EXILIO,
INTRAEXILO Y POESÍA CHILENA (1973-2003)
(ENCUENTRO
DE ESCRITORES, MONTERREY, 09.10.2003)
Por
Eduardo Llanos Melussa.
Esta
intervención se incluyó en CD con las memorias del encuentro. Luego,
bajo el título "La poesía como una suerte de exilio",
apareció también en Luna de locos, revista de poesía,
Pereira, Colombia, Año 6, Nº 11, diciembre 2004, pp. 75-82.
Escuchando las ponencias previas, fui experimentando el deseo
de modificar mi intervención para no reiterar algunos planteamientos que
otros han hecho con más propiedad. Así, creo que Luis Brito García
hizo ya una estupenda exposición de México como matriz que acoge
a exiliados voluntarios e involuntarios, practicando una auténtica solidaridad
de alcance bolivariano
e incluso universal. También la línea del testimonio -a través
de las ponencias de Anamari Gomis, Claudia Guillén y mi compatriota Carmen
Avendaño- nos ha mostrado ciertos matices rescatables del exilio, sobre
todo por la posibilidad que brinda a los niños de formarse en un contexto
de estimulación plural y de internacionalismo solidario, opuesto al provincianismo
autorreferente en que suelen encapsularse nuestras culturas nacionales. Huelga
aclarar que esas "virtudes" del exilio son más bien virtualidades,
y que seguramente no compensan los sufrimientos propios del destierro.
Estando
ya pulsadas las cuerdas testimoniales y la expositiva del exilio como un fenómeno
matizado -con sus tristezas y sus alegrías-, yo quisiera hilvanar algunas
reflexiones en torno a las posibles semejanzas entre el exilio interno y el externo,
y sugerir que quizás la literatura en su conjunto equivale a una suerte
de exilio verbal y existencial, en la medida en que, tomada en serio, implica
renunciar -en diverso grado- a ese mundo práctico y acuciante de la vida
común.
Procuraré entonces abordar el tema desde mi condición
de poeta chileno que vivió toda su vida dentro del país, en una
suerte de autoexilio. Pero no hablaré de mí, sino de otros. Por
razones de tiempo omitiré los casos de los poetas que me parecen más
relevantes en el último medio siglo chileno: Nicanor Parra, Gonzalo Rojas,
Enrique Lihn y Jorge Teillier, a quienes me he referido con cierto detenimiento
en otras ocasiones. En cambio, hilvanaré mis reflexiones a partir de tres
poemas que parecen compartir una cierta manera de asumir la poesía como
una suerte de exilio simbólico y existencial.
1.- UN
POEMA DE FLORIDOR PÉREZ (1937)
Primeramente, citaré
un texto de un contemporáneo de Hernán Lavín Cerda, a quien
acabamos de escuchar. Me refiero a Floridor Pérez, un profesor primario
que, desde la década del sesenta, ejercía por simple vocación
en pueblos rurales o semirrurales. A partir del golpe militar, es hecho prisionero
y queda entonces confinado a una especie de doble o triple exilio. En esa condición
escribe un libro que varios años más tarde publicará precisamente
bajo el título de Cartas de prisionero (1984)(1).
De ese volumen leo sin más trámite el siguiente texto:
La
partida inconclusa
Isla Quiriquina,
octubre 1973.
BLANCAS: Danilo González,
Alcalde de Lota
NEGRAS: Floridor Pérez, Profesor rural de Mortandad
1. P4R .......... P3AD
2. P4D
.......... P4D
3. CD3A ........ PXP
4.
CXP ......... A4A
5. C3C
......... A3C
6. C3A .....-... C2D
7.
...
Mientras reflexionaba su séptima
jugada
un cabo gritó su nombre desde la guardia.
-¡Voy! -dijo
pasándome
el pequeño ajedrez magnético.
Como no regresara en un plazo prudente
anoté,
en broma: Abandona.
Sólo
cuando el diario El Sur
la
semana siguiente publicó en grandes letras
la noticia de su fusilamiento
en
el Estadio Regional de Concepción
comprendí toda la magnitud
de su abandono.
Se había formado
en las minas del carbón,
pero no fue el peón oscuro que parecía
condenado
a ser, y habrá muerto
con señoríos de rey en su enroque.
Años
después le cuento a un poeta.
Solo
dice:
¿y si te hubieran tocado las blancas?
Es
notable cómo, sin proponérselo y sin alardes teoricoides ni grandes
declaraciones programáticas, el poeta instala su escritura en una especie
de tierra de nadie, allí donde colindan o más bien confluyen varios
géneros: desde luego, el testimonio, pues se trata de una historia
verídica y protagonizada por el autor; en segundo lugar, el texto opera
también como microcuento, y de hecho ha terminado acogido en más
de una antología de microrrelatos; en tercer lugar -mejor dicho en primerísimo
lugar-, el texto impacta como poesía, y por cierto muestra un lirismo castigado
y altamente creíble.
