Aparecido en 1963, La pieza oscura es
el primer libro de Enrique Lihn. El influjo de esta obra, que
pasó relativamente desapercibido en su tiempo, ha sido perdurable.
Nuevamente hay que agradecer a una editorial universitaria
la reedición de un libro clave en la poesía chilena
de la segunda mitad del siglo XX. Aparecido en 1963, La pieza oscura
es el primer libro de Enrique Lihn. Hasta entonces, su aparición
pública se limitaba a los collages de títulos de prensa
con que Parra, Jodorowsky, Lihn y otros participantes retorcían
la realidad y daban rienda suelta a la comicidad y el absurdo. Y tiene
razón Kurt Folch, el prologuista de esta edición, cuando
califica de complicado el momento en que Lihn debutó en la
escena poética chilena, cuando Neruda, De Rokha y Parra dominaban
el panorama de la poesía chilena. Con todo, el influjo de este
libro, que pasó relativamente desapercibido y fue fácilmente
catalogado como antipoesía, ha sido perdurable.
"No me resolví nunca a abandonar la casa en el momento
oportuno", escribió en Episodio. "Nunca salí
del horroroso Chile", agregó muchos años más
tarde, en un libro irónicamente escrito en Manhattan. Y agrega
allí, al final del poema, que "nunca salí de nada".
¿Nunca salió de la pieza oscura, del atasco de "la
vieja rueda -símbolo de la vida-, la rueda que se atasca como
si no volara", porque "una parte de mí no ha girado
al compás de la rueda"? Ahí está una marca
indeleble de la poesía de Lihn, su arraigo al habla y a los
lugares, el carácter santiaguino de su poesía (no por
ello menos universal) y su formidable capacidad de reflejar, en el
espejo invertido de sus versos, las singularidades de esta tribu urbana.
Pero su poesía no se agota ahí ni mucho menos, tal como
se percibe a partir de La pieza oscura. La ironía y la distancia,
la implacable indagación en propio espejo introspectivo, la
inmersión en esa pieza oscura de los terrores y descubrimientos
de la infancia y la adolescencia, corren parejas, desde este libro,
con un diálogo más intelectual con sus pares, con los
poetas de Chile, que oscila entre el homenaje y la broma, entre el
reconocimiento de las raíces y las ganas de arrancar el árbol.
Una poesía trabajada y depurada, con una rara conciencia acerca
del poder del lenguaje y también de sus limitaciones, una poesía
introspectiva, pero también abierta a las incitaciones de otros.
En fin, una voz ineludible, con una fuerte carga existencial que elude
los recursos fáciles y que afronta las dificultades de la existencia,
de la conciencia de ser hombre, que desde su exploración de
la pieza oscura abrió, y sigue abriendo, nuevos caminos para
la poesía chilena.
* * *
La exaltación
de un cansancio profundo o la lucidez de Enrique Lihn
por
José Ignacio Silva A.
www.plagio.cl
Enrique
Lihn
“La pieza oscura”
Ediciones U. Diego Portales, Santiago, 2005, 67 págs.
Es la opinión de este crítico que las editoriales chilenas
debieran dedicar una buena parte de sus esfuerzos en reeditar los
grandes libros de poesía que han surgido en Chile. Es una realidad
que al menos esa intención existe, como se ve en algunos proyectos
(lamentablemente no todos) de muchos de los postulantes que recientemente
fueron favorecidos con dineros del Gobierno. Y esto, más que
por la siempre necesaria labor de recuperación, de renovación
y memoria de nuestros grandes artistas, por el simple y poco auspicioso
motivo de que bien poco se los considera a la hora de editar libros,
especialmente de poesía.
Por todo lo anterior, el libro “La pieza oscura”, de Enrique
Lihn (Ediciones U. Diego Portales, 2005) es un acierto. Por descontado
damos el hecho de que es un acierto por la calidad del autor del libro.
Lihn era para Roberto Bolaño uno de los poetas más lúcidos
de la poesía nacional, y ciertamente que, tanto por la acostumbrada
precisión de los dichos del autor de “Los detectives salvajes”,
así como por la incuestionable excelencia de la poesía
de Lihn, quien escribe está plenamente de acuerdo con lo antedicho.
En este sentido, esta nueva entrega de la bisoña pero vigorosa
editorial de la U. Diego Portales es un aporte, que viene a continuar
las buenas ediciones de los “Poemas del otro” de Juan Luis
Martínez, “Lear, rey & mendigo” de Nicanor Parra,
y “El Paseo Ahumada”, del propio Lihn. En otro plano, es también
interesante el rescate en cuanto imágenes del poeta, como se
ve en las portadas de los libros. En el caso específico de
este libro, obra del fotógrafo Álvaro Hoppe.
En el renovado prólogo del libro, a cargo del poeta Kurt Folch,
quedan retratadas dos cosas; la primera de ellas es que la necesidad
de rescate existe, pues este libro de Lihn (como pasa con muchos grandes
poetas nuestros) causó escasa repercusión en su momento;
la segunda de ellas es que este rescate se produce en nuestros días,
con los poetas jóvenes, que son fieles avales de que Enrique
Lihn y Nicanor Parra siguen siendo las figuras más influyentes
y admiradas por los las nuevas camadas poéticas actuales, a
la vez que son ellos, Parra y Lihn, dos de los más importantes
poetas de la lengua castellana en la segunda mitad del siglo pasado.
Folch señala en el prólogo: “Un lector, un buen lector,
debe poner atención a Lihn: le conviene”. Bueno, le conviene,
claro, pero ahora pasa algo mejor: puede hacerlo.
Volviendo al tema de la lucidez lihneana, -ya repasando las páginas
de “La pieza oscura”-, podemos constatar que Lihn como nadie
ha comprendido profundamente la labor del poeta y todas sus aristas.
Por lo mismo, creo que si hubiera que señalar a alguien capacitado
para decodificar ese misterio que fue el silencio de Rimbaud (polémica
prostituida y manoseada como pocas, e incomprendida como pocas) ese
sería Enrique Lihn. Sin ir más lejos, Lihn “envidió
el no a ese ejercicio”. Pero el avanzado entendimiento de Lihn se
ve en este libro en poemas como “Elegía a Carlos de Rokha”
(otra asignatura pendiente en el departamento de rescates poéticos),
se refiere a la poesía como “la exaltación de un
cansancio profundo,/ sólo una rabia negra que tiende a confundirse/
con la oscuridad”. Lihn deja claro que sabe, y en este caso, que
también comprende a Carlos de Rokha y su existencia, labor
tan difícil de emprender como comprender a la poesía
misma.
Quizás una labor aún más encomiable sería,
en vez de entregarnos a Lihn por partes, editar sus necesarias obras
completas. Por lo menos ha quedado demostrado en que en las ediciones
de la UDP capacidad hay. Quizás eso sería pedir demasiado,
pero, por lo pronto, vamos bien.
Leer:
"La
pieza oscura" de Enrique Lihn en Memoria Chilena
(archivo pdf 5.7 Mb)