte de París, situación
irregular, el primer libro que pudo publicar en Chile después
del 73. En abril del 75, cuando pasó un mes en mi casa de Long
Island, ya tenía una primera versión de su novela La
orquesta de cristal, que después amplió en París,
donde además escribió muchos poemas. El proyecto de
la Colección Letras de América era otra cosa: incluía
prácticamente el total de su obra poética. Para eso
ya no había ninguna posibilidad de publicación en el
Chile posterior a septiembre del 73: ese sí era un león
muerto de mala manera... Enrique ya ni siquiera se preocupaba de esa
posibilidad perdida. Y por cierto yo tampoco".
A la hora de buscar razones para mantenerlo "fantasmalmente
inédito", Matías Ayala aventura, en cambio, una
explicación complementaria, identificando este libro, al igual
que La musiquilla de las pobres esferas y Escrito en Cuba
como ejemplos de 'poesía situada': "Al cambiar las circunstancias
radicalmente a partir del golpe de Estado, el libro perdió
para Lihn el asidero referencial que lo potenciaba", escribe
en el epílogo.
En ese sentido, lo considera el gran libro que hizo Enrique Lihn
durante la Unidad Popular, toda una revelación si se considera
que hasta ahora no se conocían poemas de esa época,
en la que Lihn y otros intelectuales de izquierda trataron infructuosamente
de que sus ideas y reflexiones fueran consideradas dentro de la política
cultural del gobierno. Entre 1969 y 1971 se volcó a la edición
de la revista cultural "Cormorán", junto a Germán
Marín, así como a su taller de poesía en la Universidad
Católica y luego a su cargo de investigador de literatura en
el Centro de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile.
¿Y los poemas? Si bien el primer manuscrito de "Álbum..."
es de 1970, las dos versiones que Ayala revisó en Getty muestran
escritos posteriores.
- Lo fue alterando durante esa época - explica- , agregando
algunos poemas y corrigiendo. De hecho, los índices mecanografiados
tenían los títulos agregados a mano.
A cada uno de los 49 poemas que finalmente conforman el libro, Ayala
le siguió la pista, incluyendo en las Notas su particular destino
en distintas publicaciones, desde el suplemento "Vanguardia dominical"
(Colombia, 1971) hasta el volumen Antología al azar
(Lima, 1981). Cinco de ellos se mantuvieron inéditos. "Mi
idea fue conseguir todo lo posible: poemas que Lastra anotó
y los libros y antologías que apenas circulan en Chile, como
Algunos poemas, Antología al azar, Dark room
and other poems, todo esto gracias a que el sistema de bibliotecas
gringos es una maravilla".
A diecisiete años de la muerte de Enrique Lihn, el 10 de julio
de 1988, su figura y su poesía gozan de plena vigencia. Más
aun, ésta se ha visto fortalecida en el último tiempo
con una serie de iniciativas impulsadas principalmente por jóvenes
como Ayala que desde distintas ópticas y disciplinas han tomado
al autor y a su obra como objetos de estudio. Los ensayos Crítica
situada, de Ana María Risco, y La zona muda, de
Jorge Polanco, son buenos ejemplos de ello, así como la reedición
de El Paseo Ahumada y La pieza oscura (Ediciones UDP).
"Los libros tienen su propio destino", cita Ayala. Probablemente
el de Una nota estridente era ser publicado en este contexto
de revitalización de la obra de Enrique Lihn y de creciente
interés de las nuevas generaciones, para probar, de esa manera,
que treinta años después "sigue manteniendo su
dramática urgencia".
"Álbum de toda especie de poemas", donde
la dispersión de temas - el desamor, la política, la
infancia, la educación religiosa, los viajes, la revolución,
la familia, la culpa, la poesía misma- muestran en toda su
dimensión a este hombre comprometido con su tiempo, pero de
una irrenunciable independencia política, intelectual y literaria.
EL MATRIMONIO
Y EL ABURRIMIENTO
El matrimonio y el aburrimiento
hacen una pareja metafísica.
