Algunas circunstancias
y comentarios sobre Gerardo de Pompier
Por Francisca Lange
Revista Grifo N°3, Diciembre 2003/Enero
2004
El nacimiento de Gerardo de Pompier es circunstancial y anecdótico.
Hijo de los cacofónicos Germán Marín y Enrique
Lihn(1), aparece en la revista
Cormorán editada por ambos entre los años 1969
y 1971, bajo el sello de la Editorial Universitaria. En un principio
su presencia se remitió a ocupar uno de los tantos 'monitos'
con que ambos autores rellenaban los espacios vacíos de la
publicación, luego, el caricaturesco señor de sombrero,
levita y puntiagudos bigotes
firmará unos cuantos artículos de la revista. De esta
manera, Monsieur Pompier comenzó a adquirir características
propias y sus columnas incluso crean polémica entre los lectores
del medio, quienes -salvo el poeta Juan Luis Martínez- no llegarán
a darse cuenta de la condición de apócrifo del personaje.
Las columnas de Pompier tenían para sus creadores un sentido
estrictamente paródico, en directa relación con el contexto
cultural y social que imperaba en Chile a principios de la década
de los 70. Al respecto señala el mismo Lihn:
(Pompier) Era una especie de personaje resumidero
en ese momento. A través de él nos criticábamos
nosotros mismos. Era una especie de hiperescritor fallido, era la
irrealidad de la literatura, la prosopoeya de los discursos oficiales,
la Bohéme de Puccini, el caballero que venía del modernismo
decimonónico con todo lo que eso implica: lo obsoleto que
se mantiene dominante y vigente. Además nos servía
para lanzarnos cuchufletas unos a otros(2).
Con el tiempo, el articulista se convertirá en un personaje
de tomo y lomo: de pasado curioso, don Gerardo nace en Santiago de
Chile a comienzos del siglo XX, estudia las más ancestrales
y rebuscadas disciplinas (dignas de una visita de punta a cabo por
el Louvre) y, según la enciclopedia, es un escritor prolífico
y experimentador en las más disímiles modalidades literarias,
cuya obra cumbre parece coincidir con parte del título y un
capítulo completo de la obra de A.P. Duflot, según las
denuncias realizadas por Martínez en dicha época.
A través de estas primeras incursiones en la prensa, Pompier
se perfiló como el artilugio alegórico de múltiples
situaciones culturales y políticas, cayendo en sus fauces todo
tipo de discursos. El personaje caracterizó entonces al intelectual
latinoamericano del fin de siécle, fiel reflejo del
sudaca trasplantado, cuyo nombre tan kitsch no es más que la
unión de una serie de eufemismos que delatan su origen. Pompier
será entonces la figura del meteco, que, parafraseando al mismo
Lihn, encarnaba todas las enfermedades de un lenguaje prestado y plagado
de mecanismos internos donde el poder de la palabra logocéntrica
se hace presente, es decir, los conceptos de Verdad y Autor son puestos
en duda por medio de las palabras dichas por y sobre el personaje(3).
Pompier vuelve a aparecer en las novelas La orquesta de Cristal
(1975) y El arte de la palabra (1980). Escritos bastante crípticos
y teóricos, en ambos el personaje cumple un rol central dentro
de lo representado, a través de un par de fábulas que
solo adquieren sentido en los parámetros de la irrealidad.
Largo podríamos hablar sobre las novelas (absolutamente fomes
e inleíbles según más de algún académico)
y su peculiar atractivodado por un sentido del humor tanintelectual
como coloquial y una escritura tan rigurosa como bombástica.
Pero como éste no es el tiempo ni el lugar, solo recordaremos
que en la una y la otra se despliega un entramado paródico
que permite a su autor, por una parte, hablar en un país donde
predomina la censura y la represión y por otra, volver sobre
su cuestionamiento al lenguaje de la literatura hispanoamericana dominado
por modelos institucionales hegemónicos.
Fiel a su concepto de poesía situada, el autor experimenta
con recursos que exceden a la sola palabra para lograr delinear poéticamente
su propuesta, que es tan clara desde Escrito en Cuba (1969):
hablar de la realidad sin ser burdamente realista, ser político
sin ser panfletario, ser tan literario, crítico y teórico
sin que los textos sean indecifrables, en buenas cuentas, producir
los llamados efectos de realidad a través de todos los recursos
posibles del habla.
