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Eduardo Llanos Melussa en Vuelan las Plumas



"EL POETA DEBE ESTAR SIEMPRE A LA INTEMPERIE"

11 de marzo de 2004.

 

 

El poeta Eduardo Llanos conversó con Vivian Lavín y Mario Valdovinos de su peculiar "callamiento", en sus inicios; del equilibrio entre la sangre y la tinta, en la época de la dictadura, cuando eran parte de una juventud sufrida, idealista y solidaria, que compartía una ética y un modo de vida. De cómo participar en concursos era una forma de medirse frente a sí mismos, compartir y formar parte de una generación y de cómo sigue siendo un "principista", un poeta que se niega a recurrir a un paraguas para guarecerse de los desafíos.

El poeta Eduardo Llanos ha escrito mucho y ha publicado muy poco. Desde sus inicios fue una opción. "No sentía la necesidad organísmica, personal, corporal, de publicar", dice. Había dificultad para publicar y ahora también, agrega, pero los poetas no corren el peligro de decidirse a publicar para comprarse una casa, por ejemplo, agrega. Dice que tampoco hay hábito de leer poesía, y también está la "mala enseñanza" de la poesía. Hay una enseñanza muy deficiente , agrega, "y es un motivo de sufrimiento este estado de deterioro del tejido cultural chileno, pues la gente cada vez lee y comprende menos".

Su Contradiccionario, publicado de 1983; la Miniantología y la Antología Presunta, esta última del Fondo de Cultura Económica, publicadas ambas el 2003., son las pocas publicaciones de este sicólogo-poeta que prefirió hacerse conocido -y exitosamente- en los concursos.
Dice que no hay contradicción entre los premios y el "callamiento". Por un lado, explica, era el acceso a un financiamiento parcial para una actividad que no podía hacerlo sin llegar a "negociaciones raras con el sistema". Y él no escribía "para" los concursos, postulaba a ellos con una obra hecha. "No había contradiccón, porque bajo la dictadura era una manera de someter a cierto testeo nuestros textos y era una manera de interactuar y compartir con otros y así se iba gestando una generación".

Hoy echa de menos esa unión que se producía entre los compañeros de generación y cómo ha cambiado la sociabilidad chilena, especialmente en el ámbito literario.

"Antes éramos más unidos, había una cierta solidaridad; hoy han aflorado proyectos personales que consisten en buen grado en negar al otro, incluso negar a poetas relevantes. Hay poetas que tienen cierta nombradía que no han leído a Teillier, por ejemplo; a Lihn lo ningunearon deliberadamente varios poetas que tuvieron mucha tribuna y que la siguen teniendo, y con toda clase de pretextos".
Desde ese punto de vista, dice, "hemos perdido cierta credibilidad, porque nadie cree en una generación que no es generación, que es una sumatoria de individualidades. Nunca podría ganar un partido un equipo de fútbol formado por puras individualidades", agrega.

Dice que en un concurso, aunque lleguen pocos trabajos, siempre resulta difícil decidir. Es obvio que entonces haya camarillas, celos , devolución de favores. Y por ello la gran literatura no necesita de los concursos y se ha hecho fuera de ellos.

El tiene una propuesta concreta. Si le dan siete millones y medio para premiar un trabajo, dejaría dos millones y medio para publicar y cinco para premiar a diez finalistas, a los que les pediría un trabajo menor. Con los dos millones y medio explica que editaría un libro con las obras y cada uno de los concursantes se llevaría 500 mil pesos.

Una propuesta interesante, que deja a consideración de las editoriales y los organismos patrocinadores de los concursos literarios

Compañeros de ruta

Eduardo Llanos es parte de una generación que sufrió los embates de la dictadura. Confiesa que no era fácil ser solidario ni tampoco sobrevivir y que si le preguntan, ellos llegaron a un cierto equilibrio entre "la tinta y la sangre". "Tal vez todo tenga que transformarse y quejarse no resuelva el problema, pero lo que puedo consignar es que éramos más idealistas", dice nostálgico.

En su poema "Aclaración preliminar" está su visión de esta ética, y de esta especie de "declaración de principios" que los guió. Así, como proclama en estos versos que aún lo identifican, él podría ser poeta si eso significa "contradecirse y remorderse/debatirse entre el cielo y la tierra/ escuchar no tanto a los otros poetas como a los transeúntes anónimos/no tanto a los lingüistas cuanto a los analfabetos de precioso corazón..."

Esta "aclaración valórica" de Llanos tiene mucho que ver con principios que para él siguen vigentes. Y por eso en sus comienzos decidió no publicar y después no quiso proveerse prólogos de personajes, "aunque fueran muy queridos". Dice que el poeta debe estar siempre a la intemperie, sin un paraguas que lo proteja de los desafíos.

La pérdida de dos compañeros de ruta, los poetas Rodrigo Lira y Armando Rubio, también marcó profundamente a su generación. En el caso de Rodrigo, dice, no hay dudas, elige el día y la hora, pero con Armando no se sabe si fue su decisión, o un accidente - él no quiere pronunciarse- el que lo hizo emprender un vuelo inverso, destrozando su juventud allá en el pavimento.

Ellos, sus compañeros, hicieron lo que tenían que hacer, explica, recoger la obra dispersa de sus camaradas, hacer poemas, traspasar su trabajo con el dolor y la pérdida.

"Rogativa por el arrepentimiento de Armando Rubio" es la elegía que Eduardo Llanos dedica al compañero que inesperadamente sale en dos secciones del diario El Mercurio ese día 7 de diciembre de 1980. Una anunciando su aparición en la Antología Ganimedes 2, y otra informando de su muerte. Por eso en este desgarrado poema Llanos lo "conmina a desmentir" la noticia, a salir en defensa de la vida. No puedes irte así, le reclama, "tan joven e inédito".

Hoy Llanos trabaja para dos antologías que tratarán de hacer justicia literaria a estos jóvenes e inéditos vates que partieron tan tempranamente.

Eduardo Llanos también se refirió a su relación con Enrique Lihn, con quien dice lo unía una afinidad de temperamento y el haber descubierto en sus versos y en los de Teillier la potente voz de la generación del '50. A los 18 años leyó La pieza oscura, de Lihn y El árbol de la memoria, de Teillier . "Creo que la generación del cincuenta fue la última gran generación", añade.

Eduardo Llanos finalmente se refirió a cómo se dan en forma tan integrada en sus poemas los elementos visuales, fonéticos y semánticos . Explica que no concibe la disociación, sobre todo en poesía y que cree que el sonido y el sentido se reclaman mutuamente; que el plano de lo semántico se va desarrollando, articulando, cuando uno penetra en el subsuelo del lenguaje . Cree que en cualquier poema que haya sido creado desde un estado de confianza y desconfianza simultáneas en el lenguaje, se produce este trasvasije entre sonido y sentido.

Al finalizar el programa se regalaron tres ejemplares de Antología Presunta, último libro de Eduardo Llanos, publicado por el Fondo de Cultura Económica. Los afortunados ganadores recibirán el libro especialmente autografiado por el autor.

Los conductores, Vivian Lavín y Mario Valdovinos, dieron cuenta y reseñaron brevemente los libros recibidos de editoriales Lom, Catalonia y Universitaria.



Nuestro próximo invitado, el 17 de marzo próximo: El historiador y antropólogo José Bengoa.


 

 

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Vuelan las Plumas: Eduardo Llanos Melussa: "El poeta debe estar siempre a la intemperie",
miércoles 11 de marzo de 2004.