El matrimonio es casi metafísico
como un huevo de mármol a la copa
para una estatua sobrealimentada
desemboca por lógica en la angustia.
El mismo el mismo el mismo el mismo coito.
EN QUÉ
NO SE PARECEN LA SEPARACIÓN Y LA MUERTE
En qué no se parecen la separación y la muerte.
Nos acostumbramos a ellas por igual,
pero el tiempo se encarga de los muertos y la memoria trabaja
limpiamente y en paz en lo que a ellos respecta;
mientras que esta tarea se duplica
cuando no hay una tumba de por medio
y la memoria se confunde con el proyecto de un crimen.
POESÍA
Poesía, qué amigos para un club del lenguaje
somos los inocentes, estos trabajadores
ociosos de la voz, fatigados de oírse
en largos recitales salivosos:
sociedad de socorro y puñaladas mutuas;
la vida pasa así, como en carreta
coronada de lenguas viperinas,
y es dulce, al fin y al cabo, darnos curso
- tempestades de amor en un vaso de odio- ,
temores y esperanzas en esos libros
que a veces alguien lee para matar el tiempo
- ¡literatura!- delicadamente.
Pero el mundo no es todo palabras y palabras.
Mundo, tu peso atroz
lo siento a ratos como si me fuera
a reventar las vísceras.
Mundo del hongo el hongo es tu cerebro,
y el mío, a ratos, célula
de la horrible corteza de humo en llamas
del gran resplandecido que podría
redurcirnos al último suspiro de los cielos
y en la tierra, olvidada de su nombre
polvo fuéramos, dichoso
valle de lágrimas, diré
por decir algo, el hueso en que brillara
por su ausencia de fósil la señal
del esqueleto mismo de la muerte
el eslabón perdido de la muerte.
Esto parecería lo saludable ahora;
que el mundo, reducido a un juego de palabras,
se volatizara suavemente
leyéndose a sí mismo. Poetas electrónicos
cuya crueldad lo imaginara todo
conjurando el peligro de los hechos.
Cohetería: torres de marfil
lanzadas, en silencio mortal, hacia la luna,
y a cargo nuestro, amables poetas provincianos,
lo que se llama el curso de la historia
para torcerlo en mil y un riachuelos.
La acción: el pulimento del guijarro
toda canto plural del agua dulce,
y el murmurar de lenguas viperinas.
BAILE
Baile de los mayores en Bruselas.
La juventud, si quiere divertirse
puede seguir el saludable ejemplo.
Baile de las abuelas que ya no peinan canas
y que lucen tan bien como en Bruegel, el viejo.
Las muchachas se mueven con torpeza
no así la gran matrona de ochenta años
ni tanta viejecilla inesperada:
un trompo en manos de otra viejecilla.
Baile de las abuelas en la abuela Bruselas.
El nieto, buen muchacho, espera que ella baile
y es placidez su amable aburrimiento.
Por cierto que la danza macabra brilla aquí
por ausencia vestida de trágica española.
Nadie está al borde de la tumba; nadie
cumple en vida su muerte como una penitencia
sobajeando y sacando las cuentas del rosario.
En las iglesias: Dios, afuera: el baile
y lo demás que se lo lleve el diablo.
UNA NOTA ESTRIDENTE
La primavera se esfuerza por reiterar sus encantos como si nada hubiera
sucedido
desde la última vez que los inventariaste
en el lenguaje de la juventud, retoñado de arcaísmos,
cuando la poesía
era aún, en la vieja casa del idioma, una maestra de escuela.
Y no hay cómo expulsar a los gorriones
de las ruinas del templo en que el suelo enjaulado,
león de circo pobre que atormentan las moscas
se da vueltas y vueltas rumiándose a sí mismo:
extranjero en los suburbios de Nápoles, arrojado allí
por una ola de equívocos.
A esos cantos miserables debieras adaptar
estas palabras en que oscila tu historia
entre el silencio justo o el abundar en ellas
al modo de los pájaros: una nota estridente,
una sola: estoy vivo.