Pudiese parecer que cuando nos referimos a todas estas cosas, ellas
resultan muy lejanas al ejercicio poético con el que parte
del público suele a identificar a Lihn - el de poemas tan famosos
como "La pieza oscura" o "Porqué escribí"-.
Sin embargo, esos recursos de los que hablamos, y que pueden abrumarnos
por su aparente dispersidad, funcionan como piezas de un cubo rubick.
El interés del autor por el más amplio espectro de formas
(poesía, novela, comedia, happening, cómic, crítica
literaria y de arte) de recursos y metros (sonetos, poema largo, narrativo,
endecasílabo, monólogo dramático, declamación,
etc.) adquieren sentido en su búsqueda por este tipo de literatura.
Digamos que el coqueteo entre géneros fascinaba a Lihn, por
lo cual ni sus textos más líricos, ni sus experimentales
novelas (iniciadas por una casi inencontrable Batman en Chile),
ni el inédito sobre la muerte de Pompier y ni siquiera ese
extraño y doloroso cómic pre mortuorio Roma la loba
son tan, tan distintos.
Pero volvamos a nuestro personaje. Sin duda el momento más
popular de Pompier es cuando se pone en escena el happening Lihn
Et Pompier. Realizado por primera vez en el Instituto Chileno
Norteamericano de Cultura el 28 de diciembre de 1977 (día de
los inocentes(4), el acto dará
origen al denominado 'book - action' del mismo nombre: un cuaderno
de ribeteados bordes, que guarda la misma estética de Cormorán
y que muestra paso a paso cómo una lectura poética de
Lihn se transforma en el púlpito de Pompier y su discurso:
el escritor se maquilla frente al público y poco a poco el
escenario toma forma para recibir al Autor Desconocido, como lo señalan
las crónicas de la época (de las que se encargaron Filebo,
Lafourcade y Luisa Ulibarri, entre otros). Sobre su recepción
podemos decir que, si bien es cierto que el discurso mismo de don
Gerardo se articula sobre todas las posibilidades retóricas
del retoricismo, no es menor que el autor haya escogido el happening
como vía de representación: un modelo masivo que cuestiona
las formas tradicionales, carece de la organización aristotélica
del drama clásico y recoge el gesto de Duchamp, en tanto su
esfuerzo corresponde a la provocación, desconcertar al público
e integrarlo en la representación. La gracia del happening
en cuestión(5) comienza
con el humor negro, propio de este tipo de expresión, que le
imprimen Lihn y sus compañeros de empresa. Mediante el gesto
escénico de transformarse en otro, el autor introduce las problematizaciones
que le obsesionan, la del Sujeto y del Autor. Esto se acompaña
del texto leído, dando cabida también al gesto irónico
(presente en sus novelas y poemas) que burla los sistemas de censura
del Régimen Militar.
Tanto el happening como el libro cumplen con cierta función
social de provocación en un público medianamente no
entendido, la que no lograron despertar las memorables acciones de
arte en la época -de las que nuestro autor era más que
cercano- debido a sus intrincados lenguajes. Lihn busca los medios
masivos, utiliza la fotografía, el video y el teatro, compone
personajes que se esparcen por otros textos como París situación
irregular y El Paseo Ahumada. Es en este último
donde logra la unión de ambas propuestas y se acerca a un discurso
público, político, poético y cultural que no
nos deja duda sobre el efecto de realidad de sus palabras y
circunstancias.
Finalmente Pompier muere y su muerte será narrada por uno de
sus creadores, aquel que se apoderó de su cara, rasuró
el bigote y que para muchos fue su alter ego. Yo diría que
fue un poco más que eso, pero en fin, eso ya es materia del
cotilleo, lánguidas tesis y discusiones de café entre
entendidos. Por ahora el señor Lihn tiene la palabra.
Notas
(1)
Recojo el adjetivo de los mismos autores
(2)
Marras, Sergio: "Enrique Lihn en el espacio de lo imaginario",
en Revista Bravo, Santiago de Chile. 44, 7.
(3) Se ha de decir también que
ya ha mediados de los años setenta una de las lecturas de cabecera
de Enrique Lihn eran los post estructuralistas franceses, en especial
Barthes, Derrida y Kristeva.
(4)
Posteriormente se representará en el Teatro La Comedia.
(5) Existe otro grabado en video: Adiós
a Tarzán.