Por otra parte, me gustaría insistir
en sus últimas líneas: "Años después le cuento
a un poeta. // Solo dice: ¿y si te hubieran tocado las blancas?".
Como se ve, el autor reconoce implícitamente la calidad de su interlocutor,
que es precisamente otro poeta, y acoge su respuesta improvisada nada menos que
para rematar su propio texto. Es decir, se trata de un trabajo mancomunado y cooperativo,
como el ideal utópico que movía a Floridor Pérez y a la mayor
parte de su generación tanto en Chile como en el resto de América.
Pero la eficacia del texto reside en su connotación, en ese ethos
implícito y sin estridencias de ninguna clase. Una modestia convivencial
genuinamente democrática y sin complejos de inferioridad.
2.-
UN POEMA DE JUVENIL DE ROBERTO BOLAÑO
(1953-2003):
Y ya que estamos en México, examinemos
un poema ambientado precisamente en este país. Corresponde a la época
juvenil de Roberto Bolaño, cuando era un poeta exiliado y no el narrador
provocativo y casi canonizado que llegó a ser después. Fue incluido
en una antología de poetas latinoamericanos compilada por el propio Bolaño
y publicada en México en 1979(2).
He aquí ese poema juvenil, titulado "Notas para componer un espacio":
Las
mujeres que llegan a la Casa del Lago
con sus automóviles y sus hijos
de
un año o tres o cuatro
................................
me observan soñolientas.
Ellas
son rubias y gustan pasearse por las galerías
donde se pudren cuadros
hechos por muchachos decentes.
Ellas
me miran mientras sus hijos deciden
si se orinan en los pantalones o no.
Ellas
me transmiten con sus movimientos
la certeza de una pequeñoburguesía
en ascenso:
..........piernas que han usado
los tecnócratas
..........muslos
que usado los tecnócratas
..........pezones
que han usado los tecnócratas.
En
ellas veo a muchachas
que no hace más de uno a tres años
pensaron
en la vida como algo diferente
a esa manzana de plástico fácilmente
predecible.
En ellas aún puedo
ver a muchachas
en primer semestre de Filosofía
apareciendo intempestivamente
en tu cuarto de entonces
..........y gritando
te amo te amo
o cogiéndote del pene
en plena calle
ante el horror
de las madres
de sus futuros maridos
..........y
leyendo poemas de ellas mismas
donde decían no me voy a vender
mi
amor no necesita paraguas
donde se mostraban al mundo de una manera limpia
..........mi
amor es la lluvia.
Ellas levantan a
sus bebés y parece que te los ofrecieran.
Ellas
se pintan los labios mirándose
en los espejos de sus coches
pero
en verdad te ven a ti que te alejas.
Que
te alejas
más aburrido que asqueado
pensando en muchachas que no
hace más de uno o tres años
(¿o dos semanas?)
navegaron
en una cama por primera vez contigo
enterándose de que un orgasmo es
algo definitivamente Bello
y Explosivo
y siendo dañadas por esa
explosión
.....................y
por esa belleza.
Ellas meten sus cosas en el auto;
bolsos, programas, afiches,
niños, extrañeza
y se van a buscar al esposo a la oficina.
Y
aceleran, aceleran, aceleran
pero la tierra se mueve mucho más rápido
que ellas.
Quisiera destacar
que la escena mexicana pintada por Bolaño era más o menos la misma
que empezaba a caracterizar a buena parte de América Latina. Precisamente
por esos mismos años, en Chile se iniciaba el experimento de los economistas
neoliberales formados en Chicago y que precisamente cobraron celebridad por haber
introducido en el país la economía de mercado. Desde entonces, el
principio de la "libre competencia" ha inficionado a la sociedad toda,
mercantilizando nuestra cultura y aun las relaciones humanas. Los ideales de cooperativismo
dialogante fueron entonces reemplazados por la astucia, la violencia parricida
y una despiadada ausencia de fraternidad. Desde luego, cualquiera esperaría
que, por una suerte de instinto gregario y ético, los poetas se sustrajeran
a esa vorágine; pero eso no parece ocurrir. Ni Bolaño ni nadie podía
prever que esos cuadros de "muchachos decentes" terminarían de
podrirse no sólo por un efecto contaminante de las galerías, sino
también porque en buena medida estaban creados para la venta y la figuración.
En otras palabras, la escena más bien melancólica que Bolaño
dibuja ante nosotros debe ser complementada con una reflexión acerca de
por qué se descompuso tan rápidamente ese arte supuestamente puro.
