Es muy difícil responder por qué un poeta se autosilencia
durante largos años. Tal vez no se trata de un silencio agráfico,
y la escritura sigue manando de la herida que permanece abierta. Puede
ser
una inedición autoimpuesta por razones éticas, para
no sumarse a la hoguera de las vanidades literarias chilenas. En realidad
sólo el mismo tiene la respuesta.
Pero lo cierto es que hoy nos congratulamos con esta Miniantología
del poeta Eduardo Llanos -editada en disco compacto y libro-, que
si bien no rompe del todo su prolongado silencio, al menos constituye
una señal de que el vate continúa en carrera.
¿Carrera de galgos o podencos? Carrera simplemente para dejar
constancia de que aún respiramos y tenemos algo que decir.
Carrera solitaria de corredor de larga distancia, como Lihn, como
Teillier, como Rubio, como Lira.
Somos como una sombra larga, proteica, que se extiende por todo el
territorio, desde Ercilla a Neruda, desde Oña a Chihuailaf,
a Huenún, a Lienlaf. No podemos evitarlo, escribimos y de tanto
en tanto nos vemos forzados a publicar nuestros papeles antes que
se vuelvan amarillos, para dárselos a leer a otros locos que
creen que la salvación está en la poesía.
Recuerdo la aparición de Llanos con motivo del Concurso de
La Bicicleta, en 1979. Con Enrique Lihn éramos jurados. Creo
que el Premio lo ganó Rodrigo Lira, pero la poesía de
Llanos emergió
allí con fuerza e inteligencia crítica, y nos quedó
resonando. Pronto volvimos a oír hablar de su trabajo, y de
los premios que obtuvo en importantes certámenes en Chile y
Latinoamérica.
A mediados de los ochenta nos encontramos, él y yo, caminando
por el “cuarto camino”, concentrados en ese “trabajo” que desplaza
todos los afanes de la vida ordinaria y mecánica, y que incluso
pone en entredicho la vocación de poeta, lo digo por propia
experiencia.
Como gustaba decir el señor Gurdjieff, la mayor parte del tiempo
los seres humanos nos comportamos como unas verdaderas “mierdosidades”,
sin una pizca de grandeza. Y sin grandeza de espíritu, de qué
sirve ser poeta.
Importante es que aquí está de vuelta la poesíade
Eduardo Llanos, una voz destacada de los ochenta, para decirnos que
sigue en carrera y que esta Miniantología es sólo la
señal de que viene más y mejor aún. Brindemos
por eso.
* Palabras pronunciadas en el acto
de presentación del libro Miniantología,
realizado en la sala Ercilla de la Biblioteca Nacional.