Respuestas
puede haber muchas, y no aspiro a una respuesta única y excluyente; con
todo, creo que un elemento decisivo es el que Edoardo Sanguinetti había
planteado veinte años antes a propósito de las vanguardias artísticas.
Según el poeta y crítico italiano, en todo vanguardista se pueden
apreciar dos grandes momentos: primero, un momento heroico-patético, en
que se resiste a ser parte del establishment y hasta lo denuncia e impugna
por su superficialidad y su mercantilismo; luego, un momento cínico, en
que el artista sucumbe ante el asedio asimilador del sistema y termina traicionándose
a sí mismo -y a sus seguidores- al aceptar el precio que se le pone a su
presunta insobornabilidad.
Claro que la tesis del italiano es mucho menos
simple de lo que parece, pues incluye un matiz que la complejiza. En efecto, Sanguinetti
afirma con toda claridad que, en rigor, no se trata de dos momentos, sino de aspectos
contradictorios, pero simultáneos: es decir, en el vanguardista -y
seguramente en todos- conviven siempre el heroísmo y el cinismo, el patetismo
y el oportunismo, por más que el autoengaño del artista y el de
sus seguidores quieran creer y hacer creer otra cosa. Así, pues, volviendo
al conmovedor poema de Bolaño, podríamos concluir que hace falta
dialectizar la figura de esos creadores "decentes" y supuestamente incontaminados,
y asumir desde ya que, nos guste o no, todos hemos interiorizado las contradicciones
del sistema que impugnamos. Visto así, el poema de Bolaño sugiere
que el fantasma de la incoherencia habita el interior del artista ya desde el
inicio, y que desentenderse de ello tiene implicaciones éticas delicadas,
que tarde o temprano terminarán pudriendo nuestra vida y no sólo
nuestros cuadros o nuestros textos.
Ampliando un poco más el radio
de nuestra reflexión, cabría inferir que si la poesía es
una suerte de exilio simbólico, un nadar contra la corriente, entonces
lo primero que el poeta debería enfrentar y asumir son las trampas y riesgos
no sólo del poder, sino de los diversos poderes, incluyendo por
cierto los antipoderes, que a menudo terminan operando como esos mismos poderes
a los que se quiso combatir y a los que se creyó superar.
3.-
UN POEMA DE JORGE MONTEALAGRE (1954)
En
este sentido, quisiera concluir citando un texto de Jorge Montealegre, un compañero
de generación que, tras sufrir en plena adolescencia la prisión
política, parte al exilio. Ya en Chile, publica junto a Bruno Serrano un
volumen de poemas titulado escuetamente Exilios (1983). Allí incluye
este poema de apenas cuatro versos, titulado "Alta poesía".
Todos
los vecinos de mi barrio duermen siesta,
pero hay chicos que golpean puertas
fastidiando:
piden pan y no dejan
escribir los mejores poemas sobre el hambre.
Como
se ve, el poeta ya no ataca al mundo exterior, que sin duda tampoco es de su agrado.
Lo que hace es más bien asumir la existencia de un lobo y un cordero interiores
(para citar ese simbolismo tan bien aprovechado poéticamente por Manuel
Silva Acevedo), y entiende que una parte casi sagrada de su tarea es precisamente
permitir que ese lobo y ese cordero se expresen y mantengan una convivencia razonable,
sin disociaciones de ninguna clase.
Como ya expliqué, cambié
a última hora el contenido de esta ponencia, pues quería intentar
un cierto diálogo o una propuesta que articulara al menos algunos de los
muchos matices con que en esta jornada se ha reflexionado en torno al exilio.
Pues bien, creo que una articulación posible es hacerse cargo de las contradicciones
que nos agitan apenas intentamos configurar un cierto yo coherente que parezca
"autor". En este caso, diría que el exilio nos interpela por
diversas razones, pero una no menor es que, desarraigado y en contacto forzoso
y forzado con otros, cada cual descubre que en cierto modo toda persona es un
país, y que la democracia comienza con la noble tarea de autogobernarse
democráticamente como individuo. Un creador no puede expatriar a esos fantasmas
internos que lo contradicen y desmienten, ya que es precisamente esa diversidad
de yoes lo que le ha sido confiado como un fideicomiso existencial y cívico.
Es todo. Muchas gracias.
(1)
Cito por la última edición: Cartas de Prisionero, Ediciones
Lom, Colección Libros del Ciudadano, Santiago, 2002.
(2)
Bolaño, Roberto: Muchachos desnudos bajo el arcoiris de fuego. Once
jóvenes poetas latinoamericanos. Editorial Extemporáneos, México,
1979, 189 pp.